#33

Dormía pacíficamente boca arriba mientras que yo estaba apoyada en su pecho, nuestras piernas estaban entrelazadas, podía sentir la respiración de Adam, sonreí mientras le acariciaba la mejilla. Estábamos tapados con una sábana delgada. Le había enviado un mensaje a Felipe, había venido a estudiar, eso era lo que había pensado hacer de un principio, que haya cambiado no es mi problema.

– ¿De qué te ríes? – Añadió mirándome.

Lo besé en la boca mientras que él cerraba sus ojos dándome una sonrisa. Me apoyé en su pecho, Adam me acariciaba el cabello.

– Nada, sólo te estaba mirando – Le respondí.

Nos quedamos así unos minutos, debía volver a casa. Me levanté de la cama pero al momento en que lo hice sentí un pequeño dolor, haciendo que me quejara, Adam se incorporó de inmediato para saber que me había pasado.

– ¿Estás bien? ¿Te hice daño?

Lo miré a los ojos, estaba preocupado.

– Estoy bien Adam – Lo besé en los labios y me levanté.

Recogí mi ropa del suelo y avancé hacia el baño a ponérmela, mientras que me ponía la ropa recordaba todo lo que había sucedido, cada acaricia que me hizo, cada parte que me besó, mientras recordaba esos momentos, acaricié con la punta de mi dedo mi cuello dónde me había besado.

Sus ojos estaban muy atentos a mí, podía sentir que él también lo quería. Anhelaba estar más cerca de él, de una forma más apasionada. No éramos como las otras parejas que se unían al momento de tener relaciones, nosotros nos unimos hace mucho tiempo, confié en Adam incluso en mis malos días, le mostré mi lado y él me mostro el suyo, de esa forma nos convertimos en uno, ayudándonos a salir de esa oscuridad de la cual estábamos atrapados, Adam me besó en el cuello haciendo que mi cuerpo reaccionara, le sonreí por cada caricia que me hacía.

Fue un momento mágico.

Tocó la puerta haciendo que volviera a la realidad.

– Diana, ¿Te sientes bien?

Abrí la puerta del baño, él estaba apoyado en la pared esperando mi respuesta.

– Ya te dije, estoy bien – Pasé por al lado de él – Estaba recordando.

Mientras lo decía me había sonrojado. Adam sonrió junto a mí soltando aire, me ayudó a recoger mis cosas y bajamos las escaleras. Agarró sus llaves y salimos, hacía mucho frío, no me había dado cuenta del clima antes, había salido con una polera de mangas cortas, Adam iba con una chaqueta negra, subí mis hombros para no sentir el frío pasar por mi cuello. Adam se sacó su chaqueta y me la puso por mis hombros.

– Te queda muy bien mi ropa – Añadió con una sonrisa.

Me la puse de la forma correcta y uní mi mano a la suya, así nos fuimos durante todo el camino. Al parecer ninguno sabía que decir, íbamos en silencio mirando el paisaje que habíamos visto durante meses, miré Adam y le di un pequeño empujón.

– Sin palabras, ¿eh? – Solté una pequeña risa.

– Tú me dejas así – Se puso de frente mirándome y me besó en la frente.

Cuando llegamos a casa, Adam no se fue hasta que entré a casa, pude verlo por la ventana. Cuando me despedí de él por quinta vez se dio vuelta y se fue. Al mirar a mi casa, noté en que Felipe seguía en la misma posición.

– Diana, debo hablar contigo y con mamá – Decía bastante serio.

Lo miré confundida, todo esto podía significar una cosa.

– Cariño me alegra verte – Decía mi madre mientras me abrazaba – Felipe quiere hablar con nosotras, al parecer es algo serio.

Mi madre parecía feliz, no quería que todo esto se arruinara. Miré a mi hermano que estaba dispuesto a decirle toda la verdad.

– Mamá, debo decirte algo.

– ¿Qué sucede? Te veo preocupado – Añadió confusa, se sentó en el sillón sin dejar de mirarlo.

Qué bueno que se haya sentado.

– Uh... Clara fue al hospital hoy –– Aclaró mirándome – Y está embarazada.

Fue el silencio más grande, mi madre tenía la vista fija en mi hermano, pasó una de sus manos por su cara tapándola por completo. Podía ver que estaba decepcionada, eso hacía cuando tenía ese sentimiento, solté aire nerviosa y miré a Felipe que estaba asumiendo lo que acababa de decir.

