Capítulo 12
Park Jimin se había emborrachado al extremo porque no recordaba absolutamente nada. Por un momento creyó que debía sentir pánico al respecto porque podría haber hecho el ridículo delante de un grupo de mafiosos. Mas su mente racional lo frenó y recordó del hecho de que no estuviera teniendo esa conversación consigo mismo, vivo, eso significaba que la noche no fue tan mala.
Miró por la ventana del baño, preguntándose quién demonios había decidido que el sol necesitaba brillar tanto en primer lugar. Era completamente innecesario, debían atenuarlo un poco. Salió arrastrando los pies de su habitación de mala gana, preguntándose cómo demonios había regresado a casa. Estaba bastante seguro de que no lo hizo con sus propios pies.
— Buenos días. — Namjoon lo saludó cuando bajó las escaleras tan suavemente como pudo para no sacudir más su cabeza palpitante. Gruñó, arrastrando los pies hacia el sofá y tirándose sobre él.
— Es un mal día para mí, Namjoon. Pareces que estás mucho mejor que yo. — se quejó mirándolo de reojo y este se encogió de hombros, frunciendo un poco los labios antes de ponerse de pie.
— Sé que no tomas café, pero ayuda, así que te voy a servir un poco, ¿de acuerdo? — Suspiró contra el cojín.
— Sí, por favor. Tal vez eso me hará vomitar, finalmente. — Su estómago gorgoteó en respuesta haciéndolo taparse la boca, preguntándose si necesitaba correr hacia el baño común.
Escuchó otro arrastrar de pies y Yoongi apareció en su campo de visión, deteniéndose a cierta distancia, mirándole con el ceño fruncido en silencio, sus manos aún sobre su corbata medio atada.
— ¿Qué? — Preguntó molesto.
No estaba de humor para bromear con ese tipo. Necesitaba dormir, necesitaba vomitar, necesitaba que su cabeza parara dejar de girar y doler al mismo tiempo.
Min no dijo nada en respuesta, excepto arrugar el ceño un poco más, antes de apartar la vista del castaño.
— Si estás enojado porque me emborraché, detenme la próxima vez antes de tomar mi tercer vaso. — Hizo un puchero, sentándose derecho cuando Namjoon se me acercó con una taza de café en la mano. El pelinegro todavía estaba callado mientras él comenzaba a beber aquello. — Dios, ¿cómo beben ustedes esta mierda?
Yoongi se alejó de la sala y se dirigió a la cocina sin decirle una palabra. Por la forma en que su cuerpo estaba tenso mientras se movía, sabía que no estaba de buen humor. Tal vez lo molestó la noche anterior su estado de embriaguez. Extrañaba al mejor amigo que estaba demasiado preocupado y apegado a él, extrañaba al Yoongi que trataba de hacerlo hablar. ¿A dónde fue Min y cómo podía recuperarlo?
Además, ¿qué diablos había pasado esa anoche? Cerró los ojos de golpe, intentando recordar su noche.
Recordaba que Jade lo estaba sacando de la habitación en la que se encontraban, dejando atrás a Yoongi y a su acompañante. Tropezaron por un pasillo, riendo ambos como chiquillos. Estaba borracho por el alcohol. Las manos de Jade acariciando su cabello mientras trataba de atraerlo para besarle. En su memoria encontró ese momento en el que sus labios colisionaron. Una mordida. Jimin tocó sus labios sintiendo aún esa mañana el escozor.
¿Realmente besó a una mujer?
Bebió otro sorbo de café, haciendo memoria. Recordaba una mano que salió de lanada para tirarlo de la nuca. Terminó recostado en un cuerpo cálido que no era el de Jade, porque su rostro todavía seguía dentro de su campo de visión.
¿Quién fue ese? No se acordaba.
Llegó al auto sin vomitar, con algo de ayuda. Namjoon estaba allí en el asiento del conductor, mirándolo tan dura y seriamente como si un director le golpeara el trasero por abandonar la clase o hacer trampa en un examen. Dios había vomitado, fuera del coche antes de que la puerta pudiera cerrarse detrás de él.
Namjoon le decía algo sobre Jade. Pero sus labios no se movían. Entonces se volteó para ver y era Yoongi quien le hablaba de Jade. Eso le hizo sonreír. Yoongi le estaba frunciendo el ceño mientras le decía algo, pero no pudo controlar su sonrisa porque este lo estaba mirando. Solo mirándolo a él. Todo su enfoque estuvo en Jimin. No en esa mujer de grandes pechos que estuvo unida a su brazo toda la noche. Ella no estaba ahí en el auto con ello. Ese era su recuerdo más vívido, Yoongi mirándolo y él riéndose. Él...
