RAZIEL

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH cumplieron el reto en menos de un día :O Weeey, ustedes si se lo proponen podrían descubrir la cura definitiva del covid ajakdjaj En feeen, lo prometido es deuda, chiquis, así que aquí está el POV :D

***


El ser humano tiende a actuar bajo presión, pero muchas veces no de la manera correcta. Por eso odio cuando las cosas se salen de control. Yo prefiero tener todo bajo planes, tener opciones disponibles que me prevengan aprietos innecesarios, así, en caso de que uno no funcione, tenga otro que me favorezca. Es esa la razón por la que no soporto la propuesta que Andy se ha sacado de la manga a último momento.

—¿Por qué?

Pregunto luego de la orden de ponerme un disfraz absurdo de la peli que se estrena hoy.

—El chico que la iba a usar no vino y el mejor candidato que queda eres tú.

Llevo tiempo aquí y esta mujer sigue sin conocerme lo suficiente.

—Paso.

Miro hacia el costado para seguir con lo mío, pero Andy da un paso al lado.

—No es una sugerencia, es una orden —dice como si no me hubiera dado cuenta de ello. Tengo presente que desde hace mucho dejó de ser la jefa afable que se mostró en la entrevista de trabajo, sobre todo en una noche como esta.

—No puedes obligarme a vestir algo tan ridículo.

—Puedo, soy tu jefa. Ahora, póntelo.

Lo impone como si esto se tratara de una dictadura.

—¿Y si me niego?

Esa pregunta deja el ambiente en un silencio. Mis compañeros deberían estar acostumbrados a estas discusiones, pero, por lo que veo, no es así.

—No actúes como un mocoso —recrimina Andy frunciendo el ceño.

—Eres tú la que se mete conmigo. Mi contrato no dice que debo hacer esta clase de cosas.

—Tampoco que desobedezcas mis órdenes... —Su mirada se desvía por encima de mi hombro y su dedo se dirige más allá de mi espalda, lo que me incita a ver de qué se trata. Ahí, asomada en la entrada, el Angelito intenta pasar desapercibida—. Me debes este favor por contratarla a ella.

Empiezo a pensar que fue mala idea pedirle que contratara otra vez a Audrey después de que ella huyera del cine para ocuparse de los problemas de Bellish. Pero es una consecuencia que debo pagar, después de todo, prefiero tenerla cerca.

Todo sea por el plan.

Le recibo la ropa a Andy y ella sonríe.

—Perfecto, ve a maquillarte.

Al mismo tiempo en que me reúno con los chicos que dan lo mejor de ellos con el maquillaje, escucho a Andy ordenarle a Audrey que se ocupe de este sector también.

Me siento y espero.

Audrey agiliza el paso cuando Andy le grita desde la entrada. Es evidente que la tiene en la lista negra, por eso se ensaña con su persona.

—Me odia —dice ella con una cuota de desánimo.

Es cierto; la odia.

—Odia a todos —le miento para no bajarle los ánimos todavía más.

—A mí más. Si no fuera por ti no me hubiera contratado.

Sus ojos se entristecen mostrando una oscuridad impropia de ellos, por lo que me veo en la obligación de actuar como su apoyo. Yo tengo parte de la culpa en todo esto, fui yo el que insistió en que ella esté aquí, pasándola mal. Por eso tomo su mano para sacarla de sus emociones oscuras.

—Entonces demuéstrale que hizo bien.

Una sonrisa se le asoma.

Eso es lo divertido de ella. Que sin importar la situación, logra formar una sonrisa auténtica y desafiante. No busca la autocompasión, busca demostrar que puede lograr lo que sea.

Mientras me maquilla la observo: tiene la expresión perdida, el cabello desordenado, por lo que supongo que vino tan pronto pudo, los labios entreabiertos y las mejillas pigmentadas de un color rojo.

—Aparta ese pensamiento de tu cabeza.

Mi comentario la sorprende y enrojece más.

