Capítulo 36


Al día siguiente Tom llevó mi baja laboral a la discográfica y me contó que se subieron por las paredes. No sabían si suplirme por completo y después de la baja reubicarme con un grupo nuevo, o si coger un suplente temporal.

- Buah... paso del tema, no me cuentes más- dije enfadada, no quería cambiar de grupo otra vez.

Por tanto, aquellos días ya estaba totalmente libre. Tom y yo nos dedicamos a ir comprando cosas para el niño. El cochecito, la cuna, ropa... además insistí en que pintase la habitación que sería del niño.

- Explícame de nuevo que tiene de malo el amarillo que hay en toda la casa- pidió Tom mientras abría el bote de pintura azul

- Nada, pero quiero que su cuarto sea diferente. Y el azul es un color perfecto.

Tom negó levemente con la cabeza varias veces. Se pasó toda la mañana pintando la habitación mientras yo le hacía visitas ocasionales. Lo más gracioso fue pintar el techo.

- Me voy a poner perdido- protestó mirando el techo de reojo

- Pues ten cuidado.

- Espera- dijo de repente subido en la escalera

Dejó el rodillo y la bandeja sobre la escalera y se quitó la camiseta lanzándomela desde allí.

- No quiero mancharme la camiseta que luego la pintura no hay quien la saque

Cogí la camiseta y me quedé admirando el cuerpazo de Tom.

- ¿Qué?- preguntó él antes de ponerse manos a la obra

- Nada, nada.

Agité la cabeza y me fui de allí aunque no tardé en volver. Me quedé mirando desde el marco de la puerta como trabajaba. Algunas gotitas se le habían caído encima de los hombros y el pecho.

- Me estás poniendo nervioso- dijo sin mirarme.

- ¿Por qué?- pregunté entre risas.

- Porque no sé que estás mirando tanto.

- Pues ahora mismo te miro a la cara, pero hace unos segundos me estaba centrando más en los abdominales.

Él rió por lo bajo.

- Desde luego, que superficial eres.

- ¿Qué?- reí-¿Yo? Habló aquí... el que mira en el interior.

Dejó de pintar durante unos segundos me miró haciendo morritos. Yo sonreí ampliamente y levanté una ceja con aire interesante.

- No me mires así, muñeca.

- ¿Por qué no?

- Porque...-bajó de la escalera- me distraes del trabajo.

Se acercó hasta a mí.

- Quizá deberías tomarte un descanso- le propuse.

- Quizá.

Sonrió mientras asentía ligeramente con la cabeza. Me rodeó la cintura con los brazos y me besó. Sus labios ardían contra los míos y su lengua se encontró efusivamente con la mía. Sus besos siempre me habían vuelto loca. Sus manos descendieron hasta mi trasero y me apretó más contra él.

- Joder me vuelves loco...-dijo contra mis labios.

- Y tu a mí- respondí.

Me mordió ligeramente el labio inferior mientras me miraba fijamente.

- Creo que debería... seguir... pintando- dijo agachando la cabeza.

Le eché los brazos al cuello y busqué su boca con la mía para acallar sus palabras.

- Ni hablar...- murmuré contra su cuello- ahora eres mío...

Bajé mis manos hasta sus pantalones y comencé a desabrocharle el cinturón.

- Y no voy a dejarte ir así como así...- continué susurrando ahora por su clavícula.

Desabroché el cinturón con éxito y planté la palma de mi mano contra sus pantalones.

- Estás un poco ansioso... creo- dije con ironía al notar el duro bulto que había bajo mi mano.

Él cerró los ojos y apretó los labios durante unos segundos. Al abrirlos de nuevo me miró. Yo agaché la mirada y fui besándole por el pecho, la clavícula, el cuello... besos cada vez más húmedos que iban dejando un pequeño rastro de saliva hasta que al final di de nuevo con sus labios.

