El final
De vuelta a la actualidad, años en el futuro. Casado, con hijos y más cerca del examen prostático de lo que puedo llegar a pensar. En una visita inesperada, Vennus y Mattias me han traído de vuelta al pueblo más miserable en todo el planeta. Al verlo parece que no ha cambiado para nada, y es la mansión a lo alto del monte, nuestro objetivo. Ahora que sabes la verdad, quizá entiendes un poco los sentimientos de Vennus en este momento. Aunque con digamos, buenas intenciones, Frodde le quitó todo lo que era suyo por derecho. A su madre, su familia, y su infancia. Vertta al final no parecía del todo culpable, aunque en algún momento, ella se enteró que Vennus era hija suya y no hizo nada al respecto.
—Quemarla —Vennus está totalmente decidida, si algo quiere hacer en este momento, es algo que ya hemos visto en el pasado. Desea renacer de las cenizas y eso implica, hacer arder la mansión. No estoy del todo seguro sobre este magnífico plan sin fisuras. Pero su idea es entrar a hablar con Frodde y encender la chispa desde dentro. No sin antes, bañar cada pared y piso con gasolina. No estoy muy seguro si Frodde esté tan decidido a quedarse dentro y morir en las llamas. Por lo que el plan, puede... no sea del todo perfecto.
—¿Segura de esto? —pregunto, solo para asegurarme que su plan va en serio. No parece haber muchas dudas en su rostro, sus ojos de hecho, ya ven el fuego.
—Ayúdame —me dice Mattias, quien recoge varios bidones de la cajuela y los va llevando a la mansión uno por uno. Hasta ahora no sabemos si Frodde se encuentra dentro, puede que esté haciendo las compras, o quizá de vacaciones. Pero creo que Vennus lo sabe, él está ahí, esperándola. Toma uno de los bidones y entra a la mansión, para ir justo donde siempre estaba, encerrado, y en silencio. Los arruinados pasillos y los sucios corredores, el entonces palacio de jade, se ha vuelto la mansión embrujada. El abandono y el tiempo tienen estragos donde antes hubo paz. Y a su vez, se liberó una batalla épica, de proporciones nada justificadas. Como emperatriz a punto de entrar a su reino, su saco se mueve grácilmente con su andar. Abre las puertas del despacho de lado a lado, y ahí está, reluciente y jovial como siempre, aun con su estilo desquiciado, y sonriente, ante todo.
—Te he estado esperando —dice Frodde, mientras prepara un puro y mueve un poco su vaso de wiski—. ¿Qué provocó tu demora?
—Sé lo que has hecho, solo vengo a cobrarme las deudas —responde Vennus, con un tono nada amistoso, desafiante—. Pero antes de hacerlo... dime por qué.
—Mi padre fue la mejor representación de la esencia humana —comenta Frodde, ceremonioso—. Nos gusta pisarnos a nosotros mismos, para obtener lo que otros no tienen, solo para presumirlo una vez lo obtengamos. Ego sobre ego, sin razón ni objetivo. Solo sentir que tenemos más, y hacerlo saber a los demás. Sabes hija, yo prometí acabar con todo eso... fallé. Danniel demostró todo lo contrario y por eso, le dejé la carga a él.
—¿Y a mi qué?, solo me dejaste con malos recuerdos, y la carga del pasado —dice Vennus, con la voz entrecortada y sosteniendo con gran pesar el bidón.
—Eres mi legado Vennus, tú continuarás mi camino. Seguirás haciendo lo que quieras, cuando quieras y como quieras —responde Frodde—. No te detendré en incendiar mi hogar, tampoco en entregarme a las autoridades. Por eso quiero que tengas... eso.
Frodde señala a una compuerta, parece algo que debía estar oculto y secreto. Pero se halla abierta con la simple intención de llamar la atención. Dentro, se encuentra la botella de aquel vino de aquella noche. Parece totalmente llena, como si nunca se hubiese servido. El líquido sigue siendo rojo y espeso, pesado y brillante. Vennus se niega completamente a tomar la botella, no seguirá lo que su padre hacía. Ella es distinta, y lo sabe. No ha pasado por lo que su padre, ni planea hacerlo. Cierto es que perdió a su familia en una infortunada noche, pero no es suficiente como para ser la nueva Frodde. Ella quiere algo más, redención, perdón y disculpas al mismo tiempo, sabe que no puede obtener todo eso en ese lugar, pero lo ha intentado por su cuenta. Ahora vive perfectamente, ha salvado a su hermano, y se ha vuelto una mujer de gran poder e influencia por su cuenta. No ocupa ese vino, no necesita de su poder, prefiere mil veces verlo arder en el fuego junto con todo lo demás, antes de siquiera sacarlo de su escondite.
