Capítulo 4
El grupo avanzo sin decir una sola palabra, no sabían porque debían ver al Rey y eso los ponía nerviosos más que nada el hecho de estar rodeados de soldados y ninguno les explicaba de que se trataba, el más afectado era Feliciano que se paso todo el trayecto hasta el palacio sujeto firmemente del brazo de su hermano mayor. Una vez llegaron un grupo de soldados que los escoltaba se quedo en la entrada y otros los guiaron hasta el salón del Trono, mientras subían por unas escaleras pudieron ver a un hombre Joven esperándolos, se veía algo molesto y eso solo aumento el nerviosismo.
- Sean bienvenidos al palacio de su Majestad el Rey Gilbert Beilschmidt, los está esperando andando, yo los terminare de escoltar. – eso se lo dijo a los soldados que quedaban junto a ellos estos asintieron con la cabeza y se posicionaron frente la escalera. – Espero que no hayan sido muy bruscos con ustedes los soldados están algo nerviosos al igual que todos en palacio les explicaremos todo en un momento. Pero que modales los míos no me eh presentado como es debido lamento mucho eso, pero preferiría hacerlo frente su alteza y así nos dirán quiénes son ustedes, por favor síganme y pueden estar tranquilos no les haremos daño. – dijo aquello y les dedico una sonrisa amable. Caminaron un poco más por un pasillo y llegaron a lo que seria las puertas antes de ver al Rey. – Antes de que vean a su alteza primero deben estar presentables, no es que quiera ofenderlos se que han pasado por un largo viaje, pero necesito que por lo menos de laven las manos y rostros. – después de decir aquello dio dos palmadas con las manos y llegaron en un instante unas criadas con cuatro fuentes de agua y toallas. – serian tan amables de lavarse. – les dijo el hombre y ellos no se quejaron para nada un poco de agua fresca les haría sentirse menos nerviosos mientras ellos están en eso un soldado se le acerco al Joven y le susurró algo en el oído, este asintió y el soldado se retiró, una vez listos y aseados el joven les pidió a las criadas que se retiraran ellas hicieron una reverencia ante él y se fueron. – Andando. – los soldados que estaban parados frente las puertas se hicieron a un lado y las abrieron para ellos entonces pudieron divisar el gran salón del Trono, era un espacio enorme con mucho espacio y grandes columnas sujetando aquel majestuoso lugar y al final del salón subiendo unas pocas escaleras estaba un gran e imponente trono en el sentado de lado con expresión aburrida estaba otro Joven hombre quien supusieron era el Rey a su lado izquierdo estando de pie se encontraba una hermosa dama quien debía ser su prometida ella se le acercó y le susurro algo al oído y en un instante el Rey se sentó derecho. El Joven que los había escoltado dio un ligero suspiro y les pidió que se acercaran ya frente al Rey los chicos hicieron una reverencia y el Joven se posiciono al lado derecho del Rey y le susurro algo para luego erguirse y mirar al grupo de jóvenes.
- Bienvenidos, viajeros. Me han dicho que lleváis unos cristales. ¿Es eso cierto?
No lo pensaron dos veces los chicos, simplemente les mostraron a aquellas personas sus respectivos cristales, el Rey sonrió satisfecho y continuo.
-Es tal como anticipó la profecía de Luka: "Cuando reine la oscuridad en el mundo, llegarán los cuatro Guerreros de la Luz". – dio un largo suspiro de satisfacción el cual no paso por alto para nadie. –
-Su majestad, no tenemos la plena certeza de que estos sean los guerreros de la profecía. – le dijo el Joven a su derecha.
- Pero aquí están delante nuestro con los cristales. No creo que sea una coincidencia. – dijo la chica a la izquierda del Rey.
- Guerreros de la Luz, quiero encomendaros una tarea. – dijo de repente el Rey, las personas a su lado ya sabían que pediría. - ¿Seríais capaces de rescatar a Ludwig, mi hermano menor?
- Sadiq, un general y caballero que solía servir a Su Majestad, ha raptado al príncipe Ludwig, os pido ayuda en nombre de Su Majestad, el Rey de Ramneyg. – les dijo el Joven.
-Sadiq se ha refugiado en el Templo de la Cruz, al sur de aquí. – les dijo la chica. – Ya hemos intentado salvar al príncipe, por supuesto...
- Pero Sadiq es el mejor espadachín del reino. Ninguno de nosotros puede igualarle. – dijo el Rey mirando al grupo. – Me han dicho que quieren viajar al oeste y el paso que permitía seguir el camino ha sido destruido por un derrumbe y no es posible cruzarlo. Si rescatáis a Lud, me encargare de reconstruir ese paso montañoso como muestras de agradecimiento.
Los chicos estaban impresionados, hasta ahora nunca nadie les había reconocido de tal manera, a excepción de la anciana de la posada, pero esta vez lo diferente era que le encomendaban una tarea de tal calibre, rescatar a un príncipe de un sujeto que ellos no habían podido derrotar con sus tropas, se sintieron con fuerza y que podrían lograrlo, pero había algo que faltaba en la historia o eso pensó Arthur así que pregunto de manera casi casual para no ofender al monarca.
- Disculpe su Alteza hay algo mas que debamos saber, me parece que algo falta en esta historia. – El Rey y sus acompañantes se asombraron, no es que hayan querido ocultar aquel detalle, solo querían ocuparlo en caso que se negaran o eso había planeado Gilbert, este solo suspiro y dijo todo lo que faltaba.
