Clay Jensen

"Debes calmarte Clay"

Era el medio día, estabas en la cafetería comiendo en la mesa de tu grupo de amigos. En estos momentos todos se encontraban riendo y bromeando entre ustedes, quizás no fueran el grupo más popular y más grande, pero si tenían la confianza y lealtad entre ustedes, eran los mejores amigos.

Este día parecía como cualquier otro o bueno igual que cualquier otro día desde que Hannah Baker había tomado la decisión de quitarse la vida. Las cosas en Liberty no eran igual que antes pero de igual manera se mantenían las viejas costumbres de la escuela.

De pronto la cafetería quedó en completo silencio, tú estabas mirando tu bandeja pero apenas sentiste la tensión en el ambiente, levantaste la cabeza. Miraste para todos lados tratando de encontrar que era lo que había llamado la atención y te diste cuenta que todo el mundo estaba mirando a Clay, mientras este se encontraba mirando la mesa de Bryce Walker con odio, no sabías que había producido tanto odio por parte de Clay, pero lo que fuera debió ser serio,  Clay no solia mirar a la gente de esa manera. Tú y Clay se conocían de pequeños, sus madres habían sido amigas cuando jóvenes y creyeron que ustedes también lo serían y en un inicio fue así pero con el paso del tiempo se volvieron más conocidos que otra cosa, no tenían muchas cosas en común así que no tenían forma de estar juntos.

Cuando Clay noto todas las miradas en el salió corriendo de la cafetería, y no sabiendo porque razón tu te levantaste para perseguirlo, nadie dijo nada lo único que se oía eran los pasos de ti en retirada. Cuando saliste de la cafetería miraste para ambos lados para encontrar a Clay sentado en el suelo con la espada apoyada en los casilleros, te acercarte y te sentaste a su lado. Él no te miro, pero sabías que estaba bien con tu presencia por Como se relajó  cuando te sentaste a su lado.

-Debes calmarte Clay- dijiste con una mueca en el rostro- se que algo realmente malo debe haber pasado pero no te conviene ponerte en el lado malo de los idiotas deportivos, ellos pueden hacer tu vida miserable.

- No me importa- dijo en un susurro- ellos deberían tenerme miedo, yo se cosas que podrían destruirlos.

- Bien, pero debes ser inteligente- dijiste sabiendo que no lo harías cambiar de opinión, él era muy terco- no quieres que te hagan daño.

-No me importa, sólo quiero cumplir mi cometido- dijo para levantarse de tu lado y irse por el pasillo, y no sabías porque pero temiste por lo que eso significaba.

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