18.- Quien Completa el Equipo (4/5)
Priscilla se quedó con la boca abierta. Holly y el público también, incluso Érica.
—Miki...— musitó Priscilla.
Mikeas resopló por la nariz, molesto, pero cada vez más calmado.
—¿Entones qué vas a hacer?— le preguntó— ¿Quieres quedarte con este sujeto?
Priscilla miró a su entrenador un momento. Luego volvió con Mikeas y Holly. Se notaba confundida.
—Pero... pero es mi entrenador— alegó.
—Entones esto es una despedida— afirmó Mikeas, algo brusco— ¡Eso era todo! Que te vaya muy bien, nos marchamos. Un gusto conocerte, Pris.
El Chandelure se hizo a un lado, mostrando que estaba listo para irse. Holly se quedó mirando a Priscilla un buen rato. Él estaba tan confundido como ella, pero comprendió que lo que decía Mikeas era lo más sabio. Tenían que decidir, eso era todo.
—Vinimos a despedirnos, Pris— le explicó— que te intercambiaran de repente fue muy abrupto, pero entenderemos si te gusta tu nuevo hogar.
Entonces Snisy surgió desde un lado de Holly.
—Habría sido una pena no poder decir adiós ¿No crees, señorita?
Holly lo miró de pies a cabeza. Se veía como nuevo. Miró hacia atrás, donde Rosa y el jefe se acercaban. También estaban de pie y en buenas condiciones. Luego miró más allá, hacia Érica, quien lo saludó desde la distancia, agitando su mano. En la otra llevaba una botella de súper poción. Holly le agradeció con un gesto y se volvió hacia Priscilla. En eso, Rosa y el jefe se plantaron junto a sus amigos.
—Así que esta es tu hembra ¿Eh? Ha crecido mucho, pero sigue igual de hermosa. No está mal— comentó el jefe.
Rosa parecía sorprendido por su tamaño.
—Ho... hola— saludó tímidamente— vaya que has cambiado, Pris.
Priscilla miró a los cinco, sin entender lo que ocurría.
—¿Y todos ustedes se las arreglaron para venir hasta aquí, solo para decir adiós?— alegó.
Holly sonrió.
—¡Claro!
—Eres una amiga apreciada— le aseguró Snisy.
—Eres una del grupo, te guste o no— reclamó Mikeas.
Priscilla se puso roja y sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo.
—¡Chicos! ¡No lo puedo creer! ¡Yo...
—¡Gengar! ¡¿Qué haces?!— exclamó Geranio, desde atrás— ¡Atácalos, son tus enemigos!
Priscilla y los demás se giraron hacia el entrenador.
—Pero son mis amigos— alegó ella—no puedo atacarlos.
Holly se giró hacia ella. Recordó el momento en que Priscilla intentó atacar a Sunny cuando su entrenador se lo ordenó. Se preguntó qué la llevaba a elegir una opción distinta.
Geranio se mostró contrariado, como si de pronto le dijeran que el agua era seca o el sol no da luz. Las cosas simplemente no eran así.
—¡Gengar!— exclamó Geranio.
—Me llamo Priscilla— alegó ella.
Geranio esbozó una mueca de desprecio y apuntó a Priscilla con su pokebola, pero entonces Holly se teletransportó frente a ella. Al ser un pokemon distinto de la que se encontraba registrada en la cápsula, esta no encerró a la Gengar.
—¡¿Qué haces?!— alegó Geranio.
—Pris, vinimos a despedirnos, pero también vinimos a asegurarnos de que estuvieras bien con como están las cosas— le explicó Holly, y entonces se giró hacia ella— ¿Quieres quedarte con este tipo? ¿Estás bien aquí?
Priscilla al principio no supo qué responder. Miró a Geranio, molesto y frustrado. Miró al grupo de invitados, que contemplaban todo como un espectáculo y comentaban, divertidos. Finalmente miró a sus amigos, que habían arriesgado todo para ir a verla una última vez.
