32:♡Tuyo y mío♡

☆☆☆

Recogí a Ivan del colegio, cuando salió, me abrazó y me pidió por enésima vez, que le comprará una moto para que él volviera solo a casa.

—¡Por favor, mamá!

—No Ivan, aún eres un niño y que irresponsable sería de mi parte si te dejara conducir una moto sin supervisión. —me detuve en un semáforo y lo volteé a ver.

Dios, tenía toda la cara de su padre, tan guapo y lindo, mi niño.

—Dijiste que papá conducía una Harley Davidson, yo me conformo con algo más económico, tampoco seré exigente.

La bocina del auto de atrás me hizo espabilar y volví a avanzar en la avenida.

—Tu papá tenía diecisiete años cuando tuvo su primer moto y aún así le costaron muchas fallas. A los diecinueve ya tenía la Harley.

—Pero ahora son otros tiempos, mamá, además, casi cumplo catorce y ya no estoy tan pequeño, recuerda también que el tío Ian...

—Es Peter, Ivan, no Ian. —lo corregí, girando el volante a la derecha.

Mi hijo bufó y miró por la ventanilla.

—Bueno, el tío Peter dijo que me enseñaría a conducir la moto.

Estacioné la camioneta en el garaje del edificio y bajamos juntos.

—No lo sé, tendré que verlo con Dave.

—¿Y por qué con él y no con mi padre?

Si, a Ivan nunca le oculté a su verdadero padre, al menos se lo mostraba en fotos y le hablaba de él y de cuanto nos amabamos y de que él fue el fruto de ese amor tan hermoso que tuvimos.

—Sabes que tu padre no está por el momento.

—Pues espero que pronto este, porque no quiero seguir perdiendo tiempo de calidad a su lado.

Sentí una opresión en el pecho ante las palabras del pequeño castaño, por que en realidad aún me carcomida el gusano de la duda. Pensando en que diría Izan al saber que Ivan es su hijo, el hijo que concebimos cuando todo terminó para nosotros y empezó para la semilla que sembró en mí y que hoy me llama mamá.

—Pronto, bebé.

Abrí la puerta del apartamento y encontramos a mi madre mirando por la ventana. Ivan la saludó y fue a su habitación, me acerqué a ella mientras me quitaba la gabardina y la colgué en el percho. Me acerqué a ella y la quedé mirando.

—¿Está todo bien?

Suspiró nostálgica.

—Indiana quiere ver a Ivan, Isla. Desde que el niño volvió, no ha podido verlo.

Suspiré y besé su frente.

—Lo sé mamá, hoy mismo lo llevaré.

Bajó la cabeza y suspiró.

—Hoy vi a Izan. —confesó con un hilo de voz.

—¿Y él te vio?

—No, me escondí detrás del muro del edificio, fue a ver a su madre pero al parecer no sabe que ella está en casa de su hermana. Anahí me dijo que esta trabajando con la policía, al parecer estaban protegiendo a la periodista que publicó tu nota.

Rasqué mi ceja y luego suspiré.

—Entiendo. Voy ha avisarle a Ivan que vamos a ir a ver a su abuela paterna.

—Claro, amor.

Me di la vuelta, justo cuando el teléfono de casa empezó a sonar, mi madre dijo que ella contestaría y yo me fui directo a la habitación de Ivan. Llamé a su puerta y él me dio pase libre. Cuando abrí, lo encontré acostado en la cama con su cuerpo en diagonal, los pies enfundados en unos calcetines nones sobre la pared y lanzaba una pequeña pelota de frontón verde, en el muro que con cada rebote él la atrapaba en sus manos.

Me acerqué, me incliné y besé su frente.

—Duchate, iremos a ver a tu abuelita a casa de tu tía Anahí.

Ivan se giró y luego se sentó en la cama.

—¿Ya salió del hospital? —sonreí enternecida al escuchar su tono alegre por la recuperación de Indiana.

—Así es, cariño. Ahora anda, apresúrate.

—Vale.

Sonreí y salí de su habitación, cuando regresé a la sala, mi madre colgaba el teléfono. Pero su rostro estaba desencajado, la miré confusa y la vi apretar los ojos.

—¿Qué pasa, mamá?

Exhaló lentamente por la nariz.

—Me acabo de enterar que la periodista fue secuestrada anoche, al parecer por los rusos. Hablé con el detective y él vendrá por nosotros para llevarnos a un...

—¿Qué?

—Lenka está en la ciudad, y el detective nos brindó un mejor lugar para...

