¡Hola, chicos! Gracias a todos los que están leyendo esta historia, ya llegamos a las 1,000 lecturas :3. ¡Les agradezco de corazón!

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La niña no había tenido un sentimiento negativo profundo durante ese viaje, sin embargo, aquel tramo le parecía demasiado solitario.

Los pájaros lucían verdaderamente solos. Muchos se habían ido colocando a lo largo de los bambúes, hasta que el paisaje se fue difuminando, dejándola nuevamente en su hoja en blanco.

Kirioshi caminaba cada vez  con mayor rapidez. Sintió como si  aquel lugar no fuera completamente seguro. Como si todo lo que hubiera vivido realmente no reflejaba lo encantador de su propia lectura; sino el fantasma de la portada que había imaginado.

Ahora que estaba completamente sola, llegaba a su mente una idea: ¿Que estaba haciendo ahí? Pensó que todo en ese mundo tenia una motivo muy especifico. Cada uno, incluido el tigre, tenían un lugar al cual llegar. Una misión que completar, fuera encontrar a su familia, lavar todos los platos o tejer la mejor red de todo el lago. Pero... ¿cuál era su misión en ese sitio?

Una ola de angustia invadió a la pequeña, ¿cómo es que podría averiguar su propósito en aquel instante?  ¿Sería que tendría que ser una simple espectadora para siempre?

Posiblemente su destino sería vivir en aquellas páginas. 

Su soledad se acrecentaba mientras aquellos pensamientos sacaban raíces. Quizá había un espacio en su corazón para el miedo, pero definitivamente ese espacio perdió la atención cuando Kirioshi vio a alguien caminando a su lado.

—¿Qué? —dijo en voz baja—. ¿Qué haces aquí?

Su reflejo (porque aquella era la definición más cercana en la que podía pensar) no respondió. No se podía decir que la estaba inventando, pero tampoco que no lo hacia. Era como una especie de invitación escueta, si Kirioshi avanzaba, su reflejo también lo hacía pero podía llegar a tropezarse o a equivocarse de camino antes de replicar correctamente.

Kirioshi comenzaba a acostumbrarse a su compañía, creía que aquel momento le dejaría una especie de lección de vida pero de un momento a otro, el reflejo desapareció y no lo hizo de una manera sencilla sino de la más dramática posible. Estalló en un montón de pétalos de sakura.

Kirioshi admiró cómo aquellos pétalos volaban por todas partes como mariposas que empezarían la vida en cuanto tocaran el suelo. Y así sucedió, aquello se volvió un hermoso desfile de preciosas mariposas que inundaban la página. La niña tocaba una de vez en cuando y  procuraba atrapar los pétalos antes de que tocaran el suelo.

Así como había sucedido con los tigres, Kirioshi sintió aquel momento como aquellos imborrables en su corazón.

Después de un momento de dejarse llevar por esa sensación tan divina, dejó que los pétalos la cubrieran de pies a cabeza. Aquellos no dudaron ni un instante y se convirtieron en una suave avalancha que llenaba a la pequeña hasta dejarla totalmente cubierta.

Una paz más allá de lo normal. Su piel sólo sentía la suavidad de los pétalos. Su mente, su corazón, su sentimiento eran uno solo. Finalmente se encontraba en equilibrio.

Sintió su corazón en tranquilidad. Una que no había vivido desde la muerte de sus padres. El mundo no era un caos. No es caos, mientras seas equilibrio.

Fue entonces que decidió abrir los ojos, estaba en la última página, podía sentirlo claramente además alcanzaba a ver un pequeño doblez en el borde de la página y todo el mundo sabía que las últimas páginas de los libros tienden a estar un poco maltratadas.

Kirioshi comenzó a caminar hacia aquel borde. Sus pasos le parecerían largos, creía haber tardado más que cualquiera en este mundo para llegar a la meta; pero finalmente, su destino... claridad y paz. Ahora estaba frente a sus ojos.

Dio un paso más. Siempre se da un paso más.

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