Capítulo 5: Sufrimiento

La demonia no podía imaginar que un mero humano con algunos poderes, fuese capaz de asestarle tal golpe y a su vez mandarla a volar. Lyli se quedo unos segundos incrustada en la dura roca, mientras veia como el humano cubierto en una energía roja volaba en su dirección lleno de ira, a la vez que pensaba en el nombre que mencionó Atrocitus justo antes que Daniel la golpeara.

Ella recordaba que en el planeta Tierra había un ser que era llamado de esa forma, la cual tenía una gran conexión con una de las grandes fuerzas de la naturaleza. Por eso supuso que aquella criatura tuvo que haber afectado la mente del chico, lo cual usaba Atrocitus para desencadenar el poder de la ira.

Atrocitus en cambio esperaba que Daniel en aquel modo iracundo, fuese capaz de acabar con la demonia antes que más como ella llegarán, debido a que su estudiante no tenía las capacidades suficientes para vencer a un ejército de demonios.

Daniel volvió a golpear a Lyli pero directamente en el vientre, incrustando aún más el cuerpo de la demonia. Unas cuantas gotas de sangre salieron de la boca de la criatura demoníaca, mientras ésta sonreía.

─¡Maldito humano! ─exclamó Lyli para después aparecer detrás de Daniel y propinarle unas patadas con sus desnudos pies─ ¡No me agradan los humanos!

Mientras gritaba y pateaba al humano, Lyli, incrustó a la cabeza de Daniel en la roca para luego tomar su cabello y, ver todo el daño que había hecho. La cara del pelirrojo estaba llena de sangre y uno de sus ojos se encontraba cerrado por el gran moretón en su ceja.

─Tus capacidades mágicas son muy bajas, aun así lograste combinarlas con la energía del anillo para hacerme daño ─explico Lyli mientras seguía sosteniendo a Daniel por el cabello─. No planeo matarte porque me encanta tu cabello, pero...

El odio y la rabia impulsaron a Daniel ─en un estado muy primitivo─, lanzar un vómito de sangre que al hacer contacto con la demonia, hizo explosión.

Lyli soltó al linterna roja por la onda expansiva y volvió a terminar incrustada en la roca. Por otro lado Daniel termino chocando con el suelo cerca de varios árboles de fuego.

─¡No me hagas matar al humano, Atrocitus! ¡Deja de manipular su mente y cuerpo! ─ordenó la demonia a la vez que disipada el humano de la explosión con las alas.

Al ver que el humo ya no estaba, el iracundo humano se levantó y comenzó a lanzar ráfagas y ráfagas de rayos. Lyli no tuvo que poner muchas energías para esquivar los rayos y llegar hasta Daniel, a quien tomó por la cabeza y lo arrojó al suelo con la suficiente fuerza como para agrietar el la tierra.

¡Las llamas infernales liberarán tu mente! ─ exclamó la demonia de ojos rojos mientras sostenía la cara de Daniel.

En la manos de Lyli, un fuego de color gris rodeó la cabeza de Daniel, quien como una bestia furiosa comenzó a retorcerse con tal de liberarse. La demonia tuvo que aumentar su fuerza para incrustar el cráneo del humano en la tierra, y continuar con su magia para liberar la mente y el cuerpo del humano, de las manos ─o en esté caso la conciencia─ de Atrocitus.

─¡¿Qué estas haciendo?!

La pregunta de Atrocitus fue debido a que por primera vez, desde que había despertado dentro de la mente de Daniel, sintió calor. Su conciencia ardía a la par que comenzaba a perder la conexión con la mente y el cuerpo de Daniel, debido a que todas las cajas ─del conocimiento de Daniel─ que anteriormente tenía en posesión ingresaban a un gigantesco bunker en el que él, ya no era capaz de entrar.

─¡Listo! ─dijo Lyli mientras retiraba su mano del rostro de Daniel─ Con ese hechizo no podrás volver a tomar control de los pensamientos o recuerdos del humano. Toma eso como una venganza por hacer de mi santuario, el tuyo.

─¡No! ¡Maldita demonia! ¡¿Qué has hecho?! ─exclamó furioso Atrocitus, sin saber si seria oído por la criatura demoníaca─ ¡Ahora ya no podre usarlo para recuperar a los linternas rojas!

