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El pincel en mi mano se movía según mis gustos y pintaba lo que mi imaginación plasmaba. El dibujo lo estaba haciendo yo misma, pero mis pensamientos estaban tan abiertos que mi vista estaba turbia. Sabía que estaba pintando algo, pero no tenía idea de qué se trataba. Era como si el escenario que me encuentro estuviera distorsionado de mi misma. Y eso era lo que realmente me gustaba. La libertad que me transmitía el pincel y el lienzo en mis manos. Se podría acabar el mundo, y yo no me enteraría.

- Pintas tan hermoso como tu trasero – Susurraron seductoramente contra mi oído.

Paré los movimientos que ejercían mis dedos. Y volví a la realidad. Me ubiqué en tiempo y espacio.
El dibujo enfrente mío se desempañó para convertirse en la montaña rusa que había montado con Jungkook hoy. El dibujo era de color negro con sombras muy realistas, paisajes que parecían irradiados perfectamente y efectos de movimiento exactos. 

- Te ves tan linda cuando dibujas que me dan ganas de ponerte en cuatro.

Reconocí instantáneamente la voz de Yeonjun. Mis mejillas adquirieron una tonalidad rojiza al sentir su respiración en mi cuello. Sus manos acariciaban mis brazos y la barbilla descansaba en mi hombro ¿No podía dejar de decir esas cosas y aparecerse así de pronto? ¡Era tan difícil!

- No digas esas cosas, por favor.

El chico río de mis palabras. Le dio la vuelta a mi silla para quedar enfrente de mí. Sus ojos brillaban con juego y la sonrisa la tenía ladeada. 
Percibí su cabello húmedo, se le pagaba al rostro al igual que su ropa. La frente la tenía cristalizada y se le veía muy sofocado.

- Puedes contarme por qué estás tan sudado a estas horas de la noche – Inquirí con una ceja enaltecida.

- ¿Crees que la escalera que cargué para poder trepar por tu ventana pesaba poco? – Espetó con burla.

- Vale.. – Lo miré con ojos entrecerrados – ¿Ya no piensas usar la técnica de “Rapuncel deja tu cabello caer” y avisas? Al parecer prefieres ser un acosador de quinta.

- ¿Acosador de quinta? – Abrió la boca con gran ofensa – Mira mi dulcecito, déjeme aclarar que ninguna parte de mí es de quinta ¿No te diste cuanta ayer cuándo…?

- ¡Ay que linda brilla la luna hoy! ¿No te parece? – Lo interrumpí, apuntando al cielo a través del lugar por el cual entró.

El pelinegro soltó una risilla nasal, se volteó a la dirección que le indiqué y formó una mueca.

- Luna llena.

- ¿No te gusta? – Pregunté.

- En luna llena pasan todas las cosas malas y mañana se celebrará mi cumpleaños ¿No sería un mal presagio? ¿Una mala señal? – Explicó mientras me extendía la mano. Se la acepte y de un jalón, me pegó a él – ¿Qué me regalarás?

- Yo no había pensado en eso – Admití con timidez – ¿Qué te gustaría?

- Meterme entre tus piernas – Confirmó picaresco ¿Por qué era así de imbécil? Me dieron ganas de zamparle mi mano en la cara para que dejara de hacerse el graciosillo.

- Hablo en serio.

- Yo también.

- Yeonjun…

- Okey – Suspiró – Me gustaría una musa para mis fotografías.

- ¿Eres fotógrafo? – Inquirí asombrada.

- Uno de los mejores – Alardeó picando con su dedo mi nariz – ¿No somos tan diferentes ahora qué lo sabes? – De la nada y sin razón, su mirada se vuelve muy afable y sus ojos más cariños.

¿Qué nivel de dualidad se carga? ¿Y por qué mi corazón se ha acelerado?

- ¿A qué te refieres? – Inquirí suspicazmente.

- Los dos queremos captar el momento, expresar nuestros sentimientos e ilustrar ideales. Solo que la forma y los objetos cambian. Mientras tu arma es el pincel, la mía es la cámara.

- Nunca me imaginé que te gustara la fotografía tanto como a mí la pintura – Confesé asombrada.

- No es algo que muestre ha seguido. Eres una de las pocas personas en el mundo que lo saben. Así que no le digas a nadie, Bizcochito…. Pero gracias a esa pintura puedo conocerte un poco más – Nos movió para quedar frente a mi pintura y la señaló sonriendo con orgullo – En una foto o un dibujo cooperan los colores, las tonalidades y los matices. En tu pintura participan el blanco y negro, ambos signo de una personalidad melancólica, poética e introvertida. Esa eres tú, Khaleesi.

Negué con la cabeza sonriendo. Había dado en el clavo con mi dibujo.

- ¿Y de verás que no tienes una musa?

- No ¿Quieres convertirte en la mía? – Inquirió sonriendo maléficamente – Podrías posar para mí, solo necesitarías menos ropa ¿Me entiendes, no?

- No pienso posar desnuda – Contesté con una mueca de disgusto.

- Eso es un sí? – La emoción denotaba su voz.

- Sí pero sin pervertideras, eh.

- Puedes estar totalmente convencida de que no las habrá – Sin embargo la sonrisa retorcida de psicópata decía todo lo contrario.

- No me das buena espina – Reprendí con los ojos entrecerrados – ¿Al menos me mostrarías tu trabajo primero?

- Claro, mañana cuando vayas a mi cumpleaños te lo muestro.

- Bueno... En realidad no sé si iré a tu cumpleaños. Jungkook no me ha dado permiso – Admití tímidamente.

- Eso se resuelve en unos segundos ¿Él está en casa ahora?

Nomás asentí, Yeonjun salió por la puerta de mi habitación y yo me quedé en mi habitación.
Los nervios me afloraron al sentir sus voces en la distancia, salvo que yo no podía distinguir que decían. De momento a otro sonó ¿una corneta? Y luego siguió sonando hasta que seso junto a un grito de Jungkook.

- Viste que hablando se entiende la gente – Expresó con una sonrisa al entrar por mi puerta.

- ¿Accedió? – Inquirí asombrada.

- Claro. Solo le tuve que decir que sino ibas comenzaría a sonar este pito al lado suyo – Amenazó sacando un pito de cumpleaños del bolsillo de su pantalón – Y mira que es irritante. Al quinto pitado gritó un prepotente "Sí".

Me dieron ganas de decirle que eso no era “hablar”, sino “amenazar”, aunque decidí callármelo y aceptar la victoria ¡Iría a su cumpleaños como su novia! ¿Su novia?
Bueno puede que mañana terminé de agregar esa palabra a mi diccionario personal.
   

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Siento el capítulo tan corto. Os lo voy a recompensar con el largo del próximo cuando actualice el capítulo que están esperando.

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