CAPÍTULO 10
15 de noviembre, 2021
Oficialmente, bautizo a "Lucas" como "Eros", le pega mejor. El cosquilleo que recorre mi cuerpo de pies a cabeza desencadenando mi primer orgasmo mañanero lo confirma. Respiro agitada y encantada con mi nuevo amigo.
Sí, me estuve perdiendo de mucho.
Cierro los ojos dispuesta a disfrutar los últimos estragos de mi clímax, pero el sonido del timbre hace que la huella de paz se esfume. Me levanto poniéndome las bragas y el short de pijama. Joder, la sensación entre mis piernas es sumamente incómoda. Peino un poco mi cabello y me apresuro a la puerta.
—Hola, tú —saluda Lois con una sonrisa en los labios, evalúa mi apariencia y pregunta inocentemente—: ¿Estuviste haciendo ejercicio? —Y la inocencia se le va con la sonrisa coqueta que dibuja luego—. ¿O interrumpo algo?
Sabe bien que no estoy con nadie, así que obviamente está sugiriendo que andaba de traviesa con mis manos.
Ruedo los ojos y lo dejo pasar.
—Estás en tu casa —le indico y, cómo él ya intentó ponerme incómoda, le devolveré el favor—. Iré a ducharme, la diversión vino con algo de sudor en ciertas zonas.
Esto último lo digo dirigiéndome a mi habitación, giro ligeramente el rostro para ver su expresión y no puedo contener la sonora carcajada que brota de mí.
—¡Estás loca! —grita para que lo oiga, rio más fuerte.
—¡Lo sé!
Me ducho quitando el sudor de mi piel y me visto con rapidez para ir con él a la sala, pero cuando salgo al pasillo lo encuentro en la cocina entreteniendo sus manos con ingredientes y utensilios.
—¿No pensaste en ser chef? —inquiero—. Tu comida es deliciosa, creo que voy a conservarte solo por eso.
Voltea a verme indignado.
—¿Solo por eso?
Rio abrazando su brazo.
—Estoy bromeando, yo te querría incluso si no supieras cocinar.
Su pecho se sacude y un "vale, como digas" sale de su boca, le doy un empujón con la cadera para que se deje de estupideces.
—Ya, ya, te creo, loca.
Veo cómo termina el desayuno que se vería muy bien en algún restaurante gourmet y le sonrío al plato.
—Esto debería considerarse arte, definitivamente.
Me observa comer y me cuenta lo que hizo ayer con su mamá.
—¿Entonces es modelo? —inquiero.
Menea la cabeza de un lado a otro.
—Elián tiene la manía de hacerla posar para tomarle fotos y mamá accede con tal de mantenerlo ocupado —responde—. Tomar fotos no es lo mío, es por ello que soy quien carga con todos los instrumentos de iluminación y demás para que su sesión de fotos salga perfecta.
»Admito que es divertido —sonríe—, son esa clase de momentos que echo de menos cuando estoy sin ellos en Nueva York.
Creo que ya es momento de darle la noticia.
—¿Recuerdas que te dije que tenía un departamento allá? —Asiente—. Con Lexie decidimos mudarnos, así que tendrás a dos amigas más para hacerte compañía.
Su sonrisa se ensancha.
—Será lindo tenerlas ahí... —se calla porque su teléfono suena.
Me pide esperar y contesta.
La llamada no dura poco, lo escucho en modo abogado por alrededor de quince minutos, dando órdenes y dictando datos que parece saberse de memoria.
Cuelga y suspira hastiado.
—Perdona por eso, a pesar de que dejo a alguien a cargo siempre están llamándome.
—Ya no admiro solo tus manos al cocinar, sino también tu cerebro al procesar y soltar tanta información. Tu cerebro es atractivo —lo suelto sin pensar pero logro dibujar una sonrisa en su rostro.
—¿Solo mi cerebro? —indaga coqueto.
Oh, maldito egocéntrico consciente de su belleza.
—Tienes una carita bonita —me limito a responder.
Ríe sabiendo que estoy disminuyéndole un par de grados al adjetivo que realmente define su rostro.
—Sí, tú también tienes una cara bonita y un culo bonito.
Estoy segura de que no planeó decir la última cualidad, pero no quiero que la situación se torne incómoda así que no le hago hincapié.
