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Debido a su estado, fue obligado por Reaper a que fuera al médico, allí le recetaron algunas pastillas tranquilizantes y unos días de licencia. Su jefe fue muy amable de darle el día de trabajo en casa posterior a los días libres, así que podía estar en el computador trabajando sentado en el cómodo sofá.

Para su desgracia, seguía teniendo problemas en su laptop, no había cómo, pasaba sobrecalentándose y apagándose abruptamente. Su estrés volvía de golpe.

Reaper había llegado poco después de las seis, pero Geno ignoró sus preguntas por la cólera contenida; si le contestaba, seguramente le gritaría.

Guardó a tiempo antes de que se apagase el computador.

- No me jodas... -Susurró frustrado, se pasó las manos por la frente notando el sudor.

- Te veo muy mal. -Habló Reaper sentándose a su lado con un vaso de agua- Es como si estos días libres no tu hubiesen hecho efecto.

- Que lo digas, esta porquería ya no me sirve.

- Uff, Geno, ¿con esa boquita besas a tu mami?

Miró al pelinegro con una expresión de agobio y molestia, estaba a punto de pegarle si no fuera que estaba esbozando una sonrisita estúpida.

- No te enojes más, ¿Tu computadora sigue mal?

- Sí.

- Le pegaste tu enfermedad.

- No será al único que le pegaré...

- ¡haha! Está bien, está bien. Sin bromas. Te presto el mío.

Geno parpadeó confundido mientras él se paraba y buscaba su mochila, allí sacó su laptop y la puso al lado del albino, la prendió y procedió a dejar el vaso en la cocina.

Estuvo unos momentos tratando de procesar hasta que Reaper volvió.

- ¿Eh? ¿Todavía no la agarras?

- ¿No la necesitas?

- Ni tanto, úsala hasta que consigas otra, en serio.

Su amabilidad calmó sus humos.

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