Capítulo 14: Ese mayordomo, extraño.

"Estoy enamorado de tu alma sádica..."

Retumbaban esas palabras en la cabeza de Himena al momento de sentir sus labios en los de ella. Por muy extraño que parezca le correspondió, aceptó ese beso sin objeción alguna; sintió como Sebastian sonreía en el beso, por un breve momento, no era una sonrisa de victoria... no... ni de satisfacción, más bien era una sonrisa extraña.

¿Le gustó? ¿El beso, le gustó?

Ambos se separaron después de unos segundos que parecieron eternos. No dijeron nada, solamente se vieron a los ojos. Por un momento toda esa rivalidad de siglos ya no existía, esas pelean ya no estaban, solo existía ese momento en el que se besaron porque fue de los dos; ambos correspondieron aunque lo traten de negar después.

Sebastian se paró y salió por la ventana sin decir nada ni tampoco esperar a que ella le dijera algo. Ni él mismo entendía porque hizo aquello solo sabía que, de alguna forma, le había agradado.

Himena se sentó en la cama tocando su frente con su mano derecha mientras que con la izquierda tocaba su pecho. Vio en donde debería estar la herida, debería... porque ya no se encontraba ahí.

"¿Por qué lo hizo? " pensaba mientras veía a las sábanas de seda blanca. "Yo lo odio, odio a su raza. Lo odio... ¿Lo odio, verdad?"

Apretó la sábana con fuerza tratando de aclarar sus pensamientos que se estaban haciendo nudos junto con su corazón.

"¿En serio lo odio? "

***

El mayordomo jaló las cortinas dejando que el sol entrara a la habitación llegando a los ojos de su amo despertandolo.

-Buenos días amo, levántese. -su voz era seria y fría, Claude no era un demonio muy afectivo así que su actitud siempre será fría a comparación de los otros demonios.

-Ya lo hice. -contestó Francis indiferente a su actitud sentándose en la cama. Alejó la sábana dejando al descubierto su cuerpo aun en ropa para dormir. Claude empezó a vestirlo sin decir nada. -¿Lograste hablar con ellos?

-Sí. Están ansiosos de saber su venganza. -contestó terminando de vestirlo.

-Ya lo sabe ella, me imagino.

-No creo que esté equivocado.

-Esto será -se paró caminando hacia el espejo mirándolo sonriente. -Interesante.

En cierta forma se parecía a Al oís en el momento de ser envidioso y sádico en cierta forma, sin embargo, carecía del carácter que el rubio poseía. No era de extrañarse que sintiera envidia de ese chico rubio de ojos azules y de ese peli-gris, los consideraba competencia y parte vital de su venganza contra Himena.

La parte lógica era que si se vengaba de Alois lograría vengarse de Himena, porque si le hacía daño a su amo también le hacía daño a ella. Quería hacerle sentir el daño que él sintió al verse usado por ella, no tanto por Alois sino por ella.

-En un momento bajo. -le anunció a su mayordomo saliendo por la puerta dirigiéndose a su despacho dejando atrás a Claude.

El de ojos amarillos estaba en el jardín terminando los deberes de ese día, que para él era un fastidio pero en fin debía hacerlo quisiera o no. Además lo mantenía ocupado la mayor parte del tiempo. Era lo que tenía que hacer para esconder su naturaleza como todos los demonios lo hacían en ese mundo.

-¡Claude! -gritó Francis desde la ventana de su despacho. Claude suspiró y subió al despacho casi a zancadas.

-¿Me llamó? -dijo Claude entrando.

-Vamonos, ahora.

No le dio tiempo de que le contestara cuando ya había cruzado la puerta y bajado las escaleras rumbo al carruaje. Durante el camino no hablaron de nada, Francis había cambiado su actitud desde ese día, más bien fue en ese mismo día cuando estaba a punto de morir que decidió no volver a sentir afecto hacia alguien y convertirse en alguien serio. Tal vez convertirse en alguien como Ciel o Alois para que sea alguien valioso para las personas, al menos valioso para ellos. Claude se dio cuenta de ese cambio al momento de hacer un contrato con él, lo había investigado bien como todo demonio a su amo y sabía perfectamente que esa actitud era un cambio radical en tan poco tiempo, le agradó esa decisión.

Llegaron a su destino, ahí se encontraban Ciel y Alois junto a sus respectivos mayordomos. Iban solamente ellos, sin compañía al igual que él, no estaba Hannah y ¿quién la necesitaba? Claude no.

-Está aquí. -dijo Himena parándose después de tocar la mancha de sangre en el suelo. -Takano es el asesino.

Como ella había predicho antes, Takano se estaba encargando de hacerles las cosas difíciles. En ese momento se estaba haciendo pasar por un asesino en serie, un imitador de Jack el destripador, cosa que a Ciel le recordó de nuevo a Madame Red.

-¡Valla! -exclamó Takano que estaba encima del tejado, sonrió con burla. -¡Todos están aquí! Me pregunto ¿protegerán a sus amos?

-Himena, es una orden... -dijo Alois mirando a Takano.

-Sebastian, esta es una orden.

-Claude, es una orden.

Los tres mostraron su contrato. Alois su lengua, Ciel su ojo y Francis su hombro.

-¡Atrapenlo ahora! -dijeron los tres al mismo tiempo, sus contratos emitieron un brillo anunciando que la orden estaba dicha.

-Yes, my lord...

-Yes, your highness...

-Yes, my master...

Esbosaron una sonrisa saltando rumbo a Takano que de inmediato esquivó sus ataques. Sebastian aventaba cuchillos de plata, Claude de oro, Himena dagas.

Takano reía en cada ataque. Era mucho más veloz que ellos, incluso que los demonios eso los desconcertaba y enojaba al mismo tiempo. Con su katana atacó a Sebastian en su brazo, éste apenas si se quejo. Lo mismo hizo con Claude y con Himena. Así continuaba la pelea, Takano les causaba conflictos a los tres, era diferente a todos los que se habían enfrentado. Ellos habían peleado con criaturas diferentes dada su procedencia y "profesión" si es que así se le podía llamar a lo que hacían, pero Takano era... Por mucho, el más difícil de afrontar.

-¡Me sorprenden! -dijo Takano mientras reía. Volteo a ver a los tres chicos que miraban la pelea con sumo detenimiento esperando lo mejor de cada uno de sus mayordomos.

Takano esbozó una sonrisa que para muchos podría pasar como sádica, y en parte si lo era. Sebastian aprovechó para encajar le un cuchillo en su brazo izquierdo debido a la distracción, emitió un ligero quejido; Claude le hizo lo mismo en la pierna mientras que Himena lo atacó de frente con una flama azul. Takano rió, no era la reacción que habían esperado, ninguno de los tres.

-Que puntería tienen los tres, veamos si pueden con esto. -sin avisar se dirigió a los tres chicos sacando su katana listo para atacar, a los que tenía más probabilidad de dañar era a Ciel y a Alois en vez de a Francis.

Mientra se acercaba esbozaba una sonrisa cínica, los chicos lo veían sorprendidos más que espantados. Iba a atacar cuando alguien se interpuso entre su espada y ambos amos. Solamente se pudo percibir el sonido de la katana atravesar un cuerpo, sangre salpicando y un pequeño quejido de dolor.

-Himena...

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