39. Shésimu


Amaneció dando paso al ansiado día. Esmeralda se arregló muy bien, era el momento de ver si le darían el empleo. La muchacha salió mientras las demás dormían, caminó emocionada por el pueblo hasta llegar a la cafetería.

—Buenos días, mi nombre es Amalia Éminos, bienvenidos a... ¡Señorita! —se interrumpió a sí misma la mujer que se encontraba en la entrada del lugar, en cuanto notó que era Esmeralda—. Tengo buenas noticias, las dueñas quieren entrevistarla para el empleo. ¿Quiere que anuncie su llegada? Creo que una de ellas está libre.

La chica asintió y la mujer le hizo pasar poco después. Era su primera entrevista formal de trabajo, no tenía mucha experiencia, pero entró decidida a dónde le indicaron; ahí, se encontraba una mujer regordeta y sonriente.

—Buenos días, soy Viviana, la dueña del lugar.

—Mucho gusto, me llamo Esmeralda Daar —contestó la chica estrechando la mano de Viviana.

—Muy bien, Esmeralda. ¿Qué edad tienes?

—Diecinueve años.

—¿Qué experiencia laboral has tenido?

—He trabajado varios años como costurera y también como recolectora de cerezas en Lizonia —explicó la chica nerviosa.

—¿Qué disponibilidad tienes?

—Sólo los fines de semana, desde temprano hasta la noche.

La mujer parecía muy amable, Esmeralda se mostró confiada siempre, aunque por dentro era todo lo contrario. Se sintió aliviada cuando le dijeron que el empleo era suyo. Le otorgaron un uniforme algo diferente al de la chica de la entrada, éste era una falda a la rodilla azul marino, un listón en el mismo tono, una blusa blanca de cuello convertible que tenía dos rayas del mismo tono que la falda en cada solapa, y los mismos botones dorados en las mangas y al frente.

Le dijeron que podía comenzar al siguiente día, la muchacha se fue muy contenta de nuevo a la escuela, en donde ya estaban las emocionadas Kimiosea y Nereida y la antipática Shinzo preparándose para salir.

Cuando terminaron se despidieron de Esmeralda, la muchacha les sonrió y se quedó deseándoles lo mejor. Apenas salieron de los dormitorios y Naudur ya estaba esperándolas con unas flores de color turquesa para Kimiosea, la rubia se sonrojó y lo abrazó con timidez. Todos esperaron un rato a que el resto llegara, pasados unos minutos los muchachos aparecieron. Iniesto venía arrastrando los pies, pero, al parecer, a Nereida no le importó pues de inmediato se fue junto a él. Esmeralda le había informado a Dimitri que la reservación estaba a su nombre, por lo tanto no perdieron tiempo y caminaron directo al pueblo.

De noche, era aún más hermoso, los cristales sacaban una ligera luz que iluminaba bellamente las calles, en ese momento ya comenzaba a hacer frío, pero no era molesto, era más bien ese toque natural que hace falta en cualquier lado. Encontraron el café que les indicó la chica, se quedaron maravillados por lo bonito que era, entraron y hablaron con la empleada de la entrada.

—Buenas noches, mi nombre es Amalia Éminos, bienvenidos a Shésimu. ¿En qué puedo ayudarlos?

—Buenas noches, tengo una reservación a nombre de Dimitri —dijo el muchacho orgulloso.

—Un momento, por favor. —La empleada se fue a revisar el libro de reservas y poco después regresó—. Pasen por aquí.

Amalia los condujo a una de las mesas rectangulares. Naudur se sentó junto a Kimiosea, después Iniesto frente a Nereida y Dimitri junto a Shinzo. Les dieron unos elegantes menús, había todo tipo de postres y bebidas dulces deliciosas. Dimitri se quedó sin saber qué decir, así que miró lo que hacían Kimiosea y su novio para utilizarlo a su favor.

—¿Qué vas a pedir, Kimi? —preguntó Naudur dulcemente.

—No lo sé, quisiera probar los Puffipots, pero son muy caros.

—¿Y tú qué vas a pedir, Shinzo? —imitó Dimitri al muchacho.