El timbre sonó, Ivan, quien iba saliendo de su habitación, corrió a la puerta y la abrió, sin esperar primero a que yo me acercará. Sentía el corazón latiendo al mil. Vi la cara que mi hijo pusó y vi el perfil del hombre que ingresaba al apartamento sin invitación. Cuando giro la cabeza, me encontró junto a mi madre, Ivan caminó hacia mí y se pegó a mi pecho.

—Tanto tiempo sin verte, Isla.

Suspiré aliviada al ver al pelinegro, quien me sonrió alegre.

—Aidan.

—¿Quién es? —preguntó mi hijo, mirándolo confuso.

Aidan miró a mi hijo y al verlo mejor, pude atrapar en su mirada la sorpresa, seguramente al encontrar el gran parecido que compartía con su padre.

—No me digas que es...

Asentí con un ligero suspiro y con orgullo.

—Es mi hijo.

—Y al parecer de...

—Izan James es mi padre, ¿no sé si hablais del mismo "al parecer"?

Aidan enarcó la ceja y me miró extrañado, posiblemente por el acento del adolescente.

—¿Es español? —preguntó finalmente.

Sonreí amorosamente, miré a mi hijo y negué.

—Nació aquí, pero a los tres años lo llevé a España y apenas volvió —solté tranquila, luego miré a Ivan y le dije —: Él es primo de tu papá, lo que quiere decir que es...

—El tío Aidan. —concluyó el castaño.

Aidan sonrió y asintió.

—Aunque ahora soy el tío, Nicholas Warren.

Mire a mi madre y sonreímos.

—Yo soy Nerea y mi madre es...

—Irene. —dijo mi madre, saludando al pelinegro.

—Bueno, tío, me voy a la ducha, sea bienvenido a vuestro hogar.

—Ole, chaval, lávese bien las nalgais y vuelvaís para acá. —soltó Aidan con su pésima imitación española.

Ivan soltó una gran risotada y se dirigió a la ducha. Cuando él y yo quedamos a solas, mi madre se disculpó diciendo que iría a su habitación, y yo lo invité a sentar.

—Me da gusto que hayas vuelto.

—A mí no, pero volví por que sé lo que está pasando. —admitió con amargura.

Bajé la cabeza a mis pies y asentí.

—¿Quieres beber algo?

—No, gracias, estoy bien.

—Bien.

—¿Izan ha venido a...?

—No, aún estoy nerviosa por la reacción que pueda tener al saber que tenemos un hijo en común.

Aidan suspiró.

—Posiblemente no sea la misma que tuve yo al enterarme que la mujer que amé, se casó y formó una familia con un colombiano digno de ella. —sonrió de lado, refiriéndose a Anahí.

—Lo siento, Aidan, sé que de verdad la querías.

Negó.

—Yo la amaba, Isla. Ella fue todo lo mejor que deseé en la vida, pero nunca me perdonó el que yo fuera el prostituto que se tiraba a su madre en el Oráculo. Cuando lo supo, no quiso saber nada más de mí, además de todo lo que ella también tuvo que pasar en manos de la mujer que se suponía tenia que cuidarla y no destruirla —gestó los labios —. Asi que lo mejor que pude hacer por ella, fue dejar que el amor de mi vida fuera feliz con el amor de su vida.

Exhalé entristecida ante sus últimas palabras, por que sabia que Aidan tenia razón, tal vez ella si lo quiso, no hay duda de ello. Pero ahora ella amaba a Eric y claro, era el amor de su vida y ella siempre seria el amor de la vida de Aidan. Que locura.

—Parece que tú e Izan, se pusieron de acuerdo en dejarnos ser "felices" con hombres que no eran ustedes. —rodé los ojos.

Aidan soltó una pequeña risita.

—Lo sé, pero aunque no lo creas, ni siquiera nos vimos luego de que yo saliera del hospital. Así que supongo que ni yo le copié, ni él me copió. —encogió los hombros.

—Tal vez, aunque si te soy sincera, Eric es un buen hombre y en serio supo ganarse el cariño de Anahí.

El pelinegro cruzó su pie y se llevó la mano derecha a la sien, me miró impasible.

—Y el hombre con el que te casaste, ¿te supo hacer feliz cómo Eric lo hizo con Anahí?

De acuerdo, esta pregunta no me la esperaba. Pestañeé unas cuantas veces y luego fingí que no me había afectado.