—Oh, basta, deja de coquetear, harás que me sonroje —pido con un exceso de drama.
Murmura un «loca» y me levanto divertida a lavar lo que ensuciamos.
Me observa y le cuento sobre las audiciones que tendré. Debo voltear cada cierto tiempo para captar sus reacciones, Lois luce interesado en la serie de época.
—¿Has visto Anne with an E? —Inquiere, yo asiento—. Mamá nos hizo verla el año pasado, la descubrió e hizo que la viéramos juntos. Joder, nunca había llorado tanto con una serie.
—Es bastante buena, me pesó que la cancelaran, tenía potencial.
Camina hacia mí y se recuesta en la pared que se encuentra a mi lado, ahora puedo verle el rostro mientras me habla sin necesidad de que mi mirada divague demasiado.
—Cierto —me da la razón—, te estoy imaginando como Anne, pero rubia. Seguro lo harás maravilloso, obligándome a llorar por el drama.
—¿La verás?
—¡Por supuesto! —Responde algo indignado—. Me he propuesto ver todas tus películas y series.
—Puede que no quieras ver Rosé —advierto.
—Es en la que actuaste con Joset, ¿no?
Asiento. Rosé es la única película erótica que he grabado y no, no es tan interesante como llega a los cines. Cada escena sexual es como una coreografía en la cual tenemos que estar perfectamente coordinados; de lo contrario, hay que volver a empezar. Imagínate volver a iniciar teniendo solo unas bragas y a veces ni eso.
Debe ser interesante cuando hay química con el otro protagonista, no digo que se gusten, solo que exista química; con Joset no existía, era más un desprecio mutuo que supimos disimular a la perfección al momento de actuar, supongo que esa es una prueba de lo profesionales y buenos actores que somos.
—¿Tan malo fue?
—Fue una experiencia nueva, lo único malo fue Joset, pero es mi trabajo y tenía que hacerlo —me encojo de hombros.
Solo es raro imaginarlo viéndome desnuda, aun si solo actuaba.
—¿Cuál es tu proyecto favorito? —cuestiona interesado.
Mi mirada baja a mis manos que terminan de enjuagar los pocos utensilios. Sin necesidad de pensarlo mucho suelto la respuesta.
—El primero —respondo—. "The Garden" fue el que me abrió las puertas a este mundo, el que confirmó que esto es lo que amo hacer.
—Ya quiero verla.
Sacudo el agua de mis manos mojando a Lois que se seca el rostro con un papel toalla.
—Soso —me burlo pasando por su lado.
Clava un dedo en mi costado y noto su intención por lo que corro para huir de las cosquillas, pero es más rápido que yo tomándome de la cintura para empezar el ataque.
Me deja caer sobre el sofá y no puedo parar de reír implorándole que se detenga.
—Basta...basta —rio intentando detenerlo con mis pequeñas manos, pero no lo consigo.
—Con que soso, ¿eh?
Arremete nuevamente haciendo que mi risa se oiga más fuerte, pero supongo que se cansa porque se detiene. Mi pecho sube y baja, me cuesta retomar el ritmo normal de mi respiración. Abro los ojos cuando consigo obtener el oxígeno necesario. Mala idea. Sus ojos azules están muy cerca y su aliento choca contra mi barbilla. Estoy acunando su cuerpo con mis piernas, ¿en qué jodido momento llegamos a esto?
Sonríe de una manera que, obviamente, causa estragos no solo en mi sistema nervioso. No se supone que pienses este tipo de cosas con alguien que solo es tu amigo.
Trago sintiéndome pequeña. No quiero joder todo esto.
—¿Qué tan bien me veo desde ahí? —cuestiono bajito—, quiero saber si soy top o bottom, ¿me lo confirmas?
Una risa ronca brota de sus labios haciendo que mi piel se erice. Se quita de encima y me siento a su lado esperando la respuesta.
—¿Entonces? —insisto—. Debes ser un amigo honesto.
Niega lentamente con una sonrisa de resignación. Mira al frente por un par de segundos y vuelve la vista a mí, noqueándome con el intenso color azul que se funde en sus ojos.
