heather
Luego de aquella semana en la que no supe nada de Jungkook él tan solo volvió a mí intentando recoger torpemente los pedazos de mi corazón desecho. Se apareció una mañana antes de ir a clases en la puerta de mi casa con una flor en una mano y el desayuno en la otra.
Me quedé helado con un pedazo de pan a medio comer en mi boca y los sentimientos se me quedaron atascados en la garganta a punto de romperla si seguía conteniendo el llanto. Así que no lloré, a pesar de que mis cristalizados ojos le confesaron en silencio a Jungkook que el verlo allí era lo más sanador que había hecho en casi tres meses.
— No sé cómo empezar esto —dijo cabizbajo. No me había dado cuenta que gracias a todo lo que había pasado últimamente tenía el cabello reseco, más largo y despeinado. Yo siempre me encargaba de lavarlo cuando nos duchábamos. Las grandes bolsas oscuras bajo sus ojos me hablaban de sus trasnochos y la ropa medio arrugada también eran signo de que no había puesto ningún cuidado sobre él. Al contrario, estaba aquí para cuidarme a mí, temeroso de haberme perdido.
O eso creía yo.
— No digas nada, ¿desayunaste? —pregunté abriendo nuevamente la puerta de mi casa para invitarlo a pasar y él me miró tímidamente. Tenía miedo de dar un paso porque sabía que no había actuado exactamente muy bien conmigo.
Una semana sin saber de él. No había ido a la universidad, no contestaba ni mis llamadas ni mis mensajes y sus amigos sabían tan poco como yo. Creí que se lo había tragado la tierra o que una fuerza invisible lo había alejado para siempre de mí.
Por suerte Kook estaba vivo frente a mi puerta pidiéndome perdón en silencio y por el cielo que fue lo único que necesitaba. Las explicaciones las dejaría para luego.
— Llegarás tarde.
— Llegaremos, ¿o es que hoy tampoco irás a clases? —pregunté jalando la manga de su franela para meterlo dentro de casa y tan pronto como cerré la puerta tras de mí no pude resistir la palpable necesidad de todo mi cuerpo por besarlo.
Él me devolvió el beso luego de dejar las cosas sobre mi mesa con torpeza y yo dejé caer el bolso para aislarme entre sus brazos y quedarme allí atado a la sensación de que ese era mi Jungkook. El que di por perdido hace casi tres meses.
— Te extrañé —dije, pero el me silenció con otro beso.
Todavía sentía que no estaba de regreso por completo, había algo que me decía que una parte de Jungkook estaba en otro sitio que yo no podía alcanzar pero quise silenciar momentáneamente esas sospechas para concentrarme en su mano acariciando mi espalda y la forma en la que su boca se acoplaba perfectamente a la mía.
Nunca antes me había dolido amar a Jungkook y ahora esa era la sensación que tenía en mi pecho que competía por el profundo amor que le profesaba y la promesa que cargaba en mi dedo.
Un momento. ¿Dónde está?
Me separé bruscamente de él.
— ¿Dónde está el anillo? —no se lo había quitado ni una sola vez en dos años, ni siquiera cuando visitaba los bares y ahora no estaba allí. La mancha blanca alrededor que hacía sombra era lo único que había allí.
Apretó los labios y hundió su cabeza entre sus manos.
— Mierda —dije con las crecientes lágrimas juntándose tras mis ojos —Mierda, Kook. Esto es tan confuso y doloroso para mí —pasé mi mano por mi rostro ya enrojecido por el acumulo de sentimientos que intentaban no explotar dentro de mí —¿Cuándo volverás? —mis palabras casi me parten a la mitad pero tenía que preguntarle cuando mierda pensaba regresar a mí.
Tuve miedo de esa respuesta, ¿qué tal si me decía que en lugar de regresar iba a irse para siempre? ¿y si de eso se trataba toda esa aparición repentina en mi casa? No pude encararlo.
— Hay pan en la mesa. Báñate y descansa, hablaremos cuando regrese —fue lo único que pude decirle pero no estaba tan seguro de que si volvía por la tarde y lo encontraba en mi casa sería lo suficientemente valiente para pedirle de una vez una explicación a todo lo que estaba pasando.
