Capítulo 8

Bellatrix siempre se levantaba eufórica antes de una misión, era lo que hacía latir su sangre y chispear su magia. Pero ese día deseó no tener que salir de la cama. Aún así lo hizo. Se duchó y se vistió como si se tratase de un día normal. Cuando Ruffy le llevó el desayuno, por primera vez desde que iniciaron el ritual, Nellie no apareció para compartirlo con ella. Lo achacó a los nervios o quizá se había quedado dormida. Pensó en pasar ella, pero su orgullo pudo más. Se sentó en un sillón acariciando una taza de té con whisky. Estuvo sumida en esa especie de trance hasta que alguien llamó a su puerta. Abrió con su varita.

-Buenos días, Bella -la saludó Dolohov- ¿Estás preparada? Os espero abajo en cinco minutos, ¿vale?

-Sí, sí, Dol, ahora bajo.

Su compañero asintió y cerró tras él. La slytherin se alegró de que al menos le tocara trabajar con Dolohov: el mortífago sueco pertenecía a su facción y eran buenos amigos. Se levantó con un suspiro, cogió un paquete que le había preparado Ruffy y se acercó a la puerta del dormitorio contiguo. Le costó unos segundos atreverse a llamar. "¡Por el amor de Circe, Bellatix, que eres el boggart de medio país, céntrate!" se reprochó internamente. Llamó y Nellie apareció al instante. Aunque sonreía y seguía mirando a su secuestradora con veneración, había en sus ojos una tristeza muy parecida a la que mostró cuando Sweeney intentó asesinarla. La bruja le preguntó si estaba preparada y respondió que sí. No había pasado a desayunar para no molestarla. Se la veía muy tranquila para alguien que iba a participar en un acto criminal. Así que Bellatrix asintió y salieron al pasillo. Bajaron al recibidor donde las esperaba Dolohov. El resto de mortífagos se aparecerían en lugares diferentes para llamar menos la atención.

-Ya estamos, Dol, vamos -le indicó Bellatrix.

El mago asintió. Iba a pedirle que le presentara a la muggle pero entendió que dada su corta esperanza de vida, mejor no encariñarse. Salieron al exterior. Era un día nublado, hacía viento pero no llovía. Se arrebujaron en sus capas y empezaron a andar para salir de los terrenos de la mansión y poder aparecerse. Cuando ya casi llegaban a la verja, la morena le pidió a su compañero que les diera un momento. Como iban bien de tiempo, Dolohov asintió y se adelantó unos metros. Nellie la miró sorprendida. Bellatrix sacó un pequeño bolso que contenía el paquete que encargó al elfo y se lo tendió a la muggle. Ella lo aceptó y la miró sin comprender.

-En cuanto aparezcamos en el parque, aléjate de nosotros discretamente y vete de aquí. Dol no dirá nada y el resto no se enterarán. Todos creerán que has muerto y fin del problema.

-¿Qué...? -preguntó Nellie nerviosa.

-Es un bolso mágico, solo tú podrás abrirlo. Hay dinero muggle de sobra para que te marches del país y puedas vivir durante muchos años sin trabajar. También hay documentos de identidad, algo de ropa y comida por si el viaje es largo. Te he metido la capa y el libro sobre criaturas mágicas que se convertirá en uno sobre animales normales si lo mira cualquier otro.

-¡No! ¡No, no! ¡No quiero irme! -protestó Nellie angustiada- ¡Haré cualquier cosa para vosotros! Puedo cocinar, o limpiar, o encargarme de los cadáveres, o...

-Si fuese por mí, te tendría secuestrada para siempre -aseguró la morena sin ápice de broma-. Pero tienes que hacerlo, si no nos matarán a las dos. Puedes ir a donde quieras. Puedes empezar de nuevo, comprar una casita junto al mar y ser feliz ahí, es lo que siempre has querido, ¿verdad?

La castaña vio que hablaba en serio y comenzó a llorar en silencio. Le emocionó que la bruja recordase cuál era su sueño y que se hubiese esforzado tanto para salvarla. Asintió cabizbaja, aunque no pudo evitar añadir: "Pero estaré sola otra vez... Yo quiero quedarme contigo". Ese fue el momento en que Bellatrix tuvo la certeza de que tenía corazón: se le había resquebrajado por completo.

-No puedes quedarte. Estamos en guerra y somos los malos, no creo que la cosa acabe bien... -sonrió la slytherin con tristeza- Pero ya verás cómo encuentras a alguien. Eres guapa, divertida, cocinas muy bien... Solo tienes que intentar hablar poco en las primeras citas para que cuando quien sea se dé cuenta de lo molesta que eres ya esté loco por ti, ¿de acuerdo?

Nellie siguió llorando pero dibujó una ligera sonrisa y asintió. La bruja le dio la opción de borrar los últimos meses de su memoria, pero la muggle se negó al instante con frenesí. La única felicidad que le iba a quedar moraba en sus recuerdos.

