Capítulo Cinco

Siempre había tenido mucha curiosidad acerca de Kier, desde que un vampiro lo nombró en West Salem no pude dejar de pensar en quién era. Con el tiempo, y cuando supe que Gael quería derrocarlo, quise saber si les unía algún tipo de relación entre ellos o solo era por poder, ya que de forma constante me recordaba que el poder era lo que hacía que la gente actuase de una forma u otra, que era muy tentador. Cuando conocí más a Gael como hice, me di cuenta de que no era solo por ambición, no era su estilo. Había algo oculto que no sabía, me faltaba algo para tenerlo todo claro, aunque no me preocupaba mucho, no sabía tantas cosas, no me angustiaba saber que no tenía una pieza para completar el puzzle. Y esa era que Kier y Gael eran hermanos.

Ahora todo tenía más sentido, la rabia de Kier al hablar de Gael, tanta que parecía que escupía las palabras al referirse a él, las ganas de este último de recuperar el poder, su gran insistencia, las medidas equivocadas para tener una ventaja contra él... Todo era una disputa entre hermanos en la que sin saber bien cómo, había quedado en medio. Una que llevaba siglos.

¿Por qué Gael no me había dicho la verdad desde un principio? Hubiera sido todo más fácil y ahora no estaría tan sorprendida, no es que me hubiese mentido de forma directa, había omitido la verdad, que venía a ser lo mismo y estaba furiosa. Kier, contándomelo, volvía a tener el control de la situación, manejando todo a su antojo. Estaba decidiendo los tiempos de nuestra batalla, aunque solo fuese dialéctica, y me tenía exactamente donde él quería, porque me conocía y sabía que no pasaría por alto lo que me acababa de decir y querría saber más. Mi gran curiosidad era uno de mis mayores defectos, quería saberlo todo en el momento.

—Veo por tu expresión de sorpresa que mi pequeño hermanito no te ha contado nada de nuestra relación —sonríe Kier—. Muy mal por su parte, tú odias las mentiras. Una más para su lista, ¿las cuentas? Creo que sí, es algo que veo típico de ti—intenta saber y sonríe—. Debe ser duro para ti que todos te mientan, ¿verdad? Si te fijas, soy el único que desde que nos hemos conocido no te ha mentido, podría haberlo hecho pero no es mi estilo. Eso es un punto para mí, ¿no? Es decir, tiene que serlo, me estoy ganando tu amistad. No te he mentido.

—No seremos amigos, nunca. Sácate la idea de la cabeza.

—Eres demasiado tozuda, y eso no es bueno. Quizá por eso no te cuento la historia... Es una pena.

—No lo hagas, no me interesa —gruño en un intento de seguir siendo la de siempre, la que no se rinde.

—No te gustan las mentiras, pero acabas de mentirme. Muy mal, querida —y con su dedo índice me toca la nariz, como si se tratase de un gesto cariñoso, aunque solo provoca que me de asco su contacto—. Sí te contaré la historia, no soy malo, sé que te mueres de curiosidad por conocerlo todo. Quizá así odias a Gael después de eso. Estaría bien de hecho.

—¿Por qué tanto interés en que lo haga? No saldré de aquí nunca, ¿cierto? —Kier asiente— Entonces es igual si lo odio o no, voy a morir igual. Él nunca va a saberlo.

—No es igual, querida. Lo haría todo más poético. Gael en sus últimos momentos, a punto de morir, viendo cómo su querida hada de fuego va a hacerlo en ese instante delante de él, sin poder hacer nada. Y su querida Aerith, en lugar de mirarlo con amor o con cariño, lo miraría con odio. Eso lo dejaría tan destrozado. Sería perfecto. Sería hacer que sus últimos minutos de vida fueran aún peores de lo que estarían siendo. Toda una obra de arte.

—¿Te han dicho alguna vez que eres muy retorcido?

—¿Crees que lo soy? Eso para mí es un elogio. Así que gracias. En fin, voy a empezar por el principio, y querida, puedes interrumpirme siempre que quieras, es más, te iré preguntando por si me estás escuchando, ¿de acuerdo? Porque quiero que lo escuches todo, quiero que te quede claro quién es Gael.

—Sé quién es... —murmuro, pero la duda en mi voz es tan evidente que hace que Kier se ría.

