Valentine's Day

"Estar solo el día de San Valentín es lo mismo que estar solo cualquier otro día 🌻"

Presionó el botón de twittear y su mensaje fue enviado a la red. Rodó los ojos con fastidio y guardó su celular en los bolsillos de la chaqueta de cuero rojo quemado que estaba usando esa mañana.

Los días habían transcurrido demasiado rápido. El jueves 14 de febrero había llegado en un parpadeo para Gerard y en el fondo muy en el fondo de su corazón se arrepentía de haber rechazado la propuesta que le había hecho Frank la noche de año nuevo, especialmente después de la conversación que había tenido con sus cuñadas durante el desayuno al que lo habían invitado.

Fue siempre más de lo mismo, los incontables comentarios sobre su nula relación romántica con alguien. Incluso Maya llegó a preguntarle porque no salía con Brian, el sexy médico vecino de su madre. Era precisamente eso lo que le molestaba a Gerard y le hacía repeler al chico de ojos azules. No iba a salir con alguien que su madre le haya presentado.

Kristin en cambio fue un poco más aprensiva. Le apoyo en su plan de quedarse viendo películas toda la noche mientras comía bombones de chocolate. Así pues con la excusa de retirarse a hacer sus compras había partido de la cafetería donde se encontraron.

Los pasillos del centro comercial estaban inundados de gente que llevaban en sus brazos globos, peluches, dulces y flores. Gerard suspiró al ver todo aquello, le sofocaba ver tanto rojo y rosa por doquier.

Al llegar a su destino, agradeció con verdadera alegría que su dulcería favorita estuviese relativamente vacía. Solo un par de personas acompañadas escogiendo sus dulces. Él tomó una canasta e inició su recorrido.

Depositó dentro de su canasta diferentes tipos de bombones, rellenos de chocolate, dulce de leche, relleno de fresa y de crema batida. Escogió también dos cajitas de cupcakes y una de tres leches. En el mostrador habían muestras gratis de galletas de arroz para degustar, así que tomó un par y se las llevó a la boca.

—¿Gee? —le habló una voz. Era un tipo mucho más alto que él. Llevaba una espesa barba en su rostro y el cabello largo hasta los hombros.

—¡Oh Dios Mío! —susurró al girarse, con sus mejillas rosas pues había reconocido la voz—. Adam, ¿cómo estás? —trató de sonreír pero terminó haciendo una mueca extraña ya que su boca estaba llena de galletas. Pasó las manos por su cabello en un intento de arreglarlo.

—Oye ¿qué estás...

—Bebé, prueba esto. —Una chica de largo cabello color oro interrumpió. Se acercó a Adam y colocó en su boca un bombón de coco—. ¿Increíble no? —ella llevó el dulce a sus labios está vez y le sonrió a Adam.

—Si —respondió él.

—Mmm mi lengua está teniendo un orgasmo de sabores —gimoteó—. ¿Estos vienen en otros sabores? —le preguntó a Gerard.

—¡Oh! Yo no trabajo acá —respondió sonrojado bajando la canasta de su brazo, tomándola con sus manos.

—Lo siento, pensé que estabas rellenando los estantes —dijo ella un tanto despectiva. Mantenía una ceja arqueada.

Gerard rió alto e hizo una seña con su mano, restándole importancia.

—Cariño, él es Gerard. Fuimos amantes unos pocos meses.

La chica abrazó a Adam por la cintura y relajó su expresión. Gerard se sentía desfallecer al escuchar aquello.

—Ay... Que suertudo eres. ¿Acaso él no es sorprendente en la cama? Es como un terminator.

—Ammm... —trató de responder algo pero se sentía realmente incómodo.

—Hola pastelito —le saludó alguien. Una mano tatuada lo abrazó por los hombros y le apegó a su pecho—. Pensé que nos veríamos en Brookstone para probar masajeadores.

Gerard se sorprendió pero no mantuvo el contacto. Le empujó hacia atrás con nada de sutileza.

—Hola, soy Frank —saludó a la pareja frente a ellos, extendiendo la mano con que había abrazado a Gerard, pues en su mano izquierda mantenía un envase con un batido verde—. Soy el novio de Gee.

