☕️ 18
Esa misma mañana era la que Yoongi tenía designada para ir en busca de los primeros estudios que se había realizado días atrás con el doctor Jungkook. Por desgracia, su alfa no podría llevarlo, por lo que decidieron que se encontraría en el consultorio.
—Buen día —Hoseok saludó más sonriente de lo normal.
—Buenos días... ¿feliz? —Yoongi inquirió con una sonrisita de lado mientras revolvía su té.
—Algo así.
—¿Cómo te fue anoche? llegaste algo tarde...
Hoseok dejó de moverse por la cocina de golpe, se giró lentamente y un bonito sonrojo adornaba sus mejillas.
—Lo lamento... —dijo a lo que Yoongi negó sin importarle demasiado— fuimos con un amigo a uno de los bares del centro.
—Me alegra oír eso. ¿Puedo saber de quién se trata?
—Solo... un omega que conocí en la universidad, su nombre es Taehyung. Es un poco más alto que yo, tiene ojos verdes y cabello dorado —Hoseok tenía una expresión enamorada que hizo a Yoongi sonreír. Realmente no le importaba si la pareja de su amigo fuera otro omega, siempre y cuando este se encargara de hacerlo feliz y protegerlo.
—Suena cómo alguien bonito.
—Muy bonito.
La conversación terminó ahí, Yoongi sabiendo de sobra que en algún momento, cuando Hoseok se sintiera cómodo, los presentaría. La psicóloga a la que había estado yendo el omega rescatado les había dicho que era complicado que restableciera contacto directo con alfas, aunque los avances venían siendo rápidos, por lo que no le extrañó el que buscara amor en otros de su misma especie.
Terminaron el desayuno entre charlas amenas, intentando no tocar el tema de la cita médica, y cuando Yoongi se dispuso a arreglarse para ponerse en camino, Hoseok lavó los platos sucios y se preparó para la universidad.
Juntos cerraron el departamento y bajaron hasta la entrada del edificio. Una vez allí, Hoseok le hizo prometer que lo llamaría en caso de que algo saliera mal y que se verían en la tarde para conversar. Se despidieron con un fuerte abrazo y cada uno tomó direcciones opuestas.
Yoongi decidió ir caminando, llenandose del viento templado y las sonrisas de extraños. Se cruzó con un grupo de niños que jugaban en un parque cercano y su corazón se apretó considerablemente, incluso un extraño sentimiento se abordó en su pecho y su lobito medio despierto gimoteó.
Continuó el camino, ahora intentando no prestar demasiada atención a su alrededor para no distraerse y terminar llegando tarde.
A lo lejos divisó una cabellera rizada bailando con la brisa. Sonrió sin siquiera darse cuenta y el aroma de la vainilla salió disparado. Agitó su mano en el aire respondiendo al saludo de Jimin y poco después ya estaba parado enfrente suyo.
No tardo en sentir los brazos rodearle con fuerza, haciendo que sus músculos se relajarán al instante. Ni siquiera se había dado cuenta que estaba tan estresado y nervioso hasta que Jimin se encargó de drenar todo fuera.
—Hola, amor, ¿descansaste? —preguntó Jimin continuando con el abrazo.
—Algo así, ¿y tú?
—No mucho, la verdad. Te extrañé en mis brazos.
Yoongi se sonrojó pero no contradijo al mayor, él también lo había extrañado.
—Tal vez puedas quedarte en mi departamento esta noche —Yoongi apoyó su barbilla sobre el pecho contrario para de esta forma poder conectar miradas.
—Claro —el alfa besó sus labios por primera vez en el día y eso fue suficiente para sentirse derretir.
Intercambiaron un par más de besos y caricias hasta que la hora de la verdad se acercó. Yoongi afianzó su mano a la de Jimin, cómo veces anteriores había hecho, y se adentraron.