—Ya estoy grande como para elegir por mi cuenta —contestó la chica sin despegar los ojos del menú.

—Buenas noches, mi nombre es Cindél y tendré el placer de atenderlos hoy. ¿Desean ordenar ahora? —dijo una curiosa muchacha con cabello rosa fuerte corto y un enorme listón azul marino que terminaba en moño a manera de diadema.

—¿Ya saben qué pedirán? —preguntó Naudur y todos asintieron—. A la hermosa señorita tráigale una orden de Puffipots y a mí también.

—Yo quiero unos Toblen y un Ífuo —ordenó desganado Dimitri.

—Nosotros queremos una orden de Yamis con salsa de uva para cada uno y jugos de fresa —pidió entusiasmada Nereida.

—¿Nosotros? —reclamó Iniesto sorprendido, pero Dimitri lo miró y se quedó callado.

—Yo un Suani y un jugo de fresa —pidió Shinzo.

—¿Qué bebida pedirán ustedes, joven? —preguntó la mesera dirigiéndose a Naudur.

—¿Qué quieres, Kimi?

—Me encanta el jugo de mora —contestó la rubia y Naudur asintió a la mesera que se fue sonriente.

—Me fascina que estemos juntos —dijo Nereida apoyándose sobre su mano.

—Sí, todos juntos... Como buenos amigos... Como "sólo amigos" —expresó Iniesto haciendo énfasis en la frase final.

—A mí también me gusta que estemos aquí —dijo Dimitri sonriendo nervioso—. Shinzo, ¿cómo te ha ido?

—Normal —contestó cortante la muchacha desviando la mirada.

—¡Iniesto! Qué bueno que te guste el color morado, es mi color favorito —casi gritó Nereida al ver que el chico traía un anillo plata con morado.

—Es el anillo de mi familia, no elegí su color.

—Pero miren que bonito se arreglaron todas —dijo Naudur notando que la conversación no iba nada bien.

—Ojalá su actitud fuera igual de bonita —susurró Dimitri, todos se quedaron sin decir nada por un momento.

—Yo tenía una nana que siempre usaba los zapatos al revés, si le avisabas te decía: "¿Insinúas que tengo los pies chuecos?"—relató animado Naudur haciendo una voz graciosa al final—. Entonces una vez le cambié los zapatos mientras dormía y cuando despertó decía "¡Ayuda! Alguien me ha volteado los pies" —las chicas comenzaron a reír junto con Naudur.

En un santiamén Cindél estaba de regreso con los deliciosos postres; los Puffipots eran bolitas hechas de chocolate espolvoreadas de más chocolate y rellenas del mismo, se les untaba una crema batida sin azúcar para que no se volviera demasiado empalagoso; los Toblen eran tabletas de chocolate rellenas de frutillas crujientes, un Yami era un pan esponjoso y dulce que estaba hecho primordialmente de zarzamoras, se servía usualmente con una deliciosa salsa de uva encima o a un lado; y los Suani eran pequeños platos untados al fondo con miel, llevaban después una capa de mermelada de ciruela, encima una capa de fruta, un poco de miel de nuevo y al final la crema batida sin azúcar. 

Terminaron de comer muy pronto, todo estaba tan exquisito, el ambiente era perfecto, pero ni Shinzo ni Iniesto se dejarían llevar por aquello. Pasado un rato llegaron unos músicos animados, comenzaron a tocar una bella melodía. Naudur invitó de inmediato a bailar a Kimiosea y Nereida no dudó un segundo antes de casi arrastrar a Iniesto a la pista, dejando a Shinzo y a Dimitri solos en la mesa.

—No creas que no sé lo que están haciendo —dijo Shinzo seria.

—¿Quiénes?

—Esmeralda y tú... No me creo ese cuento de que querían planear una cita para Iniesto y Nereida. ¿Para qué me quieres aquí?

—Me agradas, ¿de acuerdo? —contestó nervioso Dimitri.

—Pues tú no me agradas a mí.

—¿Por qué eres tan antipática?

—¿Por qué te gusta molestarme?

—No me gusta solamente... ¡no sé! —expresó confundido el chico.