—¿Estás diciendo que me fugue?— quiso asegurarse.
—Es una opción— le espetó el Kirlia— pero es algo que debes decidir por ti misma.
Geranio apretó los dientes.
—¡¿De qué hablas?! ¡Claro que no puedes fugarte! ¡Eres mi pokemon, mi propiedad!
Pero entonces Priscilla sujetó la mano de Holly, firme. El Kirlia la miró hacia arriba, sorprendido y algo ruborizado. Esta asintió, contenta de tenerlo ahí con ella.
—Quiero estar contigo, Holly— dijo, y él notó que de repente se le disparaban los nervios— ¡No quiero volver a pensar que no te volveré a ver!
Holly sintió que el corazón dejaba de latirle un momento. No podía creer lo que estaba escuchando.
—¡Pris!— exclamó— ¿Significa...
La Gengar asintió. Sin embargo, en ese momento fue envuelta en una luz, y de un momento a otro, desapareció. Holly miró hacia un lado, donde Geranio sostenía una pokebola, la pokebola de Priscilla. La había vuelto a encerrar.
—No sé quiénes se creen que son, pero no pueden venir a quitarme mis pokemon así como así ¡Váyanse de aquí o llamaré a la policía!
Mikeas apretó los dientes. La llama que le salía por la cabeza creció nuevamente, al menos al doble de su tamaño normal. Enfadado, avanzó amenazante hacia Geranio, pero Holly lo paró levantando un brazo.
—Aún no, podrías herir a Pris— le espetó.
—¡Pero...
—Cuando yo te diga— le espetó Holly.
Luego el Kirlia miró un momento a Snisy, quien también lo miró. Seguidamente se dirigió al Houndoom.
—Jefe, cuando te dé la orden, roba la pokebola del cinturón de este tipo.
El jefe sonrió con malicia y mostró sus colmillos.
—Será un placer.
Geranio se llevó una mano a las pokebolas.
—¡Oye! ¡¿Qué te crees?! ¡Eso sería un delito!
—Somos pokemon salvajes, tonto— le espetó Holly— no entendemos sobre reglas.
Pero entonces, unos cuantos sujetos se interpusieron entre los pokemon y Geranio.
—Alto ahí, pokemon callejeros. No les dejaremos hacer lo que les venga en gana con nuestro amigo— alegó un chico particularmente alto y fortachón.
Todos sacaron a relucir sus pokebolas, mostrando que estaban preparados para una pelea.
—Estamos listos, Holly— le espetó Mikeas— danos la orden y despedazaremos a estos tipos.
Holly miró a sus amigos, luego a sus contrincantes. La mayoría de las personas en la multitud no parecían estar dispuestas a meterse, eso simplificaba el conflicto. Solo tendrían que enfrentarse a unos cuantos de ellos para llegar a Priscilla. Dependía de él comenzar, tanto sus amigos como sus contrincantes estaban esperando a su primer movimiento.
—Solo espero que Snisy haya entendido mi señal— se dijo.
En un parpadeo creó hojas mágicas a su alrededor y las arrojó hacia las manos de los entrenadores, para hacerlos soltar sus pokebolas.
—¡Ahora!— exclamó.
Los chicos se agacharon a recoger sus pokebolas, perdiendo segundos preciosos. Mikeas, Rosa, el jefe y Holly atacaron a los humanos con todo lo que tenían. Mientras tanto, Geranio se quedó detrás de sus amigos para curar a su Doublade. Rápidamente le dio un revivir y lo roció con una poción para darle fuerzas. El pokemon fantasma se recuperó rápidamente.
—¡Doublade, ve a ayudar a mis amigos!— exclamó Geranio.