—Te ves encantadora como bottom, pero todas las mujeres se ven jodidamente bien on top, tú no puedes ser la excepción —responde—. Siéntete segura en ambas posiciones.
—Voy a confiar en ti, pero si algún tipo me ve como un insecto aplastado...
No me deja terminar porque me interrumpe.
—Entonces él será un imbécil.
—Bueno, no tengo que gustarle a todos —me encojo de hombros.
—Ya, pero si él se está acostando contigo es porque le gustas, no puede mirarte como un insecto aplastado solo porque la perspectiva no te favorece —Se inclina hacia mí, no creo que sea consciente de los movimientos de su cuerpo—. Eres preciosa y cualquier chico amaría estar contigo de esa forma, no toleres un mal trato porque no lo mereces; ninguna chica merece sentirse así, Ada.
Me está mirando muy bonito y esto ya no me hace mojar las bragas, hace que mi corazón reaccione de forma violenta.
—Tú debes ser un príncipe azul —digo divertida ocultando las reacciones de mi anatomía—. ¿Cómo es que no tienes novia? ¿O la tienes y no nos has dicho?
Sonríe.
—No la tengo.
—Entonces eres un soltero codiciado, dios del sexo —le sonrío coqueta haciéndolo resoplar—. Ay, por favor, no vas a decirme que eres malo en la cama, porque todo tú grita "tengo habilidades kamasutrales"
—¿Qué mierda es eso? —pregunta riendo—. ¡Joder, estás loca!
Pongo la mano en el pecho indignada.
—Habilidades kamasutrales —defino con seriedad—: Dícese de la destreza de una persona para ser creativa en el ámbito sexual, siendo capaz de satisfacerse tanto a ella misma como a su pareja.
Me acabo de inventar el término, sí.
—No creo correcto que sea yo quien asegure si tengo o no habilidades kamatrusales —responde y rio porque lo dijo mal—, ka-ma-su-tra-les.
Murmura un «vaya término de mierda» y continuo riendo.
—Para ser un abogado de traje dices muchas palabrotas —canturreo.
—No mires la paja en el culo ajeno —me reprocha.
—¿No era en el ojo?
—Yo quiero que sea en el culo —insiste.
No lo contradigo; si yo invento términos, que él modifique refranes.
—Tienes un buen culo, cabe resaltar.
—¿Estás halagando mis atributos? —inquiere.
—Pues sí.
—Entonces, gracias.
Ambos reímos.
Quedamos en silencio y cierro los ojos disfrutando lo cómodo que resultan este tipo de momentos con él.
—Vine a invitarte a almorzar —suelta ocasionando que mi rostro gire sin demora para mirarlo—, mamá quiere conocer a su salvadora.
—Yo... —me he quedado sin palabras, vaya.
Abro y cierro la boca varias veces antes de que él decida intervenir para intentar calmar lo que sabe reconocer como miedo a la reacción de su progenitora en cuanto me vea.
—Solo tienes que ser tú misma, Adara —toma mi mano entre las suyas y acaricia con delicadeza mis nudillos—. Ya le agradas, ella solo debe ponerle rostro a la persona de quien le he hablado.
—¿Sabe que soy...?
—¿Una chica maravillosa? Sí, me encargué de decírselo —sabe que no hablo de ello—. Mira, puedo inventarme algo, así que no te sientas presionada, tienes un par de horas para decidir si quieres ir o no. Mamá sabe entender un no y no se enfada si lo escucha, tranquila, ¿sí?.
Me sonríe queriendo tranquilizarme y de repente sus ojos se iluminan.
»¿Quieres bailar? O podemos cantar karaoke, me siento artístico.
Lo miro confundida por el cambio de rumbo en la conversación, pero se pone de pie y extiende su mano hacia mí, la tomo y me atrae a él pegando mi espalda a su pecho.
Jo-der.
La música sale de su teléfono haciendo que nos balanceemos. Me pide que me mueva y él va a seguirme. Dejo que la música llene cada parte de mi cuerpo, me relajo y los movimientos salen solos, Lois no tiene dificultad para seguirme y atraparme cuando salto. Conectamos de una manera increíble, la primera vez me sorprendió que incluso con traje pudiera bailar tan bien, ahora tiene todas las comodidades y resulta mucho mejor.
