→ 01. Welcome to Mystic Falls


Es tiempo de comenzar una nueva historia, pero esta vez protagonizada por mí. Darme la libertad de vivir la vida sin ser atada a nadie.



Han pasado algunas horas desde que emprendimos nuestro viaje, y ya estamos llegando a nuestro destino.



¿Cómo lo sé? Por aquel cartel gigante que dice "Welcome to Mystic Falls, Virginia".



Sí, sé lo que se preguntan.



Cuando estuve en casa de los Cullen hablaban de que no somos los únicos vampiros, hay de otras especies en todas partes del mundo; unos más amigables que otros, por cierto.



Personalmente me gustaría volver a conocer alguno de los míos, para no andar sola de caza, mucho más sabiendo que Charlie aún no sabe sobre lo de mi transformación. Al igual como lo hacía en Forks, disimulo con lentes de contactos, y ¡vaya que me costó adaptarme a ellos! Ser un vampiro, definitivamente no es fácil.



No te veo tan emocionada—. Dice Charlie al observarme de reojo mientras conduce. Instintivamente lo miré. -



Encogí mis hombros con suavidad. —Ya sabes lo que dicen, ciudad nueva, vida nueva—. Ambos sonreímos a la vez.



Soy un Intento de demostrarle a papá que no estoy mal, pero mi rostro siempre me delata ante él y sus interminables discursos <<Soy tu padre, Bella. Puedes confiar en mí>>. El ser vampiros y que perdamos nuestra "humanidad", no significa que no tengamos sentimientos. Es algo de lo que nunca estaré satisfecha, ya que fue por ello que ahora soy uno de ellos, a los que tanto odié en algún momento de mi corta existencia.



Devolví mi vista al frente para observar la gran cantidad de árboles que pasábamos con velocidad, dirigiéndonos no precisamente al pequeño pueblo, sino, que a una enorme cabaña a las afuera de este.

—He aquí tu nuevo hogar. ¿Te gusta?pregunta algo emocionado. Pero solo me dedico a asentir con la cabeza y a sonreír levemente, aunque mis cuerdas vocales quieran decir otra cosa.



Definitivamente esto no es Forks.



Estacionó la camioneta lentamente, y de inmediato salí del vehículo para observar la enorme casa a las afueras de Mystic Falls que no está tan ajeno al pequeño pueblo, como máximo unos 10 a 5 minutos de distancia.



La casa es rodeada de un hermoso paisaje: árboles por doquier, un lindo bosque perfectamente adornado con los rayos sutiles del sol.



No muy entusiasmada entré a la cabaña. A pesar de verse un lugar pequeño, por dentro es todo lo contrario; el salón principal es gigante, por lo menos caben varias personas en una gran fiesta. Pero lo que necesito en este momento es empezar a distraerme, y ¿qué mejor que ir a conocer el pueblo?



Aunque antes de ir, me dispuse a ordenar un poco las cosas que traemos, sacar algunas cajas y maletas, lo principal, y por supuesto conocer mi habitación.



Caminé a paso distinguido y subí por la escalera de madera de color oscuro, lo suficiente escalofriante para mi gusto, sobre todo si con cada paso cruje. En el nivel de arriba, la luz es lo bastante para alumbrar el escuálido pasillo por el que debo atravesar.



—¡La primera habitación es mía! —gritó Charlie desde el piso de abajo, a lo que solo rodee los ojos y caminé con una caja en mis brazos.



Una de las habitaciones se encontraba con la puerta entreabierta, por lo que de curiosa entré a ella, haciéndome elegirla sin pensarlo dos veces. Es lo bastante espaciosa como para dejar un librero gigante ahí dentro y acomodar mis muebles sin dificultad.



(...)



Pasada las nueve de la noche, Charlie se quedó dormido en el sillón. Aun dispuesta a salir a dar un vistazo al pueblo, le escribí una pequeña nota y la dejé sobre la mesa del comedor, esperando que eso sea lo suficiente para evitar un enojo de su parte y preocuparlo, claro está.



Cogí la llave de la camioneta para ponerla en marcha e ir en dirección al pueblo. Aunque apenas decidí ponerme en carretera, sentí el incómodo silencio que hay, y para evitar que el frío escalofriante recorriera mi espalda, puse algo de música para distraerme.



