Capítulo 7: Regreso de la rosa blanca

Escena 1:

La niña que cambió la apariencia de su cuerpo y perdió sus alas, corre por el bosque en compañía de su amiga serafín. Vistiendo un vestido blanco y una capucha marrón. Ambas llegaron a un lugar amplio del bosque, donde hay un gran e inmenso lago, y un acantilado sobre él. Sin percatarse de que estaban siendo seguidas por una presencia oscura.

- ¿Por qué huimos? Dijiste que dios no iba a molestarse.- Cuestionó la niña asustada.

- El cielo no es quien nos persigue. escucha, hay demonios que no pertenecen al infierno, sino a algo independiente al designio de los cielos. Y aquel que controla a los demonios, no permitirá que ángeles vayan a la tierra.- Explicó la mujer celestial.

- Eso significa...-

- Si esos demonios te encuentran, te asesinarán. O peor... Podrían...-

Las palabras de la serafín fueron interrumpidas por una daga negra que rosó la mejilla de la niña y cortó un mechón de su cabello. Ambas vieron de donde venía aquella arma.

Sobre el acantilado, un chico joven de cabello rojizo claro, tirando a rosado, observaba fijamente a ambas ángeles. Su aura oscura daba a entender su identidad.

- Un demonio...- Dijo en voz baja la mayor.

- Un ángel que olvida cual es su territorio y baja al de los mortales, es imperdonable. Sin embargo, eso se puede olvidar entregándose al bando ganador. Entregad a la niña al...-

- ¡JAMÁS!- Exclamó la serafín, interrumpiendo al chico demonio.

Una aterradora risa resonaba en el lugar. La peliblanca tomó la mano de su amiga y corrieron lejos. El chico las siguió.

...

Escena 2:

La cantidad de ramas y hojas esparcidas hacían mas difícil el poder correr por el bosque. La niña estaba un poco agotada pero la mayor seguía corriendo con ella de la mano.

- Habréis notado que escapar es completamente inútil.- Dijo el chico, ahora frente a ellas.

- Corre...- Le dijo la peliblanca a su amiga.

- ¿Que? Pero...-

- ¡Corre y escapa, Kea!- Gritó la serafín y la niña obedeció.

El chico se dispuso a seguir a la niña, pero la serafín se lo impidió, dejando en claro que tendría que pasar sobre ella.

- Eres el nuevo juguete de ese demonio ¿cierto?- Dijo ella.

- Soy un demonio también...- Dijo el chico.

...

Escena 3:

Kea corría casi tropezando a través del bosque. Las ramas regadas por el piso no lo hacían mas fácil. Estaba sumamente preocupada por su amiga, pero debía serle obediente, pues a parte de amiga y confidente, era su mentora.

Unas sombras frente a ella la obligaron a detenerse, parecían tener la forma de perros salvajes, pero el pelaje completamente negro y los ojos flameando en rojo delataba su verdadera identidad de bestias demoníacas. La niña, al verse acorralada, hizo aparecer en su mano el arma que constantemente su mentora le enseñó a usar: Un estoque de mango dorado y hoja que parecía de plata, no estaba muy experimentada en usarlo, pero era su única forma de pelear.

Uno de los demonios se abalanzó sobre ella, logrando rasguñar su hombro. Kea cortó la cabeza del demonio por impulso, este se deshizo en una fría y oscura niebla. Los otros hicieron lo mismo, atacarla sin precisión, dos de ellos lograron herirla, y fueron todos decapitados. Había que admitir que los movimientos de la niña eran torpes e inexpertos, pero se podía notar cierto talento en ella. Ya una vez libre de las bestias, empezó a revisar sus heridas. Tres rasguños y una mordida en el brazo de cierto mal aspecto. Dolía, pero decidió seguir corriendo antes que alguien mas la encontrara.

...

Escena 4:

Las esferas de fuego negro demoníaco eran bloqueadas por los anillos de notas musicales que creaba el violín de la peliblanca. El chico, a pesar de su corta edad, e incluso su corto tiempo como demonio, tenía un increíble potencial y buen control de su poder dentro de los límites. La serafín, armada con su violín angelical, con el cual creaba hechizos de tácticas a través de las notas que componía, lograba mantener a raya a su oponente, junto con los ataques.

- Dime tu nombre.- Exigió la mujer.

- Tú también debes decirme el tuyo.- Replicó el chico.

- Azura... ¡Mi nombre es Azura!- Dijo ella.- Ahora el tuyo.-

- Taro... Saibara Taro.-

El chico prendió sus manos en fuego negro, no se quemaba ni sentía calor alguno, por un lado parecía increíble y por el otro muy peligroso. Avanzó hacia la serafín con intención de golpearla, mas esta creó notas de luz musicales y formó una barrera con ellas, el demonio al tocarla, esta le explotó haciéndolo caer de espaldas. Él se levantó nuevamente y desapareció en una niebla como llama de una vela apagada. La mujer angelical mantuvo preparado su violín en caso de alguna sorpresa, mas no vio venir que el chico apareciera justo detrás de ella y lograra darle una patada en la espalda mandándola a unos metros.

- ¿Por qué haces esto?- Preguntó Azura poniéndose de pie.

Él no respondió, solo acestó un fuerte y veloz golpe en el pecho de la serafín, haciéndola retroceder nuevamente. Ella intentó responder con un golpe de su arco, mas el chico volvió a desaparecer y aparecer detrás de ella para darle un golpe rápido, esta vez aturdiéndola y dejándola a unos metros en el suelo.

