XIII. Hallucinate
CAPÍTULO TRECE
ALUCINAR
"Hey, it's all me, in my head. I'm the one who burned us down, but it's not what I meant. I'm sorry that I hurt you"
Todos se encontraban buscando la cura en una isla situada Dios sabe dónde, lo cual dejaba a Caroline, Arielle y Tyler solos en Mystic Falls, vigilando a Klaus. Arielle sin embrago no tenía ningún interés en ser la niñera del Original, quien se encontraba atrapado en el salón de la casa Gilbert por un hechizo de Bonnie. Sin embargo Caroline le suplico que la ayudara a buscar a Tyler tras comprobar que llevaba horas en la casa Gilbert.
—¿Aún sigues aquí?—se queja Caroline al entrar en la casa y encontrase con Tyler—¿Qué estás haciendo?
—Recrearme—le responde él, sirviéndose una copa—
—Hola, Arielle—saluda Klaus desde el interior del salón—
Arielle se tensa antes de darse la vuelta para mirarle.
—Hola—le responde ella, notando el brillo de tristeza y ira mezclado en sus ojos—
Caroline se acerca a su novio.
—Márchate—le pide—No te rebajes a su nivel.
—Sabes que me ha destrozado la vida—le recuerda Tyler—Pienso presenciar cada segundo de su desgracia hasta que yo pueda matarlo.
—Pues recreate mientras arreglas esto. Está hecho un desastre—le pide Caroline con frustración—Empezando por este horrible cadáver quemado.
Arielle ignora sus palabras mientras abre un cajón y saca una tela de su interior. La cual coloca sobre el cuerpo de Kol para poder taparlo. Klaus observa detenidamente sus movimientos, intentando ocultar lo mucho que le afectaba la muerte de su hermano pequeño.
—La madre de Tyler está muerta—habla entonces, atrayendo la atención de los tres—Y mi hermano también. Estamos en paz. Llamad a Bonnie y traedla para que me saque de aquí.
—Ni lo sueñes—le responde Caroline con molestia—Jamás te ayudaremos.
—Que rápido olvidas que libre a Tyler de la desgracia de ser un hombre lobo. O la noche en que tu madre me invito a entrar en su casa para salvarle la vida a su hijita. Y las múltiples veces que te la he salvado a ti, Arielle.
La aludida baja la mirada al suelo. No podia mirarle a los ojos. Sus sentimientos por él y su enfado con Elena y sus amigos luchaban contra todas las cosas malas que Klaus había hecho.
—¿Estas loco o qué te pasa? Tú mataste a su madre—le recuerda Caroline, señalando a Tyler—Y a James. Por no mencionar que en esta casa vivía Jenna, la tía de Elena. ¿O creías que tu encanto haría que alguno de nosotros olvidáramos que también la mataste?
—Arielle—la llama Klaus, ignorando así a Caroline—
—No puedo... no puedo dejarte salir. Iras a por mis hermanos—señala, acercándose a él—No puedo permitirlo. Y sé que después de lo que han hecho Elena y Jeremy lo entiendes. No voy a dejar que les mates.
—Déjalo, Arielle—le pide Caroline—No vale la pena. No vale ni las calorías que quemas hablando con él.
Klaus la mira con seriedad y, de un segundo a otro, agarra el mástil de madera de una lámpara de pie y lo clava en el abdomen de Arielle para poder acercarla más a él y morderle el cuello.
—¡No!—exclama Tyler—
—¡Arielle!—grita Caroline al verla caer al suelo—
—Estas calorías si que han valido la pena—sonríe Klaus—
Caroline y Tyler deciden tumbarla en uno de los sofás que se encuentra fuera del lugar donde Klaus está encerrado. Arielle cierra los ojos con fuerza, atónita por lo que acababa de ocurrir.
—No—solloza al sentir el mordisco en su cuello—
—Arregláremos esto—le asegura Caroline, mirándola a los ojos—
—¿Cómo?—cuestiona, angustiada—Lo único que puede ayudarme ahora es su sangre.