La pelea entre el equipo de Holly y los amigos de Geranio fue confusa; había mucha gente y poco espacio. Algunos peleaban encima o debajo de otros, saltaban hacia el lado contrario y llevaban a sus contrincantes al suelo. Saltaban mordiscos, puñetazos, Pirotecnias de Mikeas y Hojas mágicas de Holly. Todos recibieron golpes duros, pero los intrusos atacaron más duro y consiguieron sobreponerse a sus contrincantes. En eso surgió Doublade, pero fue derrotado en un santiamén por las acometidas de Mikeas.
Geranio sacó al resto de su equipo y les dio un revivir a cada uno.
—¡Ustedes protéjanme mientras yo voy a esconder a Gengar!— exclamó.
Sin embargo no consiguió dar más de tres pasos, cuando se palmó el cinturón y notó algo extraño: solo había cuatro pokebolas, las correspondientes a los cuatro pokemon que había sacado para defenderse. Faltaba una. Faltaba su Gengar.
Miró por todos lados, desconcertado, hasta que advirtió al Weavile, apareciendo al otro lado de la pelea. Sostenía una pokebola en sus garras.
Holly acabó con el Frillish con una ráfaga de Hojas mágicas antes de separarse de la pelea para mirar a Snisy.
—¡Bien hecho!— exclamó.
Snisy inmediatamente sacó a Priscilla de su cápsula, y lo primero que hizo esta fue abrazar a Holly.
—¡Lo lograron!
—¡¿Cómo?!— exclamó Geranio.
Miró al Houndoom, a quien habían dicho que fuese a robar la pokebola. Geranio lo había tenido a la vista a todo momento por si acaso. Nunca notó al Weavile acercarse. Luego miró al Kirlia, quien sonreía victorioso. Entonces comprendió; había sido una treta desde el principio. De alguna forma le había dicho al Weavile que él iba a ser el verdadero ladrón, decírselo al Houndoom enfrente de Geranio había sido una trampa.
Geranio se agarró el pelo con las manos, desesperado.
—¡Devuélvanme a mi Gengar, malditos!
En eso, más entrenadores aparecieron desde la multitud, dispuestos a proteger a su amigo. Debían haberse armado de valor tras ver al primer grupo fracasar. Eran demasiados para el grupo de Holly.
—¡Nos vamos!— exclamó Holly— ¡Equipo, escabúllanse!
—Ah, eso fue en la...— iba a decir el jefe.
—¡Cállate, bruto!— lo cortó Rosa.
—¡Vamos! ¡Ya es hora!— exclamó Mikeas.
Todos echaron a correr entre las piernas de las personas. Snisy se movió como el rayo, sin problemas. Mikeas se abrió paso usando sus llamas para ahuyentar a quienes intentaban bloquearle el camino. El jefe tomó a Rosa de un mordisco y lo sentó sobre su lomo antes de echar a correr detrás de Snisy. Priscilla se hundió en el suelo como si se diera un clavado en una piscina, transformándose en una sombra. Ninguno pareció tener muchos problemas para huir de los humanos.
Holly intentó echar a correr tras sus amigos, pero sus piernas cortitas y poco entrenadas no mucho podían hacer. Era lento y no muy ágil. Podía teletransportarse, pero había tanta gente alrededor que no podía ver dónde terminaría si se arriesgaba a hacerlo. Así fue fácil para Geranio alcanzarlo con un paso largo, agarrarlo por el cuello y levantarlo en el aire para que no pudiera huir.
—¡Te tengo, maldito salvaje! ¡¿Crees que podías venir a robar mi pokemon?! ¡¿Creíste que me podrías ganar en mi propia casa?!
Holly intentó zafarse, pero Geranio lo apretaba muy fuerte. Tampoco podía gritar, dado que le apretaba la garganta. Tampoco podía teletransportarse, puesto que llevaría a Geranio consigo. Pensó que se quedaría sin aire, cuando de repente escuchó un golpe seco. Geranio se dobló por el estómago, lo soltó y lo dejó caer, pero en eso apareció Priscilla para agarrarlo en brazos.
—¡Holly!— exclamó, preocupada.
