30:♡No tuve opción♡

☆☆☆

Luego de que el ruso fuera proclamado el nuevo ganador. Me dediqué a ir a casa de mi madre, pero no estaba tal vez estaba en casa de Anahí. Sabia que estaba enferma, la había venido a ver un par de veces, pero no había vuelto. Era una mierda como hijo.

Me di la vuelta y muy a mi pesar, fui por unos tragos, necesitaba tranquilizarme de algún modo y sabia que hablar con mi madre, me ayudaría. Pero el destino no quiso y de alguna forma necesitaba anestesiar la ansiedad.

—¡Sirveme un whisky! —pedí agitando la mano.

Había tratado de matar a Kennedy y ahora este ruso me decía que había un soplón en mi círculo y mi círculo solo se basaba en tres personas, Harold, Hope y Kennedy, aunque dudo que esta última este cooperando con los malos, si a ella también la están cazando.

Así que para sacarme de la duda, saqué mi teléfono y le marqué al detective estrella, esperé a que respondiera mientras me tomaba mi whisky, le pedí otro al barman y finalmente el rubio respondió.

●¡Rhett! ¿Dónde están?

¿Están?

Arrugué la nariz al percibir un aroma extraño.

—No, yo estoy en un bar, embriagándome para ya no saber nada. —miré al hombre a mi lado, quien era el del mal olor.

Me recorrí al otro asiento y seguí bebiendo mi whisky.

●¡Mierda, Rhett!

—¿Tú me traicionarías, Lane?

●¿De qué mierda hablas? Mejor ven rápido a tu apartamento, es urgente.

—No, estoy mal y luego le he hecho daño a Kennedy.

●¡Dime qué las gemelas Anderson están contigo!

—Estoy solo, ¿no escuchaste?

●¡Joder! Se las llevaron, Rhett, a las dos. Escucha, necesito un favor, habla con Hope, ella fue la única que estuvo yendo a tu casa por un mes. Tal vez ella sepa algo.

Fue todo un mes a mi casa, pero jamás entró. Me estuvo espiando.

Sus palabras sin saberlo, me habían dado un golpe al corazón. Cerré los ojos y empecé a apretar el teléfono. No quería, me negaba a creer que Hope fuera quien me estaba traicionando. Tal vez Lenka la contactó y le lavó el cerebro. Sé lo que una obsesión en nombre de un amor enfermizo, puede hacer. Y me aterra pensar que Hope sea una nueva Lenka.

¡Ella era mi Ángel, nunca haría algo tan ruin!

Prefería dudar de Lane, que de mi ángel. Por que Hope era buena, no cabía duda. Ella me salvó cuando nadie más lo hizo. Ella me cuidó, cuando ni yo mismo veía por mí. Ella me alimentó, cuando yo no le daba ni un centavo. Ella fue todo lo que necesitaba en el momento indicado y me duele pensar que me este lanzando a las llamas del infierno.

—No es ella, Hope sería incapaz...

●Sabemos lo que una mujer obsesionada, es capaz de hacer, así que ve y habla con ella. Llegaré pronto.

—¿Ya sabes de Isla?

●Aun no, pero estamos cerca.

Marion me abrió la puerta y me sostuvo cuando casi caí sobre ella.

—¡Rhett!

Escuché que alguien corrió hacia nosotros y sin más, el aroma de Hope llenó mis fosas nasales.

—¿Qué le pasó? —preguntó Marion al verme en ese estado desaliñado.

—Está ebrio, mamá. Seguramente peleó por un trago en algún bar de mala muerte, tráeme el botiquín.

Hope me recostó sobre una cama, me dejé hacer y no opuse resistencia, estaba muy decepcionado de todo lo que estaba pasando.

—Toma, aquí está. —le dijo su madre y alcancé a ver como le entregaba el botiquín a la rubia y salió de la habitación, cerrando la puerta.

—¿Aún me amas, Hope?

Sentí como se acercó y presionó el algodón con alcohol sobre la herida de mi pómulo, limpiaba seguramente las heridas con la sangre seca.

Suspiró.

—Con todo el corazón, Leif. Te amo tanto que a veces duele —sentí como besó mis labios castamente —. Pero supongo que las cosas son así y no cambiarán.

Exhalé por la nariz.

—Ángel, ¿tú me harías daño?

Dejó de limpiarme las heridas y me miró confundida.

—Nunca, ¿por qué piensas eso?

Tomé sus manos y dije:

—Hay algo que no te conté, de mi pasado.