—Yo me encargo—asegura Tyler, dándose la vuelta para mirar a Klaus—
Arielle baja la mirada a sus temblorosas manos mientras Caroline le acaricia los brazos, intentando tranquilizarla. Arielle no podía mirarle a los ojos, simplemente no podía.
—Morirá si tú no la curas—señala Tyler—
—Vale—responde antes de morderse la muñeca. Caroline le mira esperanzada—Suplicadme que le salve la vida.
—¿Eso es lo que quieres?—cuestiona Caroline con incredulidad—
—Por supuesto, quiere recordarme que estoy indefenso ante él—comenta Tyler a su lado—Tú ganas, Klaus. No soy nada. Ahora sálvala. Por favor.
—Lo siento, amigo. No me ha quedado muy claro—le responde Klaus—
—Por favor.
—¿Por favor...?
—¿En serio dejarás que la única persona en este pueblo a la que le importas y está dispuesta a perdonarte muera?—cuestiona Caroline con desconcierto—
—Si—sentencia con firmeza—
Arielle aprieta su mandíbula y aparta su mirada hacia un lado, sintiéndose una idiota.
—Por favor, sálvale la vida—insiste Tyler, mirando a Klaus a los ojos—
—¿Ves? Ahora estás diciendo lo que esperaba oír—señala el hibrido—Antes te resultaba patético ¿Y no es aún más patético ayudaros sabiendo que hace un rato estabas hablando de tu plan para matarme de un modo, todavía por decidir, porque buscas que tenga determinado estilo? Solo lo pregunto.
—Seré tu esclavo otra vez—declara Tyler, sorprendiendo a todos—Haré lo que tú quieras. Pero sálvala.
Tyler tenía sus razones para suplicar. Arielle no era una persona cercana a él, no era su amiga, pero había hecho una promesa a alguien que si lo era. James era como un hermano para él, le había salvado la vida. Por eso Tyler le había prometido que cuidaría de ella. Así que no iba a dejarla morir. La salvaría, costara lo que costara.
—No—sentencia Klaus, sin siquiera encontrar las fuerzas suficientes para posar su mirada en la chica Salvatore—
—Sacarme de aquí—pide Arielle entonces—No puedo ni mirarlo.
—Está bien—murmura Caroline, ayudándola a ponerse en pie—
—Vamos—murmura Tyler, ayudándolas—
Y así, sin más, los tres abandonan la casa Gilbert y a un atormentado Klaus. Cuyos ojos aún seguían cristalizados por la muerte de su hermano, pero sobretodo porque sabía que después de eso Arielle ya no podría perdonarle nada. Había roto otra cosa buena que pasaba en su vida, cómo hacía con todo. Pero ella estaría mejor lejos de él. Porque no la quería muerta, pero debía darles una lección a esos chicos de una vez por todas.
Caroline y Tyler decidieron llevarla a su casa para que pudría estar cómoda. Por eso en ese momento Arielle se encontraba tumbada en uno de los sofás de la mansión Salvatore con una preocupada Caroline sentada a su lado.
—¿Qué ha pasado?—la voz de Thomas llega a sus oídos cuando éste se adentra en la casa—
—Klaus la ha mordido y no quiere curarla—le explica su hermana pequeña—
Thomas suspira, frustrado, y se acerca a ellas para poder envolver a Arielle en un abrazo. Ella no duda en corresponderle el gesto, sonriendo levemente al ver que aunque sus hermanos no estaban allí, al menos no estaba sola.
—Tiene fiebre—anuncia Caroline, colocándole una mano sobre su frente—
Esas son las últimas palabras que Arielle consigue escuchar antes de que sus ojos se cierren.
—Arielle—una voz familiar hace que vuelva a abrir sus ojos—
—¿Carina?—cuestiona, confusa, al ver que se encontraba en el antiguo establo de su familia—¿Qué...?