Estábamos pendiendo de un hilo y tenía miedo ser el empuje de la tijera que nos cortaría para siempre. No podría creer que nuestros destinos se desenlazarían si yo mismo le había dicho aquella noche de nuestro primer aniversario que nuestros corazones estaban unidos por el hilo rojo del destino.
¿Cómo le reprocharía al destino que, hola, acabas de fallarme totalmente?
No pude concentrarme ni en una sola clase durante todo el día. De hecho, en mi vida me había saltado alguna asignatura por algún problema personal pero cuando iba para el tercer bloque tuve que largarme hasta el estadio universitario que por lo general era lo suficientemente grande para acogerme y esconderme de los demás en caso de que quisiera llorar.
Y lloré, lloré un rato a solas y luego junto a Taehyung que supo que algo andaba mal.
— Hoseok me ha dicho que no está siendo justamente él mismo —dijo mi amigo mientras sostenía un jugo en sus manos y me pedía pequeñas explicaciones que ignoraba sobre lo que estaba pasando con Jungkook.
— Ese no es mi Jungkook, Tae. No puedo abrir las puertas que alguna vez ni siquiera fueron necesarias tocar —las lágrimas bañaban mis mejillas y Tae procuró en limpiarlas con la manga de su suéter.
— ¿Crees que quiera romper contigo o sientes que hay algo más que no te está diciendo?
— Creo que me está ocultando algo y eso es la razón por la cual va a terminar conmigo —el sólo pensamiento apretó mi pecho como si lo hubiesen llenado de plomo. Estaba seguro luego de mirarlo hoy que Jungkook iba a dejarme por alguna cosa que yo ignoraba.
— Mierda, ¿es tan malo?
Esa diminuta frase me hizo explotar. Llevé mis manos a mi rostro para esconderlo y todas las lágrimas que había evitado derramar durante los tres meses anteriores salieron como si hubiese abierto el grifo del lavamanos. Convulsioné en sollozos, mi garganta hizo sonidos que jamás hubiese podido decir que produciría y terminé con mis ojos bastante rojos como para que alguien pensara que me había drogado.
Al final le pedí a Taehyung que me dejara un rato a solas, tenía que encarar lo que estaba pasando con mi relación y de una vez por todas cuando volviera a casa esta tarde hablaría con Jungkook. Si había un final no estaría alargando más esta daga dentro de mi corazón.
Si la causa de su desdicha era yo entonces le devolvería el anillo, nuestra promesa del futuro compromiso, cada palabra dicha entre las sábanas y finalmente me llevaría mi corazón roto a otra parte.
Eso sí, jódete destino por jugarme sucio.
No sé cuanto tiempo pasé en la misma posición pero el clima se tornó bastante gris y frío como para que una ráfaga de viento se colara dentro de mi franela. Levanté el rostro sólo cuando sentí algo tibio posarse entre mis brazos y al subir la mirada encontré a Jungkook quien había puesto su suéter negro favorito sobre mis hombros. Tenía su olor.
Me impregné de su esencia y eso sólo hizo que mis ojos picaran nuevamente.
Se había recogido el cabello en una coleta y parecía que se había dado un baño, cambió su ropa por un jean azul desgastado y una franela sencilla de color negro. Sus piercings relucían en sus orejas y la línea apretada de sus labios junto a su mirada de ciervo perdido me hicieron casi volver a soltar el grifo de lágrimas.
— ¿Por qué no vamos a casa? —preguntó mientras extendía su suéter sobre mí —Está haciendo frío y no quiero que te enfermes. ¿Has comido? —habló suavemente. Esa forma de ser la extrañaba tanto que casi me abrazo a su cuello y le pido que vuelva a ser el mismo de antes pero en lugar de eso sólo me levanté, asentí y lo acompañé hasta su Rover.
De camino a mi casa se estacionó primero frente al restaurante hogareño al que me llevó la primera vez que nos acostamos y donde me pidió ser su novio. No podía leer qué pasaba por su cabeza pues se mantenía con la misma expresión de serenidad fingida incluso cuando le dije que me había saltado unas clases.
Él nunca dejaría que me saltara algo.