—Me voy, no sé ni por qué estoy aquí —dijo Shinzo y se levantó para salir precipitadamente del lugar.

—¿Dónde está Shinzo? —preguntó Kimiosea que regresaba a la mesa con Naudur, Dimitri sólo la miró y se recargó en la mesa.

—Creo que no me siento muy bien, les dejo mi parte y la de Shinzo —dijo el muchacho sacando de su bolsillo unos niros para después irse.

—¿Y Dimitri? —interrogó Iniesto llegando a la mesa con Nereida.

—Se fue —contestó Kimiosea amable.

—¡Ese tonto! Yo también me voy.

—¡Voy contigo! —gritó la muchacha.

—No, no, no... Lo que pasa es que nos reprenderán si Dimitri y yo no llegamos juntos porque... Ya sabes, cosas, reglas... —comenzó a inventar el muchacho—. El caso es que tengo que correr para alcanzarlo, pero nos veremos luego.

Nereida se quedó triste sobre la mesa, solamente quedaban Kimiosea, Naudur y ella. El resto de la velada se le hizo eterna, sus amigos eran realmente amables, pero no era lo mismo. No pasó mucho para que Nereida se despidiera y partiera de regreso a la escuela. La rubia se quedó con su chico un rato más, entre más noche se hacía el personal del Shésimu pasaba a dejar velas en las mesas que daban un resplandor mágico y cálido.

—Creo que tus amigas no disfrutaron tanto esta velada como yo —le dijo Naudur a su novia, mientras devoraban otro plato de Puffipots.

—Pienso lo mismo. Shinzo es un poco cerrada, pero estoy segura de que ella y Dimitri pronto estarán juntos —expresó Kimiosea comiendo lo último del plato.

—Kimi, creo que hemos comido demasiado —rió Naudur y Kimiosea sonrió.

—Esta comida es deliciosamente adictiva.

—Así es esto, yo tenía un tío que era Uvruam, siempre lo visitaba... Pero sólo por la comida —dijo el muchacho susurrando la parte final.

—Debió haber sido fantástico.

—No mucho, imagina a un niño gordito y enano corriendo por ahí... Cuando me caía todos se morían de la risa porque rodaba un poco —explicó el chico y Kimiosea soltó una risa—. Tuve que dejar de ver a ese tío un tiempo para poder adelgazar y empezar a entrenar como Encinel, pero siempre que vuelvo a verlo me recuerda cómo devoraba en segundos un plato repleto de Yamis.

—Es increíble estar contigo —dijo Kimiosea abrazándolo.

—Brindo con este increíblemente sabroso jugo de moras, para que siempre estemos juntos. —expresó el chico levantando su vaso impulsivamente.

—Por los dos —dijo Kimiosea chocando suavemente su vaso con el de Naudur.

Ser Uvruam era una de las profesiones más fantásticas de Imperia y, por lo tanto, una de las especialidades del Coralli. Un Uvruam sabe preparar todo tipo de platillos, de todas las regiones del reino, a la perfección. El restaurante Uvruam más reconocido de toda Imperia era uno llamado «Sailos y Esturia», el Shésimu era un restaurante prácticamente anexo. Era propiedad de las hijas de cada uno de los hermanos dueños de Sailos y Esturia, pero, al ser una cafetería, se dedicaban exclusivamente a la preparación de postres. 

Las primas, Viviana y Épica, dueñas del Shésimu, prestaban amablemente la cafetería al Coralli, para que sus estudiantes pudieran hacer algunas prácticas en el establecimiento. Casi la mitad del personal en la cocina eran Uvruam graduados con paga y la otra mitad eran estudiantes Uvruam que no recibían niros, pero sí notas para el Coralli.

Naudur pagó por todo y acompañó a Kimiosea hasta la entrada de los dormitorios. Cuando subió Shinzo estaba ya dormida, había quedado exhausta después de haber estado reclamando a Esmeralda, la cual ingeniosamente supo cómo escaparse a su habitación en cuanto llegó Nereida.

La rubia se quedó dormida satisfecha por una hermosa primera cita.

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-Sweethazelnut.

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