15.

LA CASA DE COLE


Se retiró cuando sus amigos empezaron a hablar de la próxima fiesta el fin de semana. No tenía energía más que para pensar en la semifinal de baloncesto que disputarían pronto. La fecha se acercaba; tenían que decidir de una vez las posiciones, analizar al equipo contrario, optar por una estrategía. Había mucho trabajo por delante. Sin embargo, veía que sus compañeros no lo asumían con total seriedad, como si les diera igual ganar o perder. No era así para Colton. Él quería ganar. Todo o nada. Y, aunque sabía que debían actuar como un equipo, había decidido que, si los demás no se preocupaban lo suficiente, al menos quería destacar por sí mismo y ofrecer un buen juego. Después de todo, los cazadores universitarios se fijaban en los jugadores individuales, no en el equipo completo.

Los estudiantes volteaban a saludarlo mientras Colton caminaba en dirección al comedor. Recogería el menú porque estaba obligado a alimentarse aunque no tuviera apetito. Regresó los saludos de manera automática. Era popular no solo por sus habilidades deportivas, también porque en algún momento de su vida supo ser sociable, divertido y amigable con los demás. Colton no se creía superior a nadie, solo un chico que se desvivía por su mayor pasión.

Estaba en la luna. Ni siquiera tuvo tiempo de percatarse de la presencia femenina. De haberlo hecho, se habría detenido a tiempo, habría evitado tirarla al piso junto a la bandeja repleta de puré de calabaza. Cuando puso la mirada en ella, reconoció a Becca. ¿Cómo no hacerlo? Se distinguía del resto por su cabello larguísimo, los ojos repletos de inocencia y una fragilidad casi palpable. Trató de actuar relajado, quiso mostrar que se lo tomaba con gracia hasta que la vio llorar. Entonces, se sintió un bruto.

—No puedo subir así —mencionó Becca al observar el Mercedes deportivo que conducía Colton—. Dejaré un desastre.

—Sube, Becky —abrió la puerta de acompañante para ella—. Nada que no se pueda solucionar con una limpieza.

—Lo... Lo limpiaré todo —volteó ligeramente hacia él que aún sostenía la puerta a una corta distancia. La inquietó de un modo agradable.

—Olvídalo. Yo me ocuparé luego, tú solo siéntate. ¿De acuerdo?

—De acuerdo.

Becca se acomodó en el asiento. El interior del vehículo olía a limón. En los asientos traseros divisó un bulto de ropa, un bolso deportivo y un par de zapatillas deportivas.

—Lamento el desorden —pronunció Colton mientras se acomodaba en el lugar de piloto—. Todos los días salgo de clases y voy directo a entrenar, no tengo tiempo de regresar a casa a cambiarme y todo eso.

—Oh. Lo entiendo —se encogió de hombros—. ¿Qué entrenas?

—Baloncesto —se inclinó hacia ella, buscó el cinturón y lo deslizó hasta encajarlo en la traba de seguridad. Después, se posicionó en el lugar de piloto y puso el vehículo en marcha—. Juego desde que tengo tres años.

Becca elevó las cejas.

—Desde que eras un bebé.

—Sí, prácticamente —reconoció que la chica tenía razón—. ¿Y tú?

—Yo... ¿Yo qué?

—¿Prácticas algo?

—¿Yo? No. Trabajo en la cafetería. Eso es todo.

—La cafetería de Julian, ¿no?

—Sí.

—¿Hace mucho tiempo que lo conoces?

Negó con la cabeza.

—Menos de un mes —respondió jugando nerviosa con las manos—. Lo conocí cuando busqué empleo en su cafetería—de inmediato se sintió una tonta por lo redundante. Temió que Colton largara una burla hacia ella pero él no dijo nada. Simplemente parecía atento a todo lo que ella decía.

La escuchaba.

—Eres nueva por aquí. ¿no?

Asintió.

—Después... Después del hospital, me enviaron a un hogar de acogida. Es a dónde vivo —comentó. Colton era la única persona de su alrededor que sabía sobre el episodio en el hospital. Apenada, inclinó la cabeza hacia el cristal de la puerta y observó el vecindario al que se adentraba. Estaba repleto de espacios verdes perfectamente cuidados, jardines con cientos de flores y las casas tenían fachadas preciosas. Parecía un cuento de hadas—. Y me dieron una beca en el instituto.

—¿A cuál ibas antes?

—No iba.

—¿No?

—Me educaban en casa.

—¿Y qué tal Lakeville? ¿Te gusta?