─¡Soy Lyli! ¡La criatura demoníaca más fuerte de todas! ─indicó mientras levantaba sus manos en señal de victoria─ ¡Por eso puedo hacer lo que yo desee y me plazca!

Gracias a esos gritos, Daniel volvió en sí, muy asustado por ver a la demonia de pie. Sintió su mente más ligera al momento de levantarse bruscamente del suelo y por reflejo apunto el anillo a Lyli.

─Ya no estás bajo el control de Atrocitus, pero aun así, continuas amenazandome. ─expresó Lyli dando un paso al frente.

─¡¿Bajo el control de Atrocitus?! ─preguntó Daniel mientras comenzaba a temblar.

─El anillo de la ira se hace más fuerte con la ira, si me lanzas un ataque mientras sientes miedo, será muy débil ─señaló la demonia─. Así que mejor te calmas porque pronto mi magia y el desapego de conciencia, hará efecto.

Justo antes que lo esperará, Lyli vio al humano caer al suelo inconsciente. Ella esperaba que el chico durará un minutos más antes que el efecto de su magia se completará al cien por cien, debido a que la separación de conciencia o almas afecta al cuerpo, dejándolo sin fuerzas.

─¡¿Qué me has hecho?! ─preguntó un enojado Atrocitus al sentir como ya no estaba en la mente de Daniel, sino en el anillo.

─Devolví tu conciencia al anillo ─respondió Lyli─. Muchos demonios en el infierno te esperaban ansiosos, cuando decenas de los miembros de tu corporación llegaron al a sus tierras. Esperaban hacerte sufrir y divertirse contigo, pero, tenías que trasladar tu ser al anillo y dejar tu cuerpo atrás para seguir viviendo; fue una buena estrategia, además fue muy buena tu jugada con la mente del chico. Usar tu influencia justo cuando entra en ira para tomar posesión de su cuerpo y mente, lo extraño es que un ser como tu no lo haya logrado completamente.

De alguna manera Atrocitus podía ver la sonrisa en la cara de Lyli, lo cual lo hizo enfurecer aun más ya que sus planes habían quedado obsoletos, por lo que no tuvo más opción que quedarse inmóvil dentro del anillo.

─¿El nombre del humano es Daniel? ─Lyli miro al humano antes de agacharse a tomarlo por los cachetes─ Nunca había tocado por mucho tiempo a un humano vivo ─se mantuvo en silencio unos segundos esperando una respuesta de Atrocitus─. También conozco magia capaz de dañar seres sin cuerpo físico, así que responde la pregunta.

─No lo sé.

─Debiste quedarte con algo de información, la separación fue completa pero en tu memoria debieron haber quedado retazos de las memorias ─respondió con una voz muy seria.

─No lo sé. ─repitió Atrocitus.

Lyli tomó la mano derecha de Daniel y tocando el anillo en su dedo medio, dijo:

Quemen al ser que vive en el anillo. Háganlo sufrir.

Esas palabras bastaron para un fuego negro cubriera el anillo, y a los segundos Atrocitus gritaba en agonía y dolor.

El antiguo miembro de las cinco inversiones, jamás había sentido un dolor como aquel, sentía como si algo lo estuviera quemando y devorando al mismo tiempo, y también estuviese acabando con su misma existencia.

─¡Se llama Daniel Suárez Rodríguez! ─exclamó Atrocitus con dolor.

─¡Muy bien! ─Lyli aplaudió eliminando las llama negras─ Ahora me gustaría respondieras mis preguntas, ya que éste humano llamado Daniel ha llamado mi atención.

A la par que Atrocitus sufría y Lyli se divertía con el sufrimiento del primer linterna, Daniel se encontraba en medio de su mente analizando y procesando todo lo sucedido hasta el instante en que se desmayo. Llego a la conclusión que Atrocitus lo había comenzado a controlarlo, justo en el instante en que el anillo apareció en su dedo, fue por esa razón que no dudo en entrar a aquel sitio, entrenar las construcciones de luz, recargar el anillo y aprenderse aquel juramento, además que concluyó que por alguna razón aquella demonia de hermoso aspecto, separó a Atrocitus de su mente, pero aun así no lo admitía pensando que todo seguía siendo una pesadilla.

