Capítulo 6. Dudas.

Me encuentro en la cocina de mi casa.

A penas son las 12 de la noche, cuando ya me estoy tomando una pastilla para el mareo, cuando el móvil comienza a sonar sobre la encimera.

Es Kelly.

Ya debe haberse dado cuenta de que no estamos por ninguna parte de la discoteca y sinceramente, me extraña que haya tardado tanto en hacerlo.

—¿Dónde estás? —grita en mi oído, cuando cojo el teléfono—. Llevo un rato buscándote.

—Estoy en mi casa.

—¿Qué haces ahí? Pensaba que esta noche dormíamos juntas en la mía.

—Hemos tenido un pequeño... —recapacito sobre eso último— un gran giro inesperado de los acontecimientos.

—¿De qué hablas?

—Llámame cuando llegues a tu casa y voy para allá. Tenemos que hablar y es mejor que lo hagamos en persona. 

—¿Eveline Harvey ha pasado algo?

—Deja de parecer mi madre.

—No estoy de coña, me estás asustando.

—No es nada... —Vuelvo a recapacitar sobre eso, porque lo que ha pasado, si que es algo importante—. Bueno, si es algo, pero no es algo malo. Al contrario.

—Uhm... —Ella parece pensativa.

—¡Vamos! ¡Sal de esa discoteca de una vez! ¡Tengo que contarte esto antes de que me coman los nervios y te lo acabe contando por teléfono!

—Necesito ver su cara cuando se lo digamos. —Adam aparece a mi lado y abre el armario de la cocina, para servirse un vaso de leche.

—Ya somos dos. 

—¿Con quien hablas? 

—Cállate y corre. —Es lo último que le digo, antes de colgar.

—Buena esa... dejándola con la intriga para que venga cuanto antes.

—A estas alturas ya ha debido beberse hasta el agua de las macetas y besado a Matt en todas partes de la discoteca. Dudo que le quede mucho que hacer allí.

—También es verdad. —Asiente, bebiendo de su vaso.

—Y no viene. Tenemos que ir a su casa. Creo que el plan de dormir allí sigue en pie. 

—¿Por qué está tan empeñada en que durmáis en su casa esta noche? —pregunta confundido.

—Quiere que vayamos haciéndonos a la idea de como será la convivencia en el hotel este verano. Dice que se va a dejar la piel en ser "la esposa perfecta".

Adam frunce el ceño. 

—Oh, y yo que pensaba que con quien te ibas a casar era conmigo. —dice en tono burlón y hace puchero con sus labios.

—Y así es —murmuro y me acerco a él para darle un beso lento, pero intenso.

Y justo, mi hermana entra en la cocina.

—Uy, uy, perdón —dice ella—. No quería romper el momento romántico entre los recién comprometidos. 

Yo me río y Jessie habla de nuevo.

—Por cierto, ¿Puedo ser la wedding planner de la boda? Creo que se me daría muy bien. 

—Por mi como si quieres hacer tú misma de cura. —Adam responde, acabando de beberse el vaso de leche.

—¡Genial! Cura imposible, pero para poder oficiar una boda civil, tal vez tendría que sacarme alguna especie de título...

—Dudo que vayas a convertirte en alcaldesa, ministra o jueza de paz. 

—Sí, yo también. —Jessie se encoge de hombros—. Pero no hay que perder la esperanza. Tal vez pueda sacarme un título para oficiar bodas por internet. —bromea—. ¡Hoy en día se puede hacer de todo por internet!

Yo comienzo a reír a carcajadas.

—No pierdas la esperanza, pequeña Jess. —Adam la anima y ella coge del mueble las galletas que había venido a buscar.

—las galletas de George con forma de dinosaurio, me ayudaran a pensar —dice finalmente, antes de salir de la cocina.

Yo niego con la cabeza y suspiro.

"Menuda locura..."

Adam agarra mi manos sobre la encimera.

—¿Y ese suspiro?

—Solo me parece todo demasiado surrealista.

—No me extraña. 

—Es que... mi vida va a cambiar demasiado, ¿Sabes? Cuando vuelva de Los Ángeles y nos casemos... 

—¿Qué? —pregunta él, al ver que no acabo la frase.

—¿Tendremos que ir a vivir juntos?

—Eso suelen hacer las parejas normales. Pero nosotros... —Hace una mueca de duda—. No sé si podremos permitírnoslo.

—¿Sabes una cosa? Tengo entendido que me van a pagar mucho dinero con esta campaña. Y no sé. —Me encojo de hombros—. Así, como idea loca, ¿Qué te parece si... compramos una de esas mansiones preciosas de las afueras?

Adam abre los ojos de forma exagerada y no quita su cara de sorpresa.

—¿Estás segura de que van a pagarte tanto?