-Vale, no te hago olvidar porque no quiero que estés triste -concedió la morena.

"Y porque egoístamente quiero que me recuerdes" pensó internamente. La muggle se secó las lágrimas y le preguntó con voz temblorosa:

-¿Me buscarás cuando acabe la guerra? ¿Podremos ser amigas entonces? Puedo venir a verte alguna vez o si no quieres que te vean con una muggle puedes venir tú... aunque odias el mar, así que mejor...

"Por ti superaría mis traumas con el mar" susurró la bruja. Mientras Nellie la abrazaba, le aseguró que la buscaría cuando todo terminara. Ambas supieron que mentía. Bellatrix no contaba con sobrevivir a la guerra y aunque lo hiciera, sería incapaz de irrumpir de nuevo en la vida de su muggle cuando por fin la hubiese rehecho. Por mucho que se lo ocultó a sí misma, supo que si la veía feliz con otra persona, torturaría a quien fuese. La abrazó durante el tiempo suficiente para secarse las primeras lágrimas de tristeza de su vida y después se separaron. Volvieron junto a Dolohov que sonrió y no hizo preguntas.

-¿Preparadas? -preguntó él.

Ambas asintieron. Los tres se cogieron de la mano y la bruja los apareció entre unos matorrales altos de Hyde Park. En esa zona no había nadie, la gente estaba concentrada unos metros más allá donde el primer ministro muggle terminaba su discurso para recaudar fondos para su partido. Los dos magos usaron un encantamiento desilusionador para volverse temporalmente traslucidos. Bellatrix le apretó la mano a Nellie por última vez y le susurró: "Buena suerte, cielo". La muggle asintió llorosa, la miró sin verla (la bruja dominaba ese hechizo y se volvía casi invisible) y se alejó.

Bellatrix la observó macharse. Durante unos segundos se planteó correr tras ella y huir juntas. Olvidarse de la guerra, de Voldemort y de su familia y vivir en una casa en la costa con una muggle. Pero enseguida se dio cuenta de que su destino no era ese. Era una guerrera y jamás abandonaría a su Señor.

-Bella -susurró su compañero con suavidad-, ya es la hora.

Dolohov había contemplado la huida sin comentar nada, supo que era mejor no intervenir. La mortífaga asintió. Los asistentes -unas doscientas personas- se habían arrancado con una oleada de aplausos y el Ministro los recibía ufano desde el escenario. Bellatrix vio al imponente Kingsley Shacklebolt detrás de él y lamentó no poder lanzar la maldición asesina a esa distancia. Vio que desde ambos laterales Macnair y Avery se preparaban para sembrar el caos. Calculó que Lucius y Yaxley estarían ya próximos al escenario camuflados entre la multitud. Así que sacó su varita y ejecutó el encantamiento antidesaparición. A su lado, su compañero conjuró una bandada de cuervos que sobrevolaron la zona. Era la señal.

Macnair y Avery se lanzaron con bombardas, desmaius, serpensortias y todo lo que se les ocurrió. Los muggles empezaron a correr en desbandada en todas direcciones. Al momento Shacklebolt agarró al Ministro y cerró los ojos para aparecerse. No funcionó. Le costó poco entender lo que sucedía. Se colocó frente al muggle y les gritó a los otros dos aurores que flanquearan sus costados. Así lo hicieron. Los tres empezaron a lanzar hechizos defensivos y ofensivos en todas direcciones. Lucius pronto se deshizo de uno de los aurores, pero el otro consiguió desarmar a Yaxley. Shacklebolt atrapó con un incarcerous a Macnair y lanzó un potente hechizo aturdidor a Avery.

Dolohov se enfrentó al otro auror y lo inmovilizó sin acercarse mucho. Con un gesto de su varita y sin perder la concentración, Bellatrix liberó a Macnair. Dolohov se enfrentó a Shacklebolt mientras Lucius y Macnair se acercaban a su protegido. Yaxley intentaba recuperar su varita y Avery seguía desmayado en un lateral. El auror jefe no sabía qué frente defender. Cuando parecía que por fin los mortífagos se lanzaban sobre el hombre, se escuchó un estallido. Macnair cayó al suelo con un grito desgarrador. Antes de que el resto pudieran reaccionar, Yaxley corrió la misma suerte. Él se derrumbó sin gritar: muerto al instante. Dolohov, Lucius y Bellatrix se miraron horrorizados sin entender quién los atacaba. Shacklebolt, sin dejar de proteger al tembloroso Ministro con su fornido cuerpo, les gritó a dos hombres muggles que a diferencia del resto no habían huido:

-¡Os advertí que nada de armas de fuego! ¡Retiraos o esto acabará mucho peor!

