Capítulo 18: No pude salvarte
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Capítulo 18: No pude salvarte
IAN
Llegué rápido de la fiesta sintiendo que me faltaba el aliento, mi corazón latiendo muy rápido, pensando miles de cosas a la vez, casi volé por las escaleras de lo rápido que corrí, fui a la habitación de Noemí, no la vi ahí, solo un pensamiento cruzó por mi cabeza.
La habitación de Theo.
Fui hacia la habitación de Theo y al abrir la puerta me quedé congelado cuando la vi, toda sudada sentada encima de Theo desnuda, mientras jadeaba, aferrándolo de la espalda y por le cuello, su rostro reflejando placer.
Me quedé en shock dando un paso atrás asimilando la imagen, no podía reaccionar.
Noemí me miró, pareció por un momento sorprendida sus labios levemente abiertos jadeando, y entonces sonrió, una sonrisa malévola que no conocía, una sonrisa llena de maldad cuando empezó a gemir más duro y dijo:
—¡Sí! ¡házmelo así Theo! Ah... —empezó a moverse más rápido sobre él.
Mi rostro se sintió caliente de enojo, probablemente estaba enrojecido.
De repente Theo pareció darse cuenta de la luz que entró a la habitación y se detuvo volteándose bruscamente viéndome ahí de pie en la puerta y se sobresaltó.
—Mierda, Ian, ¿qué haces ahí? —gritó Theo y Noemí se levantó de su regazo cubriéndose con una sábana.
Noemí follando con Theo.
Theo follando con Noemí.
Mi rostro se sentía cada vez más rojo y caliente cuando exploté gritando:
—¡¿PERO ES QUE NO RESPETAS LA CASA?!
—¿Ian pero que te pasa? —dijo Theo levantándose sin importarle que estaba desnudo—, no puedes pasar sin tocar.
—ES MI PUTA CASA —gritó Ian—, ¿COMO PUEDES FOLLARTE A MI HIJASTRA?
—Cálmate —dijo Noemí con esa irritante sonrisa divertida en su rostro de burla—, es la casa de mi madre, y él es tu primo, así que cálmate, no tiene por qué grit...
—¡Y TU ERES UNA PUTA! —grité sintiendo que me había roto algo en el alma por acostarse con mi primo.
Me sentía traicionado.
Todo lo veía rojo.
Ella se rió en mi cara y me giró los ojos saliendo envuelta en la sábana hasta encerrarse en su habitación.
Tenía un nudo en la garganta que empezaba a asfixiarme.
—No le hables así —dijo Theo colocándose un pantalón para cubrir su desnudes parecía molesto—. ¿Todo es porque te gusta?
Se acercó a mí, apreté la quijada y empuñé mi mano golpeándolo directo a la mejilla, él se desestabilizó tras el golpe y cerró los ojos tomando una profunda respiración asimilando lo que había hecho.
—No digas estupideces —solté.
—Hijo de puta —soltó Theo completamente enojado.
Quería molerle la cara a golpes, pero sabía que mi tia se iba a molestar, solo evité mirarlo y lo amenacé diciendo:
—Más te vale que recojas tus cosas y te largues de una vez, no te quiero ver más.
Me voltee para irme, pero Theo dijo:
—Oye.
Me detuve.
—No es mi culpa que decidieras estar con su madre —continuó diciendo Theo y entonces cerró la puerta de su habitación.
Sentía que botaba humor por las orejas.
Maldito el día en que lo dejé entrar a mi casa y no pude salvar a Noe de él.
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