—Es solo una idea. Pero hay que pensarlo todo muy bien. Ya sabes que independizarse no es solo tener un lugar donde vivir. Tendríamos que comer todos los meses y para eso también hace falta dinero.

—Tienes toda la razón. —Él me agarra por la cintura y deja un beso sobre mi mejilla.

—Otro hoy que me da la razón como a los tontos. —digo en broma, poniendo tono de indignada total.

Él se ríe. —Lo digo en serio.

Yo niego con mi cabeza y mi móvil suena de nuevo.

—Es tu sustituta —vacilo y Adam rueda los ojos—. Cógelo, yo voy a por mi bolso.

Salimos de casa y cuando llegamos a la de Kelly, ella está sentada en el escalón de la entrada de su casa, esperando. Su ondulado cabello negro se mueve hacía un lado por culpa de la brisa de la noche.

Adam silva y ella levanta la cabeza de su teléfono.

—¿Qué pasa? —pregunta cuando nos acercamos y ella se levanta. Y ni si quiera nos da tiempo de abrir la boca, cuando ya parece que se la comen los nervios—. ¡Hablad ya por Dios!

—Tranquilízate, Kelly. —Él trata de relajarla.

—¿Cómo me pides que me tranquilice, cuando Eve me ha creado tanta expectación? ¿Sabes cuánto hemos tardado Matt y yo en venir andando? ¡Cinco minutos!

—Por cierto, ¿Dónde está Matt? —Adam mira hacía todos lados tras su pregunta.

—¡Se ha ido a su casa! ¿Quereis hablar ya o que os pasa?

Yo, que he pasado todo el camino pensando en como decírselo para crear emoción, decido dejarme de tonterías. Y para que deje de preguntar de una vez por todas, lo suelto sin más.

—Adam y yo nos casamos.

—¡QUÉ! —exclama, sorprendida.

—Lo que oyes. —Adam sonríe y me abraza de lado, pasando su brazo por mis hombros.

Kelly se ríe. —Chicos, sabéis igual que yo, que el día de los inocentes es en diciembre.

—No es una broma, Kelly. Te lo estamos diciendo en serio. —Yo siento que cuantas más veces lo diga en voz alta, antes me lo acabaré de creer.

—¿No es una broma? —Ella frunce el ceño y grita—. ¡AAAHHH! ¿NO ES UNA BROMA?

Entonces se lleva una mano a la boca y me abraza, yo sonrío, agarrándola con fuerza.

—Ven aquí tú también, tonto. —Kelly extiende uno de sus brazos y une a Adam al abrazo.

Siento que los tres hemos acabado llorando en este momento.

Kelly se seca las lágrimas con un pañuelo que siempre lleva en el bolso porque era de su abuela.

—Como al final esto sea una broma os vais a enterar —dice vacilante, pero amenazante a la vez, señalándonos con su indice.

Adam se ríe. —No lo es, Kelly. Incluso la pequeña Jess dice que se va a sacar un título de oficiadora de bodas o algo así.

—¿Eso existe? —dice confundida y ambos nos miramos y nos encogemos de hombros. —¡Ah! ¡Y ya hasta lo sabe la familia! Entonces sí que vais en serio. ¿Pero cómo demonios ha sido eso? ¿De un momento a otro o ya lo tenías planificado? —le pregunta a Adam—. ¿Y el anillo? —Esta vez se gira hacía mi.

—No hay anillo, todavía. —Adam me mira y me guiña un ojo.

—Ha sido a lo loco todo. —reconozco.

—Pues menuda locura. Como las que se cometen todos los días, si señor. Quiero ser la madrina. ¿Puedo ser la madrina? —Kelly pregunta, la emoción no la deja tranquila y de un momento a otro, no abraza de nuevo, con el pañuelo empapado por sus lagrimas, que no dejan de escapar de sus bonitos ojos marrones.

Cuando todo ha quedado claro y los tres nos hemos relajado, Adam se va y nosotras entramos en la casa y subimos a la habitación de Kelly.

Ella me deja algo de ropa para dormir y las dos nos tumbamos en la cama, mirando al techo.

—¿Sabes? No me creo nada de lo que está pasando.

—Yo no me creo que vayas a casarte, perra.

—Yo tampoco...

Ambas nos quedamos calladas un momento y ella suspira.

—¿Quieres subir a la azotea? Esta noche hay luna llena.

—¿La luna llena no fue hace unos días? —Me río y ella ladea la cabeza.

—¿Ah sí? —Yo asiento—. ¿Y qué más da? Vamos a que nos de el aire un rato.

Ella se levanta y sale de la habitación. Yo la sigo, porque no me ha dejado más opción.

