Capítulo 5

Capítulo 5



Yuuri

1941, Corea

Era una tortura, realmente. Las misiones de reconocimiento eran un arduo trabajo y tenías que estar atento a que cualquier cosa sucediera.

Habían pasado ya casi 4 semanas del Año Nuevo donde había conocido al pequeño Minami. Bueno, no tan pequeño ya que en unos meses cumpliría los 18. Se divertía con él, la pasaba bien, en medio de toda aquella desgracia.

Ese 26 de enero habían salido juntos a inspeccionar unas zonas apartadas cerca del bosque. Iban camuflados y cargados con rifles, granadas y mucha munición, así como un rastreador cada uno.

–                   Yuuri-kun — Lo llamó Minami. Yuuri se tomó unos segundos antes de responderle.

–                   ¿Sí?

–                   ¿Qué crees que haya más allá de la guerra?

Era una buena pregunta.

Yuuri, de cualquier manera, la había reformulado: ¿Había acaso, algo más allá de la guerra?

–                   Espero que mucho katsudon — Dijo con un hilo de voz. Minami sonrió iluminadamente.

–                   ¿A que sí, verdad? Aunque yo me conformo con un ramen de mamá.

–                   Comemos ramen prácticamente todos los días.

–                   Pero no es de mamá — Confesó el más joven. Yuuri le desordenó el cabello.

–                   Me gustaría invitarte a Hasetsu si es que volvemos.

–                   Cuando volvamos — Corrigió Minami— ¡Claro que me encantaría! ¡Y tú me tienes que visitar en Nagasaki! Es tan grande y bonito, aunque Hasetsu debe tener su encanto, pero seguramente es pequeño ¡Y no estoy diciendo que es no es tan lindo como Nagasaki! Es que cada ciudad es hermosa a su manera y...

Yuuri dejó que Minami parloteara un rato. Se veía más joven y feliz cuando hablaba de las cosas que le gustaban. Descubrió que era amante de la música, y que se había teñido el cabello de rojo tiñendo agua caliente con un poco de remolachas. La idea era pintarlo de púrpura, pero su color natural había tomado el tinte en ese tono y al final le había encantado el resultado.

Cuando llegó el momento de que Yuuri hablara sobre sí mismo, no tenía mucho para decir. Minami lo siguió presionando a hablar, cuando un ruido los distrajo. Con rifles en alto, apuntaron al límite del bosque.

No lo vieron venir. En menos de 40 segundos Yuuri ya había sido derribado y le habían pegado en la sien.

Antes de perder la consciencia, solo pudo pensar en una cosa.

Emboscada.

* * * *

Yuri

Actualidad, Rusia

No había hecho el proyecto de medio semestre de historia de la danza y mucho menos había estado practicando sus saltos en el hielo.

Todo por culpa del cerdo katsudon. Yuri no había podido estar de los nervios, y se sintió imbécil.

¿Cómo podía preocuparse de algo que pasaba en un estúpido sueño? ¿De algo que no era real?

De todas formas no podía pegar el ojo otra vez. Estaba cansado, era martes, y se había quedado dormido para clases. Poco le importaba.

La puerta de su cuarto sonó, pero se abrió a los segundos revelando la cara mañanera del abuelo.

–       Volviste a faltar — Dijo como un hecho. Yuri se encogió en sus sábanas.

–       Ya, es que me dormí.

–       ¿Otra vez?

–       Otra vez.

–       ¿Está todo bien, Yurachka? ¿Algo que te gustaría hablar conmigo? — Preguntó el abuelo, a lo que Yuri suspiró.

No, claro que no quería hablar nada con el abuelo. Se preocuparía. Pensaría que Yuri estaba pasando por alguna fuerte crisis emocional. Y luego diría que era culpa de su madre. Yuri estaba harto de que el abuelo creyera que su madre tenía tanto poder sobre su vida como para provocarle crisis emocionales.

Eso ya no pasaba hace años.

–       Estoy un poco cansado de las clases, es todo. De todas formas no tenía ninguna asistencia. Está bien. Estoy bien.