¡Oh querido Dios del Cielo!
Él se había cercado a la bonita cara de Yoongi frunciendo sus labios, había tratado de besar a Min Yoongi, su mejor amigo. Parpadeó varias veces ante la taza que sostenía con sus manos temblorosas, incapaz de levantar la cabeza para mirar a Namjoon o Yoongi. Min había alejado su cabeza antes de que él pudiera alcanzarlo. ¡Fue jodidamente rechazado!
Park sentía que su pecho se contraía dolorosamente, casi como si fuera a tener un infarto. Se apresuró a dejar la taza en la mesa de café antes de romperla. Sus ojos se cerraron ante nuevos recuerdos.
Maldición, le había dicho que lo amaba desde que tenían dieciséis años. Joder, ahora sí necesitaba vomitar. Salió corriendo de la sala a toda velocidad, subiendo las escaleras para meterse en el santuario de su habitación. Tuvo la cordura de cerrar la puerta detrás antes de entrar al baño y vomitar hasta las tripas con el dolor de cabeza matándolo. No obstante, nada dolía como su pecho en ese momento.
Desde ese instante, Jimin no volvió a salir de su habitación. Apenas se movió de la cama en el que había elegido revolcarse envuelto en lástima. Incluso cuando el peligris fue a ofrecerle comida, se negó. Le dijo que necesitaba dormir para quitarse la resaca. Obviamente mintió, pero él simplemente no quería ver la lástima en sus ojos o que viera lo miserable que era en esos momentos.
Cuando le ofreció analgésicos para ayudar con la resaca. Los recibió en silencio a través de la grieta que hizo con su puerta, negándose a mirarlo. Estaba demasiado avergonzado, demasiado disgustado consigo mismo. Engulló el medicamento, deseando que detuviera el apuñalamiento en su pecho ese que lo estaba quebrando.
No ayudó, aunque estaba agradecido de que el dolor de cabeza comenzara a disminuir hasta un punto donde pudo ignorarlo. Fueron las pastillas o su corazón que literalmente se estaba rompiendo en pedazos, demasiado doloroso como para preocuparse por un simple dolor de cabeza.
Yoongi no regresó a la casa, no lo fue a ver o le ofreció consuelo, cuidados no mostró preocupación. Estaba seguro de que ni siquiera le preguntó a Namjoon por él. Lloró en su almohada, esperando que no lo escucharan desde abajo. Cuando se fueron a trabajar, lloró en voz alta, prácticamente lloriqueando mientras golpeaba las sábanas con el puño repetidamente, deseando poder borrar todo lo que pasó esa noche. Fue rechazado.
Adiós, nueve años de amor. Adiós a ese miserable amor unilateral e incluso adiós a esa amistad. Estaba seguro de que iba a ser abandonado porque conocía a Min y sabía cómo actuaría ahora que sabía que no solo era gay, sino que tenía sentimientos por él. Podía escuchar las palabras fuertes y claras en su cabeza. "No te atrevas a insinuar algo tan desagradable".
Él era una broma de mal gusto. Nunca debió haberse dejado llevar tan lejos. Nunca debió enamorarse tanto de él más cuando supo su opinión respecto a eso. Sabía que él nunca lo miraría del modo en que él miraba a Yoongi. Lo supo, sin embargo, se permitió amar tan profundamente a un hombre que nunca toleraría que otro hombre tuviera sentimientos románticos por él y mucho menos dejaría que ese hombre permaneciera cerca de él.
Se lo merecía. Nadie más que él se había hecho eso. Él les hizo eso. Nunca debió haberse permitido llegar al punto en el que no podría controlar sus propias acciones y palabras. Nunca debió haber saboteado su amistad desarrollando sentimientos por Yoongi.
La depresión estaba hundiendo sus garras cada vez más dentro de él, arrastrándolo peligrosamente cerca de considerar si debía irse o terminar con su propia miseria en ese momento. No podía enfrentar a Min nuevamente después de todo lo que había pasado la noche anterior. ¿Cómo iba a arreglar eso?
¿Cómo le rogaba que olvidara lo que dijo? ¿Cómo retiraba sus palabras? No podía hacerlo porque lo había escuchado, lo vio y tuvo que incluso alejarse de él cuando intentó besarlo. ¿Qué había hecho?