—No estás muerta si es lo que piensas—habla Andrew, sentándose frente a ella—
—Alucinaciones—asume entonces, dándose cuenta de que nada de eso era real—Klaus me ha mordido. Va a dejar que me muera.
—No, no lo hará—asegura James—Está enamorado de ti. Te quiere más de lo que cualquiera de nosotros lo hicimos.
—No, no es cierto. Ahora lo veo, a Klaus no le importa nadie.
—Le importas tú—asegura Carina, cogiéndole la mano—Me hiciste una promesa, Arielle. Cúmplela.
—Tengo una idea—la voz de Tyler vuelve a sus oídos y sus ojos se abren volviendo a encontrase en el salón de su casa—James aseguraba que Klaus estaba enamorado de ella.
—Y aún así la ha mordido y la está dejando morir—le recuerda Caroline—
—Pero no lo hará—asegura él, posando su mirada Arielle, quien le mira expectante—¿Confías en mi?
—Confío en James—le responde con dificultad—
—Está empeorando, ¿verdad?—cuestiona Thomas, acariciandole el brazo. Arielle le mira y asiente levemente—
—Alucinaciones—le informa con pesadez—
—No hay tiempo—de queja Caroline—¿Cuál es el plan, Tyler?
Thomas cargaba a Arielle en sus brazos cuando él, Tyler y Caroline volvieron a adentrarse en la casa Girlbert. La cabeza de la Salvatore daba vueltas y las voces de Carina y James continuan haciéndola dudar de si seguía despierta o de nuevo en otra de sus alucinaciones.
Es entonces cuando su cuerpo se enfría y los brazos de Thomas dejan de sujetarla, dejándola tumbada en el suelo del salón.
Klaus se da la vuelta hacia ellos, confuso, antes de poner toda su atención en ella.
—¿Quieres tener el control, Klaus?—cuestiona Tyler—Tómalo. Ahora tienes el control de su vida. Si quieres que muera, bien. Pero tendrás que quedarte ahí y verla morir tú mismo.
Thomas acaricia su mejilla una vez más antes de salir de la casa junto a Tyler y Caroline.
Arielle suspira con pesadez y por primera vez desde que la había mordió se atreve a mirar a Klaus a los ojos.
—No es nada personal, amor—le asegura, acercándose a ella—Pero si te curo, sería una victoria más para ellos. No te preocupes. No durarás mucho.
Sus palabras le hacen más daño del que querría admitir. Y deseando volver a ver a Carina, sus ojos se cierran con fuerza. Sumiéndola de nuevo en sus alucinaciones.
Como si su deseo se cumpliera, la imagen de Carina el día que se conocieron vuelve a su mente. Su sonrisa, sus ojos, su voz, todo eso le trasmite la tranquilidad que necesitaba.
Pero los brazo de Klaus levantándola del suelo y cargándola para poder tumbarla en el sofá hacen que las imágenes cambien.
Los años 20. La pulsera. La primera vez que le vio en el cuerpo de Ric. Cuando Elijah decidió salvarle la vida. Chicago. Aquella noche de sexo. La cena con sus hermanos. El baile de su familia. Su voz pidiéndole que se fuera a casa para ponerse a salvo. El día de la muerte de Ric y sus palabras sobre mostrarle el mundo. Sus dibujos, el vestido, el cuadro. El día que pasaron juntos. Las miradas. Su voz. Sus ojos. Su sonrisa.
—Nik—murmura con los ojos cerrados—
Él observa sorprendido mientras acaricia una de sus mejillas con delicadeza.
—Te quiero, siempre te querré. Todos nosotros lo haremos—la voz de James llega a sus oídos, devolviéndola a aquellas alucinaciones provocadas por el veneno—
—Arielle—la llama Carina—Me prometiste ser egoísta el día que encontraras el amor verdadero. No fue William. No fui yo. No fue James. Pero tú, tú corazón sabe quien es. En el fondo lo sabes.