La duelista entendió entonces a qué se refería Nellie cuando le advirtió que igual una varita no podía frenar una bala. Los dos muggles, que sin duda eran guardaespaldas, no entendían bien lo que estaba sucediendo. Pero habían abatido a dos atacantes, iban por buen camino. Bellatrix se planteó correr hacia ellos y lanzar la maldición asesina. Pero si lo hacía, el conjuro se cortaría, Shacklebolt podría desaparecer con el ministro y habrían fracasado. No podía hacer frente a otro castigo, llevaban demasiados fallos seguidos, no podía permitírselo.

Decidió lanzar un fiendfyre, otra de sus especialidades, y logró despistar a los tiradores que ya apuntaban a Dolohov y a Lucius. El sueco aprovechó el despiste para lanzar un avada a uno de los guardaespaldas y volver junto a la duelista. "¿Qué hacemos, Bella?" preguntó casi con miedo. La situación estaba en tablas. Lucius y el guardaespaldas que seguía en pie se apuntaban mutuamente a bastante distancia, lanzaban balas y hechizos sin lograr dar en el blanco. Ninguno de los dos sabía a qué se enfrentaba pero no parecía importarles. Shacklebolt permanencia en el centro con el Ministro oculto tras él mientras intentaba sofocar las llamas y eliminar el embrujo antidesaparición. Macnair se retorcía en el suelo dolorido intentando arrastrarse hacia sus compañeros. Avery seguía desmayado. Todo ello dificultado por el enorme dragón de fuego que arrasaba la zona, les impedía moverse con libertad y absorbía sus hechizos. A Bellatrix, ocupada en mantener tanto el hechizo antidesaparición como en guiar a la criatura de fuego por donde más le convenía, no se le ocurría cómo desempatar.

-El problema es Shacklebolt -murmuró la bruja-, si nos deshiciéramos de él podríamos llevarnos al ministro sin problemas...

-Es imposible acercarse a él, el guardaespaldas muggle tiene ese chisme que a matado a Yaxley y casi a Macnair -respondió Dolohov agobiado-. Y lo peor es que como tardemos mucho, vendrán más. Tanto aurores como muggles de seguridad de esos y...

"¡Quítale la pistola!" escucharon ambos una voz a sus espaldas. La bruja se giró con horror y su compañero con estupor.

-¿¡Qué haces aquí!? ¡Te he dicho que...!

-Sí, pero no va muy bien la cosa... -la cortó Nellie nerviosa- ¡Quítale la pistola, haz eso que haces cuando las cosas vuelan a tu mano! Confía en mí.

La bruja no dudó. "Accio pistola" murmuró. Al instante, el arma del tirador que quedaba en pie se escapó de su mano y terminó en la de Bellatrix. Lucius aprovechó que se quedaba desmarcado para luchar contra Shacklebolt. No se dio cuenta de que el muggle desarmado reptaba por el suelo para recuperar la pistola de su difunto compañero. La mortífaga contempló el objeto metálico que descansaba en su mano izquierda sin entender cómo funcionaba aquello ni cómo ese trasto podía haber matado a Yaxley. Dolohov permanecía igual de desconcertado. Comprendiendo la situación, Nellie se la arrebató.

-Sois todos iguales -protestó-. Al final siempre soy yo la que hace el trabajo sucio.

Como el dragón de fuego los separaba del escenario principal, se centró en el guardaespaldas que acababa de recuperar el arma. La castaña envolvió la pistola con su mano derecha, colocó la izquierda alrededor para controlar el retroceso, la sujetó con firmeza y apretó el gatillo. Su disparo fue simultáneo al que el guardaespaldas ejecutó contra Lucius. El muggle cayó al suelo al instante. El rubio se salvó porque Dolohov, preveyendo lo que iba a pasar, creó un escudo protector entorno al patriarca Malfoy. Por desgracia, la explosión lo distrajo y Shacklebolt logró apresarlo. Dolohov se lanzó a liberarlo, pero el auror lo aturdió con un desmaius. Por culpa del fiendfyre, Nellie no tenía línea de tiro. Comprobó en la recámara que solo quedaba una bala.

Los efectos del conjuro desilusionador habían desaparecido y Bellatrix estaba demasiado ocupada controlando el fuego y el embrujo antidesaparición. Shacklebolt se dio cuenta de que era la última mortífaga en pie. Casi le había matado en el Departamento de Misterios y no iba a cometer el mismo error. Redujo la distancia con la bruja, apuntó hacia ella y se preparó para ejecutar la maldición asesina. Bellatrix calculó que su mejor opción era lanzar el dragón de fuego contra él, pero si lo hacía, el ministro muggle moriría también. No quería fallarle a su Señor. Se debatió indecisa y elevó el fuego sobre sus cabezas despejando así el campo de batalla. Fue entonces cuando se ejecutó la lucha definitiva entre bala y varita. Antes de poder pronunciar la tercera sílaba, Shacklebolt cayó fulminado. Murió con la boca abierta y su arma alzada.