– Efectivamente, hay algo más, resulta que Sadiq mando a decir con unos soldados que pudieron regresar, que si queríamos al príncipe de regreso yo personalmente debía entregarles los cristales de la luz. - dio otro suspiro. – Lamento no haberles dicho, pero quería usar eso como ultimo recurso en caso que se negarán a aceptar. – el rey bajo la vista algo apenado, lo siguiente que sucedió jamás se lo espero, Feliciano había corrido hasta él y le dio un gran y apretado abrazo por algún motivo eso reconforto en gran medida al Rey así que devolvió el abrazo, al separarse Feli le tomo ambas manos y le respondió mirándolo a los ojos carmesí del Rey en nombre de todo el grupo.
-Confié en nosotros rescataremos al príncipe y no nos molesta en absoluto que haya ocultado esa información usted esta preocupado por su hermanito es normal que quiera hacer hasta lo imposible. – Con sus ojos muy abiertos le transmitía una gran paz al Rey este sonrió mostrando los dientes a la vez a que asentía con la cabeza. – Vamos equipo, vayamos por el príncipe. – Decía aquello mientras se alejaba del Rey y corría hasta sus amigos. – Rápido. -Tomo del brazo a su hermano y empezó a jalarlo hasta las puertas para que se apresuraran, Lovino solo se quejaba ante los jalones del menor y discutía brevemente con él eso enterneció a los mayores que los veían irse. Arthur ante todo lo ocurrido con Feliciano hizo un ademan de disculpa con el Rey y sus compañeros hizo una reverencia para poder ir saliendo también, hizo una seña a Alfred para que hiciera lo mismo este lo vio y lo siguió, se irguieron y antes que se dieran la vuelta la chica los llamo a los cuatro y estos se voltearon a verla.
- Antes de que se vayan, hay un par de cosas que me gustaría saber sobre ustedes, me gustaría saber los nombres y edades de los héroes que rescataran al príncipe. – los chicos se dieron cuenta entonces que nadie se había presentado hasta ahora, solo habían asumido que la chica era la prometida y el hombre al lado del Rey al ministro o consejero.
- Es cierto, lo lamento mucho. Déjenme empezar, mi nombre es Arthur Kirkland tengo 18 años y provengo de Elgnand. Es un placer. -
- Yo soy Alfred F. Jones tengo 17 años y soy de Aricema. Pueden contar conmigo para salvar al príncipe pues soy todo un héroe.
-Lovino Vargas, 17 años nací en Lytia, pero me crié en Spina. –
- Solo falto yo, mi nombre es Feliciano Vargas tengo 15 años también nací en Lytia como mi fratello y me crié en Spina, no hemos vuelto a Lytia desde que nací. Me gusta la pasta, la pizza y sobre todo los tomate. También me gusta cantar y pintar, detesto las peleas, pero siempre ayudo a mis amigos en los combates desde atrás sanando sus heridas. – Dijo todo aquellos con su alegría natural e inocencia que hacia un efecto de ternura gigantesco en la Duquesa que no pudo evitar acercarse y abrazarlo fuertemente, pero sin lastimarlo. –
- Eres tan adorable. – chillaba la chica mientras frotaba su mejilla contra la de Feli, este solo se dejaba querer.
- Veeeee~~. – este solo correspondía a los mimos que recibía.
- Bien. Mi nombre es Elizabeta Héderváry duquesa y prometida del Rey Gilbert Beilschmidt por último esta el chico de los lentes él es Roderich Edelstein consejero del Rey y su mejor amigo – los presento la chica rápidamente separándose de Feli un poco. – Se que podrán derrotar a Sadiq, pero no vayan a confiarse, no sabemos que le pudo haber dicho al príncipe para poder hacer que lo acompañara con fácil fuera del palacio, así que sean precavidos en especial tu. – dijo lo último mientras acariciaba la cabeza de Feliciano. – Los príncipes solo pueden salir del castillo estando acompañados por un miembro de la corte o nobleza siempre y cuando el Rey lo autoricé. El príncipe tenía conocimiento de aquello así que probablemente Sadiq le debió engañar diciendo que Gilbert lo había autorizado y Ludwig confiaba ciegamente en su general por ende no debió desconfiar. Les digo esto para que estén preparados, no sabemos como reaccionara el príncipe, tal vez crea que está en alguna campaña con el general o algo parecido. Si Lud no accede a ir con ustedes por algún motivo, siempre y cuando no este bajo el efecto de alguna droga o encantamiento de control mental, digan "Eli te preparo pasteles debes apresurarte antes de Gilbo y Rod se los coman todos".
- Es alguna clave secreta, muy interesante y bastante ingeniosa. – decía Arthur.
- Algo así. – dijo el Rey rascándose la nuca y mirando a otro lado.
- Ya nos vamos, no se preocupen pueden confiar en nosotros. – Arthur se despidió en nombre del grupo y salieron por las puertas dejando a los otros tres solos.
- Realmente espero que estén bien. – dijo Elizabeta. – Son jóvenes e ilusos, Sadiq podría utilizar eso a su favor. –
- ¿Por eso preguntaste sus edades? – Pregunto Gilbert.
- Sí, se veían demasiado jóvenes, no puedo creer aún que Kirkland tenga 18 años, pensé que sería menor. Feli es el mas joven, inocente e iluso del grupo, quizás con su hermano cerca no tenga problemas, pero no deja de preocuparme. – Decía muy preocupada Eli.
- Tranquila Eli, estarán bien no olvides que son los Guerreros de la Luz. – le dejo Gilbert sonriendo de lado mostrando los dientes, una sonrisa radiante pensó la chica. – Ahora veo que serás una gran mamá. – Se arrepintió de inmediato al decir aquellos pues tanto él como Elizabeta se sonrojaron y desviaron la vista del otro mirando puntos diferentes del techo. –
Roderich fastidiado por aquel gesto bufo y les dijo. – Han sido novios por más de tres años y aun se sonrojan como si tuvieran 15 años, deben asumir de una vez que tarde o temprano tendrás hijos. – se dio la vuelta y camino hasta una puerta oculta por unas cortinas. – Si me necesitan estaré en el salón de música. – dijo antes de irse los otros dos no dijeron nada mas solo suspiraron y decidieron seguirlo, sabían que cuando estaba muy estresado Rod solía tocar el piano y su música y melodías los relajaba a ellos también.