La misma secretaria que la vez anterior los recibió, indicandoles dónde debían esperar. Pocos minutos después, los cuales Yoongi jugueteó en todo momento con los anillos del alfa, una puerta se abrió. Jungkook los llamó con la sonrisa de siempre pero algo en su aura se sentía diferente, tal vez preocupación.
—Buenos días, ¿cómo han estado? —les preguntó luego de estrechar sus manos.
—Todo bien, algunos malestares pero no tanto como antes —dijo Yoongi a la vez que se sentaba en la silla delante del escritorio.
—Es bueno oír eso —les sonrió y tomó lugar en su propio asiento —bien... tus resultados llegaron.
Yoongi se tensó, su aroma se disparó por todo el lugar y por consecuente el de Jimin lo siguió. El alfa sentía a su lobo rasgar y gruñir, ordenandole que tome a su omega en brazos y lo saque de allí, pero se resistió. En su lugar, apretó con un poco más de fuerza la mano de Yoongi y besó entre sus cabellos.
—No quiero dilatar más el momento —Jungkook suspiró y por primera vez desde que lo habían conocido, su cara se tornó seria— ¿prefieres abrirlos tú?
—No, doctor, hágalo usted por favor.
El beta asintió. Se estiró un par de centímetros hasta sacar de uno de los cajones un sobre marrón sellado. Yoongi aguantó la respiración, demasiado preocupado por lo que vendría a continuación como para llevar su atención a otro sitio.
La habitación estuvo en silencio por varios minutos, en dónde el médico se encargaba de leer cada una de las hojas. Eran bastantes y eso no ayudó a los nervios.
—Bien... esperaba algo por este estilo —murmuró el doctorado— Yoongi, las cosas no están tan bien.
—Lo sé — bajó la mirada a su mano siendo cubierta por la del alfa.
—Lamento decir que tus hormonas están demasiado descontroladas y eso está llevando a que tu sistema entero se deteriore. Tus órganos no funcionan como deberían, tu lobo está debilitado...
Yoongi en un momento dejó de oír realmente, concentrandose en nada más que los brazos de Jimin rodeandole los hombros. Se podía sentir el aroma de la vainilla agriada y picante, molestaba en la nariz de ambas personas restantes, incluso la del beta.
—¿Qué podemos hacer? —Jimin decidió tomar la palabra cuando vio su omega demasiado ido.
—Primero armaremos un plan que nos ayude a acomodar este desbalance. Yo no solo soy especialista en omegas sino que también me dedico a la endocrinología, por lo que puedo encargarme de esta parte. Por desgracia, necesito convocar a un equipo médico que me asista. Nos enfrentamos a algo más grande de lo que pensé.
Jimin asintió. Sintió a Yoongi gimotear con fuerza y poco le importó la persona restante, corrió su silla hacia atrás y lo tomó para terminar depositandolo en su regazo. El omega se hizo una pequeña bolita, lo más pegado posible a su pecho, y frotó su cara buscando marcarse con su aroma.
—Yoongi dejará los supresores para nivelar un poco, esto generará cambios de humor, crisis y malestares pero es necesario. Sin embargo, debemos suplementar con un par de pastillas. Sé que no es lo que él quiere pero debemos someternos a más estudios, siento que por los resultados sus órganos están muy lastimados...
—Doctor... no siento a mi lobo —Yoongi levantó su cabeza con los ojos sumamente abiertos.
—Es normal en estas situaciones —Jungkook se acomodó mejor en su silla mientras suspiraba— piensenlo de esta forma... tu lobo tiene el tamaño y desarrollo de un cachorro recién presentado, nunca le diste la oportunidad de crecer así que no está adaptado al ambiente. Gracias a esto, en algunos casos vas a sentirlo desconectarse por completo, otras reaccionar exageradamente; debes aprender a manejarlo, y eso solo puedes hacerlo con ayuda profesional.