Cuando llegamos a la casa lo primero que hice fue dejarme superar por toda la cantidad de sentimientos atascados en mi cuerpo y lo abracé entregándome en un necesitado "sálvame" silencioso.
¿Cuáles eran los pasos correctos para llegar a él? ¿Cuáles eran las palabras exactas que harían que Jungkook me explicara por qué se está alejando de mí?
— Jimin... —empezó intentando alejarse de mi agarre pero a los segundos estuve rodeado por sus fuertes brazos y su nariz se hundió en mi cabello que menos mal había lavado en la mañana. Aunque esos detalles nunca importaron con él. Nunca.
— Yo de verdad te quiero de regreso —confesé con la garganta picándome, suspiré como si en ese suspiro hubiese dejado salir una parte de todo mi pesar y lo miré directamente a los ojos desesperado porque notara que el hombre frente a él, que lo había amado incondicionalmente durante dos años estaba a punto de morir de dolor.
Si él no me amaba más entonces lo dejaría ir, no iba a atarlo a mí, pero al menos merecía una explicación de lo que se había roto entre nosotros y por qué.
¿Fue algo que dije? ¿Algo que no supe descifrar a tiempo? ¡Tenía que ser algo de su familia! ¿Les había creído cuando le habían dicho que estaba sucio? No podía ser cierto, si hasta hace poco Jungkook me juró que nos comprometeríamos y que con toga y birrete el se arrodillaría delante de mí en el estadio universitario para pedir mi mano.
No podía ser arrepentimiento, ¿o sí?
— Estoy aquí, no me he ido a ningún lado —quiso convencerse de eso pero ambos sabíamos que mentía. Su mente estaba en algún otro lado que no era exactamente en mí.
— Sabes lo que me refiero —me aparté de él.
— Jimin... dejémoslo por hoy —se apretó el puente de la nariz y no se atrevió a mirarme —Estoy muy cansado hoy y en realidad... —se quedó callado cuando vio mi mirada preocupada —Nada. Hablemos otro día, asegúrate de abrigarte y cenar antes de ir a la cama —se acercó hasta mí y estampó sus labios sobre mi frente en un último adiós.
Lloré cuando lo vi salir por la puerta.
Esa fue la última vez que lo vi durante otra semana más y cuando nos reencontramos de casualidad en el campus de la universidad él llevaba unos papeles en las manos. Me miró aterrado y antes de que pudiera saludarlo simplemente desapareció tras un pasillo.
Las cosas están realmente mal.
Recordé las palabras de mi mejor amigo hacía una semana.
La herida que tenía en el pecho con el nombre de Jungkook estaba lejos de sanar. Estaba anti coagulado porque nada sanaba, no había cicatriz ni costra. Ésta herida sangraba todos los días con mucha intensidad y no había forma de que parara. No hasta que Jungkook me retuviera nuevamente o me dejara ir para siempre.
No seguí insistiendo en presionarlo, no lo llamé más. ¿Lo lloré? claro, pero no podía pujar esa tijera que estaba cortándonos poco a poco.
Cuando llegué al salón Hoseok me miró con una expresión bastante desconcertada y yo no supe qué decir. Él se levantó de su escritorio todavía que quedaban unos minutos antes de la clase y me jaló hacia fuera.
— ¿Qué demonios ha pasado entre ustedes? Jungkook retiró el semestre, no va a graduarse con nosotros.
Mi mundo entero se me vino a los pies. Esto era algo demasiado serio para que yo no estuviese ahora mismo corriendo hacia donde estaba él pidiéndole explicaciones.
— Yo... ¿te lo ha dicho? —no sabía qué decir. Estaba tan enmudecido que sentí que mi garganta se cerró en cuestión de segundos y no salieron más palabras.
— Jimin, ¿no sabías? ¡Dios, maldición con ese idiota que no quiere decirnos nada!
Me tuve que recostar de la pared porque sino iba a desmayarme. Hoseok me palmeó el hombro y balbuceaba algo acerca de que todo iba a estar bien pero yo sabía que no era así. Nada iba a estar bien.
Jungkook era un alumno demasiado diligente en la carrera y algo muy poderoso tendría que estar pasando para que retirara el semestre.