El resto del día permaneció solo con sus propios pensamientos patéticos, hasta que llegó la noche como el ángel de la muerte, esperando reclamar su próxima víctima. El ángel de la muerte fue Yoongi y su guadaña solo tuvo un trabajo, romper su corazón en pedazos para que nunca volviera a estar completo.
Esa noche, Min Yoongi llevó una mujer a su casa e inmediatamente Jimin supo cuáles eran sus intenciones. Aunque no era inusual que Min estuviera con una mujer, últimamente, desde hacía casi tres años, él no había llevado a ninguna mujer la casa, ni siquiera le había hablado de una mujer. Incluso cuando en el pasado lo hizo las llevaba a la habitación de invitados con discreción. Algo muy diferente de lo que ocurrió esa noche.
Él subió a aquella mujer hasta la planta alta que solamente estuvo reservada para ellos, su refugio filiar. Cruzó el umbral del santuario de su espacio personal. Decretaron que el primer piso era el espacio común, donde las personas podían entrar y salir libremente. Donde estaba bien tener extraños. El segundo piso, eso era sagrado. Esas escaleras que conducías a sus habitaciones eran como la escalera al cielo. Min estaba ensuciando ese refugio, su refugio, con la presencia de una mujer.
Ni siquiera fue discreto al respecto. Era como si ni siquiera estuviera tratando de ser sutil. Jimin literalmente lo escuchó meter a la mujer contra su puerta con toda la pasión que aquel momento tuvo. Podía escuchar cada envite, gruñido y gemido de ambos. Aquella mujer que parecía locutora de radio, narraba cada acto. Fue asqueroso oír los chasquidos de sus bocas cuando se hicieron sexo oral, tanto, que Jimin vomitó un poco en su boca.
Pudo escuchar todo. Fue como si estuviera montando un espectáculo exclusivo para él. No le cabía duda de que era lo que estaba tratando de hacer de todos modos y lo entendía. De verdad lo hacía, solo quería que se detuviera, que acabara con eso que estaba quitando trozos de su piel y corazón a cada segundo, desgarrándolo de adentro hacia afuera. ¡Por favor, Jimin solo quería que se detuviera!
No se atrevió a decir una sola palabra. Ni siquiera por el hecho de que estaban teniendo sexo fuera de su habitación, en lugar del propio cuarto de Yoongi donde posiblemente, los hubiera escuchado menos. Contuve la respiración, deseando de alguna manera dejar de existir para no tener que pasar por eso, tragándose las lágrimas sin permitirse llorar abiertamente, solo rezaba, le pedía a lo que existiera que se detuviera, pero sabía que nada lo escucharía. Ni siquiera Dios, que como su familia dijo, castigaba a los maricones como él.
Min lo estaba aplastado una, otra y otra vez. Su corazón era un desastre ampollado, dolía tanto que tuvo que sostener su pecho, hundiendo los dedos en su carne, sus uñas, para ver si el dolor le hacía pensar o sentir otra cosa, esperando que pronto se detuviera. Se dejó caer, sollozando más fuerte en sus sábanas, esperando que Yoongi no escuchara lo lamentable que era mientras mordía la tela para amortiguar sus gritos.
Trató de taparse los oídos, pero aún podía oírlos. Sus lágrimas nublaron su visión tanto que no se molestó en limpiarlas más. El ardor de sus ojos y la piel alrededor de estos empezaban a dejarle saber cuánto había estado llorando. Pero no era como si pudiera parar de todos modos. ¿Cuándo se detendría todo eso?
Mientras se abrazaba a sí mismo íntimamente, de una manera que nunca compartiría con su mejor amigo, pensaba. Le hubiera gustado nacer sin corazón, tal vez le dolería menos. Sin embargo, ahí estaba su mente castigando a su corazón por haberlo desobedecido en el pasado, haciéndolo imaginarse en la posición de la mujer, solo para caer más profundamente en las garras de la depresión.
Yoongi ganaba... Pudo haberlo rechazado o decepcionado amablemente, pero eligió ese método ruin. Decidió aplastarlo de la peor manera para ganar ese juego y lo consiguió. Hizo que cada momento del amor de Jimin y la adoración que este tuvo por él en los últimos nueve años parecieran basura, como tierra debajo de sus pies que Yoongi podía destruir pisoteándola.