—¿Cuál pensamiento? —busca ser audaz.

—El que provocó que te sonrojes.

Se cubre las mejillas, quizá para protegerse de mi comentario, aunque es tarde, pues ya me he percatado de ello.

—No estaba pensando en n...

—Solo bromeo —freno su balbuceo para que no se ponga incómoda.

Me acomodo en la silla y dejo que continúe.

Para trabajar es delicada, se toma su tiempo, intenta no tocar demasiado, darme mi espacio. El olor de la pintura es fuerte, pero también puedo sentir un aroma a flores que pega con su personalidad. Su mano es pequeña para las habilidades que tiene. Y no sé si se ha dado cuenta de que al estar con los labios entreabiertos se escucha cómo exhala y suspira, tal cual le ocurrió el día en que la vi llorar.

La imagen atraviesa mis pensamientos.

—¿Ya te sientes mejor?

Se toma su tiempo para responder. Ya ha quedado claro que la respuesta es un «no».

—Sí, gracias por preguntar—. Y estaba claro que diría que sí para no profundizar en eso—. Aunque creo que no debiste hacerlo, Seth y Dhaxton tienen ojos por todos lados.

—¿Y pretender dejarte sola mientras llorabas así?

—D-dejemos esos falsos lazos afectivos para la mentira de mi novio. Tú fuiste muy precavido como para descuidarte así...

Agarro su mano para que se detenga y la miro para que sepa que voy en serio.

—Primer punto: esos lazos afectivos fueron reales. Segundo punto: si te sientes mal no voy a dejarlo pasar. Nunca. ¿Estoy siendo claro?

—No... —murmura— No lo estás siendo —reclama con firmeza y se suelta—. ¿Por qué si todo este tiempo fuiste tan cuidadoso con que no te descubrieran, me hiciste escoger un disfraz con el que no te reconocieran, escondiste tu rostro en fotos, ahora no te preocupas por eso?

Luce genuinamente perdida.

—Porque tú estás por encima de todo eso. ¿Queda claro ahora —toco su frente y hago algo de presión— o es que esto no logra entrar a tu cabeza?

Ella se cubre la frente al instante, horrorizada por lo que he hecho. Abre los labios para hablar, pero Andy le interrumpe. Esto sirve para que vuelva a concentrarse y termine con el maquillaje.

Me pongo de pie y voy al espejo más cercano; soy como un pitufo con esteroides, lo que significa que me traerá un montón de miradas encima.

Camille se acerca antes de marcharse a la sala y sonríe a través del espejo.

—Te ves bien —confiesa con una mueca de burla que no me deja indiferente.

Niego con la cabeza y me voy a la zona de comestible para atender a los clientes aglomerados que esperan ser atendidos. Hay una fila enorme de fanáticos, todos emocionados por ver la primera reproducción de su película. Es entre todas esas cabezas y sonrisas que reconozco el rostro de Bellish.

Me pongo tras el mostrador listo para trabajar.

Audrey no tarda en llegar al lugar. Le toca en la caja libre que está junto a la mía, ya que todavía es considerada como «la nueva» en el trabajo.

Mientras atiendo a un grupo de chicas, me percato que el siguiente en ser atendido es uno de los súbditos de Bellish. Miro a Audrey; luce totalmente perdida, así que me limito a decirle que se concentre. Por mi parte, busco a Bellish entre los demás, pero no logro dar con él. Un nuevo fanático se pone delante de la caja y lo atiendo como a los demás.

Sin embargo, las cosas se ponen interesantes para el Angelito. Al subordinado de Bellish lo posee una doble intención que a todas luces se presenta como mala. La mueca de repulsión no abandona su cara. Audrey lo atiende como si se jugara el empleo y va por su pedido. Aunque tengo que atender mi propia caja, no dejo de mirar al idiota formar una sonrisa vengativa.

Audrey le entrega una de las bebidas y el tipejo no se detiene a pensar y se la avienta encima.