Las promesas se rompieron una tras otras mientras una a una, mis lágrimas por individual caían pesadas sobre mis párpados.
— ¿Estás seguro de que quieres entrar a esta clase?
La propuesta de matrimonio con nuestras togas y birretes había ido directamente al infierno. Una de las cosas que más nos tenía ilusionados era graduarnos juntos y ahora...
¿Cómo en cuestión de meses mi perfecto mundo se había venido abajo sin siquiera una advertencia?
Corrí de repente con la necesidad de ahogarme en algún océano lejano o golpearme tan fuerte contra un árbol que perdiera el conocimiento. No sé cómo llegué hasta el estadio y sentí que mis pulmones se habían quedado sin oxígeno. Me tuve que reclinar sobre mis rodillas para llenarlos nuevamente y para cuando me acerqué hacia un lado de las gradas preferí haberme ahogado en ese océano imaginario que ver lo que tenía frente a mis ojos.
Jungkook y aquella chica que alguna vez vi en el bar estaban sentados al lado uno del otro tomados de la mano mirando hacia el suelo. Ambos.
Mi corazón se detuvo por una fracción de tiempo y el oxígeno que había recuperado se escabulló nuevamente haciendo que soltara un gemido doloroso.
Me estoy congelando aquí.
Él se enteró de mi presencia y se levantó tan rápido que parecía que lo hubiesen electrocutado.
La casa de Yoongi, el anillo en nuestros dedos, la cena a la luz de las estrellas, los viajes en su auto, sus besos, mi casa, el apartamento, las sábanas impregnadas de su olor, sus labios, la mirada de ciervo, los te amo...
Me sostuve de un tubo de las gradas y casi me desmayé. Todo se empezó a poner negro para cuando Jungkook empezó a llamarla para que me ayudara a sentarme.
Heather.
¿Quién mierda es Heather y por qué sostiene la mano del hombre al que le entregué mi corazón?
Pero más importante aún, ¿por qué Heather está usando su suéter negro favorito?
***
Retiré el semestre.
Dejé de ir a la universidad y me refugié en mi casa durante los próximos meses. Perdí aproximadamente tres o cuatro kilos, no quería comer, lloré como nunca antes en mi vida y no recibí llamadas de nadie. Ni siquiera de Taehyung.
Me tragó el mundo y yo me dejé sin poner resistencia.
Heather era mi reemplazo. Ella probablemente había sido la causa del por qué Jungkook había estado rompiendo mi corazón sin explicación alguna. Ella y simplemente ella.
Ese día Hoseok golpeó la mandíbula de Jungkook y Taehyung me llevó a casa. Vi que Heather gritó unas maldiciones y se llevó a Kook probablemente al apartamento de él. Jeon parecía que había perdido el mundo y que estaba a punto de hundirse para siempre pero Heather lo sostuvo y se lo llevó.
Ahí donde debía estar yo, estaba ella con su suéter sobre sus hombros.
Desde ese día di por terminada nuestra relación y no quise más explicaciones, sólo quería alejarme de todos y todo. Y así lo hice. Incluso mi mamá me insistía por teléfono que le explicara qué había sucedido con su "yerno" y por qué había retirado el semestre pero no pude.
Cada palabra que podía decir se atascaba en mí y tiraba la cuerda alrededor de mi cuello.
Necesitaba pasar mi ruptura como yo quería y si tenía que hundirme y tocar fondo para sanar pues ¡viva! que me pudra como las manzanas sobre mi mesa de la cocina.
No volví a hablar con Jungkook y desde eso ya hacían dos meses. No sabía si seguía con Heather, si iba a meter el próximo semestre o... no sabía nada. No quería pensar en él pese a que eso era casi lo único que hacía dentro de mi habitación.
Mi corazón se encogió otra vez al recordar la escena una y otra vez.
Ellos tomados de la mano, cabizbajos, el suéter. Ella yéndose con él.
¿Cómo era que esa sonrisa triste lucía diferente ese día a su lado? Casi que había esperanza en sus ojos mientras la sostenía. ¿Cómo iba a competir contra eso? Ni siquiera era la mitad de guapo que aquella chica.