Él era una basura por atreverse a tanto, lo entendía ahora. Quería salir corriendo de la habitación para decirle que lo comprendía. Que escuchó su mensaje alto y claro. No estaba interesado en él, nunca lo estaría, y quería que comprendiera que solo le interesan las mujeres. Realmente lo comprendía y aceptaba ahora ¿de acuerdo? Min ya podía dejar de hacer que esa tipa pidiera por más contra su puerta.
Se limpió furiosamente las lágrimas que caía de sus ojos mientras miraba el espacio debajo de su puerta, observando las sombras cambiar erráticamente, escuchando los sonidos de un cuerpo al ser golpeado contra la madera junto a los sonidos tanto de su éxtasis como de su pasión. Se tragó la bilis que se le subió a la garganta.
¡Maldición!
No tenía que habérselo demostrado así, las palabras habrían bastado.
+++
Jimin estuvo despierto toda la noche. Los había escuchado hacer el amor fuera de su habitación. Como si necesitara el recordatorio de que Yoongi nunca lo amaría de esa manera, nunca.
Lo escuchó susurrar palabras de pasión que nunca escucharía dirigidas a él. En un momento, logró convencerse de que necesitaba eso. Que Yoongi tuvo razón al hacer eso. Porque si él no lo hubiera hecho, nunca habría tenido la convicción de decirse a sí mismo que tenía que dejar ese amor por él de lado. Después de sabría Dios cuánto tiempo, fueron a la habitación de Min y minutos más tarde, la puerta del cuarto de Jimin se abrió para dejarlo ver el cuerpo de una mujer desnuda, despeinada y llena de marcas que se sorprendió, disculpándose acto seguido diciéndole que creyó que ese era el baño.
Al escucharla hablar, Yoongi salió, deteniéndose detrás de ella sin mirar a Jimin. Mordió sus hombros, besó su cuello amasando obscenamente sus senos y la volteó para besar sus labios con vehemencia antes de susurrarle que era la siguiente puerta mientras sin mirar al interior cerraba la habitación de un Jimin que se mordía los labios soportando su llanto.
Escuchó cuando Yoongi la envió a bajar las escaleras de la casa una vez que al parecer se aburrió. El castaño preguntaba si le daría la misma orden al día siguiente, cuando Min decidiera que ya no quería tener nada que ver él porque era desagradable.
No ofreció una disculpa o incluso una explicación en absoluto. Así fue como Jimin confirmó, que todo lo que Yoongi hizo esa noche fue un espectáculo solo para él. Una ronda de aplausos para fascinante show que el todopoderoso y siempre encantador Min Yoongi acababa de presentar ante un público exclusivo. Su acto fue espléndido. Su arte evoca sentimiento de angustiosa miseria. Le hubiera aplaudido si le restara energía para mover cualquier parte de su cuerpo.
¿Era esa su manera de decir vete a la mierda? ¿Quería que se fuera de esa casa sin decir una palabra? Jimin Se preguntaba si debía ahorrarse la vergüenza y salir de la casa por su propio pie ahora, en lugar de esperar a que lo mandaran a la calle.
No podía olvidar los sonidos, las palabras y las imágenes que quemaron cada fibra de su ser, recordándole que no era nada... Siempre sería nada en el corazón de Yoongi. Ni siquiera pudo cerrar los ojos el tiempo suficiente, antes de que las imágenes lo persiguieran, la imagen de Yoongi apartándose de él cuando intentó besarlo. Todo ese sexo potente que él pudo ver aún con la puerta cerrada y como si fuera poco, el final con broche de oro cuando esa mujer abrió su puerta.
Cuanto antes entendiera que él era solo un mueble en la vida de Min, que no estaba destinado a ser nada más para él, más pronto probablemente superaría el dolor en su pecho que amenazaba con detener su corazón.
Pasó la noche convenciéndose de que estaba bien. Que simplemente tenía que enfrentarse a Yoongi y decirle que todo fue un error, una broma que debería ser olvidada y que jamás haría un acto tan repugnante como sugerir que quería algo más que amistad con él. Era eso o enfrentarlo, preguntándole si irse mejoraría las cosas. No pudo dormir nada.
Dejó de llorar completamente. Simplemente se recostó en su cama, acurrucado, dolorido y preguntándose si podría engañarse y pensar que sus sentimientos por Yoongi no eran románticos, sino platónicos. Que su confesión con él fue soñada y que nunca sucedió.