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Habían dicho que rescatarían al príncipe que confiaran en ellos ya no se debían preocupar por nada, se habían sentido poderosos como si nada los pudiera derrotar en aquel momento, pero todo eso les duro hasta que salieron del palacio mientras eran alagados por los soldados y personal del castillo, cuando se alejaron un poco fue cuando cayeron en cuanta de lo que habían aceptado. Era una locura, ni siguiera los mejores soldados del reino aquel habían podido derrotar al tal Sadiq y ellos eran solo cuatro chicos que no habían terminado con la educación de sus disciplinas. Si bien eran buenos, hasta ahora se dieron cuenta que deberían ser mas fuerte y haber estudiado un poco más o tal vez mucho más. Y la guinda de la torta es que quería sus cristales, no sabían porque motivo los querría, pero eso realmente no les importaba en ese minuto.
- ¿Ahora qué? – pregunto Lovino mientras se miraban entre ellos.
-La verdad no se me ocurre nada. – le respondió Arthur. –
-Como derrotare a alguien que se supone que es el mejor, yo soy genial, pero este tipo era un general, me recuerda a mi papá, nunca logre derrotarlo en combate. –
- Veee... - Feli no termina de entender la situación. – Pero no acabamos de aprender nuevas habilidades, quizás debamos ocuparlas en combates reales antes de sacar conclusiones. – Arthur pensó que a veces Feliciano sacaba ideas muy acertadas.
-Pueda que tengas algo de razón, pero no es lo mismo derrotar monstruos salvajes en el bosque que a un posible psicópata. – Suspiro cansado. – Hagamos eso, vayamos al bosque y probemos nuestras nuevas habilidades y practiquemos un poco de como utilizarlas en conjunto. - Todos estuvieron de acuerdo a esa idea y partieron rumbo a las puertas del reino.
Ya estando fuera se dispusieron rumbo al sur, hasta el templo de la cruz que les habían dicho tenían secuestrado al príncipe, esperaban que el chico ese no les fuera a dar demasiados problemas y que le clave surtiera efecto.
Estaba anocheciendo, ese había sido un día agotador se habían topado con un sinfín de monstruos desde que salieron del reino, muchos de ellos no se los habían topado nunca quizás era por que el lugar a donde se dirigía o tal vez por la oscuridad que cubría el mundo hacia que aparecieran más monstruos de diferentes tipos y nuevos.
Antes que cayera la noche, encontraron un buen lugar cerca de una laguna donde levantaron un pequeño campamento para descansar y pasar la noche. Se disponían a recapitular los eventos del día como lo era la nueva táctica de combate que incluía los movimientos nuevos aprendidos. Resultaron mejor de lo esperado, el que tuvieran una coraza mágica que los protegiera momentáneamente durante los combates había disminuido mucho los daños sufridos por todos, en especial en Alfred y Lovino que solían luchar más de cerca, combate frontal. Además, habían conseguido muchas cosas que podrían venden, también hierbas que Feli servían para hacer pociones y por último algunos solían dejar caer dinero el cual probablemente se lo quitaron a un pobre iluso que pudieron haber derrotado o lo habrán encontrado en el suelo, a muchas criaturas humanoides les llamaba la atención el dinero pues las monedas brillan y eso les atrae. Ya todos reunidos alrededor de la fogata charlaban mientras Feli hacia pociones para sanar heridas, Lovino preparaba algo de cenar, Alfred le hacía posibles arreglos a su espada nueva la cual le había servido de maravilla aquel día y Arthur solo descansaba y guiaba el rumbo de la conversación.
-Bien, estos hechizos nuevos resultaron bastante efectivos, si logro hacer que le tan Sadiq se duerma antes de que pueda atacarnos nos ahorrara tiempo y esfuerzo. – Decía aquello con orgullo.
- ¿Qué pasa si no resulta? – pregunto Lovino, mas que nada para fastidiar un poco a Arthur. –
- Estaremos jodidos, porque significara que el sujeto es realmente duro. –
Feliciano se estremeció un poco al escuchar eso sacudió la cabeza para poder sacarse los pensamientos negativos y les dijo. – Las pociones están listas. – El grupo hizo una mueca de disgusto que Feli decidió ignorar mientras les entregaba un vaso a cada uno, resulta que no es que Feli las prepara mal pero las pociones son medicina y las medicinas nunca tienen buen sabor. – Se que las detestan, pero nos ayudara sanar mejor durante la noche y estaremos como nuevos para mañana. – eso lo sabían Feli les había preparado pociones antes y si bien era efectivas y los resultados eran casi instantáneos nunca podrían acostumbrarse al mal sabor que les dejaba en la boca. –
-Pues bien, a brindar por nuestro éxito de mañana. – dijo con derrota Alfred, odiaba tener que beber eso prefería que Feli usara su magia, pero eso lo agotaba después de un rato las pociones hacían descansar a Feliciano y lo sabían.
-Todos juntos. -dijo Lovino.
Entonces chocaron sus vasos como haciendo un brindis y bebieron todo su contenido con muecas de disgusto de un solo trago.
-Algún día nos haremos inmunes este mal sabor. – les decía Alfred para tratar de animar las cosas después de esa terrible experiencia que es beber las pociones.
-Lo bueno es que esta vez pude preparar unos jugos para quitarnos el mal sabor de boca. – Todos lo quedaron viendo con ojos brillosos, pues el mal sabor les quedaba por un buen rato y tener algo que se los quite más rápido era maravilloso.