—¿Y dónde estuviste? —le pregunté, evadiendo su curiosidad por revelarle mis sentimientos.

Suspiró.

—Ya sabes, por aquí y por allá. Pero gracias a mi conocimiento en la tecnología, te encontré y sé que para Lenka Egorova, no será difícil dar con tu ubicación.

—Sobre eso, me acabo de enterar que se llevaron a las gemelas Anderson.

—No lo creo.

Fruncí el ceño, justo cuando mi celular vibró y me apareció un mensaje de Dave, quien me pedía que le abriera la puerta por que estaba llegando.

—Espérame. —me disculpe con Aidan y caminé hacia la puerta, cuando la abrí, juro que sentí que me iba a desmayar.

Frente a mí estaba parado el hombre al que por diez años anhelé ver y me era increíble verlo parado enfrente de mí, con la mirada iluminada y algunos mechones de su cabello largo, colgando de su moño mal atado.

—Izan. —pronuncie incrédula.

Él no parecía afectado cuando habló:

—Hola, amor.

El hecho de que me llamara así, reavivó la llama en mi interior y una calidez embriagadora se expandió por cada molécula de mi cuerpo que reaccionaba a su cercanía. En ese momento, la puerta se entre abrió más y la voz de Ivan retumbó sobre el pasillo.

—Mamá, Dave llamó y dijo que...

Izan miró a Ivan, no fue cuidadoso al fruncir el ceño y mirarlo con incredulidad, aunque nuestro hijo parecía feliz de verlo.

—Oh, hola, es bueno volverlo a ver, señor.

Me confundió oír con que confianza Ivan le hablaba a su padre, si se suponía que ellos no se conocían. O al menos qué...

—¿Se conocen? —pregunté.

—¿Te llamó mamá? —me preguntó Izan de vuelta, logrando que Ivan nos mirara confundido.

—Si lo conozco, es el tío que te dije que me dio dinero para volver con la tendera. —soltó Ivan, con su acento español marcado dentro de su perfecto inglés.

Le sonreí a mi hijo y miré a Izan, quien miraba a Ivan como intentando buscar algo en él. Tal vez el parecido con su padre biológico.

—Ivan, ve a dentro, necesito hablar con él a solas.

—De acuerdo, hasta luego y gracias. —agitó su mano y se dio la vuelta.

—De nada —Izan levantó la mano y luego me miró y reformuló la pregunta —. ¿Es tu hijo?

—¿Qué haces aquí, Izan?

Encogió los hombros.

—Vine por que necesito hablar contigo.

—¿Sobre qué?

—Obviamente tenemos una promesa inconclusa, que seguirá pendiente, por que quiero pedirte que me acompañes.

—¿A dónde? —se acercó y tomó mi mano, haciendo que una descarga eléctrica recorriera mi espina dorsal.

Seguía siendo el amor de mi vida.

—Lenka está aquí, y se llevó a la periodista que publicó la nota.

Atrapé en sus palabras el miedo y el desasosiego que sentía y que claramente yo compartía con él.

—Ivan es mi nueva debilidad, Izan, tengo que protegerlo. —rogué con desesperación.

—Entonces vengan conmigo, aquí ya no es seguro.

Dave apareció detrás de Izan y cuando miró nuestras manos aun unidas, pude percibir el enojo que en sus ojos azules fluyó.

—Vaya, vaya, vaya. Pero mira nada más a quien tenemos aquí, al violador, drogadicto, ex mafioso ruso y asesino, Izan James.

Me tensé, Izan no se inmutó y tampoco soltaba mi mano, él no parecía afectado o tal vez quiso calmarse para no hacer una escena.

—Vaya, vaya, vaya —repetió con desdén —. Dave, no creí que después de tantos años, me tuvieras en tan buena estima. Yo también te tengo un gran afecto, por que eres un doctor, casado... con una mujer que no te ama, estancado en la imagen del hombre que ella realmente ama y para colmo cornudo. —soltó con burla.

Dave gruñó.

—¿Qué haces en casa de mi mujer?

Finalmente Izan soltó mi mano y boleo a verlo, y Dave, quien estaba rojo de coraje, se puso más molesto.

—Ella estará casada contigo, pero sabes que siempre fue, es y será mía. —bramó Izan, con una voz bestial.

La puerta se abrió nuevamente y miré a la persona que apareció detrás de mí, su mirada ilusionada lo decía todo y lo comprobé al ver el marco de la foto que llevaba en la mano.

—¿Papá?

