Capítulo 2: Interés
Sentada sobre la orilla de aquel precipicio miraba con tristeza el sol que poco a poco desaparecía en el horizonte, ocultándose tras la línea que el mar dibujaba para ella. De nuevo aquel doloroso recuerdo la acechaba con la intención de envolverla en los brazos de la nostalgia y regresarla al peor momento en su vida. Entre sus manos sostenía con fuerza aquel trozo de tela, que era lo único que le quedaba para recordarlo; Amy abrió cuidadosamente sus palmas, como si aquel tesoro fuese a romperse al sentir la cálida brisa de la costa, y en éstas, yacía un guante desgastado por tiempo y desteñido por los años.
–Sonic...– musitó observando como las gotas saldas que brotaban de sus ojos mojaban la tela de aquel guante. –"Sonic, ¡Sostente!... ¡SONIC!"– rememoró las últimas palabras que ella había pronunciado antes de que él, con aquella cálida sonrisa, se despidiera con un: –"Lo lamento Amy"– y sin fuerza para poder seguir sosteniendo su mano cayera lentamente a la trampa debajo de sus pies. No lo vio sufrir, únicamente caer para borrarse de la existencia como el polvo al ser soplado por el viento y desvanecerse en nada.
–Rose– la llamó aquel que tenía la apariencia de quien había sacrificado su vida por ella –La coneja me dijo que podría encontrarte aquí– dijo Shadow, escuchando como sus pisadas sobre el pasto marchito se acercaban a ella, frunciendo el ceño.
–¿Y no te dijo que quería estar sola?– espetó Amy sin voltearlo a ver en ningún momento.
–Sí– respondió cortante para detenerse a su par–Pero necesito información, y Tails me dijo que debía de hablar contigo para obtenerla.
Amy sujetó con fuerza aquel guante, ocultándolo de la vista de él, resguardándolo como un tesoro que sólo ella podía admirar. Volteó a ver al erizo negro, quien tenía aquella típica mirada despectiva hacia ella, como el día en que Sonic había dejado ese mundo para unirse al ejercito de arcángeles que protegían la tierra.
–¿Qué puedo decirte yo que no pueda decirte Tails?– inquirió Amy molesta para ver regresar su vista al ocaso.
–Sobre lo que pasó después de la luz que emitió la esmeralda, tú eres la única que puede hablarme detalladamente lo que sucedió.
Amy mordió su labio inferior ante su pregunta, apretando sus puños con fuerza. Se levantó exacerbada por la osadía de su consulta. Él había desaparecido después de la intensa luz que se había emitido y Sonic había muerto, la única que podía dar una explicación a lo que sucedió ese día cinco años atrás era ella, sin embargo, aquel recuerdo no era algo que a ella le gustara compartir, ni siquiera recordar.
–¡Tú desapareciste de la nada y Sonic murió!– vociferó Amy por respuesta para verlo intensamente, furiosa –¡¿Eso querías oír?!
Shadow no reaccionó ante sus emociones desbordadas soltando un suspiro pesado, restándole importancia a los sentimientos de la eriza rosa, percatándose que no llegaría a ningún lado en esa absurda conversación
–Olvídalo– espetó Shadow sin interés –Jamás has sido de ayuda de cualquier manera.
Amy abrió sus ojos de golpe, ofendida por sus palabras paras así ponerse de pie y verlo caminar sin interés de regreso a los otros. –¡¿Cómo te atreves?!– vociferó para lanzarse sobre el erizo negro tirándolo al suelo con brusquedad –¡Retráctate!– ordenó furiosa para sacar aquella vara de acero y colocarla sobre su cuello, halándola hacia arriba cortándole la respiración –¡Retráctate!– repitió para halar con más fuerza.
Shadow no tuvo tiempo de reaccionar ante el ataque de la eriza, pues no la había visto venir. Sentía el frío del metal rosar su garganta impidiéndole aspirar aire y a la eriza apoyar su cuerpo con fuerza contra el de él, inmovilizándolo. Como pudo, la volteó a ver de reojo, y en su mirada pudo ver unos ojos llenos de dolor e ira desmedida, los cuales parecían desbordados con estas emociones. Shadow frunció ceño, cansando de la actitud hostil de la eriza.
–J-Ja... más– logró decir para con un hábil movimiento de su brazo soltarse de su agarre y empujarla con brusquedad lejos de él, tosiendo por la falta de aire y así voltearla a ver.
–¡Entonces prepárate para pagar por tus palabras!– amenazó para levantarse con rapidez y correr para atacar nuevamente. Amy lanzó varios golpes con su arma metálica reluciente, la cual el erizo escudó perfectamente, protegiéndose con ambos brazos –¡Yo siempre estuve ahí para él, siempre cuide de él!– recordó Amy provocando que sus ojos empezaran a empañarse por las lágrimas que persistían en aparecer –¡Lo ayude más de lo que tú jamás lo hiciste!– reclamó a todo pulmón para golpearlo con tal fuerza que logró derribarlo al fin.