Arthur se ofreció a lavar los vasos en el lago para quitarle los restos de las hierbas, una vez listo volvió con el resto y Feliciano ya lo esperaba con el jugo prometido, se repartieron los vasos y Feliciano servía a cada uno. Arthur sostuvo el de Feli mientras este servía. Luego hicieron lo mismo que con las pociones brindaron la diferencia que la vez anterior es que disfrutaron del contenido del vaso con gusto. Lovino termino la cena, se rellenaron los vasos para acompañar la cena. Después de comer se dispusieron a dormir. Pero como solía pasar cuando dormían en la intemperie uno debía quedarse despierto para que el resto durmiera y se iban turnando. A ninguno le gustaba partir el turno primero así que siempre se decía al azar con piedra, papel o tijeras. Él primero en salir fue Lovino, segundo Arthur, tercero Feliciano y finalmente cuarto Alfred. Esa noche no hubo incidentes, por ende, pudieron dormir casi de corrido si no fuera por los turnos. Se levantaron al amanecer, prepararon el desayuno, uno bastante pobre en comparación con el día anterior, guardaron sus cosas apagaron el fuego y siguieron su camino.
Ese día al igual que el anterior estuvieron que luchar con un sinfín de monstruos nuevamente, al menos no les salió nada nuevo. Pasado el mediodía llegaron a una loma desde donde pudieron divisar al fin el Templo de la cruz. Si bien se veía enorme e imponente estaba bastante deteriorado lo cual le daba un aspecto más lúgubre.
-Ya casi llegamos. – menciono Lovino. – ¿Como te encuentras Feliciano? -
-Estoy bien, mi magia de curación no ocupa mucha energía y eh ocupado poco la coraza el día de hoy, así que no te preocupes fratello. – dijo animado
- ¿Y tú cejas? ¿Como vas? – le pregunto ahora a Arthur. –
- Tranquilos, aun puedo seguir luchando. – les dijo con aire de superioridad. –
- ¿Estás seguro? -le pregunto Alfred, a diferencia de la magia blanca de Feli la cual se caracteriza por ocupar poca energía para hacer hechizos, la magia negra era muy poderosa de hecho habían veces en las cuales Arthur se encargaba solo de los monstruos calcinándolos y resto solo se quedaba mirando pero sabía que eso consumía mucha energía y le preocupaba que se quedara sin energía en mitad del combate con el hombre malo o peor aún, que se le agotara antes de que pudieran encontrarlo y enfrentarle. Otro dato es que los magos negros tienen más energía que los magos blancos, pero los hechizos de estos como ya se menciono son mas poderoso y gastan más energía por ende se cansan más rápido y quedan fuera de combate antes que los blancos.
-Ya te dije que estoy bien. – le respondió fastidiado Arthur con evidente enojo. –
- Pues yo estoy cansado y con hambre. – se sentaba mientras decía aquello y miraba a Lovino, este reconocía esa mirada significaba que le siguiera la corriente y entendía muy bien porque también sabia cuanta energía para hacer magia usaba ese par de magos, se les venia un combate difícil, quizás el más difícil que hayan tenido en sus vidas hasta ahora, recargar energías sería una buena idea. –
- Pues yo también estoy cansado, oye tonto hermano menor, te encargas del almuerzo hoy. – decía mientras se tendía en el pasto a descansar. – tomare una pequeña siesta me despiertan cuando la comida este lista.
Para Arthur y Feliciano no les que de otra mas que aceptar el descanso, esos dos no se moverías hasta que comieran y descansaran un rato, al menos así lo sintió Arthur, entendía también por que lo hacían e internamente lo agradecía, pero eso es algo nunca admitiría.
Feliciano busco entre sus cosas y las se sus compañeros, pues se repartían la carga de las cosas para cocinar y comer, no podrían darse un festín enorme, pero al menos no estarían con los estómagos vacíos. Comieron contemplando el Templo y pensaban cosas varias, múltiples escenarios y como acabarían el día. No se habían percatado, pero realmente estaban nerviosos, esta vez no tenían que derrotar a un par de monstruos o bestias se morían con solo golpe y ya, no esta vez, tendrían que enfrentar un reto mayor, una persona realmente poderosa que podría hacerles daño de verdad y muy grave. Solo pensar eso les revolvía el estómago, al terminar de comer Lovino dijo que quería retomar su siesta, pero Arthur le dijo que ya habían perdido demasiado tiempo y que tenían que rescatar al príncipe y seguir con su viaje. Alistaron todo y empezaron a bajar la loma hasta el dichoso Templo. Se encontraron con unas cuantas criaturas más, pero esta vez Alfred y Lovino se encargaron de luchar, les prohibieron usar magia a los otros. Después de cada combate Feliciano insistía en curar sus heridas, pero ellos se negaban, decían que estaban bien y que debían seguir que los curara cuando llegaran al Templo. Cuando llegaron frente las puertas Feli les corto el paso y les dijo que ya era momento de curar sus heridas, estos aceptaron, pero no querían que usara su magia les pidieron que les diera de lo que quedaba de las pociones de la noche anterior, pues había hecho bastante en caso de emergencia, no estaba seguro, dudo un poco y finalmente accedió se las dio y decidieron que todos las tomarían. Las bebieron de un trago eh hicieron caras de disgusto al terminar después de eso decidieron entrar. Las puertas eran pesadas así Alfred decidió abrirlas el solo pues tenía bastante fuerza física y solía jactarse de eso de vez en cuando como lo haría ahora si no fuera que debía estar alerta a cualquier cosa que pasara.