¿Odiarla? Por supuesto, pero incluso en mi encierro pensé que la odiaba por habérmelo arrebatado pero que quizás era tan sólo un ángel que lo había salvado cuando se estaba hundiendo y yo no supe ver los agujeros en ese bote. Las filtraciones en nuestro viaje.
¿Las había?
Es preciso decirlo pero nunca vi nada que pudiera ir mal entre nosotros.
Por décimo quinta vez mi teléfono vibró en mi cama y no pude ignorar de nuevo a Hoseok. Él se había comportado como un amigo ejemplar conmigo y era uno de los que más se preocupaba por mí.
"¿Puedes venir esta noche a mi cumpleaños? De verdad quiero que estés allí, Jiminie."
No respondí. Hice un extraño sonido de afirmación tras la línea y colgué.
Por supuesto que no quería ir pero algo me impulsó tarde en la noche cuando a eso de las nueve decidí vestirme casi decente y salí al encuentro con mis amigos. Quizás necesitaba por hoy despejar la mente o juraría que las paredes habían empezado a hablarme.
Estacioné frente a la casa de Yoongi y un montón de recuerdos llegaron como una avalancha hasta mí. Se me apretó el pecho pero me prometí no llorar delante de nadie.
Taehyung también estaba llegando y me saludó con una expresión de tristeza mientras me invitaba a pasar. Buscamos a Yoongi y Hoseok, finalmente abracé a mis amigos. Ellos lucían muy preocupados por mi aspecto pero no dijeron nada.
Bebí un poco de sidra y hasta me concentré en ciertas canciones pero el dolor en mi pecho estaba presente sobre todo cuando subía la mirada hasta el segundo piso.
Nuestra primera vez. Nuestra cena en aquel lugarcito y luego su sonrisa pidiéndome que le abriera las puertas de mi corazón.
Oh, esto había sido una muy mala idea.
Me concentré en controlar mi respiración para no llorar y apreté mis ojos. Entonces, escuché una conversación casi en susurros entre Hoseok y Tae que seguramente no debía escuchar cuando me dirigía al baño.
— ¿Otra vez no responde?
— No tiene línea. No actualiza desde hace días ninguna de sus redes, tampoco he visto a esa chica Heather y... Mierda Taehyung, empiezo a preocuparme. Jungkook no suele ser así, ¿qué tal si...
La idea horrorosa de que algo pudiera haberle pasado me hizo casi echar el contenido en mi estómago en el piso y sin mediar palabra con nadie me dirigí hasta la salida tan de prisa que tiré las llaves de mi auto en el camino hasta él.
Si Jungkook estuviese herido yo no podría perdonármelo, al menos tenía que asegurarme de que él estaba bien, ¿no?
Después de todo, que me parta un rayo de Zeus si por lo menos no me aseguraba de eso.
Avancé a toda velocidad y en media hora estaba en la puerta de su edificio. Mi corazón martillaba en mis oídos y no estaba seguro de qué iba a encontrarme pero tenía que asegurarme de que Kook, mi Jungkook estuviese bien.
Imaginé todos los posibles escenarios y quise desechar muchos de ellos mientras subía al ascensor. Tenía una sensación terrible en mi estómago como si lo hubiesen mutilado y mis manos temblaban como hojas.
Cuando estuve frente a su apartamento ya no estaba tan seguro de si todo había sido buena idea pero me concentré en pensar en su bienestar, así que, toqué la puerta y al tercer repique sentí unos pasos tras ellas acercarse.
Listo o no, iba a asegurarme de que estuviese todo en su sitio.
— ¿Sí? —una voz muy parecida a la de Jungkook y el hombre frente a mí hicieron que mis ojos casi se salieran de sus órbitas.
Era casi la versión de Jungkook sólo que lucía más joven que mi ex novio.
— Si, buenas ¿está... Jung... Jungkook... —había algo en la mirada de ese hombre que me aterraba incluso si parecía menor que yo. Era alto también y corpulento. Definitivamente su mirada era de advertencia sobre qué hacía yo ahí.
— ¿Quién demonios eres tú y por qué vienes a esta hora a buscar a mi hermano? ¿Eres uno de esos maricones que lo persiguen?
Wow. Eso había sido todo.
¿El hermano de Jungkook?