—Qué poco convincente has sonado, querida. Mientes fatal —suspira y me aparta un mechón de la cara—. Todo se remonta a hace más o menos un milenio atrás, sí, aunque no lo parezca tengo tantos años, me conservo muy bien, ¿verdad? —vuelve a reírse— Por esos tiempos no había tantos vampiros como los hay ahora. Sé que sabes las clases que existen, mi hermano te lo ha explicado, te entrenó bien, siempre lo ha hecho, es una de sus cualidades. Todo lo que Niels sabe se lo enseñó él, y mira, me estoy aprovechando de eso para mi propio beneficio. Volviendo a lo que decía, por esos tiempos no había tantos vampiros y no estaban tan unidos como ahora. Por eso se decidió unir a dos de los aquelarres más fuertes para así unir comunidades, o mejor dicho, mi padre y mi madre se casaron —explica—. Al contrario de lo que mucha gente se cree o lo que dicen las leyendas, los vampiros sí podemos tener descendencia entre nosotros. Solo se tienen que cumplir unas condiciones concretas...

—¿Y esas son? —le presiono para que siga hablando ya que se ha quedado callado. Sé que lo ha hecho para que le interrumpa y me ha vuelto a ganar, necesito saber toda la historia.

—El color de ojos de un gobernante indica la mezcla de tipos de vampiro que somos, aunque siempre se combina con el verde, solo los gobernantes tenemos el matiz de verde. Como sabes, hay una clase de vampiros que son los procreadores. Esos son los que pueden tener descendencia, es su obligación de hecho, y sus ojos son de color gris. ¿Hasta ahí todo bien, querida? —mi silencio es la respuesta que necesita para seguir— Mi padre tenía los ojos verde grisáceos, así que podía tener descendencia porque tenía características de un procreador, así que para hacer un resumen rápido, él y mi madre se dieron mucho amor y me tuvieron a mí. Aunque yo no heredé esa habilidad que tenía mi padre, si te fijas en mis ojos son de un color azul-verdoso, como mi madre. ¿Te gustan mis ojos? —y al ver que no contesto los clava en mí, está perdiendo la paciencia o es lo que creo.

—Prefiero los de Gael —espeto.

—Sí, me lo suponía, los sentimientos hacen que no seas objetiva, los míos son mejores. Siguiendo con mi historia, nací yo, el hijo de la unión de dos de los aquelarres más importantes en ese momento, el que iba a heredar el trono, el que iba a ser el rey de todos los vampiros, el que iba a suponer un cambio. Pero no todo salió como yo quería...

—¿Seguro? Ahora eres tú quien gobierna, no sé a qué te refieres.

—Mi padre era un romántico, no sé quién te debe recordar eso —ríe—. Nunca le gustó la idea de casarse por compromiso, pero lo hizo por el bien de su gente, él era el gobernante y tenía que hacer lo mejor para su pueblo. Sin embargo, por mucho que pasasen los años, nunca llegó a estar enamorado de mi madre, y ella lo sabía, tampoco es que le importase mucho, o eso es lo que me decía...

—Supongo que en eso has salido a ella, ¿no?

—Supones bien. Mi padre como te he dicho era un romántico, y se enamoró de otra vampiresa. Nada más y nada menos que una procreadora... la que con el tiempo se convertiría en la madre de Gael. Lo dejó todo por ella, todo —remarca y aprieta tanto los labios al decirlo, tiene tanta rabia, que me genera un escalofrío—. De esa relación, como debes suponer, nació Gael, mi hermano, mi pequeño hermano. Yo al principio estaba contento de tener a un hermano, o eso es lo que recuerdo de esa época, me sentía muy solo al ser hijo único, con su llegada tenía alguien que me acompañaba, alguien que me entendía... Pero empezaron las diferencias entre ambos, mi padre no es que fuese muy cariñoso, pero con Gael hacía la excepción, lo era, lo miraba con amor, lo quería de verdad como a un hijo. No digo que a mí no lo hiciera, pero no era lo mismo, no era el hijo de la mujer que amaba.

—¿Tienes problemas de amor paterno? —sonrío en un intento de burlarme de él.

—Los mismos que tú —y se ríe. Me he intentado burlar de él y me he dado cuenta de que no puedo hacerlo, no sirve de nada—. A mí no es que me importase mucho que no me quisiera, yo estaba centrado en pensar en nuevas formas de que los vampiros que no estaban bajo mi futuro mandato lo estuvieran. Empecé a hacer algunos ataques, sobre todo a los aquelarres que sabía que no tenían posibilidades contra mí, los más débiles. Al principio mi padre me acompañaba en esas batallas, poco a poco íbamos conquistando territorios, los dos juntos, haciéndonos más fuertes, mientras que Gael se quedaba en nuestro territorio. Por esas épocas le gustaba mucho leer, se pasaba largas estancias en la biblioteca, porque nuestro padre le dejaba vivir con nosotros, que fuese hijo de otra vampiresa nunca fue un impedimento para eso, no lo ocultó.