No podía con tanto. Miré a Ivan con desesperación, tenia miedo de que Izan lo rechazara por saberse que Ivan fue el producto de esa última vez en la que todo acabó para nuestro "para siempre". No sabia cual seria su reacción, pero si Izan lo humillaba o lo trataba mal, primero sería madre antes que mujer y esa promesa la rompería por que no estaría con una persona así.

Cuando su mirada ámbar cayó sobre mí, me sentí mareada.

—¡Ivan, no! —le grité para que volviera tarde, pero sabia que él lo había escuchado perfectamente.

Ivan ignoró mi petición, estaba tan sumergido en su nuevo descubrimiento que claramente lo hacia feliz, por que cuando alzó la foto y se la mostró a Izan, este la miró y luego al niño quien le sonreía con amor a su padre.

—Es él, ¿no? él es mi padre biológico. —mi hijo me observó con los ojos iluminados y luego lo miró a él —. Eres Izan James, mi verdadero padre.

No me fue difícil descubrir lo que Izan pensaba, lo conocía tan bien que por esa cara sabia lo que se le pasaba por la cabeza. Pero era mejor que solo lo pensara, por que si se lo decía a Ivan, jamás se lo perdonaría.

—Por la cara que tienes supongo que ya sabes como se concibió, ¿no? —soltó Dave con burla.

Negué aterrada, sabia que esto no acarrearía nada bueno, Izan era una bomba de tiempo, una que Dave estaba activando para explotar. Ivan lo miraba incrédulo, pero entonces algo pasó y no era caos. Izan me tomó de la cintura y dijo:

—Te eché de menos, muñeca.

Mi corazón se regocijaba de felicidad y mi hijo ni se diga, esto era lo que él siempre quiso. Ver a sus padres juntos y ser testigo del amor del que siempre le conté que su padre y yo nos teníamos.

—Te extrañé. —susurré con el corazón acelerado.

Sonrió y sin decir nada más, me besó.

Su lengua se abrió paso entre mis labios y su sabor a Whisky se coló en boca, haciendo una explosión en mi interior. Me aferré de su cuello, mientras mis labios se movían sobre los de él. Sentí sus manos tirar de mi camisa, al parecer este beso no era suficiente para ninguno, pero no era el momento para rememorar el pasado.

—Ivan, nos observa —le dije entre el beso.

Luego, se alejó de mí con brusquedad y no por que él lo hiciera, sino por que Dave tiró de su camisa y lo proyectó contra el muro. Ivan se acercó para frenar al hombre que aun era mi esposo y el cual estaba atacando a su padre.

—¡Suéltalo! —exclamó mi hijo, pensando que Dave vencería a su padre.

Izan no movia ni un dedo, y sabia que no era por que le temiera a Dave, sino por que si lo hacia, no pasaría hasta hacerlo perder la razón. Gracias a Dios, mi madre y Aidan salieron para ver que pasaba y este último, tomó a Dave de los brazos y lo alejó de Izan.

—¡Suéltame, imbécil, voy a matar a este hijo de perra que ha osado besar a mi esposa enfrente de mí! —exclamó Dave, intentando soltarse del agarre en forma de llave, que Aidan formó para sujetarlo.

—Tú sabias que era una mujer prestada, hombre. Ella siempre ha sido la mujer de mi primo y aún así te casaste sabiendo que no había futuro. —le explicó el pelinegro con calma.

Ivan por otra parte, miraba a Izan con cariño y se aseguraba que no estuviera lastimado, aunque claro que lo estaba, pero esos golpes no eran por Dave, por que ni lo había tocado. Pero claramente alguien lo había golpeado y eran golpes recientes.

—Estoy bien, tranquilo. —le dijo Izan a Ivan, quien él último soltó un suspiro de alivio.

—Me da gusto, pero venga papá, vamos adentro, esos golpes se tienen que curar. —pidió el castaño adolescente, logrando que su padre aun lo mirara incrédulo.

—Ve y recoge tus cosas, nos iremos ya mismo. —le revolvió el cabello y mi hijo sonrió entusiasmado y asintió.

—Venga abu, vamos a empacar. —tomó a mi madre de la mano y ella asintió a Izan, quien le devolvió el gesto.

Aidan se había llevado a Dave y por ende Izan y yo habíamos quedado solos en el pasillo. Sabia lo que significaba, así que tomé aire.

—Sé lo que piensas, Izan. Y la respuesta es no, Ivan no es eso que crees, es más que eso por qué es la muestra del amor que tú y yo nos tenemos.