Giro con sus manos sobre mi cintura y dejo caer mis brazos hacia atrás para luego envolverlos en su cuello cuando me alza. La canción termina y me baja posicionándome frente a él.
—¿Por qué no tienes novio, Brontë? —nunca había amado tanto mi segundo nombre.
¡Benditas sean las personas que tocan música moderna con instrumentos que le dan el toque clásico!
Me aleja y vuelve a pegarme a su cuerpo cuando la siguiente canción comienza. Siento que floto y no logro articular palabras.
—¿Brontë? —insiste.
—No estoy enamorada —respondo brevemente sin dejar de bailar.
—¿Y por qué no?
Giro a su alrededor, pero sus manos no tardan en sostenerme otra vez.
—Aún no encuentro a una persona que me haga sentir lo que, se supone, sientes cuando estás enamorado.
Me alza abrazando mi cintura con uno de sus brazos y sujetando mi pierna con el otro. Siento su respiración en mi cuello y el cosquilleo en mi vientre se hace presente.
—¿Crees que puedes decidir cuándo enamorarte?
No, no lo creo. Si fuese así ya lo habría hecho, porque sí, disfrutaba el sexo esporádico que tenía antes de que iniciara la farsa con Joset, pero no me llenaba, no era suficiente. Esos orgasmos podía dármelos sola, he ansiado enamorarme desde que superé lo que sucedió con Billy, pero simplemente no se ha dado.
Al inicio lo buscaba, sin embargo, llegué a la conclusión de que no era algo que podía forzar, que no porque le dijera a mi corazón "hey, enamórate de esa persona" me iba a hacer caso.
—No —caigo con elegancia—, es una de las tantas cosas que uno no puede decidir. Es como una ruleta rusa en la que tu mente es quien dispara —giro quedando frente a él—. "A este sí", "a este no", "puede que este quede, como puede que no", "sí, quedémonos con el de ojos grises", "no, mejor con el de ojos azules", todo lo decide la bala.
Me sonríe, afianzando su agarre en mi cintura.
»Enamorarse debe ser una sensación grata si lo haces de la persona correcta —concluyo—, y para eso tu ruleta rusa debe ser benevolente, lástima que le gusta divertirse con un poquito de sufrimiento de vez en cuando.
Le doy una palmadita en el pecho y frunzo los labios.
—Suerte con tu ruleta rusa, Lois.
Voy a la cocina por agua y vuelvo con dos vasos. Bebo el mío porque, incluso cuando solo fueron un par de canciones, estoy exhausta y le doy el otro a él. Me observa mientras hace lo mismo. Su mirada es penetrante pero no dejo que se encuentre con la mía porque no quiero que todo esto se vuelva incómodo.
Claro que él no piensa igual.
—Ada —su azul inquieto encuentra a mi verde evasivo—. ¿Soy tu amigo?
—Lo eres, Lois.
Está por decir algo más, pero el timbre suena haciéndonos voltear hacia la puerta.
Me acerco a abrir y el cuerpo gigante de Nick aparece en mi campo visual.
—¡Nicky! —exclamo abrazándolo—, te extrañé.
Remueve mi cabello antes de que lo suelte.
—Investigué el número —dice yendo directo al grano, típico de Nick—, tardé porque consulté con otros colegas, pero no hemos podido dar con nada. Es un x, no hay manera de descifrarlo.
Mi mente repite "Billy", pero no quiero creer que él pueda estar detrás de esto.
—Déjalo, Nick —le pongo una mano en el brazo para que relaje la postura—. De seguro solo fueron bromistas marcando al azar.
No parece convencido.
—Si vuelven a llamar no cuelgues tan pronto, retenlo el mayor tiempo posible, ese día instalé un software para poder rastrearlo, pero necesito que la llamada sea duradera.
Asiento.
—Vale, te dejo, estaré abajo si necesitas algo.
Vuelvo a abrazarlo y finalmente lo dejo ir.
—¿Hay algún problema? —La voz detrás de mí se escucha preocupada.
—Solo ideas tontas de mi cabeza —respondo—, no tiene importancia.
Entrecierra sus ojos hacia mí y es la misma reacción que obtuve de Nick.
—Si pediste que rastreen el número es porque tienes sospechas de quién podría ser —alega—, ¿hay alguien que quiera lastimarte?