—¿Qué cambió? —intento saber.

—Todo lo hizo —ríe él—. Al tener tantos frentes de batalla abiertos, nos atacaron. Y murió mi madre. Ella era muy importante para mí, creo que aunque hayan pasado tantos siglos desde su muerte, sigue siéndolo. Me lo enseñó todo.

—Es decir, ¿tu madre también era una loca sádica?

—Veo que empiezas a recuperar tu carácter, me gusta, estás recuperando tu fuego interno. Mi madre sabía cómo eran las cosas. Sabía que su opinión no era importante delante de la de mi padre, y más en esos tiempos... ¿Sabes a lo que me refiero? No solo los humanos tenían esas tendencias en las que el hombre estaba por encima de la mujer, también los vampiros. Y antes de que digas nada, yo nunca pensé así, porque la persona más inteligente que conocí nunca, fue mi madre. Ella sabía cuál era su papel, y nos lo recordaba siempre a mis hermanas y a mí. Y sabía jugar con ello para su propio beneficio.

—¿Hermanas? —otra novedad, otra cosa que Gael no me había dicho.

—Sí. Se esperaba más de un hijo del matrimonio que conformaban mis padres. Tenían unas obligaciones... Las cumplieron, como tenía que ser. Tuve tres hermanas y también a Gael, aunque yo era el único que se llevaba bien con tu querido Gael, mis hermanas lo detestaban, al igual que mi madre —se queda de nuevo en silencio y vuelve a tocarme la nariz—. ¿Dónde me había quedado? ¡Ah, sí! Asesinaron a mi madre, y como debes suponer, yo quería venganza. Quería matar a todos aquellos que tenían algo que ver, quería vengarme de ellos, hacerles sufrir. Pero ¿sabes qué pasó?

—¿Importa?

—Mucho —asiente con la cabeza—. Mi padre no me dejó. Dijo que primero teníamos que recuperar fuerzas, preparar una buena estrategia...

—¿Lo normal?

—No. Si consiguen penetrar en tu territorio y atacarte, tú debes hacer lo mismo de inmediato. Demostrar que tú eres más fuerte. Y mi padre se resignó. No hizo nada. Y como él seguía gobernando no podía actuar... aún era muy joven a su lado, no tenía ninguna oportunidad. Así que me quedé callado, observando cómo se iban desarrollando las cosas...

—Pobre Kier... —me mofo— Que no podía hacer nada.

—De hacer, sí hice —se ríe—. Sin que mi padre se enterase me vengué de ellos, maté a cada uno de ellos, deleitándome. Él se creyó que al no atacar creó un precedente de paz, qué iluso fue. Había paz porque yo demostré que no éramos débiles.

—Tan considerado por tu parte...

—¿Verdad que sí? Fui un muy buen hijo. Aunque esa sensación de poder, el miedo que me tenían, me gustó. Así que empecé a conquistar más territorios por mi cuenta. Se supone que es lo que debía hacer, ¿no? Y lo hice a espaldas de mi padre, porque él decía que esa paz que teníamos era suficiente. ¡Perdió sus ganas de ser más poderoso! Solo se quedaba con Gael, solo pasaba tiempo con él.

—¿Celoso?

—De hecho, sí. Lo estaba —reconoce—. ¿Ves? Yo no te miento, querida. Me molestaba mucho lo unidos que estaban, me sentía en un segundo plano. Yo era el que hacía que no nos atacasen, el que cundía el pánico dándonos una reputación. ¡Todo era gracias a mí!

—Pobre, Kier... ¿No te tenían en consideración? —está perdiendo el control, está lleno de rabia.

—Lo único que me consolaba es que yo era el heredero. El que iba a heredar el nuevo reino que tanto me había costado construir conquistando tantos territorios. Pero mi padre no pensó igual...

—¿No?

—Para nada, querida. Al haber pasado un tiempo desde la muerte de mi madre, se casó con la madre de Gael. Todo era felicidad, y yo cada vez estaba más cansado de la situación. ¡Se había vuelto un flojo! Y de nuevo, pasaba demasiado tiempo con tu amado, me dejaba de lado hasta en las situaciones que tenía que estar, en las valoraciones de cómo iban las cosas. Era como si me hubiera apartado del gobierno, como si no me tuviese en cuenta... Y era así. Me lo dijo una de mis hermanas. ¿Quieres saber el qué?

