57 | LOS AMIGOS NO MIENTEN
—Gracias a los contactos de Nancy, somos estudiantes de psicología de la Universidad de Notre Dame —explicó Robin.
—Ahora soy Ruth —dijo Nancy.
—Y yo, Rose —dijo Robin.
—¿Ruth? —preguntó Steve.
Lauren levantó las cejas mientras examinaba el archivo de Nancy—. Qué buen promedio.
—Gracias —respondió Nancy—. Llamamos al manicomio Pennhurst, dijimos que queríamos hablar con Victor Creel para una tesis sobre esquizofrénicos...
—Y dijeron que no —dijo Robin.
—Pero nos reunimos con el director a las tres —dijo Nancy.
—Ahora solo tenemos que convencerlo de que nos deje hablar con Victor —continuó Robin.
—Y tal vez así podamos salvar a Max —dijo Nancy.
—Sí, sobre eso —dijo Steve—. Hemos leído mucho de Victor Creel y tenemos preguntas.
—Muchas preguntas —agregó Lucas.
—Nosotras también —dijo Nancy—. Con suerte, Victor nos dirá algo.
—Alto, alto, deténganse un segundo —tartamudeó Steve—. Eh... ¿dónde está el mío?
—Steve...
—¿Puedo hablar contigo? —preguntó Steve, y Nancy puso los ojos en blanco—. En privado.
Steve y Nancy salieron del sótano y Lauren observó cómo Robin los perseguía. Tomó el walkie de la mochila de Connor y subió las escaleras, cambiando a su frecuencia habitual—. Munson, ¿me copias?
—Alto y claro.
—¿Todo bien por allá? —preguntó Lauren.
—Eh, me estoy quedando sin comida y estoy un poco paranoico, pero ¿qué más hay de nuevo? —respondió Eddie.
—Te llevaré comida —le prometió Lauren—. ¿Algo en particular?
—Cualquier cosa comestible —dijo Eddie—. Literalmente, cualquier cosa.
—Bien —dijo Lauren, riéndose.
—¿Todo bien?
—Sí, solo quería comprobar que estuvieras bien —respondió Lauren—. Llevaré comida más tarde. No te muevas de allí.
—No me moveré.
Cuando Lauren guardó el walkie, vio a Steve parado en la cocina detrás de ella—. ¿Eddie?
—Sí, solo quería comprobar que todo estuvera bien —dijo Lauren, colocando el walkie en el mostrador—. ¿Todo bien con Nancy y Robin?
—Sí, Nancy le está haciendo un cambio de imagen a Robin —dijo Steve.
—Apuesto a que Robin lo está odiando —dijo Lauren, riéndose levemente.
—Sí, deberías haber visto su rostro —dijo Steve, antes de que su rostro se derrumbara—. ¿Estás bien?
—¿Por qué todos me siguen preguntando eso? —preguntó Lauren, pasándose una mano por la cara—. Estoy bien.
—Bueno, no te ves bien —dijo Steve—. Lauren, si tienes algo en mente, por favor háblame.
Lauren se mordió el labio y negó con la cabeza.
—¿Qué pasa? —preguntó Steve—. No me excluyas. Tú y yo no hacemos eso.
Lauren miró a Steve y respiró hondo—. Si te digo esto, nadie puede saber, especialmente Connor.
—Muy bien, tienes mi palabra —dijo Steve—. ¿Qué está pasando?
—He estado teniendo pesadillas —respondió Lauren en voz baja—, desde hace cuatro días. Quiero decir, no dormí anoche, así que no sé si hubiera tenido alguna, pero... pero las he estado teniendo. Pesadillas sobre cosas por las que hemos pasado, cosas por las que me culpo, y tengo miedo, Steve. Los dolores de cabeza y las pesadillas y yo solo... no quiero decírselo a nadie porque todos ya están preocupados por Max y...
La expresión de Steve era desgarradora, como si todo su mundo se hubiera derrumbado ante sus ojos, y antes de que Lauren supiera lo que estaba pasando, él la estaba abrazando. Sus brazos la rodearon con más fuerza de lo que pensó que la había abrazado antes, y ella le devolvió el abrazo con la misma fuerza.
—Todo estará bien —susurró Steve—. No te perderé. Nosotros... resolveremos esto.
Lauren asintió, presionando su rostro contra el pecho de Steve—. Tengo miedo, Steve.
—Estaremos bien —le prometió Steve—. Todo va a estar bien. Voy a mantenerte a salvo.