—Bien, pues dímelo, sabes que yo siempre te escucharé y estaré para ti.

Ella siguió limpiando mis heridas exteriores, las heridas visibles, sin saber que las internas estaban sangrando otra vez y con más fuerza.

—Dime, amor, estoy intrigada.

Apreté los puños a mis costados, exhalé por la nariz.

—Hace una década, hubo una mujer que me amó de una manera que dolió.

La miré y ella se alejó con el ceño fruncido.

—Leif...

—Lenka Egorova, destruyó mi vida y a las personas que formaban parte de mí.

—Ya no digas nada más, por favor.

—Cuando salí de ahí, pensé que cuando uno ama de verdad, no daña a las personas que amas. A menos claro que seas un monstruo sin corazón.

Sus ojos se tiñeron de lágrimas y el labio comenzó a temblarle.

—Te amo, Leif, jamás haría algo para lastimarte.

En ese momento quería creerle, pero mi experiencia pasada me prohibía hacerlo. Se mantuvo quieta, mirándome dolida, y si sentía algun tipo de incomodidad, no lo demostró más allá de su desconcierto.

—Se las llevaron, las están buscando y solo quiero que tú me digas, ¿dónde están?

Cerró los ojos y dejó que sus lágrimas cayeran. Luego resopló y le contempló con los ojos húmedos.

—Yo no sé nada de eso, te lo juro. —sentenció.

La mirada suave que le dedicaba se esfumó y ahora la contemplé furioso.

—¡No me mientas, Harold me habló de las cámaras de vigilancia del edificio en donde vivo y tú has estado acechando el lugar por un mes, sin que yo lo notara!

—Yo te amo, Leif —me miró afligida—. Y verte enamorado de esa mujer que sacó a la luz tu vida privada, me molestó y comencé a vigilarla, pero cuando lo hice, no sabía lo que había entre ustedes.

—No hay nada entre ella y yo. Así que por favor, dime a donde se la llevaron. —me senté en la cama, sintiendo la cólera colarse en mi sistema.

—¡La metiste a mi apartamento, ese apartamento que yo te brinde y el que era mi hogar cuando te conocí tan vulnerable! —exclamó, logrando que su madre entrara asustada.

—Hope...

—Mamá, saca a Alan de aquí.

—Pero...

—¡Ve mamá, toma el dinero y váyanse, yo los alcanzaré luego!

Marion no dijo nada, salió corriendo de la habitación, mientras toda mi atención estaba puesta en su hija y en sus negras intenciones.

—Me traicionaste, Hope. De verdad creí que eras mi ángel, pero ya veo que me equivoqué.

—¡Yo jamás te traicione, nunca haría algo que te hiciera odiarme! —sus lagrimas caían sin tregua por su rostro ligeramente enrojecido —. Solo no entendía, ¿por qué te enamoraste de ella y no de mí? —su voz se apagó al soltar esa pregunta.

Me puse de pie, me acerqué a ella y la tomé del brazo y la estrellé contra la pared. Abrió los ojos enormes.

—Yo no me enamoré de ella, ni de ti, ni de nadie. Así que basta de manipulaciones y dime a donde se las llevaron.

—¡Ya te dije qué yo no sé! Y claro que la amas y eres tan puto ciego que no lo quieres ver por que te da miedo perder a Isla.

—Yo amo a Isla.

—Pero también la amas a ella y eso, eso es lo que más me duele. Kennedy Anderson no hizo nada bueno por ti, NADA, todo lo bueno que tuviste yo te lo di, Izan. Yo me merecía tu amor y tu protección, no ella.

Arrugué la frente ante sus últimas palabras.

—¿De qué hablas, Hope?

Lloró, me dio un empujón y frente a mis ojos me mostró algo en su cuerpo que me hizo sentir los pies como varas que se rompen con solo doblarse.

—Cuando te necesite, no estuviste, por que quisiste jugar al policía y cuidaste a la persona equivocada.

Cubrió las huellas de lo que pasó, intenté abrazarla pero ella se negó y me abofeteó.

—¡Debiste llamarme!

—No iba a decirte nada, sé que en mi trabajo a esto me arriesgo, pero de verdad lo que más me duele es que hayas creído que yo te estaba traicionando.

—¡Perdóname, Hope! ¡déjame ayudarte!

Arregló su cabello y exhaló.

—Cuando fui a la policía, Lane no me atendió y uno de sus colegas —rió con amargura —, me vio y dijo que yo era una prostituta, "y a las prostitutas no se les puede violar". —negó dolida.