No sé si lastimarme, pero puede que se haya enterado de lo que sucedió después del accidente.
—Billy, fue el chico del que hablaban en la tele —respondo sin querer mencionar más. Intento hacerme la fuerte ante la idea de volverlo a ver, no siento nada, pero verlo de nuevo es traer a mi memoria el infierno que pasé a su lado. El semblante de Lois cambia por completo, luciendo preocupado—. Tranquilo, no va a lastimarme.
Definitivamente no lo convenzo con mis palabras, ni siquiera consigo convencerme a mí misma, así que decido cambiarle el tema para que lo deje ir, no quiero pensar en ello.
—¿Quieres ensayar conmigo lo que necesito para las audiciones? —inquiero.
—No soy actor, Ada.
—No, pero me servirás de modelo, solo debes leer las líneas, la que hará las expresiones soy yo.
Termina cediendo, pero noto su mente en otro lado. No me cuesta memorizar las líneas, al tercer intento ya las tengo grabadas en mi mente. Poco a poco voy relajándolo y se ríe cuando gesticulo de más.
—Oh, Romeo, ¿dónde estás que no te veo? —me dejo caer dramáticamente y él es rápido al momento de atraparme.
—Creo que eso no decía la línea —dice poniéndome en pie.
—No, pero fue lindo que me atraparas —bromeo haciéndolo reír.
Avanzo con el ensayo y llega una escena en la que debo llorar, así que me meto de lleno en el papel sintiendo lo que la protagonista experimenta.
—Tú... nefasto bastardo —sollozo golpeándole el pecho—, ¡lo prometiste!
Lois me abraza haciéndome reír.
—Tonto, estoy actuando, se supone que debes estar firme e indiferente a mi sufrimiento —le regaño señalando lo que dice el guion.
Se encoge de hombros y no me suelta.
—Estás llorando, no me gusta verte así —insiste acariciando mi espalda.
—Joder, son lágrimas de cocodrilo. Definitivamente no podrás acompañarme a las grabaciones de la serie —me suelta indignado—. ¿Qué? Correrás a interrumpir la escena para abrazarme cada que llore y eso retrasará el rodaje.
Se cruza de brazos haciéndome verlo más atractivo de lo que ya es.
—Es mi trabajo, Lois —repito—. No me duele, quizá a ti te pagan por mostrar seriedad y formalidad, pues a mí me pagan por expresar las emociones que son requeridas. Effie está herida, el hombre que le ha jurado amor ha roto la promesa de casarse con ella cuando era lo que le había asegurado a su familia. Ahora será vista como defectuosa, los cortejos fueron públicos y la sociedad asumirá que algo anda mal con ella y eso le impedirá casarse con algún otro joven.
Me observa curioso, mientras sigo explicándole el trasfondo de la situación. Fiestas de debutantes, cortejos y matrimonios acordados.
—Se nota real —responde.
Resoplo.
—Es como se supone debe notarse, de lo contrario no sería buena actriz —le recalco divertida.
—Vale, vale, vuelve a empezar —pide restándole importancia.
Rio metiéndome en el rol nuevamente. Se posa firme como una pared de concreto mientras lloro reclamándole por haberme tocado sin que tuviera planes de desposarme. Sé que está haciendo su máximo esfuerzo porque incluso cuando luce impasible sus ojitos de perro triste me indican que podría romper a llorar ya mismo.
Sigue la línea cuando mi personaje toma la decisión de dejarlo e irse con la poca dignidad que le queda. Me giro aún con lágrimas en los ojos dispuesta a irme, pero, tal como dice el guion, me toma de la muñeca haciendo que mi pecho colapse contra el suyo. Sostiene mi cuello con una de sus grandes manos y me acerca a su rostro.
Vale, creo que esto no fue buena idea.
El encuentro de su azul con mi verde hace que tanto mi corazón como mi entrepierna reaccionen. Paso saliva cuando veo como relame sus labios.
Stop.
Rodeo su muñeca con mis dedos y hablo para romper la tensión.
—¿A qué hora está el almuerzo en tu casa? Creo que ya deberíamos ir saliendo.
Suspira antes de soltarme y me da la razón.
—Espera que voy a cambiarme.
