Capítulo 2

–No te muevas, Evelyn. Deja que Giovanna haga su magia. –me aconsejó Jorge viéndome con una gran sonrisa.

Después de que el señor Zarco me pusiera al día con su hija, se marchó y Jorge decidió comenzar a prepararme para la misión. Ahora estaba en la sala especial de peluquería para que Giovanna me acondicionara cómo si fuera un chico real.

Ahora me estaban pasando una especie de venda para aplanar mi pecho, tampoco tenía mucho pero era mejor prevenir. Cuando terminó me puse mi camisa de nuevo y ahora parecía que no tenía nada de pecho, de alguna forma me inquietaba.

–Bien, ahora comienza la verdadera magia. –sonrió Giovanna detrás de mí sujetando unas tijeras.

–Espera, ¿Qué vas a hacer con eso? –retrocedí desconfiada, ella solo sonreía y eso me ponía aún más nerviosa.

–Cortarte el pelo, por supuesto. No querrás ir como una chica con rasgos masculinos.

–¡Me niego! Esto no estaba en el contrato.

Comencé una persecución por toda la agencia, con Jorge y unos compañeros detrás de mí. Emile giró en un pasillo, me vio con una sonrisa y me agarró cómo un saco de patatas. Le insulté sin cesar mientras pataleaba con la intención de soltarme hasta que me metieron de nuevo a la sala, y cerraron con llave.

–Esto ha sido una gran traición, Emile. Me vengaré de esto, y sabes que soy capaz. –le grité enfadada, sabiendo que me oía. –Bien, aceptaré mi cruel destino.

–No es para tanto, Evelyn. Muchos agentes han pasado por esto también. –sonrió con amabilidad.

Giovanna me lavó el pelo, luego me senté en una silla frente al espejo y ella cogió las tijeras de nuevo. La miré preocupada y ella asintió con una sonrisa compasiva, escuché cómo comenzó a cortarme el pelo y cerré los ojos para no mirar.

Poco a poco empecé a notar como ya no tenía el pelo cayendo por mis hombros, cuando lo noté por mi cuello abrí los ojos y observé que Giovanna había cambiado las tijeras por un peine, y ahora peinaba mi cabello que me llegaba hasta la mitad del cuello, estaba escalonado para darle un toque moderno.

–Pensé que me lo cortarías como un chico, literalmente. –dije algo confundida.

–No creas que soy tan cruel, te puedes coger el pelo en una pequeña coleta como algunos hombres. Claro que siempre lo tendrás que llevar recogido para no levantar sospechas. –explicó tranquila, y sin dejar de sonreír. –Ahora tengo que implantarte unos pequeños pelos falsos en la cara para aparentar que tienes un poco de barba.

–De acuerdo. –suspiré, ahora más tranquila.

Comenzó a pegarme los pequeños pelos en mi cara haciendo que sintiera cosquillas y tuviera la necesidad de rascarme pero sabía que no debía hacerlo. Al terminal me miré en el espejo y quedé sorprendida, tenía el rostro que se asemejaba a un chico joven, además la mujer me comentó que me podría quitar la máscara cuando quisiera, ya que antes de pegar los pelos me había puesto una especie de gelatina pegándolos ahí, por lo que la gelatina al ser tan fina y transparente no se notaría que la llevara. Claro que mi cuerpo parecía un fideo, estaba segura de que notarían la falta de musculatura en mi cuerpo. Pero al parecer Giovanna se adelantó a mis pensamientos.

–Desde mañana tendrás un entrenamiento intensivo con Desmond, él te entrenará para que tu cuerpo tenga los músculos básicos de los chicos a tu edad. –me explicó recogiendo sus cosas.

Ya tenía miedo, Desmond era el que entrenaba a todos los guardaespaldas y siempre decían que sus entrenamientos eran muy duros y no aptos para cualquiera. Hasta Emile que es fanática del deporte le tiene miedo, deseaba que no llegara mañana pero el tiempo va pasando y al final llegó el día.

–Buenos días, Evelyn Jones. –saludó Desmond entrando en la sala de entrenamiento, lleno de ánimo. Dejó una pesada bolsa en el suelo y se acercó a mí. –Primero calentaremos un poco antes de empezar, no quiero que tus enclenques músculos sufran.

Desmond era un hombre bastante corpulento, con el pelo rubio y ojos grises. Tenía unas pequeñas pecas en su mejilla derecha, y una pequeña cicatriz en la barbilla, causada por una pelea hace años según nos contó.

–Bien, en primer lugar darás 20 vueltas a la sala y luego seguirás con un tablón de 30 segundos. ¿Crees que podrás?