El abuelo no dijo nada. Solo contempló a su nieto, mientras éste escondía la mirada. Finalmente cedió.

–       Quiero que sepas que te quiero, y que cualquiera cosa que te esté molestando, podrás superarlo porque eres fuerte. Pero si en algún momento decides que un poco de fuerza extra te es necesaria, me gustaría que me llamases a mí — Dijo. Yuri estaba perplejo.

–       Sí, abuelo — Respondió carraspeando— ¿Me prepararías un katsudon para almorzar? — Preguntó de repente para romper la tensión.

–       ¿Un qué? — Preguntó alarmado— ¿No quieres unos pirozhki mejor?

–       Es un tazón de cerdo, lleva arroz y creo que huevo. No sé, es un plato japonés que vi en internet, ¿Me lo harías?

–       Ese internet a veces me arruina la vida.

–       ¿Quiere decir que lo harás?

–       Solo si dejas de quedarte dormido — Dijo lo último con énfasis y sarcasmo. Yuri esbozó una sonrisa—. Anda, duerme. Aprovecha tu último día de holgazanería.

–       Ya quisiera yo — Se dijo Yuri a sí mismo, mientras el abuelo desaparecía tras la puerta.

* * * *

Yuuri

1941, Frontera Corea-Rusia

Cuando abrió los ojos sintió que vio las estrellas, galaxias y el vasto universo ante sí. La cabeza le palpitaba más fuerte que su corazón, su lengua estaba pastosa y sus extremidades rígidas.

No estaba seguro de lo que había pasado. Estaba con Minami y de repente un ruido y el golpazo de su vida. Un golpe más duro que los que recibía en el campamento militar de Hasetsu.

¡Minami! ¿Dónde estaría? ¿Lo habrían tomado a él también? ¿Era un rehén ahora, acaso? ¿Y quien lo había atacado? ¿Los soviéticos? ¿Los chinos? ¿La insurgencia coreana? ¿Alguien más?

Gritar o pedir por alguien no le pareció una idea muy sensata. Decidió buscar formas de huir, pero le dolía todo el cuerpo y no podía encontrar sus gafas. Al parecer hizo tanto ruido, que al cabo de unos minutos un hombre entró en la tienda.

Y qué hombre.

Era europeo, de eso no había dudas. Sus ojos eran del azul cielo más hermoso. Sus piernas largas y se veían tremendamente bien en calzas. Y su cabello plateado, prolijo y hermoso cubría parte de su ojo izquierdo.

A Yuuri le dieron vergüenza sus pensamientos.

—     ¡Estás arriba! — Le dijo alegremente en inglés. Yuuri nunca había sido un haz del idioma germánico, pero en la Armada Imperial era una obligación hablarlo. Por fines de espionaje, especialmente.

—     ¿Soy un rehén? — Preguntó, y se sorprendió que su voz sonara más como el graznido de un pato que acaba de nacer.

—     ¿Un rehén? Oh no, no. Pero podrías ser uno ahora, si Christophe no te encontraba.

—     ¿Christophe?

—     Ya lo verás por ahí. Según lo que me contaron los lugareños, la resistencia coreana se está haciendo muy fuerte. Y tienen conflictos internos tan divididos que están luchando incluso norte contra sur. Te dejaron tirado para morir. Se llevaron todo lo que tenías encima.

—     ¿Y mi compañero? — Inquirió tembloroso— ¿Se lo habrán llevado?

—     No estoy seguro — Dijo el extraño, llevándose el dedo índice al labio—. No había señales de forcejeo o arrastre. Quizás pudo escapar.

—                 Sí, quizás.

Yuuri lo dudaba por una simple razón: Minami no lo abandonaría ¿O habría desaparecido unos segundos para pedir ayuda? ¿En ese lapsus se lo habría llevado ese tal Christophe? Yuuri no estaba seguro de que podía confiar en este Hombre-Dios de cabellos plateados.

—                 Soy Viktor — Dijo extendiendo la mano—. Ruso. Soviético. Da igual. Por tu informe deduzco que eres del ejército japonés ¿No?

—                 Sí. Lamentablemente.

