Día 12: Gemas verdes

¡Hola! Poco a poco subiré los escritos hasta ponerme al corriente con las fechas, ténganme paciencia.

En esta ocasión, les vuelvo a compartir otra historia con una de mis parejas favoritas. Debido a que la temática se presta, no me regañen si me adelante al Halloween jiji.

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Tabla: Espiritual
Prompt: Inmortalidad
Fandom: Tokyo Revengers
Shipp: BajiFuyu
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⚠️ Advertencias:
🍂 Esta historia NO contiene spoilers del manga, de hecho, se trata de un AU.
🍂 La historia toma a Baji como el personaje en que se centra.
🍂 Mención de temas como: seres sobrenaturales, maldiciones, asesinatos, sometimiento, guerra, angst y leve contenido +18.

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Lo que alguna vez fue un palacio, se terminó convirtiendo en un castillo.

Los ojos brillantes que alguna vez fueron dorados, se tornaron carmesí.

Keisuke Baji, ese era su nombre antiguo hace milenios, ahora era un ser inmortal.

La búsqueda de presas le fue imposibilitada por mucho tiempo, pues la maldición de su alma estacada al infierno, le dictaminaba que debía resistir el hambre y caminar entre los hombres como si aun tuviese un alma humana, una vida mortal en pleno mundo de injusticias.

Los robos, prostituciones y ventas ilegales eran todo un desdén en el mercado; incluso en épocas modernas, viejos pueblos —como aquél —seguían con el status de montar su propia monarquía, conllevando a todas las reinales decisiones a la caída de un pequeño pueblo volviéndose ruinas vivas.

Su gente, sin importar la raza, era víctima de las crueles injusticias del mundo, arrebatándose por la violencia de supervivencia, pues en un reino donde el hambre era el estandarte y la violencia el medio para acrecentarla con fervor, todo el mundo quisiese marcharse.

Y la mala política del pueblo le dió una oportunidad, porque, ante el caos a todas horas y la poca empatía por el vecino, le permitían alimentarse sin reproche, convirtiendo su hambre en un crimen, sumándose a la lista de casos que jamás se resolverían.

Pobres almas inocentes que fueron víctimas de sus colmillos y de la succión de su vida hasta perderse en el olvido. Quizás les hizo un favor al ahorrarles el pasar hambre y matarse unos a otros; Baji era un vampiro noble, tal vez.

Pese a ello, su corazón no sentía emociones desde hace tiempo. Podía percibir el aura pesada de la gente rica y la desdichada de los pobres, más no hacía nada al respecto. Su fuerza le ayudaba a escalar y atacar a sus víctimas, pero nunca evitó los robos, no le importaba.

Probablemente, su gran audición habría salvado a algunas mujeres de ser violadas y asesinadas, pero si las dejaba morir, obtendría alimento gratis.

Tal vez, Baji no era tan noble como parecía, al menos ese reconocimiento quería autoimponerse.

En un mundo de penumbras y colores oscuros, la neblina era lo único diferente al negro de las sombras, a la oscuridad de la injusticia, a la sangre pudriéndose en el suelo de muchas víctimas; unas por asesinatos sin pudor, las otras por un par de colmillos hambrientos; al fin y al cabo eran desdichadas almas, nada mas.

Su aburrimiento en la vida le fue terriblemente sacudido cuando, durante su andar cauteloso por los callejones, algunos papeles de pancartas bailaron con el aire, algunas se sacudieron y otras volaron —como hojas de árboles cayendo en otoño— hasta que una cayó frente a sus pies.

Eran comúnes los letreros de búsqueda de personas, pero aquello era algo exquisítamente inusual; lo buscaban a él, como posible culpable de asesinatos.

Baji no se quejó, no es como que tuviera la necesidad de borrar la evidencia de sus colmillos en las pieles mancilladas de cuerpos pudriéndose, al contrario, la emoción de la revoltosa noticia de su caza sería algo interesante de vivir.

—Al fin, algo divertido que pueda ofrecerme este podrido pueblo.

El contrato con soldados reales, de los reinos vecinos, fue la única escapatoria que tuvo el supuesto rey para no ser asesinado. Claro, con el devastado pueblo ya no había ganancias. La bancarrota, junto al yugo de su cuello, lo metieron en el peor aprieto de su reinado, y estaba dispuesto a cazar a la bestia para volverse rico de nuevo.