Entraron lentamente, mirando en todas direcciones, se movían en grupo sin separase demasiado, Feliciano estaba colgado del brazo de su hermano estaba tan asustado que se coloco la capucha de su túnica pues eso solía darle seguridad. Alfred era el más fuerte, rápido y ágil, además reacciona rápido por ende siempre iba adelante, le seguía Arthur que si bien era fuerte en aspectos de magia no lo era físicamente sus reacciones eran más lentas y se solía desesperar pronto cuando tenia enemigos muy encima, el temer a Alfred adelante le ayudaba a reaccionar a tiempo, ya les había pasado un par de veces que Alfred reaccionaba a un ataque y empujaba un poco a Arthur para evitar que algo le pasara y cuando reaccionara al ataque responder como era debido. Finalmente, atrás iban los hermanos juntos pues Feliciano cuando estaba asustado se colgaba de este y no lo soltaba a menos que lo viera necesario como cuando se debía luchar, Feliciano era alguien de apoyo por ende no tenia sentido que estuviera adelante arriesgándose de más, o eso pensaba Lovino. Él también era rápido, ágil y fuerte, aunque en menor medida que Alfred, pero también reaccionaba rápido en caso de ataque y era cuando empujaba también a su hermano para evitar que lo lastimaran y les brindara apoyo desde la retaguardia.
Se pasearon por todo el primer piso y no encontraron a nadie, excepto quizás a los monstruos que habitaban el lugar, si bien Feliciano estaba aterrado este disminuyo un poco cuando un grupo de nueve zombis aproximadamente los embosco y fue cuando recordó el hechizo que había aprendido y no había utilizado hasta ahora pues era la primera vez que se encontraban con zombis, les pidió que lo cubrieran y lanzo el hechizo derrotando inmediatamente al grupo de zombis, miro feliz a su hermano y este le hizo un gesto de aprobación lo que significo mucho para Feliciano. Alfred decidió que a partir de ese momento Feliciano era el encargado de los zombis y todos estuvieron de acuerdo. También habían encontrado algunas cosas en el primer piso, como dinero guardado en un baúl, unas cuantas prendas de ropa y accesorios que les seria de bastante utilidad y si no les servían las podrían vender volviendo al reino. Llegaron a unas escaleras y las subieron, siempre estando alerta y con precaución pues el Templo estaba bastante desgatado y temían que las escales fueran a ceder en algún punto, lo bueno es que nunca paso. Una vez en el segundo piso exploraron nuevamente, encontraron otro poco de dinero, especias y sobre todo monstruos.
Terminaron llegando frente unas grandes puertas las cuales les recordó la entrada al salón del Trono en Ramneyg, pero estas eran diferentes se sentía que del otro lado había algo malo, el momento había llegado.
Alfred abrió las grandes puertas y vieron que el salón era idéntico en tamaño las columnas, solo que en este algunas estaban destruidas y las que seguían esteras estaban deterioradas, había varias estatuas, pero con lo deterioras que estaban no se distinguían que eran. Al final del salón no había unas pocas escaleras que te llevaban al gran e imponente trono, sino que había una bola de cristal enorme de color morado como una bola de una gitana que reposaba sobre una base, detrás de esta había una placa de piedra que no se le entendía nada y frente la bola tirado en el suelo, posiblemente inconsciente, estaba el príncipe Ludwig. Delante de él estado de pie, pero dando la espalda a las puertas se encontraba Sadiq el cual hablaba para si mismo posiblemente.
-Al rey no le quedara otra opción que ofrecer su reino para recuperar a su hermano si es que no consigue los malditos cristales. ¡El reino de Ramneyg será mío al igual que el mundo! – entonces se voltea y ve al grupo que acababa de cruzar las puertas. - ¿Quién anda ahí? Huy, las mascotas del rey. ¿Sabéis con quién se están metiendo? ¿De veras creéis que podréis enfrentaros a mí? Pues muy bien... ¡Yo, Sadiq Adnan, acabaré con ustedes mocosos? – grito aquello mientras sacaba su espada y se posicionaba para luchar contra ellos.
- ¡Andando! – grito Alfred.
Los chicos para entonces ya estaban en sus posiciones de combate, pero como bien sabían esto no seria nada comparado al resto de sus batallas anteriores, estaban acostumbrados que siempre atacaran primero a Alfred pues era quien se tiraba a atacar primero, pero Sadiq si bien corrió hasta Alfred solo le dio una patada en el estomago el cual lo tiro de espalda contra el piso. Lo cual les hizo perder el hilo del combate al resto, eso los dejo impactados a todos. Sadiq aprovecho eso para correr a toda prisa pues tenía a su presa en la mira a quien consideraba una gran molestia, Feliciano, el mago blanco que le fastidiaría sanado las heridas del resto y haría mas demorosa la derrota de esos mocosos fastidiosos, pero lo que no considero fue que el hermano mayor fuera al rescate de manera inmediata cuando lo vio camino a Feliciano el cual solo atinaba a hacerse un poco hacia atrás aterrado. Lovino por poco y no alcanza a su hermano, se tiro sobre el y los dos rodaron un poco para hacer algo de distancia, pero aun así la espada alcanzó un poco la espalda de Lovino y le hizo un corte que sangraba bastante y eso le complicaría el combate, afortunadamente Feliciano estaba cerca y sano rápidamente a su hermano el cual agradeció internamente, sin quitarle la vista al sujeto aquel en ningún momento.
-Vaya, vaya, vaya. – dijo Sadiq de repente. – veo que el Rey mocoso envió buenas mascotas, ya era hora que ese tarado hiciera algo bien, pero me temo que no será suficiente para derrotar.... Arg!!! – su discurso fue interrumpido de repente por Arthur que le lanzo un hechizo Eléctrico para distraerlo, sabia que Feliciano necesitaría algo de tiempo para sanar a Lovino, él estaba bastante lejos y Alfred aún no se reponía del todo de la patada recibida, Arthur pensaba que este seria un combate de experiencia versus fuerza. Y tenían grandes desventajas, apenas había iniciado el combate y ya tenían a uno herido.