Me sacudo el miedo y me repito que la mujer a quien conoceré es quien crió al chico que me ha ayudado en las últimas semanas, es la misma de quien él me ha hablado maravillas. Elijo unos vaqueros desgastados y una remera roja holgada, me calzo las zapatillas y aplico algo de labial en mis labios. Alcanzo una mochila para llevar mis cosas y salgo a la sala nuevamente.
Los ojos de Lois son peculiares, un tono de azul que jamás había visto y me gustan, me fascinan; sin embargo, que me vean como me están mirando ahora mismo logra ponerme nerviosa y la sensación hace que me remueva en mi sitio sin saber qué hacer o decir.
Se pone de pie y camina hacia mí extendiendo su mano.
—¿Y cómo o por qué yo tomaría tu mano? —inquiero divertida, otra vez ocultando las reacciones de mi cuerpo—. No soy una chica fácil, ni siquiera me has pedido una cita.
Hace esa cosa con la boca que me deja peor y esta vez me ofrece el brazo.
—Señorita, ¿me acompañaría usted a deleitarse el paladar con la deliciosa comida de mi dulce progenitora? —cuestiona.
Hago como que lo pienso y termino riendo para prenderme de su brazo.
—Gracias por amenizar mi triste existencia con su compañía —bromea saliendo al pasillo.
Bajamos para salir por la puerta trasera y le marco a Nick para avisarle que saldré.
—Estaré bien, no te preocupes —insisto—, tómense el resto del día libre si gustan.
No parece contento, pero sabe que últimamente hago mi voluntad así que no porfía más.
Veamos si realmente le agrado a la mamá de Lois como él dice.
***
Sus ojos son igual de impresionantes que los de su hijo, por lo que me siento pequeña cuando se acerca a mí clavando su mirada en la mía.
—Eres más bonita de lo que imaginé, Betty —saluda y volteo confundida a Lois que se encoge de hombros.
—Se llama Adara, mamá —le corrige—, Adara Brontë.
Sus ojos se abren sorprendidos al oír mi segundo nombre.
—Tus padres sí que tienen buen gusto para elegir nombres.
Sonrío en agradecimiento. Extiendo mi mano hacia ella, pero ella me acurruca entre sus brazos, ¿esta es la mujer "independiente y cero cariñosa" que describió Lois?
—Sí, parece bastante encantada contigo —bromea—, a mí no me abraza así.
—Es un placer, señora —digo cuando me suelta.
Hace un gesto de desaprobación pidiéndome que la llame por su nombre.
—Solo Hazel, por favor, eres encantadora y quiero que me hables con confianza.
—Vale, Hazel, bonito nombre, por cierto.
Sonríe invitándome a seguir. Me cuenta que su otro hijo está tomando fotos en el jardín y que él también está emocionado por verme. Dudo mucho que ignore mi situación, pero agradezco que no mencione nada al respecto.
—¿A qué se dedica tu hermano? —le pregunto a Lois deleitándome con las galletas de chocolate que dejó Hazel para mí.
—Es director de cine —responde—. Te conoce, pero no sabe que estarás aquí.
—¿Cómo? Yo...
—Tranquila, es admirador de tu trabajo, si supieras todos los adjetivos peyorativos que ha usado contra ese presentador de televisión... —sonríe—. Te va a agradar, no te preocupes.
Me relajo confiando en su palabra. Hazel es bastante parlanchina y me gusta que haga preguntas sencillas para hacerme sentir cómoda.
La puerta del jardín se abre mostrándome al que supongo es Elián, no se percata de mi presencia, solo entra con dificultad trayendo sus instrumentos. Hago un breve escaneo a su apariencia, es parecido a Lois con la excepción de que sus ojos son cafés y puede que tenga un par de centímetros menos.
—Ha sido un día perfecto, mamá —se emociona dejándolos a un costado—, el cielo está divino, en Londres el clima es tan frío...
Pasea la mirada por la cocina y se detiene en mí abriendo la boca quedando anonadado. Solo atino a ver a Lois que sonríe divertido por la reacción de su hermano.
—Vaya, cuando dijiste que era bonita no creí que así de bonita —sonríe acercándose—. Encantado, Adara, es un gusto tenerte aquí, soy un fiel admirador de tu trabajo y enemigo número uno de los imbéciles que intentan rebajarte.