El Kirlia tosió, pero se encontraba bien.
—¡Pris! ¡Me salvaste!
—¡Claro que te salvé! ¡Tú me estás salvando! ¡No podía dejarte atrás!
Entonces Holly miró sobre el hombro de la Gengar, notó que Geranio se recuperaba de su golpe y se preparaba para atacarlos nuevamente, pero no le permitiría hacer eso.
Holly se separó de Priscilla con cuidado y se teletransportó al frente de la cara del entrenador fantasma. Lo tomó de las orejas para sujetarse y, aprovechando el momento de confusión, le cantó con una Voz cautivadora. El sujeto intentó llevarse las manos a las orejas, pero entonces Holly se colgó de su cuello y le dio un Beso en la mejilla, que le drenó de sus energías y se las pasó al Kirlia. El entrenador se cayó de poto ante la insólita sensación, y de pronto se sintió muy cansado.
Holly se paró en su pecho, comprobando que por un momento se quedaría quieto. Luego se giró hacia Priscilla, y advirtió que el resto de los pokemon de los invitados de la fiesta ya se dirigían hacia ellos para detenerlos. Tenían que irse YA.
—¡Pris, nos vamos!
—¡Sí!— exclamó esta.
La Gengar echó a correr y rodeó el cuerpo de Geranio. Le tendió la mano al Kirlia para que la sujetara y corrieran juntos, pero este, antes de poder dar un paso, cayó de rodillas.
Priscilla se detuvo frente a él, preocupada.
—¡Holly! ¡¿Qué te pasa?!
Pero no tuvo que preguntar más para enterarse. El cuerpo del Kirlia comenzó a brillar intermitentemente. Holly sentía que su circulación se aceleraba, sus músculos se contraían intensamente y su cabeza se sentía que iba a explotar. Ya había experimentado esos síntomas una vez en su vida, solo una vez: cuando evolucionó a Kirlia.
—Está pasando de nuevo— comprendió.
Después de la pelea con tantos pokemon, a través de todos esos años, estaba destinado a suceder. Derrotar a ese humano había sido la gota que derramó el vaso, su cuerpo estaba a punto de evolucionar, y no sería a un Gallade.
Priscilla lo miró, de rodillas, sudoroso y con dificultades para respirar, mientras una turba de pokemon se dirigían a ellos para someterlos. Tenían que salir de ahí en ese mismo momento.
—¡Holly!— exclamó ella, pero el Kirlia no respondía. No podía.
Nerviosa, Priscilla lo tomó en brazos, lo puso sobre su lomo y se lo llevó flotando. Dio gracias a Arceus que mantenía esa habilidad.
El cuerpo de Holly brillaba intensamente, mientras este se mantenía paralizado por la evolución.
—¡No, por favor!— pensó, desesperado— ¡No ahora! ¡Aún puedo encontrar esa piedra! ¡Sé que en poco tiempo la encontraré! ¡Por favor, no evoluciones!
Sus músculos se contrajeron con más violencia. Su cabeza no paraba de dolerle, como si le martillaran directamente el cerebro. Pensó que se iba a desmayar.
Pero de pronto, su cuerpo se relajó. Dejó de brillar, dejó de doler, simplemente se desplomó sobre el lomo de Priscilla. Holly no pudo moverse mucho desde ese momento.
Nervioso, se miró la mano, luego el pecho. No tenía ningún cuerno ahí. Finalmente se tanteó la cabeza y encontró sus dos cuernos ahí, intactos. Seguía siendo un Kirlia. Tendría que haber evolucionado, pero no lo hizo.
Algunos pokemon volador los persiguieron, pero Priscilla los ahuyentó con Bolas sombras e hizo dormir a otros con Hipnosis. Pronto se perdieron en la oscuridad de la noche, donde el cuerpo oscuro de Priscilla se camuflaba.
—¡Holly! ¡Holly! ¡¿Estás bien?!— le preguntó ella, preocupada como nunca.