Hanma era un desastre como líder real de un pueblo, para su suerte, la reina de su posesión y mandato, Kisaki Tetta, era un genio sin igual; y pese al disgusto, estaba seguro de que pararía el andar del monstruo sediento en sus tierras lo más venidero posible.

Sin embargo, Baji estaba dispuesto a demostrarle, por todos los medios posibles, que jamás lo vencerían.

Las tropas reales arribaron puntualmente a la media noche. Con el trote de los caballos a la distancia, Baji identificó un aura de porte guerrero, un ejército preparado al acto que iban a cometer sin flaquear en ningún momento. Entre las ramas crujiendo y las espadas desfundándose de sus armaduras, Baji sonrió para sí mismo.

Sin duda tendría mucho alimento por un tiempo. Exagaredamente podría hibernar un buen tiempo con ello, y la idea era fascinante.

En un ambiente lleno de penumbras y con el trote inseguro de los corceles —en un terreno descuidado de la naturaleza —el vampiro fue capaz de moverse con ágiles y rápidos movimientos que alzaron los nervios y el empuñamiento de las armas en el aire de sus enemigos.

Metal que brilló con la luz de la luna, un espejo directo a sus ojos rojos.

—¡Mátenlo! —vociferó el del alto mando, un soldado de gran barba y vieja edad.

Rasguños, patadas y un escape veloz, era todo lo que Baji necesitaba para alejar el metal de las espadas antes de siquiera tocarle, lastimando a los corceles que lanzaban lejos a sus jinetes asustados, brincos que los revolcaban en el suelo mientras su risa eufórica encapsulaba el esenario perfecto a una premasacre inevitable.

Las propias armas hirieron de muerte a sus dueños por culpa de sus rápidos movimientos, un zigzag que los hacía bailar y voltear la dirección de sus ataques, lastimándose ellos mismos.

La sangre comenzó a escurrir sobre el  seco pasto de lo que alguna vez fue un esplendoroso bosque, pues entre ramas rotas y secas, los gritos de horror de los soldados fueron la melodía de muerte de esa noche, una madrugada espléndida para el vampiro.

—¡Aléjate bestia, no te acerques!

El metal de sus armaduras no fue un escudo perfecto para protegerse de la penetrante mirada del vampiro sobre el tartamudeante viejo guerrero, quien traía consigo un rehén, otro pobre soldado enmascarado de pies a cabeza que trataba de zafarse.

—¡Escucha, yo solo seguí órdenes, si me dejas ir, te dejaré a este soldado como recompensa!

—¡¿Qué?!

Los violentos movimientos del soldado mayor causaron que el chico se retorciera en respuesta, emitiendo un quejido ante el cuchillo clavándose dentro de las ocultas y pequeñas aberturas de su armadura.

El propio jefe de su tropa había herido por la espalda a su propio soldado.

Vaya desdicha e hipocresía ante la muerte.

Baji supo lo que ese acto significaba. No era más que una propuesta tentativa para hacerlo caer ante la sangre fresca del pobre infeliz muchacho.

—Se-Señor, por fa-favor...

El soldado se retorció adolorido, tratando de implantar las restantes fuerzas que le quedaban en los brazos ajenos, tratando de apartarlo. Gemía adolorido, e incluso con el pesado casco cubriéndole la cabeza, el vampiro fue capaz de ver el derrame de sudor y lágrimas por igual, además de la sangre de las heridas palpables en su cabeza.

Keisuke era un vampiro, un ser inmortal sin sentimientos. Las quejas del hombre mayor contra su propio soldado evidenciaron, en un arrebato de movimiento, la caída de cabeza del joven soldado, con el casco de hierro cayendo sobre la tierra, al igual que el chico de rodillas, resistiéndose al dolor de sus entrañas.

Entonces Baji los miró por primera vez.

Las penumbras de su alrededor, en esa noche, se vieron iluminadas por un color que difería del negro y del gris. El precioso color verde de esos ojos, iluminó —como un diminuto faro —su entorno; un aura verde que se expandió gracias a que lo observó por sobre la luz del la luna.

Ante todo lo ajeno a lo que su maldición alguna vez le dictaminó por milenios, sintió una especia de pinchazo en el pecho, algo como una estaca sentimental que tenía prohibido sentir, mas la tenía, perfectamente clavada.

—¡Levántate soldado, prometiste ser leal en todo momento! —gritó enfurecido el comandante al alzarlo por la fuerza, ignorando los reclamos de dolor del chico —¡házlo por el rey, entrégate en nombre de todos los caídos! —ordenó, mirándolo con desesperación, en un agarre de hombros que seguían abriendo las heridas.