La azotea de casa de Kelly es bastante moderna. Tiene una zona de barbacoa con un sillón y un sofá del mismo color gris, una especie de isla de cocina de madera y algunas sillas a un lado de esta. Y justo en frente de todo esto, está el balcón que da frente al pueblo, haciendo que todo lo que hay frente a nosotras, sean luces brillantes.

Veo como Kelly rebusca algo, de entre uno de los asientos de sofá y el respaldo del mismo. Y cuando lo encuentra, suelta un suspiro.

—Que alivio... pensaba que mis padres lo habrían encontrado.

—Deberías de dejar ese vicio asqueroso —aconsejo, con cara de asco.

—Más que asqueroso yo lo encuentro... relajante. —Saca un cigarrillo de la cajetilla, luego un mechero de la misma y cuando lo enciende, vuelve a guardar el mechero en la caja y lo esconde todo de nuevo bajo el sofá.

Las dos nos acercamos al balcón. Kelly le da una calada a su cigarro y exhala el humo, parece tranquila y por un momento, ninguna de las dos dice nada, solo observamos con nostalgia las luces que iluminan nuestro pueblo.

—Eve, ¿Puedo ser sincera contigo? 

Vaya, debo admitir que eso me sorprende de alguna manera. Y más, si lo dice de forma tan repentina, sin un contexto detrás.

—Lo preguntas como si no conocieras la respuesta.

Ella parece dudar. Como si no estuviera segura de decir lo que se le pasa por la cabeza en ese momento. Así que veo como de forma nerviosa, le da otra calada rápida al cigarro.

—¿Estás segura de querer casarte con Adam? —pregunta rápido— ¿O ha sido el impulso del momento?

Yo frunzo el ceño, extrañada. —¿A qué te refieres?

—Me refiero a que hace un tiempo que llevo notando que tal vez, tú no sientas lo mismo que él siente por ti, Eve.

—¿Qué?

—Y cuando me habéis dicho lo de la boda... no sé. Me daba la sensación de que tu cara no era del todo de felicidad. Si hasta he llorado yo más que tú, joder.

—Bueno, pero eso es... porque todavía lo estoy asimilando. Siento que es algo que hemos dicho a lo loco, pero tú y yo todavía tenemos que hacer largo un viaje, kelly. ¿Y si para cuándo volvamos, Adam ha cambiado de opinión y ya no quiere casarse conmigo?

—La verdadera pregunta aquí es, ¿Y tú, Eveline? ¿Quieres casarte con Adam?

—Yo...

"¡Por supuesto que sí!"

¿O no...?

—La verdad, es que...

"¡Maldita sea, no lo sé!"

—¿Ves como estás dudando, Eve?

Por más vueltas que le doy a la pregunta de Kelly, las únicas cosas que se me vienen a la mente son:

"Somos muy jóvenes, esto simplemente ha sido un arrebato y en unos meses lo habremos olvidado".

"Adam puede arrepentirse de esto en cualquier momento".

"Ha sido todo un sueño. Todavía tengo un dolor de cabeza que lo flipas".

"¿Y si cuando vuelva de Los Ángeles, las cosas han cambiado entre nosotros?"

Pero nada de eso es una respuesta a la pregunta de mi amiga, así que sí: puede que realmente lo esté dudando. Pero eso no quiere decir que yo haya dejado de sentir algo por Adam.

—Kelly, llevo muchos años con Adam, ¿Cómo puedes pensar de repente que no le quiero?

—Eve, escúchame. —Kelly toma mis manos—. Yo no he dicho que no le quieras. Es normal que lo hagas y que le tengas un cariño incondicional, porque como bien dices, lleváis saliendo muchos años. Lo que estoy tratando de hacerte ver, es que tal vez tus sentimientos hayan ido cambiando con el tiempo. Y mientras que él sigue enamorado de ti como el primer día, tú has estado viviendo como si nada, sin notar que has dejado de lado ese sentimiento tan fuerte, que al principio tenías hacía él.

—Pero... le he dicho que sí a casarnos y dudo que haya sido un impulso.

—¿Lo dudas o lo sabes?

—No lo sé... pero eso supongo que significará algo, ¿No?

—¿Qué crees que significa? ¿Qué de verdad estás enamorada? 

—¡Maldita sea! —Me llevo ambas manos a la cabeza—. No, no. Solo estoy confundida. He bebido un poco, estoy confundida. Mañana veré las cosas más claras, ya verás.

—¿Sabes cuándo vas a ver las cosas claras, Eve? Cuando llevemos unas semanas en Los Ángeles y te de cuenta de que, le le vas a echar de menos, sí, pero que eres capaz de vivir tu vida perfectamente sin él. Y cuando eso pase, será demasiado tarde porque Adam y tu familia van a estar organizando una boda que ni si quiera tienes claro que quiera celebrarse.

Mi cabeza está dando vueltas como un trompo y no sé si echarme a llorar, por la decisión que tengo que tomar: O casarme sin tenerlo del realmente claro o decirle a Adam la verdad y romperle el corazón.