Así pasaron las horas. Lloró, dejó de llorar y lloró un poco más. Cuando llegó la mañana, estuvo dolorosamente consciente cuando Yoongi se despertó y salió de su habitación. Lo escuchó caminar por el pasillo más allá de su habitación, paseándose por donde había follado a una mujer la noche anterior hasta que bajó los escalones hacia el primer piso. Lo escuchó tan fuerte y claro, como lo hizo en la noche.
Se ahogó con las lágrimas una vez más ante los recuerdos, pero se los tragó por pura voluntad. Escuché como Namjoon entraba a la casa como un reloj. Esperó hasta que estuvo a punto de abandonar la casa para ir a trabajar, solo entonces se levantó de la cama.
Decidió, mientras miraba los ojos atormentados en el espejo que lo reflejaban, que iba a hacer algo estúpido. Mientras bajaba los escalones con su corazón pesado y golpeado, con su cuerpo cansado, logró atraparlos antes de que salieran de la casa.
Namjoon se detuvo cuando vio su apariencia, los dedos del menor se quedaron en los rieles de las escaleras para en caso de que tuviera que sostenerse. No podía derrumbarse delante de Min. No quería que lo viera tan débil. Ya pensaba que era repugnante, un imbécil débil, no se lo iba a dejar ver.
Se aclaró la garganta cuando el peligris frunció el ceño ante la expresión de su rostro. Rápidamente trató de ordenar todo lo que pudo sus pensamientos antes de bajar. Yoongi estaba calmado, pero no se giró para mirarlo, lo entendía.
Estaba demasiado disgustado con él como para siquiera mirarlo. Pero Jimin necesitaba hacer eso. Necesitaba saber si necesitaba salir de esa casa. Necesitaba saber qué tan dañadas estaban las cosas entre Yoongi y él.
¿Todavía tenía la oportunidad de seguir siendo su amigo? Solo un amigo, no se atrevía a desear nada más. Lo sabía ahora.
— Te dije que me gustabas y traté de besarte. Sé que no sientes lo mismo por mí y lamento haberte hecho pasar por eso. — Espetó, no quería retrasar lo inevitable con palabras de relleno que no quería decir.
Además, necesitaba sacar eso de su pecho y superarlo lo antes posible. Arrastrar eso solo lo mataría aún más. No le importaba que Namjoon estuviera allí, mirándole y escuchándolo mientras cavaba su patética tumba un poco más profunda. ¿Por qué le importaría? Él estuvo allí en el auto cuando intentó besar a Yoongi y estuvo allí cuando confesaba su amor eterno por el pelinegro. Él estaba ahora ahí cuando trataba de restaurar su amistad con mentiras. Su mejor amigo no se movió para mirarlo, pero pudo ver su mandíbula tensa a medida que hablaba.
— No lo volveré a hacer nunca más. — Su voz se quebró un poco mientras hablaba y se apresuró a asegurarse de no llorar a pesar de que estaba recordando el espectáculo de la noche. — Ya lo superé. — Su voz se volvió chirriante al final, pero lo hizo bastante bien.
Mentiras. Se había acostumbrado a mentir muy bien, así que esperaba que Yoongi tomara sus palabras.
— Perfecto. Espero que no sean mentiras.
Su pecho me apuñaló dolorosamente al escucharlo, lo suficiente como para que vacilara un poco su equilibrio, haciéndole agarrarse a la barandilla con fuerza para asegurarse de que no caería patéticamente. Esperando que eso le ofreciera la fuerza suficiente para no derrumbarse. Los ojos de Namjoon se agrandaron dando rápidamente hacia él.
— ¿Jimin? — Su voz era suave, el nombrado se encontró deseando que fuera el pelinegro quien le mirara como lo hacía Kim.
Levantó su mano para detenerlo, notando brevemente que sus dedos estaban temblando. No creía poder mantener la calma si alguien lo consolara en ese instante. Necesitaba hacer eso, solo.
— Lo prometo. — Eso era lo último que oiría de los sentimientos que tenía por él. — Todo está superado ahora. — Soltó una risa amarga y cansada. — No intentaré besarte de nuevo, ni hacer nada, ni hablar de eso nunca más, lo prometo. Nunca volverá a suceder. — Apretó sus manos temblorosas en puños, clavando las uñas en la carne.
Yoongi no dijo una palabra y tuvo una vez más que tragarse el sollozo en su garganta que amenazaba con aparecer. Una lágrima se deslizó por su mejilla mientras miraba la parte posterior de la cabeza de cabellos negros.
— ¿Debo irme? — Se atragantó, las lágrimas brotaban de sus ojos sin poderlas contener.