- Miren que tenemos aquí, piel blanca, rubio cenizo, ojos verdes, técnicas de mago negro y unas enormes cejas, debes ser un Kirkland. - decía aquello con una desprecio que le hizo retroceder a Arthur.
- Veo que conoces a mi familia. – le dijo desafiante. –
- No solo por que su fama los precede, sino porque tuve problemas con ellos hace años, así que creo que me desquitare contigo en manera de venganza a tu maldita familia. -le dedico una mirada con odio puro y eso le molestaba.
Aquella mirada significaba ira, rencor y un enorme desprecio. Todo eso era una pésima y peligrosa combinación. Entonces paso lo que esperaba que pasara él salto hasta donde estaba, lo esperaría con el hechizo morfo, lo haría dormir y ya está, olvido por completo en aquel minuto que ese hechizo podía fallar. Alfred cuando se dio cuenta de sus intenciones le grito que corriera que no lo enfrentara de frente pero este lo ignoro deliberadamente y dejo que Sadiq se acercara y cuando estuvo a cierta distancia lanzo el hechizo, y paso lo que Alfred temía, el hechizo fallo, ni estornudar le hizo y cuando recordó que este hechizo no era del todo confiable, Sadiq estaba demasiado cerca, no alcanzaría a conjurar nada además con el miedo quedo en blanco, afortunadamente Alfred le alcanzo a interceptar y puso su escudo para protegerlos a ambos. Fue cuando tuvo a su compañero frente a él protegiéndolo que se puso a pensar nuevamente y lanzo el hechizo de Piro. Sadiq se echó para atrás fue alcanzado por el fuego, pero no le importo, no le había hecho demasiado daño y se dio cuenta que su plan inicial había fallado, quería separar al grupo y atacarlos de a uno, se dio cuenta desde el momento que los vio que ellos luchaban en grupo, que no sabían luchar individualmente, quería ocupar eso a su favor, pero al ver al chico Kirkland recuerdos y resentimientos pasados resurgieron haciéndolo irrazonable por un momento, se regañó a si mismo por eso.
Se fijo que ese chico de ojos azules ese si era un guerrero, sabía lo que hacía, este si podía luchar solo, pero con sus compañeros ahí no pensaría de forma individual y no dejaría desprotegido a los más débiles que son los dos magos. Tendría que volver a su plan inicial pero no sabia como en ese momento, el elemento sorpresa no le volvería a servir, ahora ambos magos estaban protegidos por un guerrero, miro a los hermanos, el chico que logro herir ya había sido curado, maldijo a sus adentro por eso, esperaba que no se hayan dado cuenta de su plan de contingencia.
-Bien, quien dará el siguiente golpe ahora. – los haría enojar, hacerlos que pierdan el control al igual que él, con la diferencia que él podía volver en sí rápidamente, estos chicos no podrían hacerlo, eran jóvenes y hormonados, fáciles de provocar solo debía saber tirar de los hilos correctos y todo podría girar a su favor. – Vamos guerrero, pensé que serias interesante, pero con una simple patada y quedaste fuera, si hubiera querido te pude haber matado en ese momento, pero no lo hice solo por capricho, quería destruir su moral antes que sus vidas, pero con lo debilucho que eres, debí eliminarte en ese momento. – Veía como con cada palabra Alfred se molestaba más y más, entonces Sadiq se dio cuenta de otra cosa, ese muchacho venia de una familia de guerreros, explicaba porque sabía moverse, bueno casi aun le faltaban años de experiencia para ser un excelente espadachín, lástima que tendría que morir ese mismo día. – Eres de familia guerrera, por eso te lanzas a luchar primero estando solo, sabes que te cubrirán la espalda y no te debes preocupar de nada mas que del sujeto frente a ti. – Tenia la completa atención de Alfred, él pilar de fuerza que sujetaba al equipo, este en ningún momento bajo su espada ni se quitó del frente de Arthur. – Pero aun así no eres lo suficientemente bueno, eres patético, significa que o no aprendiste bien por estar haciendo tarugadas o en tu familia son guerreros patéticos. – Vio en ese segundo la ira en los ojos azules de Alfred un poco más y ya estaría muerto por sus manos. - Tal vez no sean una familia de nobles guerreros, tal vez solo son aficionados que solo se dan palizas afuera de un burdel o un casino, en cual de los dos se conocieron tus padres. – y esa fue la gota que agoto la paciencia de Alfred este no lo pensó, solo se lanzó a atacar, nadie iba a ensuciar el nombre de familia y menos un desertor como lo era ese sujeto.
Sadiq lo vio correr hasta él, ese chico estaba cegado por la ira, seria su fin o eso pensó si no fuera por el ataque eléctrico que recibió desde atrás de aquel muchacho, pero este en vez de asombrarse como lo estaba él continuo con su ataque, el maldito mago negro lo estaba cubriendo por detrás, eso sería un problema, tenía que deshacerse de todo esto luego, ya se había cansado de todo este juego con esos mocosos, los acabaría de una buena vez.
- Ya me hartaron mocosos, los matare a todos, incluso a ese estúpido príncipe y el jodido niño Rey. – estaba perdiendo los estribos nuevamente pero se dio cuenta a tiempo de ello, pero no contaba con el ataque que le llego desde la espalda por parte de Lovino que esquivo por poco, esos malditos mocosos estaban muy coordinados para la batalla, el chico guerrero seguía molesto pero ya estaba controlado, maldijo nuevamente, su plan no había resultado, ahora veía que el mago negro estaba al lado del blanco y apoyaban desde la distancia a los otros dos, Sadiq no se dio cuenta cuando fue que estaba siendo superado, además por más que atacaba a ese par de mocosos pareciera que su espada no les hacia daño del todo y fue cuando se percató que el mago blanco les ponía una coraza a sus aliados, en especial a ese par, en el chico castaño era más evidente que tenía una coraza mágica, se podía ver el manto dorado que lo cubría.