Shadow se barrió sobre la tierra llegando hasta el bordillo del precipicio, adolorido. Amy no era alguien que él considerara una amenaza, a menos que se tratará de Sonic, entonces una fuerza sobrenatural parecía invadirla y podía ser peligrosa... muy peligrosa. Regresó su mirada a ella, quien ahora lo miraba con tal intensidad que un pequeño escalofrío recorrió su espalda; restregó sus ojos con brusquedad para borrar cualquier rastro de debilidad y así verlo nuevamente. Amy se irguió con una respiración acelerada para que su cabello alborotado, se ondeara con el fuerte viento de guerra mientras el sol del ocaso abrazaban su cuerpo; en ese momento la imagen de niña que tenía de ella se borraba rápidamente para admirar a la mujer que se había convertido.
–Retráctate...– pidió Amy nuevamente, recuperando el aliento.
Shadow bufó molesto para ponerse en pie nuevamente, sin darle la espalda en ningún momento; no cometería ese mismo error. No le importaba quién fuera ahora, él no se doblegaría ante ella.
–Si me das la información que necesito– exigió a cambio, para que ella abriera sus ojos de golpe, incrédula ante sus palabras.
–¡Eres un grandísimo tonto!– gritó frustrada la eriza. Era obvio que él jamás daría su brazo a torcer; pelar contra Shadow era una gran perdida de su tiempo y energías. Amy bufó molesta para verlo con desdén y así minimizar la barra de acero en su mano, guardándola nuevamente en su bolsillo –No tengo nada que decirte– dijo al fin dando media vuelta en dirección a la base –Si quieres información, averígualo solo.
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Shadow regresó a la base con un hematoma en su rostro y una mala actitud. Era obvio que debería de contenerse al pelear contra Amy, no quería lastimarla, pero ahora le costaba más medir la fuerza de la eriza y por consiguiente cuánto de la suya podía usar sin lastimarla de gravedad. Era obvio que no era la misma chiquilla indefensa que sólo pegaba tiros al aire con la esperanza de inmovilizar a su oponente; ahora ella sabía qué era lo que hacía, o al menos eso parecía.
Shadow entró al salón principal donde Tails y los otros parecían esperarlo, y al hacerse ver una sonora carcajadas fue lo primero que escuchó por parte de la murciélaga, seguido por los otros, sonrojándose avergonzando. Knuckles parecía divertirse mucho al verlo, pues lágrimas en sus ojos de la risa era claramente visibles; irritándolo.
–¡Amy te dio una paliza!– señaló el equidna para reír sonoramente.
Shadow gruñó molesto apretando sus puños con fuerza al ser ridiculizado. Caminó a prisa hacia él con la intención de hacerlo callar, pero la oportuna presencia de Rouge lo detuvo al atravesarse en su camino.
–No te molestes– dijo Rouge con una sonrisa divertida –Pero creo habértelo advertido– le recordó la murciélaga –Amy no es la misma chica indefensa que conociste hace cinco años.
–Hmph– exclamó irritado –Me tomó desprevenido, eso es todo– se excusó.
–No te conviene hacerla enojar si quieres su ayuda– le recordó Tails para acercarse a él y ver cuidadosamente la herida en su rostro, que no parecía ser nada grave –Ella es la única que puede darte las respuestas que buscas, si es que tienes las preguntas correctas.
–¿A qué te refieres?– preguntó Shadow intrigado.
–Bueno, ella nos contó tan detalladamente como pudo lo que pasó, pero toda la historia se centro en Sonic, no en ti– explicó –Ella lo único que mencionó de ti es que después del apagón en la ciudad habías desaparecido. Todos asumimos que habías decidido marcharte.
–¿Apagón?– repitió –¿Qué pasó exactamente después de que yo me fui? ¿Qué hizo Eggman?
–Muchas cosas pasaron– respondió Tails con pesar –Se apoderó de las esmeraldas caos, excepto de la que tú tienes claro.
–Robó la Master Emerald– agregó Knuckles.
–Y empezó a invadir diferentes ciudades al mismo tiempo– indicó Rouge.
–No te teníamos a ti, no teníamos a Sonic... no podíamos ganar– murmuró Tails con un dejo de tristeza en su voz.
Shadow los observó a todos un tanto incrédulo de lo que escuchaba. Él conocía a Eggman mejor que cualquiera de ellos; admitía que su intelecto y genio eran sorprendentes, al menos para construir y elaborar planes complicados, pero no para poder hacer que estos funcionaran.
–Sé que el Dr. Eggman es astuto, pero jamás había logrado que alguno de sus planes funcionara– dijo Shadow sin comprender –Con o sin el erizo azul, Eggman no podía vencerlos, es decir, ¿es que acaso ninguno pudo idear una manera de detenerlo?
–Es porque Eggman no estuvo solo– se defendió Tails.
–¿A qué te refieres con qué no estuvo solo?
–Mephiles– respondió Rouge duramente –Él... es decir...– murmuró para verlo fijamente.
–Míralo por ti mismo– pidió Tails, pues ninguno de ellos hasta ese día podía explicarse lo que era Mephiles. El zorrito caminó a la computadora central para teclear a velocidad unos comandos y la imagen de aquel que ayudó a Eggman apareció en la pantalla.