Mis manos desabotonaron su pantalón y las suyas mi blusa. Retrocedí unos pasos, en dirección a nuestra habitación y él me siguió de inmediato. Al llegar le obligué a sentarse sobre la cama y me senté a horcajadas sobre él. Él me desabrochó el sujetador y lo dejó caer al suelo mientras sus manos cálidas se dirigían a mi pecho. Dejé que me tocase manteniendo mis ojos cerrados e intentando controlar mi respiración. Sus manos rozaban mi pecho y sus labios recorrían uno de mis hombros. Manteniendo los ojos cerrados fui tocándole el abdomen, duro y marcado como siempre. Él se apartó un poco y volvió a poner sus manos en mi trasero, en esta ocasión obligándome a levantarme un poco. Mi pecho quedó a la altura de su cara y su lengua recorrió cada poro de mi piel. Sus manos fueron a la parte delantera de mi pantalón y desabrocharon el botón y bajaron la cremallera. Metió las manos por dentro y me lo bajó un poco. Me levanté entonces para quitarme el pantalón por mi misma. Tras hacerlo me arrodillé en el suelo y fui bajándole los suyos sin quitarle el ojo de encima. Recorrí sus piernas con mis manos y le apreté los muslos junto al borde de los abultados boxers. Tiré de ellos dejándole completamente desnudo ante mí. Su miembro ya estaba listo para la acción. Le miré desde allí a los ojos intentando ver que prefería que hiciese, pero sus gestos hablaron más que su mirada.

Me cogió por los brazos y tiró de mí hacia arriba. Me cogió por la cintura y fue besando y rozando suavemente mi abultada tripa. Me hice un hueco entre sus brazos, pero me frenó antes de sentarme sobre él de nuevo.

- ¿No será malo para...?- bajó la mirada hasta mi abdomen

- En absoluto, solo hay que ir con cuidado.

Terminé de desvestirme. Sus brazos se aflojaron a mi alrededor y me permitieron acercarme más a él. Apoyé las rodillas sobre el colchón pero no terminé de sentarme sobre él. Le miré el rostro, un poco más abajo que el mío. Sonreía ligeramente de lado y me miraba con cara de actor porno. Bajé un poco y pude notar toda su hombría haciéndose paso a través de mi cuerpo. No descendí del todo, le haría sufrir un poco. Me mantuve quieta mientras le besaba por el cuello. Sus manos, colocadas en mis caderas, me empujaron ligeramente hacia abajo pero hice fuerza para no descender ni un centímetro.

- Haz el favor de portarte bien- dijo volviendo a presionarme.

- ¿Eso es lo que quieres?- susurré en su oído.

- ¡Sí!

Apenas había terminado de decirlo cuando bajé de golpe. Volví a subir y bajar varias veces primero despacio y poco a poco más deprisa. Tom me ayudaba a mantener el ritmo sujetándome el trasero.

Sus labios estaban fuera de control y parecían estar en cien sitios a la vez. Mi rostro, mis labios, el cuello, mi pecho... sus labios se detenían escasos segundos en cada sitio pero lo suficiente como para volverme loca. Cuando se detuvo más de lo esperado en el final de mi cuello, casi junto al hombro, supe que le quedaba poco para acabar. Sus manos me obligaron a ir mucho más deprisa, comenzó a gemir contra mi piel y eso me puso a mil. Mis manos, que hasta entonces habían recorrido su cuerpo, se detuvieron sobre sus hombros, para poder impulsarme mejor. Intenté no clavarle las uñas de la excitación pero cuando se le escaparon varios gemidos seguidos no pude evitar agarrarme a él sin ningún cuidado.

Aquello empezaba a ser una cuenta atrás en toda regla y aunque parezca increíble le sentí más duro todavía dentro de mí. Aquel día se estaba dejando hacer por completo y parecía estar disfrutándolo. Sentirle tan excitado, verle tan ansioso, contemplar los espasmos que sufría y observarle arquear la espalda de puro placer me motivaron para acabar a lo grande. Me moví tan rápido como pude y sus labios dejaron paso a sus dientes. Empezó a morderme levemente el hombro pero llegado a un punto su mandíbula apretó más y más mi piel. Empecé a gemir de placer y eso debió de rematarle, me empujó con fuerza hacia abajo y no me dejó moverme más. Sus gemidos ahogados se transformaron oficialmente en un grito que sofoqué con mis labios.

Se dejó caer hacia atrás y yo me tumbé a su lado, extasiada. Rocé su pecho que subía y bajaba rápidamente y me di cuenta entonces de que estaba sudoroso. Se giró hacia mí y sus manos se dirigieron a mi también empapado pelo. Le brillaban los ojos cuando me miró.

- Eres una diosa...

Comencé a reírme a carcajadas pues sus palabras se me habían antojado terriblemente de película.

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Una vez más, gracias por las lecturas ¡estamos muy cerca de las mil ya! =)

Tal como comenté, estamos muy cerca del final. La historia tendrá 38 capítulos más el epílogo final así que... ¡solo quedan 3! Espero que lo disfrutéis.

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