Un aplauso saco a Daniel de la parte más interna de su mente, y aun sin abrir los ojos, oyó a la criatura demoníaca decir su nombre. En reacción a oír su nombre Daniel abrió los ojos y usando sus fuerzas empujó a la demonia, para levantarse rápidamente.

─No esperaba que despertarás tan pronto ─expresó Lyli mientras se erguía y alzaba sus alas─. Por si no lo has oído me llamo Lyli, y estoy interesada en ti Daniel.

─¡No estoy interesado en demonios o linternas rojas! ─grito Daniel tomando el anillo de su dedo con la mano izquierda─ ¡Todo fue por éste maldito anillo!

─¡No lo hagas, Daniel! ─ordenó Atrocitus al ver lo que estaba apunto de hacer Daniel.

─¡Aún estoy soñando! ¡Debi haberme dormido sin darme cuenta, ya que es imposible que yo, sea un linterna roja y éste a millones de kilómetros de mi hogar! ─continuó gritando Daniel.

─Esto es real, Daniel, así que calmate. No cometas una estupidez ─señaló Lyli viendo lo que planeaba hacer el humano─. Tal vez no lo sepas pero, no es buena idea que te quites el anillo.

─¡El anillo comenzó la pesadilla así que, también la terminará!

En un acto de enojo por finalizar todo aquello que seguía viendo como un sueño, algo irreal y fuera de su mundo, Daniel se retiró el anillo y lo arrojó lejos de él.

─Ahora comenzará tu sufrimiento. ─dijo con una voz muy calmada la demonia.

Daniel en ese instante como si fuese alcanzado la iluminación, se fijó que realmente nada de lo que había pasado era una pesadilla, sino en cambio, la realidad que seguía creyendo falsa. Él esperaba que retirarse el anillo seria el fin del aquel atroz sueño, debido a que sus sueños eran ser un gran héroe o un excelente botánico, pero, tras oír las palabras de Lyli y ver la sonrisa de satisfacción en su rostro, se fijó que todo había y era muy real.

Su colapso al suelo fue casi instantáneo, luego de fijarse que todo era real.

El traje de escamas rojas se desvaneció, dejando el cuerpo del Daniel desnudo, posteriormente su corazón comenzó a latir más rápido, mientras los músculos de todo el cuerpo se contrayeron de golpe. Hizo por unos segundos un agudo grito pero después vómito una gran cantidad de sangre. Daniel sentía que su corazón se saldría de su pecho y que sus músculos perdían fuerza con cada segundo. Apenas podía desprender un par de lágrimas mientras sufría enormemente, hasta que su corazón paro de latir.

Viendo a la demonia con una sonrisa de satisfacción, Daniel, vio a la mismísima muerte. Ella era exactamente como miles de historias la describían, un esqueleto cubierto por una manta oscura muy derruida por el tiempo y con una hoz brillante entre sus manos. La muerte, le hacía sentir bien y tranquilo, a la par que todo a su alrededor se volvía blanco, dejándolo solo con la muerte.

─Tu hora ha llegado, Daniel ─la voz sombría de la muerte recorrió el cuerpo de Daniel, devolviéndole las fuerzas─. Es tiempo que me acompañes para que tu juicio de inicio.

Del humano no salió ninguna palabra, él simplemente logró levantarse y seguir a la muerte como si ella lo atrayerá. Daniel vio un brillo en las cuencas donde debían estar sus ojos, un brillo tan suave y calmado que parecía un océano en paz.

─Tus actos en todo el tiempo que has vivido, decidirán el lugar a donde te dirigirás ─dijo la parca mientras levantaba la hoz─. Que el corte de mi arma, te guíe.

Justo antes que la cuchilla lo tocará, la muerte se detuvo viendo fijamente a Daniel.

─Entiendo ─expresó la parca alejando la hoz del humano─. Aún no es tu tiempo, pero, algún día vendré por ti, cuando todo se haya acabado.

Casi al momento Daniel fue sumido en la oscuridad, haciéndole sentir nuevamente aquellos dolores en su cuerpo, pero esta vez fueron disminuyendo progresivamente. Finalmente aquel sufrimiento atroz desapareció justo cuando la oscuridad donde, Daniel estaba, fue iluminado por un tenue fuego multicolor.

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