Sadiq lucho con todas sus fuerzas, no volvió a malgastar tiempo tratando de enojar a esos mocosos, pues al parecer si eran capaces de controlarse o por lo menos se calmaban entre ellos, pues alcanzo a escuchar cunado el mago blanco aquel le grita cosas para que se calmara el guerrero de ojos azules. Cada vez se veía más reducido y agotado, quería acercarse a los magos para eliminarlos, pero no era capaz, cada vez que lo intentaba era repelido por le mago negro o alguno de los otros dos guerreros.
Después de un largo rato luchando, Sadiq ya no podía más, pero jamás lo admitiría y menos se rendiría, el lucharía hasta el final y no dejaría de tratar de llevarse a alguno de esos mocosos consigo, pero al que le tenia puesto el ojo era a Kirkland, quería vengarse de esa maldita familia desde hace años, pero entrar a Elgnand era imposible, habían colocado una barrera mágica que él nunca pudo atravesar así que desistió tiempo después, pero siempre quiso volver a encontrase con ese sujeto Kirkland que había dañado su honor y orgullo como guerrero. Recordaba que era pelirrojo, pero su mayor característica eran sus cejas por eso pudo identificar como miembro de esa familia al muchacho aquel, no recordaba su nombre pero si su apellido, lo odiaba de sobre manera era orgulloso, arrogante, se lucia mucho por su magia y por más que trato jamás lo pudo derrotar lo cual lo frustro y enfureció enormemente pues era al único que nunca pudo derrotar y ya con su ira fuera de control ataco al pueblo tratando de desquitarse de alguna manera, pero fue detenido y expulsado prohibiéndole volver a visitar aquel pueblo. Jamás le dijo a la gente Ramneyg lo ocurrido, era un soldado destacado y decir que un simple mago lo derroto sin que él lo pudiera tocar lo hacía enfurecer. Para no tener que decir la verdad de por qué ya no podía volver decidió mentir, él iba a esas tierras tan lejanas para negociar objetos mágicos para el anterior rey, consiguió algunas otras le fueron negadas diciendo que solo un mago poderoso podría utilizar ciertos objetos, ahí fue cuando empezó la lucha, quería demostrar su fuerza ante aquellas personas en especial la familia que gobernaba, los Kirkland. Al irse se llevó lo que pudo que no eran más que nada baratijas las cuales vendió en algún mercado negro para devolver el dinero a su rey. Dijo que no les vendieron nada pues muchas eran cosas inútiles y otras solo podían ser usadas por magos así que no quisieron vender nada y les pidieron que no volvieran que no harían negocios, el rey de aquella época se decepciono por eso, pero realmente ya no estaba interesado y Sadiq oculto la verdad por años.
Por estar distraído y pensando en el pasado, además de estar mirando fijamente a Arthur, no se percató de cuando Lovino y Alfred se le acercaron y lo atacaron con sus espadas al mismo tiempo atravesándolo y matándolo casi en el instante, pero un sujeto así moría fácil, aunque ya no se volvió a mover.
Los chicos estaban cansados, agotados, lastimados severamente, pero habían ganado no fue fácil, pero lo lograron. Sadiq cayo al suelo y mientras su vida se iba apagando se escucho una débil risa proveniente de él.
-Quizás... quizás me ha... han ve-vencido... pero... aun así me salí... con la mía, no... no les... no les queda mucho... tiempo de vida... mocosos...
Los guerreros no entendían a que se refería aquel hombre, pensaron que solo era el delirio de un moribundo o algo parecido. Hasta que Feli ve a su hermano y Alfred, ambos estaban cansados por el combate y si bien había sido una ardua batalla parecían que estaban demasiado agotados y se estaban demorando en recuperarse, corrió hasta Sadiq y tomo su espada con cuidado y le tomo el olor a esta, no fue necesario acercarla a su nariz pues el heder era muy fuerte.
-Esta envenenada. – dijo Feliciano. - Esto es muy bajo. – miraba con enojo a Sadiq
-Tal vez... pe-pero ya... estoy muriendo... me da... igual todo.
-Pues para tu mala suerte conozco el antídoto para este veneno, consultare a mi libro de todos modos, no estoy seguro con algunas medidas. – se alejó dejando la espada en el suelo y saco todo lo necesario para preparar al antídoto, no se demoro mucho y afortunadamente tenia todo lo necesario.
-Malditos... - dijo eso antes de que sus ojos se opacaran y callara para siempre, diviso los cristales que ellos portaban, no se percató de ellos en ningún momento estaba demasiado ocupado viendo a un grupo de niños sin valor que no se dio cuenta que eran los guerreros de la luz de la profecía, tubo los cristales a su alcance, de haberlos visto antes nunca los hubiera subestimado o tal vez sí, pero habría planeado otra estrategia, maldijo por ultima vez antes que todo se volviera negro. –
-Hasta que se murió. – dijo con desprecio Lovino mientras se sentaba en el suelo, empezaba sentirse débil y mareado. – No me estoy sintiendo bien, Feliciano, ¿ya está listo el antídoto?
-Si lo está, ten. – le tendió un vaso con un liquido verdoso. – se veía peor que las pociones, pero no quedo de otra se lo tomo de un trago. – asqueroso. –
Le tendió un vaso a Alfred y este hizo también un gesto de asco. - Tendrán que quedarse un rato sentado, por mientras yo veré como se encuentra el príncipe. –
Todos hicieron clic en ese momento, habían olvidado al príncipe estaban tan agotados y con lo ocurrido con el veneno, simplemente lo olvidaron por un momento.