-Justo en el corazón -murmuró Nellie orgullosa.

Hubo dos segundos de shock y parálisis. Pero empezaban a oírse sirenas y Bellatrix reaccionó deprisa. Atrapó con un incarcerous al Ministro que intentaba escabullirse, no iban a irse sin él después de lo que acababan de vivir. Eliminó el hechizo antidesaparición pero mantuvo el fuego para que nadie pudiera acercarse a la zona. Lanzó un enervate a Dolohov.

-¡Dol, coge al ministro y sal de aquí! -le gritó.

El hombre obedeció al instante. La bruja pronunció otro conjuro para liberar a Lucius de las ataduras.

-¡Lucius, Avery sigue desmayado en ese lateral, aparécete con él!

En cuanto quedó libre, el rubio corrió hacia su compañero y se esfumaron. Ella se acercó a Macnair que se retorcía en el suelo y le cogió de la mano. Conjuró el fuego para que calcinara por completo los cadáveres y no dejar pruebas. Le tendió la otra mano a Nellie que no se había separado de ella y los apareció a los tres.

"Joder..." murmuró la mortífaga extenuada cuando se vio de nuevo ante las verjas de la Mansión Malfoy. Comprobó que sus compañeros estaban igual de agotados. Dolohov mantenía inmovilizado y dormido al ministro mientras Lucius intentaba recobrar el aliento. Avery empezaba a recuperarse del desmayo mientras Macnair se retorcía con el muslo derecho sangrando profusamente. Por el difunto Yaxley no se preocupó nadie. La mortífaga se giró hacia Nellie que también parecía bastante desconcertada tras todo lo vivido.

-¿Estás bien? -le preguntó a la muggle que asintió- Has estado espectacular, preciosa -le susurró al oído.

La castaña sintió un escalofrío de placer y sonrió.

-¿Por qué no se cierra la herida? -preguntó Lucius desconcertado al intentar curar sin éxito a su compañero.

Por mucho que repetía varios hechizos sanadores sobre la pierna de Macnair, este seguía sangrando sin notar mejoría alguna. Bellatrix se acercó preocupada.

-Hay que sacar la bala -informó Nellie.

La bruja la miró y asintió. "Accio bala" murmuró. Al instante, el pequeño proyectil de metal se posó en la palma de su mano. La guardó en su bolsillo y pronunció un hechizo sanador. La herida se cerró y el mortífago suspiró aliviado dando las gracias a las dos mujeres. Estaba mareado por la pérdida de sangre, así que entre Lucius y Avery le ayudaron a entrar a la mansión. Dolohov murmuró un conjuro para levitar al anestesiado ministro muggle mientras Bellatrix hablaba con su compañera.

-Tienes que irte ahora. Baja por esta carretera y llegarás a...

-¡No, no me voy! -protestó Nellie- ¡De no ser por mí habríais fracasado!

-Tienes toda la razón y así se lo comunicaré al Señor Oscuro. Pero sigue siendo igual de peligroso que te quedes. No me fío de que decida matarte a pesar de todo, o que deje que te quedes para matarte más tarde, o que te haga daño otro mortífago, o que...

-Me puede pasar cualquier cosa en cualquier lugar. El Señor Serpiente no es tonto, se dará cuenta de que puedo ayudaros y me dejará quedarme. Me da igual lo que pase más adelante, yo quiero estar contigo. ¿O es que tú no quieres que me quede? -preguntó entristecida.

-¡Claro que sí! Ya sabes que sí -contestó la bruja desesperada-. Pero no estoy tranquila si sé que te puede pasar algo y...

-Bella, la protegeremos -aseguró Dolohov interviniendo-. Si las cosas se ponen mal, te prometo que intentaremos que no le pase nada. Sabes que Rod, Rabastan y yo haremos lo que sea para ayudarte.

-¡Oh, por fa! -suplicó Nellie mirándola con ojitos lastimeros- ¡Él me deja quedarme!

El mago sonrió y la muggle le dirigió una mirada de gratitud. Aquel mortífago semejante a un vikingo rubio y que intercedía por ella le cayó bien al instante. La slytherin seguía indecisa sin saber qué decisión tomar.

-Déjala quedarse, Bella. Como Rod se entere de que te he permitido liberarla, me matará. Dice que estás mucho más calmada desde que tienes a tu mascota.

La muggle no se ofendió en absoluto, de hecho, se lo tomó como un cumplido. La morena le dirigió a su compañero una mirada asesina por descubrir que le tenía afecto a su prisionera. Pero aún así, suspiró y aceptó. Nellie la abrazó al instante sin dejar de darle las gracias. "Suéltame, muggle molesta, o te abandono" la regañó por la muestra de afecto. La castaña obedeció felizmente. Los mortífagos pasaron a debatir el siguiente problema:

-¿Cómo le vamos a contar lo que ha pasado? -preguntó el sueco- Seguro que interroga a Lucius, lo estará haciendo en estos instantes, pero querrá también nuestra versión.

