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¿Sabes por qué me gusta escribir?

¡Porque quizá en mis cuentos, tú y yo tenemos un final feliz!

(Esa tarde a la salida del colegio)

—Hey, JiSung, ¿Te gustaría, no sé... Ir conmigo a comer un helado? —preguntó amablemente el pelinegro.

Desde que MinHo había llegado, tenían esa tradición de animar al otro con una salida.

A veces sólo caminaban al parque o iban a alguna feria. Pero para JiSung las más especiales eran cuando salían por helado.

Y MinHo lo sabía.

—Claro, déjame hablar con mi madre.

Sabía que le diría que sí, pero; sin embargo, quería asegurarse.

—De acuerdo, esperaré.

Se alejó un poco para darle algo de “privacidad” al castaño, que después de unos minutos de hablar con su madre, se acercó con una sonrisa que fácilmente podía remplazar el sol.

—Supongo que dijo que sí, ¿Verdad?

—Vamos —dijo el de ojos jade.

Caminaron en silencio hasta llegar frente al parque cerca a la heladeria.

MinHo de imprevisto tomó suavemente la mano del castaño y entrelazó sus dedos.

JiSung se sentía como una paleta en medio de el verano, se estaba derritiendo ante la cálida mano del mayor que lo sujetaba con cariño.

Caminaron tomados de la mano hasta la heladería. Y sólo eso bastó para que el estómago de JiSung estallara en una explosión de colores y mariposas.

En realidad no le gustaba mucho el helado, pero era capaz de fingir para tener esos momentos a solas con MinHo, donde sabía que él era su centro de atención.

Le gustaba.

Le gustaba sentirse recordado, querido.

Y más si ese cariño y atenciones venían por parte del de cabellera negra con ojos café.

Sí, era bastante dramático. Pero, él no era capaz de renunciar a sus sentimientos.

Tenía más que claro que sus posibilidades con su mejor amigo eran nulas, pero no se iba a rendir.

De ninguna manera pensaba abandonar al dueño de sus suspiros y la inspiración de sus cartas.

—Vamos a caminar, ¿Qué te parece? —dijo después de recibir el helado de chocolate que le había tendido la heladera.

—De acuerdo —esbozó una sonrisa nuevamente llenando de calidez el pecho del de cabellera negra.

Si bien es cierto JiSung, era alguien dulce y risueño.

Pero MinHo se sentía afortunado de ser testigo de sus sonrisas más cálidas y sinceras.

Hinchaba su orgullo saber que esas sonrisas eran especialmente para él.

Han lo hacía peculiarmente feliz.

Y el esperaba con todas sus fuerzas poder hacer feliz a JiSung.

Pasaron aproximadamente dos horas comiendo, riendo y hablando de cosas sin sentido.

Pero eran esas cosas sin sentido las que llenaban el corazón iluso de JiSung.

—¿Y qué piensas hacer cuando salgas de el colegio? —pregunta MinHo, siempre intentando sacarle unas cuantas palabras.

—La verdad, no lo he pensado, no soy bueno en nada, así que no sé aún —y así esquivaba a la perfección otra pregunta.

—¡Oh! Ya veo. Y, ¿Tienes frío? —dice ladeando un poco la cabeza, y viéndose increíblemente adorable.

—Pues, sí... Algo. ¿Por? —dudoso responde temiendo que MinHo lo lleve a casa.

—Pues, no es por sonar dramático, pero, tienes los labios morados —soltó una dulce risa, (esas que lo volvían loco)

—¡Oh! Ya veo, eso era —se toca los labios delicadamente mientras frota su mano en el costado. —Estoy bien —esboza una sonrisa sincera.

—No. En serio debes estar muriendo de frío y, ¡No quiero eso! ¿Quieres mi suéter? Sé que no es gran cosa, pero podría ayudar a calentarte un poco.

Y esas, esas eran las pequeñas cosas que hacían que dentro de JiSung estallara un zoológico.

—Emm, pero tú también tienes frío, y no creo que debería —agacha la cabeza.

—Vamos, no es para tanto, yo puedo aguantar. A ver —se saca el suéter color crema. —Arriba las manos, vamos a ponerte esto.

JiSung alza tímidamente sus brazos mientras MinHo acomoda la pieza sobre el.

—Te ves precioso. En serio pareces una bolita de arroz, pequeño y precioso.

JiSung se sonroja, y sabe que es estúpido porque quizá se ve ridículo.

Pero MinHo lo acaba de llamar precioso y eso es algo de admirar.

—Estoy considerando seriamente en regalártelo. Se te ve mejor a ti.

—Oh, no, no. No podría tomarlo, es tuyo —hace el amago de retirarlo nuevamente. Cosa que MinHo interrumpe tomándole las manos.

Por dentro está más que muerto de la emoción.

Se imagina cuántas cosas haría con ese sweater (nada malo, por supuesto), de seguro no lo lavaría, para que no deje de oler a MinHo. Y quizá lo ponga en una caja de cristal.

—Sí. Es tuyo ahora —levanta sus manos en señal de rendición.

Y como si fuera posible ahora. JiSung es una explosión de emociones en su interior.

—G-gracias, en serio no debería.

—Nah. En serio se te ve demasiado bien, yo parezco un abuelo.

—Pero eres un abuelo lindo —oh, mierda, como si pudiese cagarla más, lo ha llamado abuelo. —Pero conste que es lindo —JiSung sólo quiere que la tierra se lo trague.

—¡Oh vamos, JiSung! Yo puedo ser todo, menos lindo, tú lo eres. Eres una especie de bebé tierno gigante.

Si tan solo supiese...

Y así caminan por el parque. Juntos platicando de más cosas sin sentido.

Pero lo único que JiSung puede escuchar. Es el aletear de las mariposas en su estomago.

Está muy... muy enamorado...

nos vemos mañana en la última parte de este three shot, gracias por leerme <3

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