Adam les miró con sorpresa al tiempo que Frank volvía a abrazar a Gerard.

—Trató de estar todo el tiempo que puedo con él pero ya sabes, él es un chico fuerte e independiente. —Frank no paraba de reír mientras hablaba.

—Ya para... —dijo Gerard dándole golpes un poco fuertes en el abdomen.

—Soy Adam y ella es Katherine.

—Wow. Ustedes dos son hermosos. En serio.

Gerard rodó los ojos pero terminó sonriendo con sinceridad. Volteó a ver a Frank un par de segundos.

—¿Ya acabaste tus compras bebé? Tengo grandes planes para ti en Victorias Secret. —Pellizco las mejillas de Gee y se apegó un poco a su rostro—. ¿Podemos irnos? ¿Si?

—Está bien —le respondió. Pasó un brazo por el cuello de Frank y le abrazó.

Mientras Katherine volvía a meter el bombón en la boca de Adam.

—Encantado de conocerlos chicos, son lindos —dijo Frank jalando a Gerard. Pasaron en medio de la pareja y caminaron rápido a la salida.

Gerard se humedeció la cara con agua de una fuente una vez que estuvieron un poco retirados de la dulcería.

—Me voy a enfermar —sollozaba.

—Ya calma. Limpiate con esto. —Le ofreció un pañuelo que llevaba en el bolsillo trasero de su pantalón—. Ahora bebe esto —le pasó el vaso con su jugo. Gerard ingirió una gran cantidad pero se arrepintió de hacerlo al degustar el sabor.

—¡Qué horrible! ¡Ahora sí me voy a enfermar!

—No exageres. Es jugo verde. Le hace bien a tu cuerpo. ¿Sabes que si cuidas tu cuerpo puedes vivir hasta 120 años?

Tomaron asiento en unas pequeñas bancas. El uno al lado del otro. Gerard colocó la canasta que andaba a la par suya.

—¿A quién le importa? Todo se viene abajo después de los cuarenta —se quejó—. ¿Para qué quiero ochenta años extra de ancianidad?

—Bueno, si tienes una Katherine en tu vida... —dijo refiriéndose a la novia de Adam. Una chica linda con muchos atributos—. Okay, lo siento —se disculpó Frank ante la atenta mirada de Gerard.

—¿Porqué la pareja nueva siempre es más joven y sexy? —preguntó un poco frustrado. Se encogió en su lugar incluso.

—Creo que de algún modo es un cumplido —respondió Frank sin darle importancia a lo que dijo.

Pero los ojos de Gerard se iluminaron. Se levantó de su lugar con una gran sonrisa.

—Oye ¡eso es! Él siente miedo. Salir con Katherine es como un grito de ayuda.

—¿Estás ebrio? —le preguntó Frank arrugando la nariz.

—Talvez un poco. —Se sentó nuevamente y colocó la canasta en sus piernas—. Estos dulces de borbón son un poco...

Calló abruptamente y se giró hacia Frank, su boca formando una gran 'O'.

—¡Tomé esto! Los robé —susurró lo último.

Frank le señaló la dulcería. Gerard simplemente negó, sacó una caja y se cruzó de piernas.

—Bien, no voy a volver ahí —dijo serio—. Es mejor que destruyamos la evidencia.

Sacó un dulce y lo llevó a la boca de Frank. Éste se alejó de él con rapidez.

—No, no. No como basura.

—¿Qué? ¿Porqué?

—Soy un atleta profesional.

—¿Es en serio? —Gerard rió—. El golf es como el deporte menos atlético en el mundo —dijo comiendo el dulce.

—Tienes que saber que el golf requiere más precisión y coordinación en el control de todos los músculos que el fútbol y el básquetbol juntos —explicó.

—Talvez pero LeBron no necesita un pequeño carro que lo lleve de aquí a allá en el campo —comentó con burla—. Vamos, no seas cobarde.

Acercó otro dulce a Frank pero lo volvió a rechazar.

—¿Cobarde yo?

—En serio lo eres.