-Se lo cuento yo -aseguró la bruja-. Puedo enseñarle mis recuerdos, tú quédate detrás.

Su compañero asintió y añadió: "Pero ten cuidado de que no vea... ¿Qué haces?". Ambos se giraron hacia la castaña que parecía registrar la ropa del ministro muggle. En cuanto vio que la miraban, paró.

-Me aseguraba de que no llevara armas ni nada peligroso. Está limpio -aseguró con profesionalidad.

"Ah, muy bien, buena idea" la felicitó Dolohov emprendiendo el camino para entrar en el edificio. Nellie asintió complacida. Hasta que vio que a la bruja no había conseguido engañarla.

-¿Le has quitado la cartera? -susurró.

-Eso sería impropio, madame -respondió la muggle altiva.

La morena la miró de reojo. No había abierto el bolso encantado, llevaba las manos vacías y su vestido no tenía bolsillos. Sospechó que probablemente usaba el mismo sistema de almacenaje que ella y le preguntó de nuevo en voz baja:

-Si te revisara el escote, ¿tampoco llevarías nada?

-Eso sería aún más impropio, Madame Lestrange.

La mortífaga la miró con suspicacia. Nellie mantuvo el gesto altivo. De no ser porque ya entraban en la mansión, se hubiese planteado muy en serio la revisión. Se encaminaron hacia el salón de reuniones y llamaron a la puerta. "¿Recuerdas las normas de la primera vez?" susurró la bruja. La muggle asintió: "No hablo, ni le miro, ni pienso, ni respiro". Bellatrix asintió y le guiñó el ojo. Entraron cuando Voldemort les dio paso. Lucius estaba en el suelo recuperándose de lo que podían haber sido un par de crucios. Su mujer y su hijo le contemplaban llorosos y asustados desde un lateral. Los recién llegados entendieron que era misión del rubio secuestrar al ministro y no era él quien lo había logrado.

La expresión del Señor Oscuro se suavizó ligeramente al ver al muggle desmayado. Dolohov lo levitó hasta colocarlo encima de la mesa y tanto él como su compañera agacharon la cabeza ejecutando una reverencia ante su Señor. Nagini serpeó para inspeccionar el cuerpo pero no atacó.

-Ah, veo que por fin realizáis una misión con un resultado menos mediocre... Contadme que ha pasado, el relato de Lucius ha resultado bastante inconexo y desconcertante -comentó con un gesto despectivo.

"Por supuesto, milord" se adelantó la morena. Le narró lo que había sucedido y le invitó a entrar en sus recuerdos para que lo viese Él mismo. Se centró en abrir la mente y reproducir la batalla que acababan de luchar. Sin embargo, ocultó su intención de liberar a Nellie y su amago de huida; sabía cómo hacerlo y más ante el hombre que le había enseñado. Como Voldemort estaba mucho más interesado en las armas muggles y en cerciorarse de la muerte de Shacklebolt, no prestó atención a esa zona nebulosa de la memoria de su lugarteniente. Achacó esos ligeros vacíos a los nervios y la adrenalina del combate. Cuando llegaron al final, tras el último disparo de Nellie, las órdenes de la mortífaga para evacuar a sus compañeros y la destrucción de pruebas con el fiendfyre, el Mago Oscuro salió de su mente. Hubo unos segundos de silencio tenso.

-Acércate, Bella.

La morena obedeció con cierto temor. Dolohov y Nellie se miraron inquietos. Estaban tan nerviosos que nadie observó como la enorme serpiente se deslizaba por una silla y se acercaba a la muggle. La bruja se aproximó a su Señor sin levantar la vista del suelo.

-Solo tenías que mantener el conjuro anti desaparición -siseó Él-. Eran Lucius y Yaxley quienes debían encargarse de traer a esta escoria.

-Lo sé, milord, lamentó haberme inmiscuido, pero...

Nellie contemplaba la escena con incredulidad. ¿Pensaba castigar a Bellatrix después de que gracias a ellas la misión hubiese tenido éxito? No entendía cómo la morena podía sentir tal devoción ante un hombre que era evidente que carecía de alma y de cualquier sentimiento humano. Bueno, igual sí lo entendía... Aunque ella fue consciente en todo momento de que Sweeney era un cabrón egoísta; Bellatrix no veía la verdadera naturaleza de su amado.

-Pero de nuevo -la cortó Voldemort-, ante la inutilidad de tus compañeros, has sido la mejor. No solo eres la más poderosa de mis mortífagos, también sabes cómo reaccionar ante situaciones imprevistas y cómo comandar a mis hombres. Te he enseñado bien, Bella, estoy orgulloso de ti.

-Gra... gracias, milord -respondió ella a punto de llorar de emoción-, no hay mayor regalo para mí.