Se iba a convertir en padre.

– ¿Me dirás algo? – Felipe le preguntó en un tono muy bajo.

Mi madre se levantó de la silla y se fue sin responderle.

Felipe tapó su cara, me acerqué a él y lo abracé. Estaba llorando, pocas veces lo hacía. Felipe se apoyó en mí, mientras que yo le susurraba que todo iba a estar bien.

– Tendré un sobrino o sobrina – Le respondí dándole una gran sonrisa.

Nada me hacía más feliz que ver a un bebé, Felipe me sonrió tratando de calmarse, me dio otro abrazo.

– Serás la mejor tía, ya lo verás.

Nos quedamos así unos minutos hasta que mi madre volvió, se venía limpiando las mejillas, al parecer estuvo llorando.

– Hijo, ahora mismo no puedo felicitarte. Pero la vida de un bebé siempre será bienvenida a esta familia – Añadió mientras le daba una abrazo.

Luego de su abrazo, ella me observó.

– Ni se te ocurra hacerme eso también, soy muy joven para ser abuela de dos – Añadió mientras se reía.

El ánimo le cambió en segundos, Felipe llamó a Clara para que viniera a vernos, habían pasado meses en que ella no nos veía. En unos minutos la puerta se abrió indicando que ya había llegado, Clara era una chica de mediana estatura, sus ojos eran cafés y su cabello era oscuro. Este bebé iba a ser hermoso, quizás tendría los ojos de ella o los de mi hermano, de cualquier forma sería a ser hermoso.

Abracé a Clara, mientras le sonreía. Mi madre se puso a mi lado.

– Eres oficialmente parte de esta familia, Clara – Añadió mientras la abrazaba.

Clara parecía que estuviera a punto de llorar, Felipe se puso a su lado y la besó en la frente. Podía ver que eran buenos chicos y lo importante era que se querían. Mientras los veía, pensaba en lo que tenía con Adam. ¿Tendría algo así? A pesar de dejarlo, ¿Nuestro amor seguiría allí?

Pasamos una tarde agradable, Clara nos contaba de que sus padres estaban felices de la noticia, a pesar de que ella había comenzado hace poco la universidad.

– ¿Planearon esto? Supongo que nadie lo hace, pero ustedes son muy jovencitos – Añadió mientras bebía de su taza de té.

Clara le sonrió de la forma más natural.

– No, la verdad es que no – Miró a mi hermano, él estaba prestándole atención – Pero estoy dispuesta aprender a ser una buena madre, a pesar de lo que dirán.

Mi madre asintió, Clara tomaba del té que tenía en su taza, Felipe estaba aún más tranquilo, mientras que yo no podía aguantar mi emoción.

– ¿Niña o niño? – Les pregunté.

Puse mis manos en mi mentón como una niña pequeña, lo que más quería era tener una niña corriendo mis nuestros brazos, lo ojos de Clara se iluminaron al igual que los de mi hermano.

– Me gustaría una niña – Los dos hablaron al mismo tiempo.

Todos reímos, estuvimos hablando de cosas de bebés un buen rato, ya era oficial. Clara era una buena chica, se notaba que quería a mi hermano, no le importaba que no fuéramos una familia adinerada. Felipe estaba muy concentrado en el tema cuando le pregunté.

– ¿Y cómo la llamarían? – Insistí.

Mi madre me miraba de vez en cuando.

– Diana, es muy pronto – Decía mientras me sonreía.

Clara siempre me respondía a todo.

– No he pensado en eso, pero tengo un nombre en mente.

– ¿Cual?

Miró a mi hermano y luego a mi madre.

– Olivia.

Me gustaba el hombre, mi madre lo único que hizo fue asentir.

– Recuerdo cuándo los tuve a ustedes, primero con Lizzy fue complicado porque era joven, cómo ustedes – Añadió dando un largo suspiro – Mis padres no estaban contentos, solamente tenía dieciocho años, pero con el tiempo aceptaron la noticia y claramente en esos tiempos nos obligaron a casarnos con tu padre – había pasado tiempo en que lo nombraba, solamente asentí – El día en que nacen tus hijos, olvidas todo lo malo que pasó en el proceso, solamente tienes ojos para ellos.

Clara le sonrió.

