Capítulo 19: Escapar

Deidara

Me quedé allí solo en la oscuridad, violado y derrotado, porque jamás me lo imaginé de Itachi ¿Qué iba a hacer ahora? No podía dejar de llorar en silencio, las lágrimas caían hasta sin que pudiera retenerlas, aunque tampoco me esforcé en hacerlo, simplemente dejé que cayesen hasta que no pudiera seguir llorando. No tuve fuerzas ni para levantarme, ni siquiera para vestirme, ya todo me daba igual, fuera donde fuera o hiciera lo que hiciera... seguiría pasando esto, no había otra salida para mí excepto morir, porque empezaba a pensar, que sólo la muerte me libraría de todo mi sufrimiento.

No debí enamorarme del Uchiha y ni siquiera sé cómo había pasado, simplemente ocurrió. Le odiaba, le odiaba con todas mis fuerzas y ahora aún más, no podía más, todo su maldito apellido era despreciable, todo su maldito clan, hasta llegué a pensar que hizo muy bien al aniquilarlos a todos, porque con los dos que quedaban ya era suficiente, el mundo ninja no necesitaba a los Uchiha, eran igual a todos los demás, se aprovechaban, te humillaban y te seducían hasta que te enamorabas completamente para luego hacer esto... dejarte encima de una mesa medio desnudo y violado ¡simplemente le odiaba! No quería que ningún Uchiha volviera a tocarme jamás, sentía asco de que lo hicieran.

En realidad... creo que me daba igual si era un Uchiha o cualquier otro, no quería que nadie volviera a tocarme. ¿Qué me quedaba aquí? Es lo que pensaba ahora, porque no veía nada que me importase tanto como para quedarme. Antes aún lo habría pensado por Itachi, pero en este momento, ni eso tenía ya, sólo me quería igual que el resto, para pasar el rato, sólo fue un juguete en sus manos, un muñeco al que moldeó y manejó como quiso hasta conseguir lo que quiso de mí.

Me levanté como pude y me terminé de vestir antes de secarme las lágrimas. Sentía mi corazón romperse a cada gesto que hacía, a cada recuerdo de Itachi, porque recordaba los últimos días con él y era perfecto ¿Por qué había cambiado de opinión conmigo? Estaba confundido ¿Sólo fui su juguete? Espero que si era así... se hubiera divertido a mi costa, haciéndome creer que estaba a salvo para que bajase las defensas.

Caminé hacia la puerta de atrás y todo mi cuerpo dolía como si me hubieran dado la mayor de las palizas, supongo que así me sentía igualmente tras la traición de Itachi. Ni siquiera quise ir hacia la habitación a coger mis cosas no fuera a ser que quisiera repetir, así que la arcilla acumulada en mis manos debía de servir hasta que preparase más, porque yo...me largaba de aquí.

Abrí la puerta de atrás y comencé a caminar hasta que mis piernas dijeron que no podían más, porque estaba destrozado, tanto física como moralmente. Tenía que sacar fuerzas de donde no las tenía para poder continuar y finalmente, cuando llegué al acantilado de la montaña, creé un gran pájaro de arcilla y me subí a él para largarme, no quería estar aquí, ni siquiera miré atrás, no me importaba nada ni nadie de los que dejaba a mi espalda.

La brisa en la cara era algo agradable y la verdad... es que me relajaba poder volar, estar a tantos metros de distancia del suelo, era lo mejor, sentía como si pudiera escapar de todas mis desgracias cuando estaba en el suelo, como si no pudieran alcanzarme estando aquí arriba, el cielo era mi dominio y me gustaba, aunque no sé el tiempo que podría mantenerme aquí arriba.

Volé en el pájaro de arcilla alejándome de Akatsuki, de la base, del sufrimiento, de Itachi y aún con lo que me había hecho y con el odio que le tenía, su recuerdo seguía doliéndome y es que no podía evitar amarle ¡Qué extraño era sentirse así! Odiando y amando a una persona a la vez.

A medida que me alejaba, sentía dos cosas, una es que me alejaba de todo aquel tormento y la segunda, que me alejaba del amor de mi vida, pero de una cosa estaba seguro, no quería que volvieran a tocarme, ni él ni nadie. Sólo tenía que huir y sé que me estaba jugando mucho, porque cuando se enterasen de mi traición a la organización vendrían a por mí y sería peor, ya lo había vivido una vez, pero aun así, tenía que intentarlo y aunque me cogiesen, ya me daba igual, con tal de que me matasen todo estaría bien.

Paré a descansar en un pequeño bosque a las afueras, a unos cuantos kilómetros de la base, porque había recorrido ya bastante distancia intentando evadirles, aun así conocía a Zetsu, era capaz de encontrarme donde estuviera, era capaz de llegar hasta mí a más velocidad de la que yo podía huir, les avisaría a todos donde me encontraba y eso... no podía evitarlo.

Estaba tan cansado que acabé durmiéndome recostado sobre un árbol pero aun así, me dolía todo, era imposible para mí moverme mucho en estos momentos. Podía escuchar a las aves nocturnas en busca de comida, escuchaba también las ramas de los árboles mecerse con el suave viento y todo... me relajó, hasta que salió volando una bandada de pájaros y supe que algo iba mal, aunque para cuando quise abrir los ojos, ya les tenía encima de mí.