- Puedes tu solo y necesitas ayuda. – le dijo Arthur sentado a un lado de Alfred.
-Si tranquilo descansa. – Feliciano camino hasta el príncipe que estaba tendido en el suelo, estaba inconsciente y tenía un par de raspones en el rostro al parecer había tenido algún altercado con Sadiq, pero no parecía grave fuera de eso no tenía nada más. – Príncipe Ludwig despierte. – cuando vio al príncipe se dio cuenta que era diferente a lo que esperaba, el grupo se esperaba encontrar a un niño pequeño por cómo se había referido el rey, pero se toparon con un chico como de su edad, era grande quizás un poco más alto que Alfred, fornido y atlético, a diferencia del rey que era peliblanco y ojos rojos (pues era albino) el príncipe era rubio algo más claro que Alfred. – Por favor, despierte. - le costó un poco, pero consiguió que despertara y vio sus ojos, eran celeste.
Lo primero que vieron sus ojos al despertar fueron los hermosos ojos de color miel de Feliciano y escucho se dulce voz llamándolo. Se incorporo un poco, vio al grupo de chicos que lo rodeaban y que Sadiq estaba tirando el suelo. Habían luchado contra él y lo habían vencido. – ¿Habéis venido a rescatarme? – estaba realmente asombrado y entonces sonrió feliz y aliviado. – No se como darles las gracias. Soy Ludwig Beilschmidt, príncipe de Ramneyg. Es la primera vez que alguien logra derrotar a Sadiq. – dijo mientras lo miraba tirado en el suelo. – Quiero ofreceros una muestra de mi agradecimiento. Por favor, acompáñenme al castillo de Ramneyg. – cuando el príncipe se puso de pie se dieron cuanta que si era más alto que Alfred.
Todos asintieron, pero fue Lovino el primero en hablar. – Bueno tu hermano el rey nos pidió que te salváramos. - trato de ponerse de pie, pero no pudo sus piernas estaban débiles y no le respondían adecuadamente. – Pero ¿qué diablos?
-Es producto del veneno, tranquilo fratello el antídoto es algo lento, pero ya verás que te hace efecto. – Lovino puso cara de fastidio y se recostó en el piso, tendría que esperar y lo haría durmiendo.
Cuando por fin, tanto Lovino como Alfred, ya estaban recuperados gracias al antídoto, decidieron partir de regreso a Ramneyg. Al igual que el día anterior se toparon con un sinfín de monstruos al menos habían descansado un poco antes de partir y también comieron algo, lo bueno es que el príncipe luchaba y era muy bueno, así que los ayudo bastante en las batallas de regreso. La noche cayo sobre ellos quisieron avanzar lo máximo que podían, pero al ver que cada vez oscurecía más decidieron acampar y seguir a la mañana. Nuevamente levantaron su pequeño campamento cenaron algo y se fueron a dormir, claro nuevamente se turnaron para hacer vigilancia, el príncipe se ofreció a hacer vigilancia también, ellos se negaron al principio, pero el príncipe los logro convencer.
-Que sea un príncipe no significa que sea como el resto, eh sido entrenado como un soldado más, pues cuándo sea mayor me convertiré en el siguiente general del reino, es mi deber como el hermano menor del rey protegerlo a él y su familia. – aquello sorprendió al grupo pues lo decía con orgullo y cariño, el primero en responder fue Feliciano. –
-Eso me parece increíble. – le dijo sonriendo cálidamente mientras y el príncipe solo se sonrojo, desde que despertó y vio a Feliciano, algo raro le pasaba cada vez que le hablaba o lo miraba. – deberás cuidar de tu hermano y tus sobrinos en el futuro, ¿les enseñaras a luchar tan bien como tú? – le preguntó.
-Exactamente. -le respondió desviando la mirada aún más sonrojado. – Por cierto, hemos viajado todo este tiempo y aun no me dicen sus nombres. – quería cambiar el tema y a la vez saber más de Feli.
-Pues yo empiezo. -le dijo Feliciano entusiasmado. – Mi nombre es Feliciano Vargas y tengo 15 años. – decía risueño.
-Yo soy su hermano mayor, Lovino Vargas, 17 años. – Este se había percatado del comportamiento del príncipe por ellos le puso mucho énfasis a que era el hermano mayor de Feli, no le gustaba para nada como se ponía al ver a su hermano menor.
- Mi nombre es Alfred F. Jones también tengo 17 años y soy el héroe que salvo el día. HAHAHAHAHAHAHA. –
-No sean ruidoso idiota puedes atraer alguna bestia. – le regaño Arthur. – Arthur Kirkland, 18 años.
- Mucho gusto, yo tengo 16 años. – les respondió el príncipe, quedo impactado al saber el nombre de Feliciano, resulta que este no se había quitado en ningún momento la capucha y el príncipe pensaba que era una chica, pues su voz era suave, su comportamiento cariñoso y amoroso, además con la capucha puesta se ocultaban algunos detalles como el pelo corto. En ningún momento se dio cuenta que era un varón.
Siguieron hablando de trivialidades hasta que ya se dieron cuanta que era hora de dormir, el primero en hacer vigilancia fue el príncipe este se ofreció en cuanto lo mencionaron, segundo Alfred, tercero Arthur, cuarto Lovino y finalmente Feliciano.
Al amanecer se sintieron algo más descansado, el haber tenido a alguien mas ayudando con la guardia nocturna, guardaron todas sus cosas comieron algo liviano pues no les quedaba mucha comida al menos ya volvían al reino y podrían conseguir víveres para el resto del viaje el cual sería muy largo.
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Hasta aquí. Subiré pronto el siguiente, hay partes de ese que quería colocar aquí pero hubiera quedado demasiado largo para mi gusto, espero les guste.
Nos leemos luego.
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