Lo mas lógico para cualquiera sería, que una vez que logras vencer al oponente mas fuerte te olvides del débil, o en este caso, conseguir a la serafín y olvidarse de la ángel estudiante Kea... Taro no, él tenía sus motivos para ir detrás de aquella niña. Se deshizo en una pequeña esfera de niebla y se fue en busca de la faltante.

...

Escena 5:

La fea herida en su brazo ya comenzaba a sangrar, pero Kea seguía corriendo a todo dar. Fue ahí que la esfera de niebla oscura la alcanzó y pasó junto a ella, formando de vuelta al chico con el cual ahora estaba cara a cara.

- ¡Aléjate de mi!- Alzó la voz la niña ángel.

- ¿Como es posible que tú no sepas quien soy? Mi cara debería decirte algo.- Dijo él, fríamente.

- ¿A que te refieres? ¿Quien eres?- dijo ella.

Taro no respondió, sólo desapareció y reapareció delante de Kea, al instante la tomó por el cuello y la alzó. La niña intentaba liberarse, pero la fuerza que ponía él en agarrarla se lo hacía inútil. Cuando el chico ya tenía la victoria asegurada, Kea hizo aparecer su estoque en su mano y con él cortó el brazo que la tenía agarrada, logrando liberarse cayendo al suelo. Taro dio un fuerte alarido de dolor y se logró regenerar con bastante dificultad por no tener suficiente experiencia con esa habilidad. La niña ángel se levantó y alzó su estoque hacia el frente.

Estaba por decir algo, cuando se dio cuenta de que unas siluetas recientemente conocidas, se encontraban detrás de ella. Volteó ligeramente la mirada y a su espalda habían 3 perros demoníacos acechándola. Ella sentía miedo, pero no bajó el arma. Las 3 criaturas la atacaron a la vez, uno de ellos justamente en su brazo, abriendo mas la herida. La niña cortó a 2 de estos con su estoque, pero el último, en cuanto la miró a los ojos, con esos vacíos y terroríficos ojos carmesí flameando como el fuego, Kea no pudo evitar quedarse paralizada por el miedo. Ojalá hubiera sido capaz de moverse, pues el chico aprovechó la oportunidad para acercarse a ella y golpearla con un puño encendido en fuego negro, dejándola en el suelo. Él en sus manos hizo aparecer una espada negra y roja, con la cual apuntó al pecho de Kea.

- Es tu última oportunidad, ríndete o...-

La oración de Taro fue interrumpida abruptamente por un ataque desde arriba que, sino se hubiera apartado antes de que le llegara, lo hubiera cortado a la mitad. La oportuna llegada era Azura, con su arco del violín con el cual casi cortaba en dos al chico demonio.

- Si no lo entendiste por las buenas, será por las malas.- Dijo la serafín. Acto seguido, posó su violín entre su hombro y su mentón.

Entonó unas sublimes y veloces notas con las cuerdas de su instrumento, en el aire a su alrededor se escribían unas letras en latín, sin dejar de tocar, manipuló las letras formando códigos y estos códigos volaron alrededor del demonio. Los códigos desaparecieron en el suelo alrededor de él y se volvieron cadenas que lo ataron de manos y pies, él intentaba liberarse, pero le era aún más inútil de lo que a Kea le fue liberarse de él.

- Ahora Kea, ¡corre! Mientras lo mantengo ocupado. Prometo que nos veremos de nuevo, pero ahora... ¡Busca tu felicidad!- Dijo Azura a su estudiante.

Kea lo dudó un poco, pero finalmente asintió y salió corriendo, aferrándose a su estoque.

...

Escena 6:

Las mariposas revoloteaban cerca de las coloridas flores del campo. Aún siendo un paisaje tan pacifico, no podía verse cálido sin la niña que lo alegraba aún mas con su risa y sus juegos.

Alice se sentía inquieta sobre su pequeña Matsui, pero no podía arruinar su pequeño plan por extrañar tenerla entre sus brazos. Ella pidió a su amigo Kenji que cuidara de sus dos niñas un poco más, al menos hasta que terminara sus nuevos modelos de diseño, ayudara en unos ranchos cercanos, e hiciera trabajos de limpieza que le ayudarían a tener más dinero para cuidar a sus dos hijas. No deseaba recibir a su hija, de la cual estuvo separada toda su vida a pesar de prometerle ser su madre, en una vida a la cual no estaba para nada acostumbrada. Tampoco se veía a si misma con la cara para pedirle a su amigo que la siguiera manteniendo, aunque él le dejó claro que lo haría de todos modos.

También otro motivo que tenía para tomar aquella decisión, era el deseo impulsivo de darle a su niña Matsui una vida sin complicaciones por un tiempo aunque sea. Pues aún si había dedicado su alma a criar a su hija con amor y esfuerzo, sentía que le debía ese lujo innecesario de mimarla en algún modo.

Aunque, a pesar de sólo estar inquieta por saber el estado de su niña, también tenía otra sensación que no la dejaba tranquila. Sentía como si un espacio vacío se estuviese llenando de nuevo, como una flor que recupera sus pétalos caídos, como si un suave y tan deseado viento pasara por el desierto... La fuerte sensación de haber recuperado algo sumamente valioso en su corazón.

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