EL INICIO DEL FIN

Habían pasado dos días y Gianluca no sabía nada de Nataly ni de Ignazio.

Los teléfonos seguían fuera del área de servicio y no contestaban los mensajes.

Tampoco Ignazio se había presentado a una reunión con Enrico y Bárbara para saber la logística del nuevo tour. Solo quedaban 3 meses para iniciarse. El primer concierto seria ahí, en Italia. Era algo muy importante, y llamo la atención que nadie supiera de él.

Su celular sonó. Era un mensaje de Piero.

"Ignazio está bien. Se ha enfermado y ha perdido el teléfono. Está en su departamento por si quieres venir. Yo estoy aquí."

Tomo una chamarra de mezclilla y salió rápidamente de su departamento mientras se la acomodaba al bajar las escaleras.

Había ido al departamento de Nataly pero no la había encontrado. Algo raro pasaba y odiaba no saber que era.

- No pensé que llegaras tan rápido – le dijo Piero al abrirle la puerta.

- ¿Cómo está? – su tono fue natural. Había hecho todo por calmar sus celos injustificados y no hacer un escándalo. Tenía que ir poco apoco.

- Bien. En su habitación. Al parecer es infección intestinal. Debió comer algo. Estaba aquí conmigo, pero aún se siente mal y lo envié a la cama.

- Voy a verlo. – Gianluca se adelantó.

Llamo a la puerta y no espero respuesta, entro de inmediato y vio a Ignacio recostado en la cama y con los ojos cerrados.

- Me he enterado que estas mal.

- Me alegra verte – Ignazio abrió los ojos y sonrió. - ¿Cómo has estado?

- Bien.

- No pareces convencido – Ignazio se incorporó, se sentó para poder mirar mejor a su amigo - ¿Qué ha pasado estos días?

- Lo mismo me gustaría saber. – Gianluca lo miro con el ceño fruncido

- ¿A qué te refieres? – la mirada incrédula de Ignazio lo irrito. ¿Era ingenuo y estaba exento de culpa? ¿o era el propio Gianluca quien había perdido el juicio y se estaba creando fantasma s que no existían?

- Me refiero a que no sabía nada de ti, desapareciste.

- Me enfermé, perdí el teléfono y...bueno...

- Pudiste llamar de otro número...

- No tenía fuerzas de pensar.

Piero entro a la habitación con un bowl de fresas picadas y zarzamoras. Ni siquiera percibió el ambiente que se generaba entre sus dos amigos.

- ¿De qué platican? – pregunto sonriente. Gianluca e Ignazio tardaron en responder.

Pusieron al corriente a Ignazio con la información del nuevo tour, los conciertos, las ciudades planeadas, las locaciones, las entrevistas, la publicidad. Ignazio se mantenía jovial, aunque con una cara exhausta. La mayor parte de la plática era provocada por Piero. Gianluca sentía que Ignazio estaba incomodo, igual o ms como lo estaba él.

- Ya no hay fresas. – declaro Piero mirado el bowl.

- Yo quiero más, ¿podrías ir por más? – Piero asintió y se marchó en silencio mientras saboreaba la última fresa.

Apenas se cerró la puerta, Gianluca fue a sentarse en el borde de la cama junto a Ignazio.

- ¿Qué pasa? – pregunto este último mientras miraba su amigo con cierta sorpresa.

- ¿Has visto a Nataly últimamente? – pregunto de súbito. Quizá pudo haber sido más diplomático, pero desde hacía rato su paciencia y amabilidad se habían agotado.

- ¿A Nataly? ¿Porque piensas que yo pude haberla visto?

- No lo sé. Solo preguntaba. – se había acobardado. Ignazio era su amigo. No iba a hacerle algo así. – puedo ser sincero contigo?

- Claro... - Ignazio parecía preocupado – ¿todo bien?

- Nataly ha estado muy distante. Estos últimos días no he sabido nada de ella. No me responde las llamadas ni mensajes. La he ido a ver y no abre la puerta o no hay nadie. Creo... que tiene a alguien más.