—Lo siento taaaanto —se disculpa—. Se me ha resbalado la mano.

Aprieto mi puño y le arrebato la otra bebida que el Angelito aún sostiene en sus manos mientras procesa lo que acaba de pasar. Le quito la tapa al vaso y tiro toda la bebida encima del idiota.

Todo queda sumergido en un molesto silencio que va rompiéndose en murmuraciones.

Me dirijo a Audrey. Está pálida, empapada y su ropa poco oculta. Es un desastre.

—Ve a cambiarte —le ordeno antes de que Andy llegue—. Yo me encargo de esto.

Apenas acabo la orden, el idiota intenta agarrarme saltando por encima de la barra. Es ahí cuando recién Bellish hace acto de aparición y lo detiene justo a la rubia que siempre anda colgada de su brazo.

Con el tipo atrapado en el acto, voy en busca de papel higiénico para que Audrey, todavía sin poder conciliar con lo ocurrido, se seque.

—Ve a cambiarte y vuelve. Yo me quedaría aquí...

—¡Esto no se quedará así! —El troglodita estalla, apuntándome— ¡Van a despedirte, imbécil!

Tengo deseos de reírme en su cara y aclararle que su amenaza solo puede quedarse en un triste intento por intimidarle, pues eso jamás pasará. Pero debo mantenerme acorde al código de trabajo, no cruzar la línea más allá de lo que ya he hecho.

Bellish le dice algo a su subordinado y luego se van despejando la zona. Uno de mis compañeros se apresura en trapear el piso y yo me encargo de secar. En cuestión de minutos, todo vuelve a la normalidad hasta que la función empieza.

El hall queda en completo silencio sin los fanáticos, lo que me da la impresión de que será una noche tranquila más allá de lo ocurrido.

Pero en eso se queda, puesto que Andy viene hacia mí con el entrecejo enterrado y el semblante de un toro. Con un gesto limpio con el dedo me llama.

—¿Qué has hecho? —cuestiona al instante.

—He respetado la integridad de una compañera de trabajo que fue humillada sin razón —respondo con formalidad.

—¡Le lanzaste una bebida a un cliente! —exclama ella al escuchar mi respuesta tan robótica.

—Le devolví su acción —aclaro.

—Lo hiciste por defender a la chica —concluye ella, sin poder creer lo que acaba de decir. Sus ojos me miran con confusión y extrañeza, como si frente a ella estuviera un completo desconocido—. Tú no actúas así, eres de cabeza más fría.

Sí; yo no actuaría así. Pero tuve que hacerlo, el tipo se lo merecía.

—Tuviste que verlo —suelto con un dejo de desprecio. Con solo recordar el rostro del idiota la ira me viene—. Habrías hecho lo mismo.

—No entiendo por qué están actuando así con ella...

Andy niega con la cabeza sin comprenderme. Ya no parece molesta, sino frustrada. Este hecho debió ser una grieta más en su noche estelar. Me mira y achica los ojos.

—¿Es porque te recuerda a Agnes?

Aprieto la mandíbula y mis manos se transforman en puños. Conozco a Andy desde hace tiempo, de ahí a que la llame así, pero también sabe que hay líneas que no se pueden cruzar.

—¿Vas a castigarme o vamos a hablar de mi vida personal? —zanjo antes de que se vuelva en mi psicóloga sin licencia.

Parece entender que está pisando terreno delicado, así que se cruza de brazos y baja el perfil.

—Ve a contar los productos de la bodega.


***


Luego de limpiarme el ridículo disfraz y limpiarme la pintura del rostro, voy a la bodega.

Desde que empecé a trabajar aquí, mi castigo consiste en contar lo que hay en la bodega. Ese es el trabajo más aburrido entre todos, por eso es el que Andy deja para quienes cometen algún error.

El lugar es de tamaño mediano, caben estantes largos que me sobrepasan por medio cuerpo. Las iluminación es pobre, hay que prestar atención a los números para no cometer algún fallo. Todo es silencioso y frío.