– ¿Y cómo pensó en los nombres? Digo, tienen que tener una historia divertida.

Solté una risa mirando a mi hermano.

– Bueno, cuando era pequeña veía una película de romance, la protagonista se llamaba Elizabeth Bennett – Clara la miraba de una forma increíble – Con el tiempo que pasé viéndola, me gustaba su nombre. Entonces pensé; Cuando sea madre, será el primer nombre que tendrá mi hija.

– Eso es hermoso, ¿De casualidad esa película es Orgullo y Prejuicio?

Mi madre asintió.

– Me gusta esa película, me encanta ver historias románticas de esa época.

– ¿Te gusta lo trágico? – Le respondió mi hermano.

Clara soltó una risa.

– Claro que no, pero me gusta que su romance sea difícil de conseguir, que el hombre no pueda sacarse a la chica que ama de la mente.

– ¿Y los nombres de Felipe y Diana? – Volvió a preguntar Clara.

– ¿No es obvio? Tuve una pequeña obsesión con la realeza cuando era más pequeña. De hecho, mi madre me la contagió.

– ¿Realeza?

– Esta es su historia favorita, escúchala cariño – Le respondió Felipe.

– Felipe fue el segundo en llegar, su nombre es por el duque de Edimburgo. El esposo de la reina Isabel.

– No puedo creerlo, que original. Digo, muchas personas se llaman Felipe pero nadie que tenga esta historia.

Mi madre volvió a beber de su taza de té.

– Dos años después, llegó Diana. Su nombre es por la Princesa Diana, es tan dulce cómo ella, que a veces pienso que se reencarnó en ella.

Solté una risa nerviosa.

– Está historia es increíble, me gustaría conocer más sobre ustedes pero debo irme.

Miré a mi madre que parecía que estuviera a punto de llorar, Clara se despidió de nosotros con una gran sonrisa.

– Muchas gracias por su apoyo, aprecio todo lo que hacen por mí y nuestro bebé.

Le di un gran abrazo.

– Te ayudaremos en lo que más podamos, lo que sea por mi sobrinita – Todos nos reímos.

***

Había pasado una semana.

Me levanté con el ánimo más odioso de toda mi vida, no quería ver a nadie. Mientras me lavaba los dientes, pensaba en lo que tenía que hacer, debía dar un examen de inglés y matemáticas, odiaba todo. Lo único que quería era quedarme en mi cama.

Bajé las escaleras, mi madre estaba conversando con Clara mientras que ella miraba ropa de bebés en las revistas. Se le notaba un poco más el embarazo, ella se veía muy feliz, me senté a su lado mientras tomaba un vaso de jugo.

– Tienes un aspecto horrible – Decía mi madre.

La miré con odio, Clara estaba a mi lado mirándome.

– Oh gracias madre, no lo había notado – Le respondí con sarcasmo.

– Diana, ¿Estás bien? Te ves un poco pálida.

Me sentía horrible.

– No sé, estoy así hace una semana. No entiendo que me pasa – Decía mientras pasaba mis manos por mi cara.

– Recuerdo que así estuve cuando se retrasó mi periodo... – La empecé a escuchar de lejos.

¿Qué pasaba si est...?

No podía ser cierto, había sido solamente una vez, no podíamos tener tanta mala suerte.

La miré y le sonreí de la forma más normal, terminé mi desayuno y subí al baño. Me quedé calculando, había pasado exactamente una semana desde que estuve con Adam, no podía ser cierto.

No.

No.

¿Y si...?

Ya basta, anda al médico y sácate esa duda.

Mierda.

Me quedé unos segundos más en el baño, rogándole a todos los dioses que existieran, no podía pasarme esto. Me arrodillé en el suelo con mis manos unidas mirando al cielo, en realidad al techo.

– Dios, todo poderoso. Te prometo que nunca más – Decía con mis ojos cerrados – Nunca más lo hago, te lo prometo. ¡Dame mi periodo!

Me quedé unos segundos así, hasta que sentí algo extraño.

Algo cómo si fuera...

– ¡Sí! – Grité mirando al cielo – ¡Gracias! ¡Gracias!

Me volví a cambiar de ropa ya que claramente me había llegado mi periodo. Bajé las escaleras muy feliz, más bien calmada por mi momento de desesperación, me despedí de todos y salí a la escuela.

Sólo había sido un susto. 

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