–Seguro. –dije con una sonrisa, pero en el fondo sabía que me moriría antes de completar el calentamiento.

Tal y como pensé, acabé el calentamiento pensando que me moriría por la falta de aire. El deporte no era lo mío. Desmond me dejó unos minutos para que recobrase el aire, y empecé a arrepentirme de aceptar esto.

Mi maestro comenzó a enseñarme movimientos de Wing chun, un arte marcial china. Los movimientos eran fluidos conforme iba pasando las horas, más tarde comenzó a enseñarme otros movimientos y aprender a usar pistola o cuchillos.

Los días pasaron entrenando sin descanso con Desmond hasta que conseguí estar en buena forma, mis brazos ya estaban más tonificados que antes, se notaban un poco mis músculos. Emile estaba muy sorprendida cuando vio cómo había cambiado mi cuerpo en solo unas semanas de entrenamiento.

–Has nacido para esto, Eve. No lo dudes.

Eso fue lo que dijo mi mejor amiga mientras regresábamos a la agencia para recoger los documentos que necesitaba. Jorge me explicó de nuevo toda la información que necesitaba, estaría en todas sus clases pero dormiría en la sección de los chicos.

–No te preocupes, la directora sabe de la situación y te facilitará lo que necesites. –sonrió mi jefe mientras me entregaba un documento con la información de Adara.

–Espero que todo marche bien. No quisiera hacer mal el trabajo.

–No te preocupes, ten confianza en ti misma. Si necesitas algo no dudes en llamarnos, estaremos encantados de ayudarte.

Ojeé el informe de Adara Zarco con tranquilidad, leí las cosas que le gustaban y las que les disgustaban, así como cuáles eran sus mejores amigos en el internado dónde estaba. Cuando salía de la agencia para marcharme al internado me encontré con Emile, quien me miró confundida.

–¿Adónde vas?

–Al internado, me quedaré allí a vivir hasta que termine la misión. –dije como si nada. Ella me miró espantada y me abrazó como si su vida dependiera de ello.

–¿Por qué no me lo has dicho? Me tenía que preparar psicológicamente. –se separó de mí y me miró triste.

–Creí que lo sabías y por eso me ayudabas tanto.

–Pues no es así, pero espero que lo consigas. Te esperaré.

–Tampoco es que me vaya al extranjero. –reí por su preocupación.

En la puerta principal me esperaba un coche de color negro con las ventanas tintadas, entré y el conductor comenzó a conducir con destino al internado Vila. El hombre me explicó que mis cosas las habían llevado a primera hora, le agradecí por la información y me até el pelo en una pequeña coleta. Vestía con una camisa azul, pantalones vaqueros y zapatillas de deporte, desde luego parecía masculinos, ahora solo esperaba que todos allí se lo creyeran.

Estaba sumida en mis pensamientos y no noté que el chófer me estaba llamando, abrí la puerta y me quedé con la boca abierta al ver el internado. Parecía una mansión, y eso que todavía no había entrado. Cogí mi mochila y me despedí de él, el hombre era muy amable.

Nada más entrar habían unos casilleros de color rojo donde supuse que todos guardaban los libros, mientras me dirigía al despacho de la directora fui viendo las clases; tenían un laboratorio, biblioteca, clases con pupitres para las demás asignaturas y más.

¡Hasta tenían una cafetería!

A mí hermana le hubiera encantado este lugar, claro que para verlo, no para dar clases.

Tras unos minutos investigando encontré el despacho, llamé tres veces con los nudillos y al escuchar la voz de la directora entré. Era una mujer de avanzada edad pero se le veía avispada, tenía el pelo grisáceo, ojos azules y tez morena.

–Tú debes ser Evelyn Jones. –habló con una voz algo tosca. Asentí y me senté en una silla en frente suya. –Me llamo Julia Vila, soy la directora de este internado. Jorge me ha comentado tu situación y he preparado una habitación solo para ti, así no tendrás ningún problema con tu identidad.

–Muchas gracias, señora Julia. –agradecí con una sonrisa. Ella era muy amable.

–Lo que sí harás será vivir en el sector masculino, aquí dividimos los dormitorios por sexo. Es por eso que hay dos edificios, para que no haya ningún problema.

Estuvo explicándome algunas cosas hasta que me dio una tarjeta con el número de mi habitación, y la llave de esta. Le agradecí de nuevo, me despedí y salí en busca de los dormitorios. Al salir por una puerta llegué a un jardín interior que tenían, lo tenían repleto de flores y habían algunas estudiantes por allí, quienes me miraban curiosas.