— Lárgate antes de que borre esa expresión de tu cara. Mi hermano está con su novia en un parque o un... lo que sea cerca de aquí —y diciendo casi estampa la puerta contra mi cara.
Mi cabeza empezó a dar vueltas y si antes estaba aturdido ahora lo estaba más, no sólo por el hecho de que el hermano de Kook estuviera viviendo en su apartamento sino porque había llamado a Heather su "novia".
Tenía que ser mentira. Todo era una absoluta y asquerosa mentira. Jungkook me había abierto su alma diciéndome que su familia lo había herido profundamente y que era gay, nunca había tocado a una chica por más que se le ofrecieran y había jurado amarme.
¡Jungkook me prometió que nos querríamos por siempre!
Corrí de prisa por las escaleras esta vez.
Había algo extraño en todo, esto tenía que haber sido planeado por su familia porque sino no había otra explicación. Heather también tenía una explicación, sí, eso era.
Tomé el aire de mis pulmones y lo usé para correr cerca del parque que estaba por donde vivía Jungkook, más de una vez habíamos ido allí a caminar y hablar. Sabía donde era. Pero estaba con ella, ¿qué le diría? ¿Y si me repelía? Desde la pelea no habíamos vuelto a vernos, ella nos había insultado por golpearlo y se fueron de la mano.
¿Y si mágicamente Jungkook había aprendido a quererla? Un rotundo no. Algo pasaba.
Cuando llegué al parque no divisé a nadie a la primera y tuve que concentrarme en no desmayarme pues estaba tan agotado que perdí el equilibrio. Afiné mi vista y fui recorriendo el enorme parque hasta que llegué al área donde siempre nos sentábamos.
Era un bonito espacio rodeado de árboles, flores y bancos de colores. Nosotros siempre elegíamos el color dorado.
Toqué el anillo de mi dedo que aún no me había atrevido a quitarme en forma de consuelo y seguí buscando con la mirada hasta que me acerqué lo suficiente al banco donde siempre nos sentábamos.
Y por primera vez en toda mi vida quise arrancarme los ojos.
De pie frente al banco estaban ellos dos: Jungkook y Heather.
Él arrodillado delante de ella extendiendo su mano y ella observándolo con una sonrisa.
Todo a mi alrededor se puso de color negro y sólo podía mirarlos a ellos en silencio mientras llevaba mi mano a la boca para evitar hacer cualquier ruido que me delatara porque no me habían visto y entonces a esa distancia lo escuché.
— Perdóname por todo lo que te he hecho pasar —era la inconfundible voz de Jungkook y sonaba nerviosa.
No.
No, no, no, no...
Las imágenes de nuestro pasado golpearon fuertemente mi cabeza y tambaleé lentamente hacia atrás. Casi piso una rama y hago ruido pero me di cuenta a tiempo.
Debía correr justo en ese momento, no podía quedarme para escuchar cómo terminaba esa frase pero mis pies no fueron lo suficientemente rápidos y lo escuché.
Me partió. Me rompí. Me perdí.
¿Cómo era posible que la mirara de esa forma? Con alegría para esos ojos tan tristes.
— Pero, ¿quieres casarte conmigo?
Miré hacia el cielo con las lágrimas cayendo a cada lado de mis mejillas y ahogué el grito que estaba por reventar mis cuerdas vocales. Me alejé lo suficiente para no escuchar el resto y no me di cuenta cuando algo a lo lejos se movía.
No giré la cabeza, no vi sobre mi hombro sólo corrí hasta caerme casi saliendo del parque y grité. Grité como un loco que acusa al cielo por enviarlo al infierno y mis cuerdas vocales se calentaron hasta quedar roncar.
Fue un grito, uno sólo pero fue suficiente para llevarse todo lo que quedaba de mí y Jungkook con él mientras miraba hacia el cielo.
Y por primera vez deseé algo que no sería posible.
Nunca sería posible tener a Jungkook de vuelta. Lo había perdido para siempre.
Miré otra vez hacia el cielo y me dejé absorber por su oscuridad impoluta.
Dios, desearía ser Heather.
❀
sólo falta el final que lo subiré mañana :) ¿qué les pareció?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top