Yoongi sollozó de golpe, lágrimas corriendo por su rostro y manos temblando con fervor. Se había hecho tanto daño sin siquiera darse cuenta pero ¿cómo esperarían que fuera de otra forma? sus padres le dijeron que así tenía que hacerlo y siendo apenas un adolescente que no sabía nada del futuro no tuvo otra opción. Estaba destrozado.
Las caricias de Jimin en su abdomen y brazos lo aferró a la tierra. El alfa ahora era su sostén y se permitió aferrarse a él todo lo que se le permitiera.
—Lo haré, todo lo que me diga.
—Me alegra oír eso —Jungkookk le sonrió— no voy a mentirte, será un largo y duro proceso pero eres fuerte y valiente. Podrás lograrlo.
La consulta siguió por un par de minutos más. La mayoría de las preguntas fueron respondidas aunque algunas otras quedaron rondado en la cabeza de Yoongi, incapaz de exteriorizarlas.
Nuevas pastillas fueron depositadas entre las pequeñas manos de Yoongi, un total de tres por día, y los supresores anteriores retiradas por completo. Jungkook le prohibió el ejercicio físico excesivo, aunque le recomendó yoga o caminatas tranquilas, y pactaron nuevas citas para las próximas semanas. Además, el beta le dijo que en los próximos encuentros le presentaría a colegas con los que trabajarían mano a mano. Yoongi está vez si se sintió como una rata de laboratorio pero no podía negarse, nunca frente a los ojos orgullosos de su alfa.
Llegaron al departamento arrastrando los pies. Estaban agotados y tristes. Jimin tenía la esperanza de un futuro mejor junto a Yoongi, aunque la espinita del miedo nunca lo abandonó del todo.
—Alfa, ¿podrías hacerme un nido?
Jimin sonrió en grande frente a lo pequeñito que su omega lucía, allí paradito en medio de la sala con una de las remeras que reconocía como suya y mejillas sonrojadas. Nunca pensó que Yoongi le pediría un nido, aunque él se moría de ganas desde que lo conoció de darle uno. No obstante, reconoció que lo que necesitaba ahora era sentirse contenido y protegido.
—Por supuesto, mi dulce omega.
Jimin dejó que Yoongi tomara su mano y lo dirigiera a dónde sería el lugar designado. Terminaron en la habitación del castaño, específicamente en una de las esquinas más alejadas de la puerta.
Compartieron un besito lleno de cariño y ternura.
—Te amo —le repitió Jimin, no obtuvo respuesta verbal pero el brillo en los ojos celestes fue suficiente.
Reunieron entre los dos todas las mantas y almohadas que pudieron encontrar. Jimin armó una base blanda, la cubrió con una gruesa manta y formó un círculo a su alrededor con varias almohadas y mantas más. Se encargó de que su aroma quedara impregnado en cada rincón y todo extremadamente suave y caliente. En un momento Yoongi corrió dentro de su armario, frunció el ceño ante esto pero cuando vio a su omega regresar con varias camisas que extrañamente habían desaparecido de su guardarropas tiempo atrás, le sonrió con cariño.
—Entra, Gi, es todo tuyo.
El omega asintió e ingresó tentativamente. Jadeó y gimió cuando el potente aroma del café recién hecho lo cubrió y para su sorpresa no le desagradó cuando la vainilla se mezcló. Olía bien, a una tarde lluviosa de otoño con una taza de café y unos pastelillos que solía comer de niño. Sollozó de repente.
—Amor, ¿por qué lloras? ¿no te gustó? puedo cambiar lo que quieras... —Jimin lucía decepcionado de si mismo y Yoongi quiso que nunca más volviera a sentirse así.
—Es perfecto... tú eres perfecto. Gracias —y agradecía por mucho más que el nido.
Yoongi estiró una de sus manos y asintió cuando el alfa le preguntó si podía entrar. Se acurrucaron juntos por horas, con solo sus respiraciones acompasadas y el sentimiento de que el destino estaba acomodando todo a su favor.
Hoseok los encontró así y lloró en silencio. Era el turno de su héroe de ser rescatado.
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