-Y además, has encontrado a la que parece ser la única muggle no completamente inútil de... -se giró observando a Nellie- ¿¡Que está haciendo tu muggle!?

Los Malfoy temblando en un rincón, la morena aún emocionada junto a su Señor, Dolohov sin saber a qué atenerse y el Mago Tenebroso miraron a la mujer. La castaña, ajena a todo, había descubierto que alguien la estaba husmeado y se había agachado para presentarse. Estaba acostumbrada a trabajar en una pastelería en la que las cucarachas eran un ingrediente más de sus empanadas y había convivido con un barbero loco que insistía en colocar navajas en su cuello. Así que no sentía miedo ante ningún reptil, por grande que fuera. Al parecer esa novedad atrajo a Nagini, que se había enroscado en su cuerpo. Sus ojos permanecían cerrados y emitía un suave siseo de placer mientras la muggle le acariciaba la cabeza. Nellie no se dio cuenta de que la miraba toda la sala hasta que notó que había demasiado silencio. Levantó la vista sin entender qué pasaba. Recordó la orden de no hablar, pero el Señor Serpiente la observaba y tampoco parecía saber qué comentar, así que fue incapaz de cerrar la boca:

-Creo que se aburría y ha venido a jugar, Señor Ser...

Ante la mirada horrorizada de Bellatrix que negaba con la cabeza y el carraspeo de Dolohov, se cortó. "Señor. Lo siento, señor" se corrigió a sí misma. Intentó ordenarle al reptil que se desenroscara pero este emitió un siseo de protesta y frotó la cabeza contra su cuello. Nellie volvió a acariciarla y el animal se calmó. La mujer le dirigió a su dueño un gesto de duda. Voldemort susurró algo en pársel. Todos sospecharon que estaba llamando a Nagini para que volviera junto a Él. Pero si fue eso, su mascota no obedeció. Finalmente, le indicó a la castaña que se acercara. Con dificultad por el enorme peso añadido, Nellie se colocó junto a Bellatrix.

-Cuéntame, muggle, ¿qué es eso con lo que os han atacado?

La aludida colocó sobre la mesa la pistola descargada y se la enseñó. Con bastante temor -aunque algo crecida por su buena relación con Nagini- le explicó el funcionamiento de las armas de fuego y su utilidad en los conflictos muggles. Bellatrix apuntó que requería menos tiempo apretar el gallito que ejecutar un hechizo protector. Nellie pensó en comentarle que también existían bombas, pero juzgó más sabio cerrar la boca; no quería que la destrucción del mundo mágico fuese culpa suya.

-¿Y cualquier muggle sabe usarlas? -preguntó Voldemort con interés.

-No, Señor. Cualquiera puede dispararlas, aunque mucha gente no sabe meter el cargador, ni quitar el seguro y se hacen sangre al disparar o se golpean con el retroceso... Pero hay que tener puntería y experiencia para poder usarlas y acertar en el blanco. Es como el hechizo de fuego que ha hecho Madame Lestrange: cualquiera podría lanzarlo, pero si no sabes controlarlo, se volverá contra ti.

La bruja ocultó la sonrisa orgullosa por lo bien que había enseñado a su muggle. Vio que Narcissa miraba a la castaña con desprecio, seguramente por su acento del bajo Londres. Al principio su forma de hablar también molestó a Bellatrix; ahora le resultaba adorable. A Voldemort su dicción le importó poco. Le preguntó cómo sabía ella usar esos aparatos.

-Mi padre era cazador y me llevaba con él desde pequeña. Me enseñó a usar sus escopetas (que son como pistolas pero mucho más grandes) y usar un arma corta es más sencillo, así que se me da bien.

El Señor Tenebroso asintió como si lo hubiese comprendido. El resto de magos de la habitación igual, aunque los conceptos les sonaran a chino. En ese momento, el ministro muggle que dormitaba sobre la mesa empezó a despertarse aturdido. Voldemort les indicó a todos que podían retirarse, Él se encargaba del interrogatorio. "Mañana os llamaré de nuevo. Conserva a la muggle, Bella, vuelve a ser de utilidad" informó a la morena que asintió al instante. Todos le dieron las gracias y corrieron a obedecer. Hasta que Bellatrix se dio cuenta de que su prisionera permanecía inmóvil e intentaba dialogar con su nueva amiga:

-Vamos, serpiente bonita, vamos, ¡baja al suelo! -le suplicó al animal- Podemos jugar otro día, cielo, pero ahora tienes que quedarte aquí. Podemos ir una tarde a cazar ratones por el jardín, ¿quieres?