—Hay una última cosa —dice Frodde, mientras juega con un reloj de mano, sosteniendo su cadena—. Aunque te deshagas de esa botella, nada cambiará. La humanidad y su esencia son únicas, no necesitan de magia para liberarse.
—¡Te equivocas! —rezonga Vennus, realmente molesta y tirando gasolina en la habitación—. En la humanidad hay conflicto, pero también paz. Podemos ser crueles, pero también amables. Habrá quien quiera más y siempre su contrario que dé de lo suyo. Es un equilibrio, y nunca cambiará. Hay buenas personas, hay malas personas. Los que solo les importa lo suyo, y los que se preocupan de lo ajeno. No quieras encasillarnos a todos.
—¿Y por eso quemarás mi hogar? —pregunta Frodde, quien saca un arma de su escritorio, poniendo en alerta a Vennus. Mientras prende el puro y comienza a fumar. Las sirenas de la policía se escuchan a lo lejos y sus luces ya empiezan a ser visibles—. ¿A esto lo llamas algo bueno o malo?, si sigues siendo así de absoluta, sin entender que todos hemos hecho cualquier cosa bajo nuestra perspectiva. Y no existe bien ni mal en concepto. Entonces esa botella, la necesitas más que cualquier otro. Limitarte por tu moral y la ética que te han impuesto bajo el concepto universal del bien que no todos compartimos, pues bueno es aquel que pierde su tiempo cada domingo en la iglesia y malo es aquel que piensa por sí mismo.
—Tienes una visión deforme del mundo. Hay cosas que existen y es lo que hay que seguir —dice Vennus.
—¿Segura? —replica Frodde antes que Vennus pueda salir de la habitación—. Para una persona el bien será azul y para otro rojo ¿quién tiene la razón?, nadie. Todo aquello que el ser humano se ha inventado y no es tangible, no existe. La moral, la ética, el bien y el mal, lo que es y lo que no es. Las obligaciones y las mentiras. Todo eso, no existe en realidad. Y lo sabes, tú más que nadie lo sabes. Puede seguir guiándote por las reglas que te han impuesto, o pensar por ti misma en tu propio lienzo ¿qué es lo que quieres?
—¡Cállate! —grita Vennus, quien ya no aguanta más las palabras de Frodde. Tratando de ignorarlo sin éxito. Queriendo irse sin saber qué ocurrirá.
—Miedo, lo que nos ciega y mantiene vivos. La razón del porque nos inventamos todo eso —dice Frodde, un poco más calmado—. Ya no tengo miedo, lo perdí hace tanto. Por eso hija, quiero que pienses por ti misma, ese es el legado que te he dejado. Y sé, que no importa qué, vivirás bien.
Acto seguido, Frodde toma su puro y lo lanza en la dirección de Vennus, iniciando el incendio. Sin embargo, la reacción no es tan rápida, y antes de salir corriendo. Puede ver como Frodde, toma el arma y apunta a su boca. Para finalmente escuchar el sonido seco del disparo. Mattias y yo nos asustamos al escuchar eso. Pero conseguimos ver a Vennus, correr entre los pasillos pocos segundos después, huyendo de las llamas que la persiguen cual monstruo a una chica. Tocando con su calidez por poco su largo cabello, para salir justo a tiempo de la mansión antes de ser alcanzada por la llamarada.
En este momento, la vista es tristemente hermosa. La mansión, que antes estaba cubierta de nieve, donde llegué y admiré cada detalle. Donde se perdió todo, y a todos. Puedo ver triste los recuerdos dibujándose en las llamas que cubren cada hebra del sitio. La policía llega, aunque un poco tarde. Frodde cometió suicidio para evitar la prisión, por lo que los bomberos serían el paso siguiente. Vennus pidió de favor que solo controlaran el incendio para no afectar el bosque que nos rodea, pero quiere ver la mansión arder hasta sus cimientos. En este momento, sus ojos reflejan las llamas cual color verde. Y los míos, un intenso rojo, como el de ese vino, que destruyó todo. El espectáculo terminó a pasados los minutos. Al ser de madera, la mansión ardió con suma facilidad y se desvaneció cual ceniza. No había nada, ni recuerdos, ni pasillos infinitos, y tampoco a Frodde, del que nunca pude despedirme como un sobrino lo haría con un tío, o un hijo con su padre. Mis últimas palabras, creo fueron las correctas. No me arrepentía de nada, y sabía perfectamente que él tampoco se arrepentía.