—                 Vaya, no creo que a tu oficial al mando le guste esa respuesta — Dijo Viktor riéndose— ¿Cómo te llamas?

—                 Jotohei Katsuki Yuuri. Dime solamente Yuuri.

—                 Un nombre precioso. Rusia está lleno de Yuris. Bueno, es un placer ¿Cómo va esa cabeza? — Preguntó, mientras señalaba su propia cabeza.

—                 Duele como el infierno.

Ambos rieron. La presencia de Viktor era relajante, a pesar de que era un vil extraño. Quizás era un traficante de esclavos, ¿Seguían existiendo los esclavos? Yuuri no tenía mucha idea del mundo exterior.

Condenada y maldita guerra.

—                 Viktor — Lo llamó el japonés— ¿Es mucho preguntar dónde estoy?

—                 Claro que no, Yuuri — Respondió, haciendo un bello sonido musical cuando pronunció su nombre—. Estás en el campamento de refugiados de la frontera ruso-coreana. Yo, Viktor Nikiforov, soy un voluntario aquí. Y es un placer que seas el primer rescatado al que atiendo.

* * * *

Yuri

Actualidad, Rusia

El mensaje era bastante claro: Encontrarse a las 2 en el parque donde se vieron la última vez. Yuri había sufrido bastante al tener que comunicarse con el caraculo de Leroy para pedirle su número. Esperaba que valiera la pena.

Al menos no lo había dejado plantado.

Cerca de las fuentes se encontraba sentado Otabek. El viento hacía volar sus pocos cabellos y el sol le daba una tenue iluminación a su rostro, haciendo que achine más sus ojos. Sus ojos eran una bonita mezcla oriental-occidental. Yuri no había visto nada igual, a pesar de que Rusia estaba llena de gente centroasiática.

Cuando se acercó, notó que estaba dibujando. Su corazón dio un vuelco al ver la fachada de la Academia a la que ambos asistían, con pequeñas figuras que simulaban ser los alumnos. Con un rojo atardecer estaba pintando a Mila. Y usaba un precioso color tostado para las suaves pieles de los Crispino.

—                 Que puntual habías sido — Dijo Yuri de repente. Otabek no se inmutó, limitándose a cambiar de posición.

—                 No me gusta hacer perder el tiempo de la gente — Respondió desdeñoso. Yuri apretó los puños.

—                 ¿Crees que te hago perder el tiempo, tonto? ¿Para qué has venido entonces?

—                 Yo no dije eso.

—                 Lo diste a entender — Reclamó el rubio, tomando asiento a su lado.

—                 Claro que no. Deja de perseguirte por todo — Dijo Otabek, atreviéndose a mirarlo. Yuri apartó la mirada a los segundos— ¿Por qué me llamaste?

Porque había querido verlo. Se había despertado con el nombre de Otabek fundiéndose en sus labios. Era extraño. Bobo. Hermoso.

—     Quería ser tu amigo — Confesó—. Ignora que dije eso. Olvídalo. Estoy desvariando.

—     A mí también me gustaría — Dijo Otabek. Su mano estaba trazando algo que parecía ser JJ. Yuri no podía librarse de él.

—     ¿Sí?

—     Sí ¿Me aceptarías aunque sea un acosador como tú me llamas?

—     ¿Y tú me aceptarías aunque fuese un chico intratable?

—     Tengo experiencia con intratables. Conozco hace dos años a Leroy — Dijo, a lo que a Yuri se le encendieron de rojo las orejas.

—     ¡No me compares con el caraculo ese! — Chilló.

—     Caraculo — Repitió Otabek, reprimiendo una tímida sonrisa—. Sí, estoy bastante seguro que podría aceptarte.

* * * *

¡Feliz navidad a todos! Espero les guste el nuevo capítulo, un poco cortito ¡Pero Viktor y Yuuri se encontraron! Eso es algo para festejar.

No quería dejar que el día terminara sin publicar así que aquí estoy. Otra vez gracias a NissideCat y a quienes votan, e incluso a quienes simplemente la lean ¡Que todos tengan unas hermosas fiestas!

Y nos vemos en estos días ❤❤❤

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