Steve no podía fingir que no sintió el cuerpo de Lauren temblar como una hoja mientras la sostenía en sus brazos, y en ese momento Steve se dio cuenta de cuánto amaba a la chica frente a él. Todo en ella era perfecto, y era como si estuviera hecha para él. Ella significaba más para él que nadie, y se había mantenido a su lado durante muchísimas cosas, por lo que Steve juró en ese momento, permanecer junto a ella. No dejaría que Vecna la atrapara, porque ella merecía vivir, y él no podía vivir sin ella.
—Bien, iré a comprar comida —dijo Lauren, alejándose de Steve mientras se limpiaba la nariz—. ¿Puedo tomar prestadas tus llaves?
—Sí, claro —dijo Steve, buscando en su bolsillo—. ¿Quieres que vaya contigo?
—No, estaré bien —dijo Lauren, tomando las llaves de Steve—. Volveré dentro de una hora, ¿de acuerdo?
Steve asintió, luciendo poco convencido—. No quiero que vayas a ninguna parte sola.
—Estaré bien...
—¿Por qué te vas? —preguntó Connor, entrando a la cocina—. ¿A dónde vas?
—A comprar comida —dijo Lauren, forzando una sonrisa mientras miraba a su hermano—. ¿Quieres venir conmigo? —ante esto, se volvió deliberadamente hacia Steve, quien puso los ojos en blanco.
—Sí —respondió Connor—. ¿Vamos a llevarnos el auto de Steve?
—Bueno, sí —respondió Lauren—. No tengo mi camioneta.
—Muy bien, vamos —dijo Connor, palmeando el brazo de Steve—. Volveremos más tarde.
Cuando Connor y Lauren estaban sentados en el auto de Steve, el rostro de Connor se desanimó. Lauren se dio cuenta cuando puso las llaves en el encendido, pero Connor esperó hasta que ella arrancara el auto antes de hablar.
—Estás teniendo pesadillas, ¿verdad?
Los nudillos de Lauren se pusieron blancos en el volante—. ¿Qué?
—Estás... estás teniendo pesadillas —dijo Connor—. Pesadillas de Vecna. Te escuché hablando con Steve. ¡Lo siento! Sé que no debería haber escuchado a escondidas, pero estaba parado afuera y... estás en peligro, ¿no?
Lauren suspiró—. Escucha, Con, ahora mismo tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos que yo.
—¿Por qué siempre haces eso? —preguntó Connor—. ¿Por qué siempre pones las necesidades de los demás por encima de las tuyas?
—Porque me preocupo más por los demás que por mí.
—Bueno, ¡eso es una mierda! —espetó Connor—. ¡Porque yo me preocupo por ti más que por cualquiera de los demás! ¡Eres mi hermana! ¡Eres la única familia que me queda, y el hecho de que ocultaras esto, a mí, es una mierda! ¡Los amigos no mienten!
—Técnicamente, no estaba mintiendo.
—¡Lauren! —exclamó Connor—. ¿Cuándo te darás cuenta de que no tienes que poner las necesidades de los demás por encima de las tuyas? ¡Estás en peligro, al igual que Max, y estamos trabajando en una manera de salvarla y te salvará a ti también! ¡Solo habla con todos!
—Connor, no necesitan otro problema —dijo Lauren, manteniendo los ojos en el camino. Si miraba a Connor, su expresión sin duda le rompería el corazón—. Cuando descubramos cómo salvar a Max, todo estará bien.
—No estás bien, ¿verdad? —preguntó Connor—. Está pasando algo más. Algo que no tiene nada que ver con Vecna.
Lauren apretó los dientes, pero pronto se dejó caer en el asiento mientras suspiraba—. ¿Crees... crees que Steve y yo estamos... diferentes?
—¿Qué quieres decir?
—¿Crees que él está, no lo sé, distante? —preguntó Lauren.
El suspiro de Connor finalmente atrajo la cabeza de Lauren hacia él, y lo vio encorvado en el asiento, hurgando sus uñas—. No lo sé, Lauren. Nunca he estado enamorado, pero sí pienso que las cosas están diferentes. Parece más preocupado por N...
—Nancy —terminó Lauren, asintiendo—. Sí, pensé lo mismo.
—Pero tal vez sea porque solo se han tenido el uno al otro en el último año —sugirió Connor—. Quiero decir, tú y Jonathan estaban al otro lado del país, así que no era como si pudieran hablar todo el tiempo, así que tal vez solo... no lo sé. Dudo que sea algo grave.
—Sí, supongo —dijo Lauren entrando al estacionamiento—. Bien, no hablemos más de esto. Vamos a buscar comida.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top