»Disculpa si mi tonto hermano se ha portado como un idiota, es un troglodita en cuestiones de arte.
Lois le da un golpe en la nuca que lo hace reír.
—Gracias por el apoyo, hermano —lo regaña.
—Creo que puedo refutar eso —intervengo, entrando en confianza—, hoy me ayudó a ensayar y lo hizo muy bien.
Elián voltea sorprendido a verlo y él solo se encoge de hombros.
—Lo hiciste evolucionar, felicitaciones.
Hago una reverencia y él ríe.
—Me agradas y perdona el exceso de confianza al decir esto, pero si algún día estás aburrida, ¿puedo hacerte una sesión de fotos?
—¿No eras director de cine? —indago curiosa.
—Este tipo me sube mucho el titulo —refunfuña señalando a su hermano—. Algún día lo seré, ahora solo tomo fotos y adquiero experiencia. He trabajado en algunos proyectos importantes, pero el término "director" aún me queda grande.
—¿Estudiaste cine? —asiente—. ¿Entonces? Apuesta por tu talento Eli, ¿sabes que inicié mi carrera sin estudiar? Lo hice en el proceso y sí, me criticaron, pero el talento no pueden quitártelo.
—¿Ves, tonto? —Lois remueve su cabello—, no me crees a mí porque dices que no sé de esto, pero ella sí y te está diciendo lo mismo.
—Tengo solo veinticinco —insiste.
—Yo veintidós.
—Y yo, veintitrés, hacemos escalerita.
Bufa pero Lois y yo reímos.
Me pongo de pie degustando la última galleta y palmeo su hombro.
—Cree en ti, Elián —le recomiendo—. Ahora estoy libre, tú avísame y vengo para que captures una parte de mi belleza con esa cámara.
Le guiño un ojo.
Ayudo a Hazel a poner la mesa y ella viene trayendo los platos con ayuda de su hijo mayor. Lois está preparando el refresco en la cocina.
Huele de maravilla y no creo que sea coincidencia la elección del plato.
—Lois me dijo que era tu favorita —susurra Hazel en mi oído.
Le sonrío agradecida, comida casera, ¡que delicia!
Nos sentamos cuando todo está listo y algo de rubor se instala en mis mejillas al escuchar el suave gemido que sale de mi boca por la exquisita pasta que ha tocado mi lengua.
Joder, ya sé a quién Lois le sacó las habilidades culinarias.
Hazel me sonríe complacida por mi reacción.
—Dicen que comer es uno de los mejores placeres de la vida —comenta—, estoy de acuerdo.
Le doy la razón y continúo comiendo, esta vez evito soltar algún otro sonido travieso. La conversación y las risas fluyen sin problema, Lois se lamenta de que su mamá no lo quiere y ella le palmea la mejilla con cariño diciéndole que lo adora pero que no sea pesado.
Él ríe.
—Te dije que no exageraba —me señala—, creo que tú le agradas más que yo.
—Ada es una ternurita, no la metas en esto —lo regaña su mamá haciéndome sonreír.
Elián pasa lo que tiene en la boca para apoyar lo que dice Hazel.
—Ella me agrada, no la vayas a ahuyentar —lo amenaza y se dirige a mí—: Si se pone idiota puedes ser mi amiga y no la suya.
Río casi atorándome con la bebida.
—Calma, puedo ser amiga de ambos —les envío besitos—, nunca tantas personas habían insistido en ser mis amigos.
—Te has rodeado de gente estúpida —sentencia Haz—. ¿Crees que tu mamá pueda compartirte conmigo? Siempre quise una niña.
Ambos hermanos reaccionan a la vez indignándose ante la confesión.
—Oh, par de dramáticos, los amo y son mis niños, pero ella es tan linda que provoca tenerla cerca todo el tiempo y ¡la acabo de conocer! Ahora entiendo porque Lois salía a cada nada para ir a verte —sonríe—. Olvidé agradecerte por sacarlo de casa, andaba como garrapata pegado a mi pierna.
Ellos refunfuñan divertidos haciéndola rodar los ojos.
—Llamaré a su papá para que se los lleve a dar una vuelta en el London Eye a ver si se contentan —advierte.