Voldemort le dirigió una mirada interrogativa a su lugarteniente. La morena tradujo el gesto en algo cómo: "¿De dónde demonios has sacado a esta mujer?". Ella respondió con una mueca de disculpa porque no se le ocurrió nada mejor. La slytherin era la primera sorprendida: siempre había temido a Nagini y procuraba no colocarse cerca de ella. Por suerte, al rato, el reptil decidió que la oferta de cazar ratones otro día le parecía bien y liberó a la castaña. Nellie corrió junto a Bellatrix y abandonaron la sala juntas. Dolohov las esperaba fuera. Él y la bruja se abrazaron aliviados y se alegraron de que por una vez, algo hubiese salido bien. A ver si rompían la mala racha... También les alegró que se habían librado de Yaxley y a nadie le había importado lo más mínimo.

-¿Qué ha pasado con el resto? -inquirió la bruja- ¿Rod y Rab han vuelto?

-Avery ha llevado a Macnair a que lo mire nuestro medimago. Tu hermana se ha ido a darle una poción a Lucius para calmarlo -contestó el hombre-. A nadie le ha importado la muerte de Yaxley, salvo a Rookwood y Jugson que consideran que es culpa nuestra. Y sí, según Narcissa a los Lestrange les ha ido bien, pero Rod querrá asegurarse de que estás bien.

-Sí, ahora voy. Nos vemos mañana, Dol.

Su compañero le sonrió, se despidió de Nellie y se marchó. La bruja comprobó la hora. Aunque habían salido pronto, el maldito almuerzo con el Ministro se había alargado y con todos los problemas de después ya eran las cinco de la tarde.

-¿Te parece bien si hoy dejamos el paseo y cenamos antes? Paso de la cena familiar con Cissy preocupada por Lucius y Lucius penando cual dama de época -comentó poniendo los ojos en blanco-. Quiero hablar con Rod y ducharme luego, ¿le digo a Ruffy que lo prepare a las siete en tu habitación?

Nellie aceptó al instante. La bruja la acompañó a su cuarto y después se marchó a buscar a su marido. La muggle se duchó, se puso un vestido bonito y se sentó en la cama nerviosa. No entendía bien lo que había sucedido ese día. Y no pensaba en lo de la batalla y los muertos, eso le daba bastante igual. Hasta al Señor Serpiente empezaba a acostumbrarse... Pero la manera en que Bellatrix había insistido en mantenerla a salvo, su forma de sonreírle, lo orgullosa que se había sentido de ella cuando los había ayudado... Nunca había experimentado una sensación similar de felicidad, de plenitud. No comprendía esas emociones y la agobiaban bastante.

"Y además es tan guapa..." suspiró para sí misma. Supuso que se trataba de envidia, ella nunca había sido más que una niña pobre de un barrio marginal. Luego pensó que el tal Rodolphus era un hombre muy afortunado: no solo tenía una mujer maravillosa, sino que estaba a su mismo nivel, no era un miserable muggle como ella... No le quedó claro cuál era el motivo de su inquietud.

Salió al balcón con un libro pero no abrió una página. Se perdió en la contemplación del paisaje agreste que rodeaba la Mansión Malfoy. Aun con toda la ropa de lujo que le había prestado la bruja, seguía sintiéndose muy fuera de lugar entre esas personas. Dolohov le había caído bien: su aspecto robusto con cabello rubio y ojos azules le distinguía del resto de mortífagos, y además parecía simpático. Sin embargo, la hermana de Bellatrix cada vez que se cruzaban le dirigía miradas de repugnancia. Aunque claro, era una prisionera, no una invitada; el no albergar deseo alguno de escapar la hacía olvidarlo con frecuencia. Estaba tan abstraída en sus análisis internos que no oyó al elfo aparecerse en la salita de su habitación y colocar la cena en la mesa. Tampoco escuchó la puerta abrirse ni a la bruja salir al balcón.

-Muggle molesta -le susurró Bellatrix al oído.

Nellie dio un salto asustada y la slytherin se echó a reír. Entraron al cuarto y cenaron. La castaña le preguntó qué tal había ido con su marido. "Oh, muy bien, se alegra de que siga viva. Dice que puede esperar unos años más para quedarse con la herencia de los Black a cambio de seguir incordiándome" comentó la bruja. Los Lestrange habían cumplido bien su parte de la misión: mucho caos y ningún testigo. La castaña asintió, era evidente que el matrimonio tenía buena relación y se querían. No entendía por qué eso la entristecía. De nuevo, lo achacó a la envidia: ella nunca conseguiría algo así.

-¿Por qué has vuelto? - le preguntó Bellatrix mirándola a los ojos.

-Por... porque... -empezó Nellie con nerviosismo esquivando su mirada- porque creí que igual podíais necesitar mi ayuda...

La bruja siguió contemplándola y finalmente asintió. Cuando terminaron de cenar, compartieron una botella de whisky de fuego. No hablaron gran cosa. A Bellatrix le preocupaba el "hablamos mañana" de su Señor, pero como no parecía estar de mal humor, confiaba en que fuese algo rutinario. Nellie le preguntó si matarían al Ministro y la bruja le contestó que de momento no, sería más útil con vida. A raíz de esa última cuestión, la slytherin pensó que igual su compañera sentía remordimientos. Así que cuando Nellie la acompañó a la puerta, antes de darle las buenas noches, le preguntó:

-¿Podrás dormir después de matar a dos hombres que trataban de proteger a uno de los tuyos? -inquirió con curiosidad.

