[ I n t r o d u c c i ó n : L o r e n - P a r r ]
Miami – Florida (2014)
Era un día normal, sumamente lluvioso. Los caminos aledaños a los condominios eran sumamente húmedos, repletos de hongos y de plantas con animales rastreros y venenosos.
Las personas que caminaban tenían problemas normales, como el constante terror de ser asaltados, de no tener el dinero suficiente para conseguir pagar las facturas o la hipoteca; conductores de motocicletas pasaban por los charcos, salpicando a los caminantes comunes, quienes no había día que no los insultaran.
Los autos eran poco comunes, o más bien, no se sacaban mucho, debido a que últimamente las lluvias han sido muy frecuentes y la gente es sumamente superficial, prefiriendo ensuciarse, enfermarse y mojarse ellos que su Mercedes o su Camaro de miles de dólares.
Sin embargo, una de las pocas personas que tenía un auto, era un joven, cuyo nombre era desconocido para todo el mundo, menos para una mujer... Loren Parr.
Con un hermoso cabello castaño, teñido con destellos amarillos y rojizo del resto, tez morena con ojos brillantes, labios bellos, pequeños y largos, era pareja de un completo imbécil.
Era un sujeto que le encantaba hacer artesanías, libros y cosas del estilo, jamás había existido alguien igual para Loren Parr...
Aquella tarde lluviosa, tanto ella como su novio se habían metido los tragos, excediéndose y aun así, manejando en las casi vacías las carreteras de Florida.
Pasando entre pasillos y varios inquilinos frustrados, por el clima del día, habían llegado a su pequeño hogar, dentro de un colosal conjunto de departamentos, un condominio bastante funcional, aunque con una fachada deleznable.
Ambos con trabajos intentaron subir a su departamento, teniendo éxito, tras mucho trabajo, tambaleando por escalones y por los pasillos.
Llegando a su departamento, ambos cayeron al suelo y perdieron el conocimiento.
***
La mañana había llegado, y Loren despertó de su letargo en el sofá de su departamento, modesto pero elegante. No obstante, al amanecer se encontró con un hedor penetrante, proveniente del comedor.
Ella se levantó justamente por aquel olor horrido. Y con cierta duda existencial en su rostro, miro que su ropa estaba llena de sangre. Eso, para ella, fue un golpe nervioso sumamente repentino.
- ¿Pe-pe-pero que pasó? – Dijo Loren con nervios en su cuerpo.
Rápidamente se levantó y se encontró con toda la sala de estar cubierta con un charco extenso de sangre; la que había en la alfombra fue absorbida por esta y el piso, liso como siempre, lo tenía por encima de él.
Acercándose al origen del charco, vio a su novio, con un revolver a lado de su cabeza y con esta destrozada, con trozos de cráneo y carne mezcladas, esparcidas por el suelo.
- ¡No! – Gritó Loren - ¡No! ¡Yael!
Tomó a su pareja muerta por el cuello, a la par que su cerebro caía lentamente hacia el suelo, como si fuera carne saliendo de una moledora.
- ¡NOOOOO!
Los gritos y los llantos resonaron por todo el condominio, siendo una alerta para los vecinos, quienes llamaron a la policía.
Rápidamente la policía de Florida llegó al apartamento 34, y con calma, trataron la situación, llevándose a Loren a la comisaría y el cadáver de Yael, siendo guardado por los policías forenses, no sin antes ser investigado, buscando huellas y pistas de algún posible asesino.
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