Al final, todos fuimos injustos. Una familia en ocasiones puede ser una carga pesada, y a su vez, un regalo único. Es de hecho, nuestro primer regalo, el que obtenemos apenas nacemos. A veces puede ser hermoso y en otras ocasiones complicado. No hay manual para una familia, ni reglas estrictas, todo se trata de una comunión, de una forma de convivencia. No los has elegido, por lo que puede que no todos te agraden, puede que algunos te desesperen y otros te hagan enfadar. Pero sin duda alguna, muchos de ellos estarán ahí para ti, quizá no lo notes, porque estás acostumbrado. No es raro pensar en uno mismo, y tampoco lo es pensar en la familia a su vez. Resulta, en algo necesario para todos nosotros, algo que la evolución nos ha dejado. Cuando perdemos a alguien nos duele, porque nuestras probabilidades de supervivencia disminuyen, pero el dolor está ahí, es real. ¿Quién dice que perder a alguien no es algo trágico?, no se trata de tu muerte, pero hace que la recuerdes, pues es nuestro inevitable final, y da miedo.
Inna al final, no fue la mejor madre, pero lo intentó a pesar de todo. No estaba obligada, en ningún momento lo estuvo. Ella sola fue quien se impuso eso, porque en el fondo, muy en el fondo, sabía que ese era su deber, y lo que ella quería hacer. Yo la culpé de todo, naturalmente, era un adolescente y no veo mis errores, solo los de mi familia. Yo no fui un hijo agraciado, ni amable, tampoco caritativo, mucho menos sentimental, ¿por qué debía serlo ella conmigo? Y mi padre, al final tomó su elección, algo que podía haber hecho desde el principio. Cattiveria, fue una terrible hermana, pero yo no fui el mejor ejemplo tampoco. Y Lissa, un ser insufrible, pero vivió sin madre y su padre... bueno, un cobarde sin remedio. Vertta, su irresponsabilidad nació por su propio deseo de vivir, al estar cerca de Frodde, se terminó por contaminar de su ideología, y decidió que antes de enredarse en responsabilidades, prefería vivir viajando por el mundo.
Vennus... a pesar de todo, inocente. Su seducción nunca fue un problema real, yo fui quien lo veía de esa manera. Ella solo quería a alguien, a quien poder llamar familia. No tuvo madre, su padre no fue el mejor, y vivió muy alejada de todos, por conflictos que no eran suyos. Ver el fuego, me hace dar cuenta, que, en ocasiones, no tenemos lo que merecemos. Ella no merecía esto, y yo no merecía una familia. Ella debía tener lo que yo, madre y padre presentes, hermana y amigos. Durante todo el viaje siempre me quejé de lo miserable que era mi vida, cuando me doy cuenta, que hay peores. Mi historia, no es la más infortunada, así lo veía, pero no era cierto y en parte lo sabía. ¿No tener novia era mi problema? ¿una madre sobreprotectora? ¿una hermana odiosa? ¿un padre sin emociones?, lo que yo tenía es mucho más de lo que cualquier otra persona en el mundo en una situación terriblemente diferente, desearía. Al final sí que hay diferencias, pero terminas por amarlas una vez ya no las tienes, cuando se van o están muy lejos es cuando te das cuenta, de lo que tenías. ¿Por qué somos así?, preferiría que lo supiéramos en un principio, aunque es inútil.
Esa noche, cuando el frio recorría mi cuerpo, anhelaba el calor de la cena de navidad. Puede que devoraran cual bestias, puede que las pláticas no fueran interesantes, es más, puede que todo haya salido terriblemente mal... pero era mi familia. Los bomberos terminan de apagar las pocas llamas que quedan, en lo que ahora es un sitio totalmente ennegrecido y disminuido a ruinas.
—Hay que irnos —dice Vennus, quien pensé saltaría de alegría. Torpe mi idea, pues la venganza nunca trae felicidad—. Danniel, conduce tú.