Suspiró seco, haciéndome sentir inquieta.

—¿Por qué no me lo dijiste?

Bajé la cabeza a mis tenis.

—Te fuiste y no quise decírtelo por que sabia que me pedirías que lo desechara.

Me tomó de los brazos y me obligó a verlo.

—¿En serio me creías un monstruo qué te pediría hacer algo tan cruel?

—Sufrías, Izan. No estabas bien y sabía perfectamente que esa seria tu petición.

Soltó mis brazos y se llevó las manos a la nuca, mientras miraba el techo. Luego bajó la mirada y suspiró.

—¿Dónde estaba él, en el día de tu boda? —me preguntó con amargura.

Mordí mi labio, esa era una maña que no pude quitarme.

—Tenía tres años, estaba sentado con... tu madre.

—¡Joder! Todos lo sabían menos yo.

—Izan, perdón, lo hicieron por mí.  —lo tomé del brazo.

Me miró molesto.

—Yo tenía derecho a saberlo, Isla. También era mi hijo...

—Y lo sigue siendo, Izan. Eso no ha cambiado, Ivan sigue siendo nuestro hijo y él quería conocerte.

—Él sabia quien era yo. —dijo sin dejar de mirarme a los ojos.

Asentí con una pequeña sonrisa.

—Nunca le oculté a su padre, Ivan creció con tus fotos y las cosas que yo le contaba de nuestra vida. Estuviste presente en mis anécdotas, pero los tiempos de Dios son perfectos y la prueba es esta —acaricié sus mejillas con suavidad —. Él queria conocerte personalmente, ya no le era suficiente tus fotos, él necesitaba a su padre, por que ya no quería seguir perdiendo tiempo de calidad contigo.

Apretó los ojos.

—Tengo miedo, Isla.

Acune sus mejillas y lo hice mirarme.

—No lo tengas, tú eres un buen hijo, un buen hermano, un buen amigo, un buen novio y sé que serás un buen padre, Izan. Solo date la oportunidad, porque te aseguro que somos padres de un gran chico.

Apretó los labios, y luego exhaló.

—Tú lo sabes, yo nunca fui un buen hijo, ni un buen hermano, tampoco fui un buen amigo y como novio fui pésimo. Pero... quiero intentarlo Isla, ya me cansé de correr, quiero un minuto de paz y creo que por eso los encontré —tomó mis manos y besó el dorso —. He hecho muchas estupideces en estos diez años, no te voy a mentir. Pero tú siempre serás la solución a mis males. Te amo, Isla y quiero tener esta familia contigo.

—Y la tienes, porque Ivan es algo tuyo y mío. Te amo, Izan.

—Lo sé, perdóname por haberte dejado casar con ese Imbécil. Siempre tuve que haber sido yo, y ser un padre presente y no uno ausente. —me besó castamente —. Pero eso va a cambiar, te lo juro, muñeca.

Sus palabras me hicieron destensar los hombros y suspirar con tranquilidad. Un aplauso en seco nos hizo salir de nuestra burbuja y juntos miramos al hombre que aplaudía con una gran sonrisa.

—Bueno, al menos uno de los dos logró reconquistar a su mujer.

Izan se acercó al pelinegro y lo estrechó con sumo cariño.

—¿Te estuve buscando? —le dijo Izan sin soltarlo de su abrazo.

—Soy difícil de encontrar, pero yo para encontrarte a ti fue pan comido, Rhett Whalker. —soltó burlon.

Sonreí y en ese momento Ivan y mi madre aparecieron cargando varios equipajes, Izan y Aidan se acercaron a ayudarlos. Ver la escena de padre e hijo, me apresuraba el corazón por la felicidad que sentía. Pero algo pasó, al yo estar en medio del pasillo con la espalda descubierta, una fuerte mano cubrió mi nariz y en un santiamén perdí la conciencia, sintiendo esa terrible preocupación ya no por mí, sino por mi hijo.

El amor viviente de Izan y yo.

♥︎♥︎♥︎

que me tardé, pero que les digo... sufro de ansiedad y en ocasiones me da depresión. 😖

Mi vida no es perfecta, chicas, tengo mis propios demonios y a veces me atormentan, pero siempre intento estar bien por mi familia y por supuesto, por ustedes que me apoyan.🙏🥰⚘

Gracias por todo, bonitas.

Especulaciones sobre el capítulo, aquí.

Con cariño infinito, Ana.🙏🏼

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