—Creo... creo que sí. Bueno, no lo sé. Tengo... Tengo que acostumbrarme —recordó el modo en que se burlaron de ella durante la clase de letras y bajó la mirada—. Todo es nuevo —mordió suavemente el lado interno de su labio inferior—. En realidad... Creo que me está costando bastante.

Tenía miedo de decir o hacer algo que pudiera espantar a Colton.

—Es entendible. Son demasiados cambios, es normal que sea difícil al principio. Vas a ver que todo marchará bien con el paso del tiempo —las palabras del muchacho le dieron esperanza a una decaída Becca.

—Eso espero.

—Escucha, si alguien se mete contigo o si simplemente necesitas ayuda para algo, puedes decírmelo. ¿Está bien?

—No... No quiero ser una molestia —su mirada cayó al piso otra vez—. Ni para ti ni para nadie.

—No eres una molestia, Becky.

Ella lo contempló de soslayo y una suave sonrisa se manifestó. Desde que llegó al hospital, se había sentido como una molestia para todos. Una carga. De hecho, su asistente social se lo dejó saber de un modo bastante directo. En el hogar, Oscar e Isabella también le habían dejado claro que era una pesada carga para ellos, que le estaban haciendo un gran favor al dejarla quedarse en esa casa donde, al menos, tenía un techo y comida. Julian y Maggie aparecieron como un rayo de luz al darle ese puesto de trabajo; pero tampoco quería asustarlos con sus problemas. Y entonces... Estaba Colton. Él la había rescatado dándole una calma que no hallaba en ningún otro sitio ni en nadie más.


🤍🏀🤍


—Uhm, tengo puré hasta en el cabello —arrugó la nariz al darse cuenta que la trenza que caía sobre un hombro tenía huellas de calabaza—. ¿Estás seguro que puedo entrar así a tu casa?

—Despreocúpate. No pasa nada —aseguró. El auto se detuvo frente a un portón negro. Colton sacó la mano a través de la ventana, colocó una contraseña en el tablero y el portón se abrió de forma automática.

Becca abrió la boca, maravillada por la vista que apareció. Un gran jardín delantero repleto de vegetación perfectamente cuidada. En medio, un camino de cemento se dirigía a una escalera que daba a la puerta de ingreso. Dos plantas. Balcones con paredes de cristal. Una mansión de estilo moderno. Nunca había estado ante una propiedad tan preciosa. En Sion Creek, la casa dónde vivían era amplia y de dos plantas, pero de estilo antiguo. Colton aparcó frente a la casa, ayudó a Becca a quitarse el cinturón, luego salió con prisa y le abrió la puerta del vehículo.

—Vives... ¿Vives aquí? —él asintió—. Con tu familia, ¿verdad?

—Sí. Vivo con mis padres.

—Oh. Y ellos... Cole, me da vergüenza que me vean así —apretó los dientes. Cole extendió una mano y puso la llave en la ranura de ingreso.

—No te preocupes. Están trabajando —empujó la puerta, haciendo una seña para que dé un paso dentro—. Mi madre llega a las ocho. Mi padre... No lo sé.

—¿A qué se dedican?

—Mi madre es empresaria. Tiene una línea de cosméticos —una línea sumamente exitosa y conocida—. Mi padre es médico. Jefe de cirugía

—¿Trabaja en el hospital dónde me conociste? Por eso estabas ahí, ¿no?

—No. No exactamente. Él trabaja en otro centro médico —comentó. Colton había optado el hospital para consultar sobre sus dolencias porque allí su padre no se enteraría. Llegó a Becca de pura casualidad—. Bien, ¿por dónde empezamos?

—Eh... Creo que necesito lavarme el pelo. Y el uniforme. Sobre todo el uniforme —le preocupaba el castigo que le podrían infligir Oscar e Isabella si la veían llegar al hogar en ese estado deplorable.

—Vamos a mi habitación —indicó poniéndose delante.

En ese instante, la advertencia de Julian invadió sus pensamientos.

«No te acerques a ellos, Becca. No son buenos. Incluído Cole».

Sin embargo, decidió ser fiel a su instinto. Podía sentir en todo su cuerpo que Cole era un ángel. 


🤍🏀🤍

NOTA DE AUTORA: Holaa. Quería pedirles disculpas porque no pude actualizar el martes que pasó. La verdad es que a donde vivo estamos pasando una ola de calor y eso me dificulta pasar tiempo en la computadora. El calor me afecta muchísimo. Igualmente trato de escribir lo que más puedo, no quiero dejarlas sin capítulo. Gracias por paciencia ♥


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