Y ninguna de las dos opciones es fácil.

¿Y lo peor? Puede que tenga que tomar la decisión, antes de irme, porque como lo que dice Kelly sea cierto y estando allí, me de cuenta de que es cierto que no siento algo tan fuerte por él, me voy a arrepentir cuando ya sea demasiado tarde.

De repente, las lágrima comienzan a salir por mis ojos y resbalan sobre mis mejillas y Kelly me abraza de lado.

—Siento ser yo quien te diga esto, Eve. Pero soy tu mejor amiga y tenía que hacerte ver las cosas como son. Créeme, yo soy la primera que esperaba que Adam y tú os casaseis algún día y fuerais felices... tal vez incluso en una de las mansiones de las afueras... —Ella comienza a bromear, para relajarme y yo me río un poco, porque justo había hablado con él sobre eso unas horas atrás—.  Pero... —Suspira y yo me limpio las lágrimas con la parte de mis muñecas—. Lo que más me importa de todo es que seáis felices, ya sea juntos o separados. Y aunque él sea el más perjudicado en esto, siempre puede encontrar a alguien más. Y eso siempre es mejor a que tú te encierres en un matrimonio lleno de dudas, que con el tiempo te puede hacer infeliz.

Yo resueno mi nariz y me vuelvo a limpiar las lágrimas.

Ella aplasta su cigarrillo sobre un cenicero de cerámica y me abraza con sus dos brazos. 

Nos quedamos calladas otra vez, yo perdida en mis pensamientos y ella en las luces.

En menudo lío me he metido.

Tenía que haber seguido insistiendo para hacer ver a Adam que esto era demasiado. Que se nos viene grande.

¿Y si le digo que al final no podemos irnos a vivir a esa casa porque el dinero no llega?

¿Y si sigo insistiendo en que somos demasiado jóvenes para esto?

Mil excusas vienen a mi mente, porque yo quiero a Adam. No sé a que niveles, pero le quiero. Pero eso no quiere decir que quiera casarme con él. Simplemente me dejé llevar por las emociones y la borrachera.

"Que bien, Eve. Solo hace unas horas que te han pedido matrimonio y ya estás arrepentida".

¡Cállate!

—¿Por qué no me lo habías dicho antes? —pregunto, pasado un rato. Cuando ya comienzo a notar las lágrimas secarse en mi cara.

—Pensaba que con el tiempo, te darías cuenta por ti misma. Pero esto de la boda... uff, ha sido demasiado. Cuando me lo habéis dicho he pensado: "Maldita sea, estaba equivocada. Ella realmente está enamorada de Adam, si piensa casarse con él". Pero luego... —Niega con la cabeza—. He notado que no era así.

—Me conoces tan bien... incluso mejor que yo misma...

—Tú vives en tu propio mundo, Eve. La universidad te ha absorbido tanto... pero yo he estado con vosotros dos, día a día. Y he notado como ha cambiado tu actitud hacía él. Como antes buscabas más su cariño, le agarrabas la mano por la calle, le ponías ojitos, te morías por salir de cada clase del instituto en la que no estabais juntos, para encontrarte con él en los pasillos... 

—Tienes razón... ya ni siento mariposas cuando le veo. Pero pensaba que eso era algo que pasaba con el tiempo.

—Eso pasa, lo demás... no lo sé. Nunca he estado enamorada, pero creo que tú tampoco. Porque todo lo demás, a él si le sigue pasando contigo. Se le ponen las mejillas rojas cuando dices cualquier tontería relacionada con vosotros. Adam es demasiado sensible, Eve...

—Lo sé... —murmuro.

—Yo quiero que sepas, que decidas lo que decidas, yo te pienso apoyar siempre. Pero si puedo, te quiero pedir dos cosas: la primera, es que mires por tu felicidad por encima de todo. Y la segunda, es que si al final cancelas la boda o haces cualquier otra cosa que pienses que le hará daño a Adam, lo hagas con cuidado.

—No te preocupes —digo en un tono muy bajo—. Todavía tengo mucho que pensar, pero lo último que quiero es hacerle daño a él.

Kelly no dice nada más, solo asiente con su cabeza y luego la apoya sobre la mía, mientras las dos seguimos abrazadas, observando las luces del pueblo.

Lo último que esperaba esta noche, era algo como esto.

Que Adam me pidiera matrimonio ha sido surrealista, pero que Kelly me haga ver que cabe la posibilidad de que no estoy enamorada de él, me ha descolocado completamente y me ha calado hasta el fondo.

Ahora solo se que tengo que tomar una decisión.

Una, que como ya he dicho, no es fácil.

Pero lo peor, es que el tiempo juega en mi contra y no sé como pararlo.

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