Entré de nuevo y había una bifurcación, había un panel donde ponía que el dormitorio de los chicos era por la derecha y los de las chicas a la izquierda. Fui por el camino indicado, subí por las escaleras al primer piso y empecé a buscar mi habitación.

Que por suerte o desgracia era la 666, esto tenía que ser una broma.

La habitación era la más alejada del resto, básicamente subí de nuevo unas escaleras y era cómo una especie de altillo. Era bastante amplia dado que tenía una cama de matrimonio, un baño, un armario empotrado y un escritorio con algunos folletos encima. Todas mis maletas estaban a los pies de la cama.

–Genial. Hora de desempacar todo, supongo que mañana comenzaré las clases. –suspiré cansada.

Por lo que sabía, Adara tenía 19 años y sus padres se marchaban de viaje de negocios, es por eso que la dejaron en el internado hasta que regresaran, y también por el aviso de asesinato que habían recibido.

Guardé toda mi ropa de manera ordenada en el armario, la ropa interior en el cajón de la mesita de noche y la pistola que Desmond me había regalado la guardé en el primer cajón de la mesita, así la tendría a mano por si acaso. Abrí el ventanal que tenía y me di cuenta de que tenía un pequeño balcón con una mesa con dos sillas y varias plantas, las vistas eran increíbles.

Desde dónde estaba me di cuenta de que el internado tenía forma rectangular, contando con el primer bloque que eran las clases, los laterales eran las salas de los clubs y el último donde estaban las habitaciones.

Llamaron a la puerta y no pude evitar pegar un blinco del susto, me acerqué a la puerta pero antes de abrir escuché dos voces masculinas. Supuse que eran mis compañeros que venían a presentarse, revisé con la mirada la habitación para comprobar que no tenía nada femenino a la vista, suspiré y abrí la puerta.

El chico que estaba a mí derecha tenía el pelo castaño claro con algunos rizos, ojos azules y tez algo morena. El otro era pelinegro con los ojos marrones, y la tez pálida. Ambos se sorprendieron al verme pero sonrieron.

–Hola, hemos visto que has ingresado hoy a nuestros dormitorios y queríamos presentarnos. –habló el chico a mi derecha. –Por cierto, me llamo Nathan García, pero puedes llamarme Nath.

–Y yo soy el fabuloso Dylan Pratt, un placer. –se presentó con una sonrisa, que no pude evitar imitar.

–Encantada, digo encantado. Me llamo E... –me quedé sin palabras, no se me había ocurrido un nombre de chico. Solo me quedé ahí alargando la "e".

–¿E..? –repitió Nathan algo confundido, miró a su amigo y ambos me observaban confusos.

–Me llamo Ewan Jones, un placer. –dije con una sonrisa nerviosa, mi voz era demasiado aguda para ser de hombre.

–Parece que a alguien todavía no le ha cambiado la voz. –se burló Dylan mirándome con cariño. –No te preocupes, ya te llegará la hora y rugirás como un león.

–Quiere decir que tendrás una voz grave. –me aclaró Nathan. –Bueno, nosotros nos vamos. Si necesitas algo estamos en la habitación 664.

–De acuerdo, gracias.

Dylan y Nathan habían sido muy amables conmigo, y sabía que era el inicio de una gran amistad. El resto de la tarde me fui a la ciudad que estaba a tan solo quince minutos andando y no pude evitar comprar una figura de colección de un anime que me encantaba.

También me compré algo de ropa para estar cómoda en la habitación y al regresar subí con cuidado de no ser descubierta. En la cena me presenté a mis compañeros y entablé más confianza con ambos chicos.

A lo lejos observé cómo Adara se rodeaba tanto de chicos cómo de chicas, al parecer era muy popular. Me se me heló la sangre cuando ella me miró cómo si me estuviera analizando, luego sonrió y regresó a la conversación que tenía con los chicos.

–Ella es Adara Zarco, es la presidenta del consejo estudiantil. Es cómo la mano derecha de los profesores, y la encargada de que todos los clubes del internado sigan las reglas. –me explicó Dylan al oído. –Aunque siempre está rodeada de chicos, al parecer no confía mucho en las chicas.

–¿Y eso por qué es? –pregunté interesada.

–Nadie lo sabe, además ella te tiene que dar el visto bueno para ser parte de su íntimo círculo de amigos. Solo esas seis personas que están con ella la conocen bien. –esta vez fue Nathan quién me lo explicó.

Intentaré acercarme a ella para cumplir con mi misión sin que me descubran, lo conseguiría.

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