Ambos aceptan encantados y Hazel me pide disculpas por lo infantiles que resultan sus hijos.
Me ofrezco a lavar los platos ya que no ayudé al momento de cocinar, ella duda pero finalmente me deja con Lois encargándome de limpiar.
—¿Viste que no muerden? —Inquiere el ojiazul secando los platos que lavo—. Les caíste bien.
—Y ellos a mí, tienes una bonita familia —me encuentro con su mirada y nuevamente tiene ese tinte que me hace temblar las piernas.
No tardo mucho y cuando termino me dirige hacia el jardín donde se encuentra Elián tomando fotos.
—¿Lo ha intentado? —pregunto bajito para que solo Lois me escuche y él niega.
—Creo que tiene miedo, pero te juro que es bueno, grabó un cortometraje el año pasado...—lo veo fruncir los labios—. No lo compartió porque una dolida le recalcó que apestaba en esto, desde entonces solo se dedica a tomar fotos.
Asiento, creo que puedo ayudar.
—Hey, Eli —lo llamo haciéndolo voltear—, ¿me das tu numero? Ya sabes, para coordinar la sesión de fotos, quiero algo que quede con mi esencia, debo dar un comunicado y una foto que represente lo que realmente soy vendría bien.
Sus ojos se iluminan y asiente de inmediato viniendo hasta donde estoy para intercambiar números.
—No voy a decepcionarte —me recalca.
—Sé que no lo harás —beso su mejilla despidiéndome—. Te veo pronto.
Volvemos a la sala donde se encuentra su mamá viendo una serie en donde aparece Lexie.
—Esa chica me agrada —la señala—, me encanta su personalidad.
—En persona es mucho más cool —le informo—, ¿quiere hablar con ella?
Sus lindos ojos se abren y asiente emocionada.
Le marco a Lex que me contesta al tercer timbre, está comiendo y saluda con una papa frita entre los dedos.
—Estoy con una fan que quiere conocerte, ¿le dices hola?
—Muéstrame a la hermosura.
Le paso el teléfono a Hazel y ambas conversan como si fueran viejas amigas por diez largos minutos donde solo las observo junto a mi amigo.
—¡Que tengas una linda tarde, Hazel! —exclama Lexie despidiéndose y ella me devuelve el teléfono, me enfoco a mí y a Lois—. ¡Guapo! Esa camiseta te hace ver los ojos más divinos de lo que son y tú, preciosa, ese labial hace cosas locas con tus labios. Lois cuidado al conducir, nuestra linda Ada puede ocasionar algún accidente.
Él solo sonríe rodeándome los hombros con uno de sus brazos antes de que colguemos.
Hazel le pone pausa a la serie para acompañarnos a la salida y me dice adiós con un fuerte abrazo al que le suma una caricia en la mejilla y un beso en la frente, me pide que vuelva pronto, que soy bienvenida.
Me monto en el vehículo y Lois hace aquello que me hizo exasperar cuando nos conocimos pero ahora solo consigue sacarme una sonrisa.
—Quien fuera el timón para que lo acaricies con tanta delicadeza —suelto haciéndolo voltear a mirarme—, ¿le falta cariño?
Sacude su cabeza y vuelve la vista al frente.
Frunzo el ceño sin comprender lo que le sucede. Poso mi mano en su pierna llamando su atención nuevamente.
—¿Qué sucede?
—Nada, tranquila —responde encendiendo el auto.
—Oye, ¿en serio te pusiste celoso por lo de tu mamá? —indago—. Porque era obvio que bromeaba, se nota a leguas que los ama con el alma.
Niega. Vale, no es eso.
—¿Quieres volver ya? —me pregunta mirándome más tiempo del necesario—, ¿o podemos ir a dar una vuelta?
Accedo y conforme avanzamos él vuelve a relajarse, necesito saber qué es lo que le sucedió. Sé que tiene derecho a guardárselo, pero mi instinto protector quiere solucionar cualquiera que sea el problema.
Vuelve a sonreírme y hace ameno el viaje cantando conmigo la música que sale de la radio.
Vale, puede que haya empezado a gustarme un poquito.
No seas perra débil.
Me gusta el bombón londinense, sí.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top