-He pasado meses mutilando cadáveres para convertirlos en carne picada, voy a ir al infierno de todas formas -respondió Nellie encogiéndose de hombros.

Su cerebro apenas procesó lo que sucedió entonces. Sintió que Bellatrix la empujaba contra el armario más próximo y la besaba con brusquedad. A pesar del impacto, fue consciente de las uñas de la mortífaga arañándole el cuello con suavidad y de su otra mano aferrándose a su cintura. La sensación de sus labios suaves y mullidos sobre los suyos fue arrolladora. El torbellino de calor que nació en su pecho, recorrió su espina dorsal y terminó entre sus piernas resultaba casi irreal. Su boca sabía ligeramente a whisky y la magia oscura parecía envolverla por completo, hasta siendo muggle era capaz de sentirla. Pero solo duró unos segundos.

Cuando abrió los ojos, la bruja ya no estaba en su habitación y la puerta que las separaba estaba cerrada de nuevo. Miró a su alrededor aturdida, ¿había sucedido de verdad? Ese día se había levantado, la habían teletransportado a Hyde Park, había disparado a dos hombres, después se le había enroscado una serpiente descomunal y una especie de dictador anfibio la había interrogado sobre su uso de las armas. Igual lo del beso no era lo más difícil de creer... Además sentía el olor de la bruja en su ropa y también su boca sabía a ella.

"Busco a mi Maestro", pensó Bellatrix mientras hechizaba la puerta que las separaba, "Le busco, le digo que he besado a una muggle y me matará. Y fin del problema, yo así no vivo". Se dio cuenta de que estaba hiperventilando y debía calmar su respiración. No le costó poco trabajo... Sabía que no debía haberla secuestrado, lo hizo únicamente como respuesta a un impulso egoísta que supo que le traería problemas. Cuando era una muggle dulce e inocente le atraía, deseaba torturarla y pervertirla. Pero desde que le confesó sus actividades delictivas la volvía loca: ansiaba devorar su boca, morderle el cuello, arañar sus costillas y renunciar a todos sus principios para pasar el día en la cama con ella.

"Es una muggle, Bella. Zoofilia, bestialismo, ¡elige tú misma!" se reprochó a sí misma. Dio vueltas intranquila por la habitación, ¿y si le borraba la memoria? No, eso era peor, sería como haber abusado de ella sin que lo supiera. Intentaría reducir otra vez sus interacciones. Seguramente la pobre estaría tan asustada que colaboraría activamente. Joder, se estaba portando con ella peor que el maldito Mr. Todd... Ahora entendía que siguiera enamorada de él a pesar de que intentó matarla: existía gente peor. Decidió que ella también iba a ir al infierno ese del que hablaban los muggles, así que... "¡Al cuerno!" pensó desvistiéndose. Se metió bajo las sábanas y pasó otra intensa noche satisfaciéndose mientras pensaba en Nellie desnuda gimiendo su nombre.

Una pared más allá, la castaña también se metió en la cama nerviosa. Desde que su marido había muerto hacía diez años, cuando ella tenía veintiséis, nadie la había vuelto a besar. Y tampoco es que con el pobre Albert hubiese habido mucha actividad... Soñaba con que Benjamin volvería y se casarían, pero él solo la tocó para amenazarla. En ese momento dio gracias de que no hubiese respondido a sus afectos: Bellatrix le daba mil vueltas en todos los aspectos. Pero la estaba volviendo loca. La había besado con más pasión que cariño y al instante había desaparecido sin decir nada. ¿Qué significaba eso? "Igual es cosa de magos, igual se comen los morros después de matar a alguien" pensó. Típica lujuria post asesinato.

En cualquier caso no se hizo ilusiones. No se planteó si le atraían las mujeres -o al menos una-, si deseaba repetir, ni si estaba enamorada. Seguramente había sido uno de los arrebatos extraños de Bellatrix que en unos casos se manifestaban con azotes y en otros así. Además estaba casada y quería a su marido. Y ella seguía siendo una muggle. No tenía nada que ofrecerle, nada que no pudiera hacer un elfo doméstico. Igual si le hubiese dicho la verdad... Quizá la bruja habría comprendido que era especial para ella a un nivel que ni Sweeney, ni su difunto marido, ni nadie había alcanzado jamás. No poseía dinero ni magia, pero la cuidaría y la querría con todo su corazón. Se durmió repitiendo en bucle la conversación que deberían haber tenido, aunque no hubiese cambiado nada:

-¿Por qué has vuelto?

-Porque tú me ves cuando me miras.

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