Casi pudo escuchar la respuesta en sus oídos. Por supuesto que él quería que saliera de su vida. Había estado haciendo todo eso para mostrarle cuan mal estaban sus sentimientos por él, que no quería tener nada que ver con Jimin o su jodida confesión. Quedándose donde estaba y respirando profundamente, Yoongi giró la cabeza para mirarlo brevemente.
— No lo hagas, no te vayas.
Su corazón se hizo añicos, un millón de pedazos al ver la mirada cautelosa en sus ojos. Como si tuviera que protegerse de Jimin. Como si no confiara en él. El cuerpo de Jimin se sacudió y esto le hizo pasar un brazo sobre su pecho para evitar temblar tanto, los nudillos de la mano que tenía alrededor de la barandilla se volvieron blancos por el agarre tan fuerte. Min metió las manos en los bolsillos y apartó su mirada del menor. El castaño se rompió un poco más porque su mejor amigo ahora ni siquiera podía mirarlo.
— No te vayas. — Fue lo único que dijo antes de girarse sobre sus talones.
— ¿Dónde estamos parados ahora? — No creía poder quedarse en la vida del pelinegro solo para verlo evitarlo, tratarlo como si no existiera porque no quería lidiar con los sentimientos que sentía por él.
Yoongi dejó de moverse. No se alejó un paso más, pero tampoco lo miró.
— Tu situación está controlada.
¿Su situación? Quería llorar más fuerte y reír al mismo puto tiempo. Estaba llamando a sus nueve años largos de sentimientos por él una "situación". Jimin quiso dejarlo todo, salir de ese lugar antes de que lo echaran, salvarse de la miseria y vergüenza. Pero como en toda su vida, no pudo reunir el valor para hacer eso.
Debería estar enojado con él, debería estar amargado por sus reacciones, lo que hizo en la noche. Pero su lado, el suicida, el lado desesperado de su persona estaba agarrándose a la nada para permanecer en su vida. No tenía nada para vivir, no lo tenía a él. ¿Por qué tenía que vivir así?
— Bien. — Logró decir entre las lágrimas.
El dolor en su cabeza y pecho competían ferozmente. Peleaban por ver quién lo mataría primero y Jimin estaba votando por el dolor en su pecho para que dejara de latir su corazón antes de que su dolor de cabeza matara a cada una de las células cerebrales que tenía y lo enviara a una muerte cerebral.
— Bien entonces.— Su voz era suave, pero firme.
Contuvo el aliento, había terminado. Nunca serían más que amigos y tendría que estar de acuerdo con eso. Tenía que estarlo porque de lo contrario, ni siquiera quedaría una amistad.
— Estamos bien, ¿verdad? — Su voz volvía a ser tímida, vulnerable, como un niño. Se odiaba por no ser más fuerte, por no poder reírse de eso como una broma. Odiaba haber elegido usar ese método para admitir que sentía algo por él. Odiaba estar mintiendo para dejar de amarlo. Yoongi frunció el ceño, antes de mirarlo de soslayo.
— Sí, lo estamos.
— Bien. — Murmuró por lo bajo.
— De acuerdo. — Yoongi se enderezó antes de dirigirse a la puerta una vez más.
Namjoon le ofreció una mirada preocupada por varios segundos pero lo ignoró. Cuando se dio cuenta de que no iba a darle ninguna indicación de si estaba bien, siguió a Min en silencio.
— Tenga un buen día. — Musitó Jimin débilmente, antes de ver sus espaldas salir de la casa y las puertas cerrarse de golpe tras ellos.
Mientras miraba y escuchaba la puerta cerrarse, todo se sentía como una epifanía golpeándole fuerte. Se desplomó en el suelo, acunando mi rostro, sollozando como el desastre que era, dándose cuenta de que Yoongi había cerrado su lado de la puerta entre ello y que nunca podría lograr que volviera a abrirla, por mucho que suplicara o cualquier esfuerzo pusiera para que volviera a confiar en él.
En ese momento, deseó no haberle prometido nunca a Yoongi que olvidaría sus sentimientos por él. Lamentó no tener la fuerza para salir de su vida. Odiaba ser débil y tener tanto miedo de estar solo. Ni siquiera podía respirar correctamente.
Ese no era lugar para él. No había lugar para él.
¿Cómo iba a empezar a olvidarlo?
Finalmente la última parte de lo que hubiera sido el capítulo 10. Mi matemática me falló, sorry. ejeje. (Perdónenme los errores)
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