Todos subimos al auto, y nos fuimos escoltados por patrullas hasta salir del pueblo. Vennus está en la parte de atrás, con una mirada perdida. Mientras Mattias se encuentra como mi copiloto, en total silencio, y sin expresión alguna. Él también salió afectado de todo esto, y mucho más de lo que podamos imaginar. Pero creo que él ya supo cómo superarlo, es Vennus, quien pudo generar sentimientos, recuerdos, memorias, la cual le tomará mucho más tiempo.
Hoy día, extraño a mi familia. De haber tenido algo mejor ¿lo hubiese atesorado?, una madre cariñosa, un padre atento, hermanos y hermanas con los cuales tener buenos momentos, tías y tíos con los cuales contar en algunas situaciones. ¿De haber sido así, lo hubiese apreciado? Mis dudas, parecerán estúpidas, pero ciertas. Frodde siempre lo dijo, el bien y el mal dependen de nuestra perspectiva. Incluso con esa familia, aquella con la cual jugar juegos de mesa en cada reunión, y con la cual reír hasta el día siguiente, en viajes familiares con distintas y divertidas anécdotas que contar, ¿serían buenos para mí? Mi familia no fue funcional, de serlo ¿cambiaría algo? La respuesta es simple, no. Debole durante años tuvo una gran familia como la que he relatado, y ella se desesperaba de ellos. Cada navidad con su familia, para mí era un gozo, y para ella un suplicio. Estaba acostumbrada a tanta felicidad, que no podía verla, y yo, quien vio lo peor de mi familia, era algo excepcional. Quería decirle, lo mucho que debe atesorar esos momentos, pues son pocos y son muy especiales. Pero ¿cómo decirle eso a alguien con perspectiva distinta?, no puedes, para esa persona su concepto de realidad, bien y mal, será distinta.
El viaje fue corto, el más corto que jamás haya tenido. Voy directo a mi casa, para dejarle el auto a Mattias y que él lleve a Vennus donde sea necesario. Una vez llego, ya de noche, mi familia me espera en la puerta, ahora me doy cuenta de lo afortunado que soy, y seguramente mis hijos, no lo harán. Me odiaran y a su madre también, hasta que crezcan y se hagan independientes, es cuando quizá comiencen a ver lo que yo ahora mismo. Mis hijos no tendrán lo que yo, por lo que su forma de ver el mundo será muy distinta a la mía. Habrá peleas, sí, conflictos, seguro. Pero jamás los abandonaré. Eso quizá haga que ellos si lo hagan, y mis nietos crezcan en familias disfuncionales. Pero eso les enseñará a ellos lo que no deben hacer y que ya lo sé, para que el ciclo se repita, sin un fin determinado.
Bajo del auto, los abrazo, ellos por ahora lo hacen también. Mientras veo a Mattias y Vennus prepararse para irse. No puedo sentir pena por ellos, pues sé que estarán bien, ahora que saben lo mismo que yo, sé que lo estarán. Mis hijos se despiden, y entran rápido a casa, pues los regalos del cumpleaños no se abrirán solos y me esperaban para poder disfrutarlos conmigo.
—Ven cuando quieras Vennus, siempre serás recibida en nuestro hogar —grito, y ella me escucha. Con un atisbo de sonrisa se despide, no sé qué hará y puede que nunca venga. Pero igual ella, sabe que sigue siendo mi familia. En ese auto, iban dos personas inocentes, que pagaron como culpables. Yo entro a casa con Debole, listo para jugar con mis hijos mientras aun son pequeños. Disfrutar de mi esposa quien aún está a mi lado. Y gozar de estos pequeños momentos, que desbordan una felicidad que pocos pueden ver.
Al día siguiente, llamo a Cattiveria, para invitarla a la fiesta de cumpleaños de Inno, que será realmente grande y con todos sus amigos. Igual le pido que traiga a Inna, para que finalmente vea a sus nietos, y Lissa queda invitada, solo para hablar de lo que ha pasado últimamente. Prefiero no decir lo que ocurrió con Frodde y la mansión, no creo que saberlo les haga bien, y será solo revivir el dolor de entonces. Igual invito a Vennus y Mattias, que por suerte pude investigar dónde viven. Ammiro no sé donde está, por lo que, quizá no se presente. Debole está más feliz que nunca, al ver que finalmente el pasado se ha desvanecido y mis culpas con él. Ahora soy genuinamente libre.
—Al final, ¿qué fue de Corruzio? Porque no lo conozco y si era tan influyente, debería ser alguien reconocido —pregunta Debole en el desayuno, mientras nuestros hijos aun duermen.
—Fue asesinado, y jamás se encontró al culpable —respondo.
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