—Bueno si no fuera un cobarde estarías atrapado en un tienda de dulces con tu exnovio y su candente novia nueva. Entonces, de nada Gee —finalizó levantando las cejas una y otra vez.

Gerard le vio y batió sus largas pestañas.

—Tienes razón Frankie, gracias, te debo una.

—Si, eso está mejor. —Frank se puso en pie—. Aceptaré que me la jales en el auto, gracias.

—¿Qué te la jale? —preguntó colocándose su bolso al hombro y poniéndose de pie también—. ¿Cuántos años tienes? ¿12?

—¿Hacías eso a los 12?

—Me desarrollé temprano —se encogió de hombros y pasó a su lado.

Casi quince minutos después ambos estaban sentados en la parte trasera del auto de Frank en el estacionamiento.

—¡Oh Dios! ¡Esto es tan bueno! —exclamó Frank con un gemido.

—¿Es suficiente o quieres más? —preguntó Gerard sonriente.

—Quiero más más, es delicioso.

—Deja de moverte, ya casi termino.

—No mentías, esto es divino —cerró sus ojos y movió una pierna—. Mierda, me ensucie el pantalón.

Gerard rió escandaloso y recogió la caja de chocolates que se regó en las piernas de Frank.

—¿Tienes toallitas para limpiar?

—Si claro, están junto a los pañales —rió—. Eres una mala influencia Gee.

—No lo soy —dijo Gerard tragando una trufa de caramelo.

—Mmm —Frank siguió masticando con parsimonia el trozo de chocolate relleno que tenía en la boca.

—¿Quieres un cigarrillo? —ofreció Gerard.

—¿Fumas? —preguntó incrédulo.

—No —respondió con una semi sonrisa—. No realmente, solo algunas veces. Un poco de tabaco nunca mató a nadie.

—Mmm estoy seguro que sí. Pero lo entiendo, apesta encontrarte a tu novio el día de San Valentín mientras usas pijamas.

—Exnovio —corrigió—. Y estas no son pijamas. Son pantalones launch —se señaló a si mismo, Frank asintió—. Aunque no lo creas este no ha sido el peor día de San Valentín de mi vida.

—¿Porque no me llamaste?

—No lo sé. Creo que estaba avergonzado de admitir que nada había cambiado desde año nuevo. —Acabó admitiendo mientras comía otro dulce.

—Si pero ese es el punto de una holidate Gee. Para evitar esta estúpida presión y todos los prejuicios.

—Bueno pero al menos todo lo importante quedó atrás. —Llevó una de sus manos a su cartera para extraer una coleta y amarrarse el cabello—. Con eso me refiero a navidad, año nuevo, día de San Valentín —enumeró con su mano cuando la tuvo libre.

—Si pero las otras fechas son igual de importantes. —Gerard arrugó el entrecejo—. Una vez pasé el día de la Tierra encadenado a un árbol con un chico de Greenpeace. Fueron los días más largos de mi vida —suspiró.

—Sería lindo llevar a alguien para Pascuas —comentó después de un rato.

—Bueno hay que hacerlo oficial. ¿Holidates hasta nuevo aviso?

Gerard fijó su mirada esmeralda en él una vez ese día. Se tomó un par de minutos para admirar el perfil de Frank, notando por primera vez que el tatuaje de escorpión que tenía en su cuello tenía siete patas.

—¿Qué hay del sexo? —preguntó en un susurro.

—¿Lola se unirá? —preguntó haciendo que Gerard riera. Recibió como recompensa un leve golpe en el brazo.

—Hablo en serio. Amigos con beneficios nunca funciona.

—Si pero eso es porque...

—Ya. No discutamos por eso. ¿Holidates hasta nuevo aviso? —volvió a preguntar estirando su mano en esta ocasión.

Gee la aceptó. Colocó su suave mano izquierda sobre la ajena y se dieron un leve apretón.

—Ahora dame uno de coco —pidió.

Frank abrió la boca y esperó a que Gerard lanzara dentro de ella el dulce que le había pedido. Rieron y chocaron palmas cuando el caramelo aterrizó de una sobre la lengua del tatuado.

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