Intenté abrazarla, mientras lloraba con ella, pero se negó.

—Aún recuerdo sus palabras mientras me atacaba —limpió sus lágrimas con brusquedad y dijo —: Esto le pasa a las mujeres que él quiere, y ten por seguro, guapa de que Izan te quiere mucho. Y gracias a ese cariño, hoy pagas por el derecho a su amor.

Golpeé con los puños ña pared a lado de su rostro.

—Lo siento tanto, Hope. De verdad lo siento.

—Ya lo superé, soy una mujer fuerte y además tengo a mi motivación para salir adelante, así que ya no ye preocupes por mí —acarició mi mejilla y se puso de cuclillas, para besarme castamente —. Hice lo que hice, por que a Isla no le iba a gustar verte enamorado de otra mujer que la puso en la primera plana de su nota. Y mucho menos apreciar tu rostro de drogadicto sin frenos —tomó su bolso, se acercó de nuevo a mí, me pidió la mano y puso las llaves del apartamento en mi palma —. Gracias por todos los polvos y la ayuda que me diste, te devuelvo las llaves de tu apartamento. Y no creas que me voy por esto, te iba a llamar para decirte y darte las gracias personalmente, pero ya me has ahorrado el camino.

—Hope, no... —la tomé de la muñeca cuando iba a salir de la habitación.

—Déjame ir, Izan. Hasta aquí llegó nuestro camino, ahora ve y encuentra a otra estúpida que te quiera, te cuide y te aguante todas las mierdas que traes contigo. Por que yo ya me cansé y pagué caro el haberte amado tanto, no pondré en riesgo a mi familia por un hombre que no me ama.

Apreté el agarre cuando intentó liberarse y me rehusé a soltarla. Mi teléfono sonó, respondí la llamada sin ver quien era.

—¿Si?

●¡Encontré a Isla, voy por ella con un escuadrón!

—¡¿Qué?!

Hope aprovechó mi confusión, se liberó de mí y salió corriendo.

●Tranquilo, todo estará bien, ya casi llegamos.

Espetó Harold.

—Quiero verla, dime donde esta. —urgí, saliendo del apartamento para ir tras la rubia.

Corrí tras ella y justo cuando las puertas del ascensor se iban a cerrar en mi cara, las detuve y ella negó.

—Déjame ir, Rhett.

—No puedo, tienen a Kennedy y temo que vengan por ti.

Bajó la cabeza y negó.

—Yo no te traicione.

—Lo sé, perdóname, estoy paranoico por algo que me dijeron. —estiré mi mano a su dirección, esperando que ella la tomara, pero no pasó.

—Busca a la vecina de arriba, necesitara que alguien la ayude y me alegra que seas tú.

Fruncí el ceño.

—¿Qué tiene que ver la vecina?

●Isla vive en el edificio donde vive Hope. Apartamento 321.

Miré a Hope con los ojos abiertos y ella suspiró cabizbaja.

—Es Isla, Izan. Isla es mi vecina y si no te lo dije antes, es por que no tuve opción, ibas a decepcionarla y si, también sentí celos de ella. Celos por que sabia que yo no era rival para ella y menos para competir contra el inmenso amor que se tienen —sonrió triste —. Pero no más, adiós, Izan. —me dio un empujón y las puertas del ascensor se cerraron en mi cara.

Me llevé las manos a la cabeza y sin pensar más, corrí a las escaleras y subí al piso de arriba. Cuando llegué a la puerta de su apartamento, el corazón golpeaba fuertemente mi pecho.

Estaba a punto de tocar, justo cuando la puerta se abrió y por fin, cara a cara estábamos Isla y yo.

—Izan. —parecía incrédula.

—Hola, amor.

—Mamá, Dave llamó y dijo que...

Un adolescente de cabello castaño y de ojos verdes demasiado familiar, apareció en mi campo de visión y cuando él también me reconoció, sonrió animado.

—Oh, hola, es bueno volverlo a ver, señor.

Isla pareció confundida ante la confianza con la que él niño me habló, pero no más confundida que yo.

—¿Se conocen? —preguntó ella.

—¿Te llamó mamá? —le respondí con otra pregunta, mientras el niño fruncía el ceño.

—Si lo conozco, es el tío que te dije que me dio dinero para volver con la tendera. —soltó con su acento español marcado, dentro de su perfecto inglés.

Isla asintió y le sonrió al chico, quien había sacado su color de pelo, pero no el mismo color de ojos. Arrugué la nariz, por que no tenía parecido con Dave.

—Ivan, ve a dentro, necesito hablar con él a solas.