Sólo vi a Kakuzu antes de que me cubrieran el rostro con un saco de tela, pero por las manos que me estaban tocando lascivamente... no era sólo Kakuzu. Me revolví un poco, tampoco es que pudiera hacer mucho después de lo que me había hecho Itachi, así que al final... acabé limitándome a dejarles hacer lo que quisieran, sólo quería que acabasen rápido y a ser posible, que me mataran allí mismo antes que volver a la organización.

Por una risa que escuché, identifiqué a Hidan, además cuando grité del dolor, no tuve duda que era él, porque le encantaba hacerme cortes, era un maldito sádico. Creo que no había ninguna zona de mi cuerpo que se estuviera librando de sus caricias y es que por lo menos... sentía ocho manos, así que había cuatro personas allí, dos las tenía identificadas muy claramente y las otras dos... estuve dudando entre Itachi, Zetsu, Sasori o Kisame, no podría decir con exactitud quienes eran.

Lo único que podía hacer era gritar cuando Kakuzu y Hidan me hacían daño, porque sentía los cortes, sentía sus golpes, sus mordiscos y eso era algo típico de ellos, porque Zetsu o Kisame solo se conformaban con violarme sin hacerme daño, por otro lado... si era Sasori el que estaba, se habría unido a Kakuzu y hidan, porque le gustaba probar las nuevas armas de sus marionetas con alguien y ese alguien... era yo.

Solo pude llorar y agradecí que me hubieran ocultado el rostro, porque así nadie me vería hacerlo, no les daría ese gusto, pero es que no podía evitarlo, dolía demasiado. Sé que me pegaron patadas y que casi me destrozan el estómago de una. Lo único que parecía respetar, era mi cabeza y tampoco durante mucho tiempo, porque hubo un puñetazo que me dio de lleno. Notaba el sabor óxido de mi sangre, seguramente porque del puñetazo me habían partido el labio y de ahí que lo notase.

Me quedé inmóvil e intenté no volver a gritar, intenté hacerme el muerto mientras ellos me quitaban los pantalones de nuevo y me violaba uno detrás de otro, sin prepararme tan siquiera. De todas formas... no paré de sentir sus caricias en ningún momento, porque mientras uno se entretenía, los otros seguían tocándome. No volví a quejarme, intenté pensar en otra cosa, algo que me llevase lejos de donde estaba en este momento y a la mente me vino la sonrisa del Uchiha, supongo que sería lo último que vería o en mi caso... que recordaría, porque no aguantaba más, mis ojos pesaban demasiado para mantenerlos abiertos, mi cuerpo ya no respondía a ningún estímulo, sé que me iba a desmayar del dolor en cualquier momento. Lo bueno es que las siguientes veces en las que entraron en mí los demás, ya ni siquiera me dolía, ya había hecho tanto destrozo el primero que los demás daban igual, ni siquiera notaba cuando cambiaban o si alguno estaba repitiendo o no, no lo sé, imagino que no repetirían pero tampoco estaba seguro.

Cerré los ojos dejándome llevar mientras sentía bajo mi mano apoyada en la tierra un líquido, imaginé que era mi propia sangre por las heridas que me habían hecho, porque dolía tanto que sé que habían destrozado mi cuerpo hasta el límite ¡De esta no salía! Eso lo tenía muy claro, ni siquiera podía respirar bien y supongo, que era por alguna de las patadas o incluso por alguna herida de Hidan, porque él clavaba su arma una y otra vez en los órganos haciendo que me desangrase por dentro. Sé que lo había hecho hoy también, porque había sentido las puñaladas, como si te clavaran una Katana una y otra vez en diferentes partes.

Hablaban de algo cuando acabaron y creo... que pensaron que me habían matado porque decidieron quitarme el saco que cubría mi rostro y dejarme allí abandonado tal cual estaba, porque ni se molestaron en vestirme.

Abrí los ojos cuando dejé de sentir su presencia y esperé la muerte, por las heridas que tenía, no tardaría mucho. No sé el tiempo que transcurrió hasta que noté otra presencia que venía hacia mí, lo que me asustó, fue ver bajo la capucha de aquel individuo unos ojos rojos como la sangre y supe al momento que era el Uchiha, pero cuando se quitó la capucha, no era Itachi, era su hermano que venía con su equipo tras él y me miraba desde su altura con superioridad.

Tan sólo era dos años más pequeño que yo y ya era como su hermano, tenía esa misma mirada de los Uchiha, esa altanera como si fueran los mejores ¡Que lo eran! Pero además de creérselo ellos mismos, lo demostraban a cada gesto, a cada mirada, a cada palabra.

- Está medio muerto – dijo Suigetsu – para ser sincero... sería un buen gesto matarle y que dejase de sufrir – le comentó y yo agradecí sus palabras, porque eso es precisamente lo que quería, dejar de sentir dolor.

- Nos lo llevamos – dijo Sasuke.

- Sasuke... no podemos moverlo en su estado – dijo Suigetsu de nuevo – míralo, no aguantará un viaje.

- Pues curadle aquí lo básico para moverlo, porque nos lo llevamos – repitió el Uchiha.

Era lo que me faltaba, ¿Por qué ninguno de los dos malditos Uchiha podía matarme y ya está? Acabar con mi sufrimiento ¿Tan difícil era? Sólo tenía que desenvainar su Katana y clavarla en el corazón o hacer cualquier otra cosa pero que me matase rápido y sin sufrimiento. Con la vista del Uchiha clavada sobre mí, me desmayé. No volví a sentir nada, no supe si estaba vivo o muerto, no supe si me llevarían con ellos o directamente, estaba muriéndome y no podrían salvarme, no sé qué pasó después de que cerrase los ojos.


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