Hypnotic taking over me...— Cantaba a de acorde a la música.



Sin darme cuenta, ya me encontraba con las luces que iluminaban a la población.




Entré al pueblo bajando la velocidad para ir recorriendo las calles, sin dejar de cantar melódicamente.



Encontré un pequeño bar-restaurante llamado "Mystic Grill" -muy original, por cierto- Pensé.



Estacioné la camioneta, para entrar en un suspiro directamente a la barra, donde me atendió un rubio atractivo.



—Hola, ¿En qué te puedo ayudar? —preguntó el rubio con una amplia sonrisa desde su posición, mientras me sacaba la chaqueta para colgarla en el taburete.



Uhm...— Murmuré pensativamente, no sé si venderán los mismos licores que en Forks. No es por ser desmerecedora de nadie, pero es un pueblo. — ¿Matt? — Dudé al leer su nombre en su tarjeta de identificación—. Una cerveza, por favor—. Pedí amablemente.


El chico asintió sin borrar su extensa sonrisa, y en menos de un minuto me extendió la cerveza.



Gracias—. Sonreí de lado al coger mi cerveza. —Por cierto, soy nueva en la ciudad. Soy Isabella Swan—. Me presenté por primera vez ante él.



—Ya lo pensaba. Nunca te había visto por acá—. Admitió entrecerrando los ojos levemente. —Matt Donovan—. Extendió su brazo, y la acepté cordialmente. —El chico de allá—. Apuntó a un despreocupado adolescente. —Es Jeremy Gilbert, y para lo que desees, estaremos disponibles a ayudar—. Ofreció su hospitalidad con verme un par de minutos. ¿Acaso todos los pueblerinos de aquí son de la misma forma? De ser así, no creo que esto me aburra en absoluto. —Lo siento, debo atender otra orden —se disculpó para seguir trabajando.



El resto de la noche me dediqué a observar a mí alrededor. El lugar en donde me encontraba era rústico, aparentando tener al menos unos 100 años de construcción. Con un buen ambiente, relajado y oliendo muy bien para mí.



¡Oh! Ignoren lo último que dije, eso se oyó muy... vampiro para mi gusto. Aun aguantando las ganas de beber de la yugular de alguna persona por aquí.



(...)



Acabé mi tercera cerveza y a mi lado se sentó un chico al cual ignoré por completo. Con mi oído extendido, oí que pidió un bourbon. ¿Qué diablos es eso?



Dispone a tomar un sorbo, pero algo lo detiene, y me doy cuenta que está mirándome fijamente. Asustada imité su acción y me limité a no decir nada. No pude evitar mirarlo detenidamente; tiene unos hermosos ojos azules como el mar caribeño, un cabello alborotado negro azabache, vestido como un chico malo, de negro totalmente y la infaltable chaqueta de cuero entre abierta, haciéndolo lucir irresistiblemente sexy. Demasiado para mi gusto.



¿Sucede algo? — pregunté extrañada y con la voz entre cortada por el susto que me da tenerlo mirándome de aquella manera. Aún sosteniendo el vaso con su mano sin beber, le vuelvo a preguntar para que lo deje de hacer. —¿Te encuentras bien?—



El chico ignoró mi pregunta, contestándome con otra.


—¿Te conozco?—



Negué con la cabeza evidenciando la respuesta negativa.

—No lo creo. Acabo de llegar al pueblo hace algunas horas —mencioné con claridad.



—Me parecías familiar, lo siento—. Se disculpó, y para aclarar su garganta bebió un sorbo de su trago. —Disculpa mis malos modales, soy Damon—. Se presentó sonriéndome de lado, y no puedo evitar sonrojarme por eso.



Para no quedar en menos, tomé el aliento suficiente: —Yo soy... — Dispuesta a mencionar mi nombre, pero en ese momento un chico alto, rubio de ojos verde pardo, nos interrumpe.



—Damon, tienes que venir ahora—. Sonaba afligido y preocupado. —Es Elena—. Ambos se disculparon para salir rápidamente del bar.



Para ser mi primera noche aquí no ha ido nada mal para mi gusto. Acabo de conocer a tres chicos guapos, aunque me quedo con el chico rudo. Creo que lo rebelde ganó por mayoría, robándose toda mi atención. Por otro lado, si todos son así, creo que no la pasaré nada de mal.






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