—No voy a poder cumplirlo—solloza—No podré cumplir la promesa que te hice, Carina. Lo siento mucho.
—Podrás cumplirla—le asegura James—No va a dejarte morir. Ya lo veras. No soporta verte así. Y tú, tú te mereces el mundo entero. Te mereces ser feliz y libre. Se egoísta por una vez, Arielle.
—Despierta—le pide Carina—
Sus ojos se abren con lentitud, encontrándose de nuevo en el salón de los Gilbert, junto a él.
—Si no me das de beber tú sangre moriré—murmura, observándole—
—Entonces morirás—responde de brazos cruzados, apoyando contra la pared sin ser capaz de mirarla a los ojos—Y tus hermanos y amigos habrán aprendido la lección por las malas.
—¿Por qué eres tan malo con todos?—cuestiona sin poder moverse a causa del dolor—Sé que lo han hecho mal. Pero tú también. Mataste a Jenna, quien era inocente. Luego volviste a convertir a mi hermano en un destripador. Mataste a James y a la madre de Tyler. ¿Y ahora vas a matarme a mi?
—Tengo mil años. Me muero de aburrimiento.
—No creo que sea por eso—murmura con dificultad—
—Bien. Entonces será porque soy pura maldad, y no puedo evitarlo—contesta, apretando la mandíbula—
—No. Es porque te han hecho daño—asegura ella sin dejar de mirarle—
Sus palabras parecen soprenderle, pues por primera vez decide mirarla a los ojos.
—Lo que significa que hay una parte de ti que es humana.
Klaus la observa atentamente antes de separarse de la pared y acercarse a ella para sentarse en la mesa situada al lado del sofá donde ella se encontraba tumbada.
—¿De dónde diablos sacas esa idea?
—Porque la he visto—asegura, conectando sus miradas—Porque me he sorprendido a mi misma deseando poder olvidar todas las cosas horribles que has hecho. Y me he sorprendido al defenderte delante de aquellos que piensan que eres pura maldad.
—Pero no puedes, ¿verdad?
—Si, si puedo—murmura, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo—Me equivocaba al decir que tienes miedo a sentir. Porque sé que estás enamorado de mi. Y mentiría si dijera que yo no siento lo mismo por ti.
Sus palabras sorprenden a Klaus de tal manera que por unos segundos su corazón deja de latir al mirarla a los ojos. Pero otro escalofrío recorre el cuerpo de Arielle, haciendo que se retuerza en el sofá, y devolviéndole a él a la realidad.
—Cualquiera que es capaz de amar está todavía a tiempo de salvarse.
—Estas delirando—se queja Klaus, bajando la mirada—
—Es posible—murmura, cerrando los ojos—Supongo que nunca lo sabremos.
Klaus se mantiene callado hasta que Arielle vuelve a moverse por el dolor y los escalofríos, los cuales era peores que los anteriores.
—Arielle—la llama, preocupado, al verla moverse sin abrir los ojos—Arielle.
De un segundo a otro el cuerpo de Arielle queda inmóvil. La respiración de Klaus comienza a ser irregular y sin pensarlo mucho la sujeta de la cabeza con delicadeza para acercarla a su cuerpo.
Se sienta detrás de ella, apoyando su cabeza en su pecho y, con los ojos cristalizados por las lágrimas, se muerde la muñeca antes de colocarla en la boca de la chica, quien al sentir la sangre en sus labios no duda en beberla sintiéndose mucho mejor al instante.
Sus brazos dejan de doler y lo aprovecha para sujetar el brazo de Klaus más de cerca de ella. Él le acaricia el pelo con suavidad antes de depositar un beso sobre su cabeza.
Las respiraciones de ambos se estabilizan cuando Arielle termina de beber su sangre y deja caer su cabeza contra el pecho del híbrido.
—Nik—murmura, cerrado los ojos con cansancio—
—Lo siento mucho, mi amor—le dice, observadola como si se tratara de una obra de arte—
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