Shadow retrocedió un par de pasos con asombro y a la vez horror, al ver al ente que ellos le presentaban; era él, era Shadow... pero era imposible.
–¿Pero qué demonios es eso?– preguntó horrorizado el erizo negro –Soy...
–Mephiles tomó la forma de la última forma de vida perfecta– interrumpió Tails, anticipando su enunciado, el mismo que todos ellos tuvieron al verlo por primera vez –Mephiles es una copia casi perfecta del original Shadow the Hedegehog, y el responsable que no pudiéramos ganar.
–¡¿Dónde está?!– preguntó Shadow molesto –¡¿Quién es él?!
–No te exaltes– tranquilizó el equidna –Al principio nosotros también pensamos que eras tú, que Eggman se había vuelto loco y te había hecho algo, o algo así, hasta que él mismo nos buscó para presentarse.
–¿Eh?– exclamó confundido.
–No tiene boca pero créeme, habla muy bien– indicó el guardián –Se presentó como Mephiles the Dark y luego de eso...– acalló para desviar la mirada.
–¿Qué pasó?
–Empezó a cazarnos para matarnos uno a uno– indicó Tails –Mephiles es la razón por la cual estamos aquí, no tuvimos opción más que dejar la vida que conocíamos, todo aquello que nos era importante con tal de poder sobrevivir.
–Es un tipo extraño, tan fuerte como tú, pero con el corazón más negro que jamás existió– indicó Rouge –Sin Sonic, ni el verdadero Shadow, pelear contra Mephiles era suicidio.
No creía nada de lo que escuchaba, y menos de lo que veía. El nuevo aliado de Eggman era una copia casi perfecta de él, y de alguna manera se había ingeniado para tomar su apariencia, la pregunta era ¿por qué?, ¿Por qué de todos los erizo lo escogió a él? Y más importante aún ¿cómo lo hizo? Miles de preguntas lo bombardearon sabiendo que no existiría lógica en su cabeza que pudiera responderlas; sólo alguien podía darle las explicaciones que necesitaba.
–Debo encontrarlo– habló Shadow al fin.
–¡No!– gritaron al unísono.
–Él sabe algo de mí, por alguna razón el parecido y quiero saber qué es– dijo decidido para encaminarse a la salida.
–¡Por favor no lo hagas!– suplicó Tails para correr hacia él y agarrarlo del brazo en un intento de impedirle irse –¡Ahora contigo aquí tenemos una oportunidad para recuperar nuestro mundo!
–No te metas– ordenó el erizo negro para empujarlo con fuerza y soltándose de su agarre –Si salvo a este mundo será como lo he hecho siempre. Solo– puntualizó.
No dijo nada más después de eso y se marchó en silencio, sin que nadie pudiera detenerlo. Shadow jamás había necesitado a ninguno de ellos, y no empezaría ahora; además, él tenía una esmeralda caos, eso sería más que suficiente para poder arreglárselas por su cuenta. No tenía idea de cómo había llegado ahí, pero ahora que se encontraba ahí, vería de regresar todo a como siempre tuvo que haber sido.
Shadow salió por fin al exterior para notar que ya era de noche. Las estrellas yacían ocultas detrás de un manto de polución en forma de nubes negras y la irradiante luz de la ciudad de acero que resplandecía en la noche parecía un carnaval en medio de la oscuridad.
–Llegas tarde– escuchó decir a los alrededores, sorprendiéndolo, para así ver sentada a la eriza rosa sobre una roca con su mirada fija en la ciudad que se distinguía en la distancia –Para ser la criatura más rápida con vida tardase mucho en encontrar la salida.
–¿Qué demonios quieres?– preguntó Shadow molesto. Aún sentía el hematoma sobre su mejilla doler gracias al golpe que le había proporcionado aquella tarde.
–Irás en busca de Mephiles– respondió Amy con aquel semblante frío.
–¿Y qué? ¿Piensas suplicarme para que me quede?
–Pienso acompañarte– aclaró para verlo al fin. Amy se levantó de la piedra de granito para verlo sin duda en su mirada, hablaba muy en serio.
–¿Qué te hace pensar que dejaré que una criatura inferior como tú me acompañe?– preguntó con un dejo de desdén.
–Tal vez lo sea, pero esta criatura inferior sabe dónde se encuentra aquel que te ha robado el rostro– puntualizó con una sonrisa un tanto presuntuosa –Vete sin mí y no tardarás en ser capturado por uno de los muchos clones tuyos que hay por el lugar– completó victoriosa.
Shadow agudizó su mirada para verla con desconfianza y a su vez intriga –¿Y qué ganas tú con todo esto?– inquirió para acercarse a ella cautelosamente.
–Venganza– sonrió macabra.
Realmente no era la misma eriza dulce e inocente que había conocido, esta eriza tenía una mentalidad más macabra y analítica... esta Amy sin cuestión alguna le agradaba más.
–Tsk...– sonrió ante sus frías palabras para así responderle: –Acepto.
Las ruinas de toda una vida y el desconsuelo de un recuerdo lo hará ver las cosas de una manera un poco diferentes. Capítulo 3: The Ruins
¡GrAcIaS pOr LeEr!
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