Aquí los minutos se vuelven una eternidad.

—¿Raziel? ¿Estás aquí?

A menos que aparezca alguien a malgastar más el tiempo.

Salgo para comprobar de quién se trata.

Audrey se ha cambiado ya, lleva una camisa que le queda un poco más grande que la anterior, pero parte de su cabello aún está mojado.

—¿Por ti? —le cuestiono de puro fastidio— Sí.

Entra formando una expresión enfadada.

—¿Cómo que por mí? —interroga ofendida— Yo no te pedí ayuda.

Me acerco.

—Prometí que te protegería.

—Pues vaya forma estúpida de hacerlo —dice casi burlándose de mí.

—Si estás aquí para fastidiar puedes volver con los demás —señalo la puerta—. No fastidies.

—No me voy a ninguna parte.

Además de sonar como una mocosa altanera, cierra la puerta para remarcar su posición.

—De verdad no estoy de humor —le digo sin deseos de hablar sobre nada.

—Seth te ha descubierto —dice de repente.

He escuchado bien, pero lo ha soltado muy deprisa. Necesito volver a oírlo.

—¿Qué dices?

—Al final todo lo que hicimos para que no te descubriera y todos tus intentos de pasar desapercibido han sido en vano —su altanería decae a un pozo de desespero—. Él se ha enterado de que eres mi novio, además falso, porque me has defendido.

¿Por mí culpa?

Si ella no hubiera callado en ese momento, yo no habría actuado en su defensa...

Camino hacia ella con rapidez para decírselo a la cara. Ella actúa asustada, retrocede y luego parece darse cuenta de que no tiene escapatoria.

—¿Tenías que lanzarle la bebida a Shawn? ¿Tenías que actuar así? Podíamos seguir con esta mentira un poco más... —me culpa. Todo recae en mí, ah. Yo soy el culpable de todo ahora—. Y ahora, lo más seguro es que le esté contando quién eres a Dhaxton. —Mientras más habla, más deseos tengo de que guarde silencio, pero no parece dispuesta a hacerlo—. Todo lo que pensábamos hacer se puede ir por el retrete. —Solo se me ocurre algo—. Se enterarán de tu relación con Agnes y que en realidad jamás dejé mi anillo...

La tomo por sorpresa y planto un beso sobre sus labios.

—Cállate —le ordeno.

Está tan atónita por el repentino beso que empiezo a cuestionármelo. Quería callarla, pero he ido demasiado lejos.

—¿Qué has hecho...? —pregunta en voz baja— ¿Hay alguien aquí?

—No.

Se toca los labios con los dedos y tengo la sensación de que lo está haciendo con los míos.

—¿Te das cuenta de lo que has hecho?

—Te he besado. Y lo volvería a hacer, una y otra vez...

Bajo la voz y empiezo a acercarme con deseos de volver a robarle un beso, hacer que se calle de una buena vez, no escuchar esos cuestionamientos que no tienen una respuesta clara, porque ni siquiera yo entiendo por qué la he besado sin más. Acorto la distancia cada vez más, pero entonces vuelvo a mi razonamiento principal y me detengo. Ella abre los ojos al no recibir nada.

—¿Dices que Bellish no cree lo nuestro? Tal vez porque no estamos haciendo las cosas bien, así que te besé porque quería saber cuál sería tu reacción si lo hacía en público, frente a él... Pero actuaste demasiado sorprendida. No has pasado la prueba.

Eso me lo he sacado de improviso.

—Ya puedes irte.

Soy un puto cobarde.

Me vuelvo hacia los estantes para seguir con lo mío. No obstante, detengo el paso cuando Audrey se adelanta a mis pasos impidiendo el paso.

—Aparta...