—De acuerdo, hasta luego y gracias. —agitó su mano y se dio la vuelta.

—De nada —alcé la mano. Miré a Isla cuando nos quedamos solos y reformulé la pregunta —. ¿Es tu hijo?

—¿Qué haces aquí, Izan?

Encogí los hombros y flexione las manos.

—Vine por que necesito hablar contigo.

—¿Sobre qué?

—Obviamente tenemos una promesa inconclusa, que seguirá pendiente, por que quiero pedirte que me acompañes.

—¿A dónde? —me acerqué y tomé su mano, dándome cuenta que esa corriente no había desaparecido cuando la tocaba.

—Lenka está aquí, y se llevó a la periodista que publicó la nota.

Sus ojos marrones se pusieron rojos, sé que esto aún la aterraba, por que aunque yo intentará hacerme el fuerte, compartía su misma inquietud; el miedo.

—Ivan es mi nueva debilidad, Izan, tengo que protegerlo. —rogó con desesperación.

—Entonces vengan conmigo, aquí ya no es seguro.

Unos pasos fuertes se escucharon, no hizo falta voltear cuando su voz sonó en el pasillo.

—Vaya, vaya, vaya. Pero mira nada más a quien tenemos aquí, al violador, drogadicto, ex mafioso ruso y asesino, Izan James.

No me giré, me quedé mirando a Isla, quien estaba pálida y tensa frente a mí.

—Vaya, vaya, vaya —repetí con desdén —. Dave, no creí que después de tantos años, me tuvieras en tan buena estima. Yo también te tengo un gran afecto, por que eres un doctor, casado... con una mujer que no te ama, estancado en la imagen del hombre que ella realmente ama y para colmo cornudo. —solté con burla.

Gruñó.

—¿Qué haces en casa de mi mujer?

Finalmente me giré y lo encare, estaba rojo del coraje y eso me hizo sonreír soberbio.

—Ella estará casada contigo, pero sabes que siempre fue, es y será mía.

La puerta se abrió nuevamente y el duelo de miradas entre el actual de Isla y yo, quedó de lado cuando el niño me miró con asombro y en su mano llevaba lo que supuse era una fotografía.

—¿Papá?

¿Pero qué...?

Miré a Isla para que me dijera que estaba pasando. Pero estaba pálida y juraría que incluso se tambaleó.

—¡Ivan, no! —le gritó ella con nerviosismo, pero ya era tarde, lo había escuchado perfectamente.

El castaño me observó, sonrió anheloso y mostró la fotografía donde Isla y yo, salíamos abrazados cuando eramos unos niños. Y si, ¿como no lo noté antes? Era innegable el parecido que tenía conmigo a mi edad.

—Es él, ¿no? él es mi padre biológico. —el chico miró a Isla con los ojos iluminados —. Eres Izan James, mi verdadero padre.

Mis ojos saltaban de Isla y el chico, quien la prinera se llevó las manos a la boca y los ojos se le pusieron rojos. No hacia falta preguntar como, cuando y donde lo concebimos, por que la respuesta era clara. Hubo una última vez entre nosotros. Ivan era la prueba de la agresión en donde perdí el control y su madre casi murió al cortarse las venas.

Era el producto de una violación.

—Por la cara que tienes supongo que ya sabes como se concibió, ¿no? —rugió el infeliz al que Isla ató su vida por mi incompetencia.

Isla negó aterrada, como si fuese a hacer algo estúpido y si, lo iba a hacer, iba a hacer algo loco enfrente del niño. Me acerqué a ella, la tomé de la cintura y susurré:

—Te eché de menos, muñeca.

—Te extrañé. —dijo en un hilo de voz.

Sonreí, me incliné y sin decir nada más, la besé de la forma en que necesitaba hacerlo desde que la vi en el aeropuerto.

La besé con ansias y pasión, y lo entendí, ella también me había echado de menos, sus labios me lo decían al besarme con la misma intensidad y al atraerme del cuello hacia ella, fue la muestra de amor más efectiva que pudimos demostrarnos en el momento perfecto en circunstancias imperfectas.

Claro, sin contar que estuve tentado a arrancarle la ropa y follarla ahí mismo. Solo para recordarle que sigue siendo mía.

♥︎♥︎♥︎

Las cosas se ponen buenas para unos y tensas para otros. 🙈

No olvides votar y comentar.

Y continua, por que hoy hay doble actualización.

¿Quieres saber más de Vladimir Volkova?

Pues sigue al capitulo 31.🔥😈

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