—Sí, sí, solo necesito descansar— indicó. Poco a poco iba recobrando las energías. En ese momento levantó la cabeza para mirar hacia el frente— vamos a esa plaza de ahí. Ese es el punto de encuentro.
—Entendido— dijo Priscilla.
Aún con un alboroto a sus espaldas, aterrizaron en la plaza y se escondieron bajo una estructura metálica puesta para que los niños jugaran. Todos se encontraban ahí. Ya nadie los seguía, pero los seguían buscando.
—¡Eso estuvo de locos!— exclamó el jefe— ¡Excelente pelea, equipo!
Rosa se sobó las heridas. Mikeas permanecía mudo, aparentemente confundido. Snisy sonreía victorioso. Cuando Holly y Priscilla llegaron, el Kirlia ya estaba casi completamente recuperado.
—Eso... ¡Eso estuvo espectacular!— exclamó Priscilla— chicos, no puedo creer que hicieran todo eso por mí. Son mis héroes, todos ustedes.
Todos le sonrieron y le aseguraron que no era nada, pero estaban tan cansados que el ánimo duró poco. Necesitaban recobrar energías.
Ya era de noche. Holly miró hacia atrás, a las calles.
—Nos siguen buscando. Deberíamos continuar, quizás escondernos en el bosque.
—Sí, estoy cansado— alegó Mikeas.
—Es prudente— comentó Snisy.
El grupo entero comenzó a marchar. Holly siguió a Priscilla de cerca, pero antes de abandonar la plaza, advirtió una silueta en el tobogán.
Extrañado, se giró y se encontró con Érica. La chica se hallaba acostada sobre la pendiente metálica, con la cabeza hacia abajo y los pies apuntando al cielo. Cualquiera habría estado incómodo en una posición así, pero ella se veía de lo más relajada. Lo más extraño de todo era que Holly no había percibido su mente, nada más la había visto por suerte.
Priscilla la miró.
—¿Es una amiga tuya?— inquirió.
—Ah...
Holly no supo qué responder. Érica no parecía haber reparado en su presencia, solo jugaba con sus cadenas doradas, pero de pronto se detuvo y estiró sus labios, como pidiendo un beso. Entonces Holly recordó que le debía algo.
—Vuelvo de inmediato.
Se acercó a Érica.
—¿Cómo llegaste aquí?— inquirió Holly.
—Ya te dije, me perdí.
—No, me refiero a...
Érica sonrió y mostró sus manos abiertas.
—Una chica no puede ir contando sus secretos.
Holly suspiró.
—Eres súper rara.
—Cuéntate una de vaqueros.
—¿Qué?
—Nada, solo vengo por mi recompensa.
Holly se rascó la sien. Se sentía incómodo haciendo algo así frente a la pokemon que le gustaba, pero una promesa era una promesa. Además, esa chica extraña los había ayudado.
Tenso, se inclinó sobre ella para darle un beso en la mejilla. Ella pareció disfrutarlo bastante, como una abuelita querendona con sus nietos.
—Gracias por ayudarnos allá. Me... me cuesta creer que haya humanos buenos como tú. Eres la segunda persona así que conozco.
Érica sonrió.
—Eres muy tierno, Holly. Quizás me perdí, pero me gustó haberte conocido. Ahora ve con tu novia, antes que cambie de opinión.
Holly se puso rojo, luego echó un vistazo a Priscilla.
—¡No es mi...
Pero al girarse de nuevo hacia Érica, esta ya no se encontraba ahí ni por ningún lado cerca.
Holly volvió de nuevo con Priscilla, confundido.
—¿A dónde se fue?— inquirió.
Priscilla no pareció entender.
—¿Quién?
Holly apuntó al tobogán, extrañado, mas pronto se dio cuenta que Priscilla parecía haber olvidado que había una chica humana en el tobogán.
—Eh...— miró una última vez hacia el tobogán. No había nada— no importa, vamos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top