Sin preverlo, me agarra con una fuerza que su cuerpo no demuestra y tira de mí para besarme. Es un principio torpe, atarantada y sabe a fresa. Se mueve como si se tratara de una caricia inocente, pero lentamente va buscando más. Recuerdo entonces cómo tomo la iniciativa en la fiesta de Halloween, en cómo se sentía su cuerpo contra el mío, su trasero moviéndose contra mí... Los deseos de tocarla emergente. Tengo ganas de tocar su cuerpo, de enterrar mis dedos en su piel, de apegarla a mí y olerla. Quiero llevarla contra los estantes, meter mis manos bajo su camisa y acariciar cada zona. Dejo que mis manos se guíen por su cuerpo y busquen la parte baja de su camisa, justo en la cintura...

Pero entonces, se aparta y sonríe.

—Tú tampoco has pasado la prueba.

La sangre me hierve.

Ella no sabe que si empiezo algo siempre lo termino.

—No juegues con fuego, Angelito. —La agarro por la cintura para aprisionarla en mí.

—Yo no puedo quemarme, tú sí —suelta desafiante.

Miro sus labios.

—Calla. No hables.

—Te estoy dando una excusa para que vuelvas a besarme...

No espero más y vuelvo a besarla.

Besarla de verdad.

Comienzo a demostrarle que puedo besarla mejor de lo que ella cree, lento, suave, con delicadeza. Quiero probar cómo lo hace, quiero que ella sea la que pida más. Ella se aferra a mi camisa, la aprieta con fuerza como si quisiera asfixiarme, y yo le concedo sus deseos colocando mis manos en su cintura, con los dedos rozando su piel desnuda. La guio con mi lengua, acaricio sus profundidades, le demuestro que puedo tener más, que quiero enseñarle cómo se hace. La apego a mí, mas se aleja.

—¿Qué estamos haciendo...?

—Te estoy probando —suelto con doble sentido.

—No pensé que esto fuera tan literal.

Sonrío.

«Chica lista».

La tomo de nuevo, esta vez con más delicadeza, y aprovecho el hueco solitario de su cuello para besarla.

Pero alguien golpea la puerta.

Con rapidez, conscientes de que seguimos en horarios de trabajo, nos arreglamos para pretender que nada ha pasado. Me voy al pasillo de antes para seguir con lo mío al tiempo en que Audrey abre la puerta.

—Hey... ¿Raziel está aquí?

Mierda.

Camille.

Inspiro hondo y salgo.

—Estoy aquí.

Su expresión intenta ser normal, pero está claro que algo sospecha.

—¿Qué hacen aquí encerrados? —pregunta.

—Le decía a Raziel que Seth se enteró de que Raziel finge ser mi novio —responde Audrey con las palabras casi atropelladas.

—¿Qué lo delató? —pregunta Camille sin siquiera mirarme.

—La defendí —responde para que lo haga—. Mientras no sepa más, no importa. Me vio con pintura, le será difícil descubrirme en la academia.

—Por cierto, hoy fui a la biblioteca a buscar información sobre Agnes y Emma Williams —añade Audrey evidentemente nerviosa—. Tengo dos nombres que pueden darme más información sobre su paradero. Los anoté en mi libreta. Me pondré en contacto con ellos tan pronto como pueda para saber al menos qué sucedió con ella...

Un silencio surge.

—Bueno, me voy antes de que la jefa se moleste... —concluye para escapar.

—¡Espera! —La frena Camille y lleva un dedo a su cara— Qué raro... —murmura, y lo siguiente lo logro escuchar.

—Debí mancharme por ahí —le responde Audrey—. Hablamos luego.

Camille y yo quedamos solos en la bodega. Ella es la que voltea hacia mí, se cruza de brazos y me mira con decepción.

—Creo que tenemos una charla pendiente —advierte.



________________________

:O

Bueno, hasta aquí el POV. 

Nos leemos en el próximo capítulo de esta beia historia. 

Cada vez la cosa va evolucionando más y más 7u7 cuidaoh que en cualquier momento nos quemanos

En feeeeeeeeen, lavanse las manitos c:

arioz

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