—Quiera o no, me lo dirás.

—Estás en lo correcto. Una de mis hermanas me dijo que había escuchado que nuestro padre no estaba dispuesto a dejarme el trono, que no quería que gobernase. Se había enterado de todas mis pequeñas incursiones en otros territorios, sabía de mis tendencias... Y no lo consideraba oportuno para el nuevo líder. Había estado preparando a Gael durante tantos años para que fuese su sucesor, y lo sabían todos sus consejeros. De hecho, creo que lo sabía casi todo el reino menos yo...

—¿Por eso odias a Gael? —me aventuro a preguntar— ¿Porque es más apto que tú?

—¿Más apto? —chilla enloquecido con los ojos tan abiertos y salidos que parece que le van a salir de las cuencas— ¿¡Más apto!? ¡Yo era el elegido! ¡El que tenía que gobernar! Lo había hecho todo, me había dejado la piel... Y consideró que Gael, que nunca había venido a luchar conmigo, era el indicado. ¡Era ilógico!

—¿Y no hiciste nada?

—Claro que hice algo —se carcajea—. Primero fui a pedirle explicaciones a mi padre. Quería saber el motivo por él. Y todo fueron excusas, que si todo no era las batallas, que era muy importante ser diplomático. Y Gael era mucho mejor que yo, que gracias a él se habían evitado muchas guerras. ¡Fue gracias a mí y mis ataques!

—¿Y si tenía razón?

—¡No la tenía! —chilla tan fuerte que su voz resuena por toda la estancia— Yo era el más apto aunque creyese que no, que era demasiado violento y sádico... Decía que me faltaba ser más racional, que no todo se solucionaba matando a los rivales. Así que como no iba a dejarme el poder... tuve que tomar medidas extraordinarias.

No sé si es la manera en la que ha pronunciado esta última frase, la sonrisa que se le ha escapado, o algo más que se me escapa, pero se me eriza de nuevo la piel.

—¿Y esas fueron? —me atrevo a preguntar en un susurro. Sea lo que sea, será horrible.

—Los maté —y de nuevo, esa sonrisa, una que muestra que no se arrepiente—. Por la noche, cuando estaban descansando, durmiendo, o lo que hiciera que estuviesen haciendo, maté a mi padre y después a su nueva esposa. Después fui a matar a mis hermanas, no me habían hecho nada, pero eran una amenaza para mí, su existencia era una posible mancha en mi reclamo al poder, así que tuve que matarlas...

—¿No las querías?

—Sí, pero eran una amenaza. Solo me quedaba eliminar a mi mayor rival, Gael.

—Y no tuviste suerte... —recalco lo obvio.

—No, no sé cómo pero Gael escapó. Al principio no me importó, tomé el poder. Mi padre estaba muerto, necesitaban un líder, y me ofrecí. Pero con el paso del tiempo, y pese a que gracias a mí nos hemos convertido en el aquelarre más fuerte y poderoso, muchos gobernantes vieron con malos ojos que yo estuviese al mando, como debes suponer, todos ellos ahora están muertos. Sin embargo, sabía que mientras Gael siguiese con vida, muchos dudarían de mi potencial y de lo que podía ofrecer, de los beneficios de tenerme a mí al mando. Por eso estamos enfrentados, supongo que él no me perdona que matase a nuestro padre y le quitase el poder y yo quiero matarlo para completar el ciclo y que nadie dude de mí. Y eso es todo, ¿qué opinas, querida?

—Estás loco —admito. No me hace falta pensar mucho más en ello. Una persona normal no hubiera hecho las cosas que hizo Kier. No todo era el poder.

—Querida, me dueles. Creía que te pondrías de mi parte.

—Mataste a tu padre...

—Y tú quieres matar al tuyo. No somos tan distintos, ¿no?

—Es distinto...

—Para mí no lo es... Somos iguales, Aerith. Creía que te pondrías de mi parte al saber todo...

—Te equivocas —murmuro—. Ahora entiendo mejor a Gael.

—Es una pena... Una pena —repite—. Supongo que si con palabras no puedo convencerte, van a tener que ser las acciones.

Y no hace falta que me diga más, sé que van a volver a torturarme.









Helloooo, mucha gente me pide que la siga y tal, y bueno, os voy a ir subiendo los capítulos que ya están hechos (hay 28) y aviso, están sin editar, pero aquí os los dejo.

Muchos besos xx. Seguramente suba otro esta semana o la que viene :), hasta los 28 que hay escritos, así quizá me motivo para acabarl ahhaha

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