- ¿Alguien más? - Ignazio pareció meditarlo – no lo creo. Ella te adora. Sinceramente no re que vaya por ahí e asunto. Dale un tiempo más, quizá ella necesita pensar cosas.

- ¿Qué cosas podría pensar?

- Cosas de ella. De su pasado. Traumas de su infancia... - Gianluca frunció el ceño. ¿Por qué Ignazio decía eso?

- ¿Traumas de su infancia?... ella nunca me ha hablado de algo semejante.

- Quizá aún no siente la confianza para decírtelo...

- ¿Confianza? ¡Soy su novio! ¡Como rayos no va a tenerme confianza! ¿¡Que insinúas!? – Ignazio entorno los ojos sorprendido. Gianluca había explotado en furia. Ignazio apretó sus labios, había hablado de más. Hacia dos días que había salido con Nataly a las afueras de la ciudad, ella necesitaba hablar con alguien y había recurrido a él. Le había contado algunas cosas de su infancia, y le había confesado no estar lista para poder revelarlas a Gian. Ignazio prometí guardar el secreto, pero en el fondo deseaba contarle todo a su amigo para que este pudiera acercarse a su novia y entenderla mejor.

- No insinuó nada Gian, cálmate.

- ¡¿Porque tendría que calmarme?! – Gian estaba irreconocible, todos habían presenciado en alguna ocasión alguno de sus enfados o berrinches, pero esto iba más allá. Se sacó las llaves del auto de la bolsa de la chaqueta y comentó a jugarlas mientras caminaba de un lado a otro. ¿estaría exagerando?....

- Gian. Lo que sea que estés pensando – dijo Ignazio con voz serena – no es cierto. No veas fantasmas donde no los hay. Creo saber que ocurre... pero, entre Nataly y yo, no hay nada. No nos hemos visto sin tu presencia, yo jamás he estado en su departamento, ni ella aquí. Cálmate.

Gian apretó los labios y quiso llorar de desesperación. ¿Qué demonios estaba ocurriéndole?

Las llaves se le escaparon de la mano de la cual las estaba lanzando al aire. Fueron a caer al pie de la cama.

- Lo siento. – dijo mientras suspiraba – no sé qué... yo... bueno... - Gian no sabía que decir. No solo estaba así por las dudas con Nataly, también con lo que sabía que había entre Piero y Gwendoline. ¿En qué momento se había complicado todo? Intento hacer memoria, pero no pudo recordar un punto en específico. Estuvo tentado a decirle a Ignazio todo. Pero no era le omento, se había comportado paranoico y grosero, Ignazio no le creería. Dejaría pasar unos días y después lo contaría todo. Sí, eso haría. – discúlpame por favor. No quise...

- ¡Olvídalo! – Ignazio sonrió. – somos hermanos. No ha pasado nada.

- Gracias. – se acercó y estrecho la mano de Ignazio. – me voy. Creo que necesito descansar.

- Harás bien. Avísame si necesitas algo. – Gian asintió.

Se inclinó para recoger sus llaves.

"Todo está en mi imaginación" – pensó.

Al momento de tomarlas, no pudo evitar mirar el objeto brillante que relucía casi oculto en la alfombra. Le pareció haberlo visto antes.

El corazón sele acelero y los celos que se habían apaciguado retornaban ahora de forma más despiadada.

- ¿Gian? ¿Qué pasa? – la voz de Ignazio lo enfureció aún más.

- Me dijiste que Nataly jamás había estado aquí... ¿entonces que hace esto aquí? – grito mientras le mostraba el brazalete.

- No sé qué es eso... - Ignazio estaba pálido y nervioso.

- Es el pulso que le he regalado. ¡y no te atrevas a decir que es de alguien más! porque tú y yo sabemos que es el de ella... ¡dime! ¿Cuándo estuvo ella aquí?

La puerta se abrió y Piero entro con el bowllleno de más fresas. No había escuchado absolutamente nada de lo anterior. Perosupo, por la mirada de sus dos amigos, y el brazalete de Nataly colgando en elaire desde la mano de Gian, que algo muy mal acababa de iniciar.

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