La historia, hasta ese momento, se había extendido más de lo necesario.

Y el palpitante dolor en el pecho del pelinegro, era mucho mayor —con el tiempo —que el de su garganta exigiendo alimento.

Baji inició su caminata en dirección a ambos, arrebatándoles un escalofrío de por medio. Fue entonces que pudo observar mejor al soldado desangrándose. De cabellos rubios y cortos, descubriendo perfectamente bien su cuello, además de los resecos labios que escurrían ríos de sangre pequeños y, al final, las preciosas esmeraldas que seguían brillando.

Probablemente, Baji ya tenía su nuevo color favorito, y se aseguraría de tenerlo para sí mismo a cualquier costo.

—Acepto tu trato. —manifestó en cuanto los tuvo de frente, mirando al hombre desaprobatoriamente —No quiero ver a nadie pisando mis tierras de nuevo —remarcó gruñendo, mientras le mostraba las garras y los colmillos amenazante.

El comandante lanzó al pobre soldado al suelo, causándole una tos que acompañó con sangre de por medio. Haciendo una reverencia repentina, el hombre se puso de pie y comenzó a huir entre tropezones y rasguños con las ramas secas de los árboles.

Baji sonrió. Esperó el momento justo en que el hombre se acercase al acantilado del valle, un vacío inclinado lleno de rocas filosas y sin fondo.

Una perfecta tumba.

—No me malinterpretes... —agregó en cuanto lo alcanzó por la espalda y lo tomó con fuerza de su armadura, alzándolo sin dificultad con una sola mano, el hombre se quejó asustado tratando de zafarse —aceptar tu trato no signficaba que tú vivirías para cometer más crímenes.

Y antes de cualquier reproche, el vampiro acercó al hombre lo suficiente así mismo para morderle el cuello. El general pateó tratando de resistirse, pero la pérdida de fuerzas fue inevitable, y pronto se vió derrotado a morir en los brazos del inmortal.

Pero no, su escenario se transformó tan pronto se vió cayendo al vacío del profundo acantilado, teniendo como única prueba visible ante sus ojos la postura retraída del vampiro burlándose de él, desde lo más alto de las rocas.

Por otra parte, el único soldado con vida comenzaba a arrastrarse herido sobre la tierra, tosiendo la sangre cada vez con mayor intensidad. La pesada armadura se volvió un obstáculo para el cuerpo, así como el castigo de dolor de las entrañas que aumentaban su volumen, y por ende, la sangre que se desparramaba salía con mayor intensidad.

—A este paso, morirás.

El soldado detuvo sus movimientos, asegurando las uñas de sus manos a la tierra seca del suelo, antes de levantar lentamente la mirada al ser que tenía enfrente.

Debía admitir que sus ojos fueron capaces de ver el uniforme decente y formal que portaba el monstruo, pese a estar en guerra. Los cabellos negros le caían como cascada, escondiendo parte de su rostro, a excepción de las feroces y hambrientas orbes carmesí. 

—Mátame entonces. —insinuó cansado, apenas en un murmullo que sorprendió al vampiro. —Acaba con mi dolor, por favor —suplicó, en un susurro hiriente, mientras inactivaba todo su cuerpo.

El chico se había quedado a merced del hambriento vampiro, peor aun, su deliciosa y exquisíta sangre que podía olfatear desde hace un tiempo y estaba más que servida en bandeja de plata.

Ante toda plegaria —y el rechazo al deseo insano —el joven vampiro cayó ante los encantos de un humano, sin remedio.

Un posible defecto de la supuesta maldición impuesta en su persona.

—Eso no sería divertido... —sinceró, acercándose mas al chico, quien lo miró desconcertado.

Las largas uñas negras fueron suficientes para penetrar y quebrar la armadura del chico, realizando varios cortes chirriantes que lograron despojarlo de la misma, sin dificultad alguna. El soldado volvió a toser y recuperó el aire que le había sido apresado en dicho escudo de metal.

Más colores se hicieron presentes en el lugar.

El uniforme del soldado era una calificativa coleccción de prendas de la clase alta. De esas donde les acompañan a las telas colores vivos, que iban desde el blanco hasta el dorado, y en adornillos que contorneaban los ajustados pantalones y la camisa de manga larga; además, el chaleco que portaba tenía matices azules claros con líneas amarillas y doradas.

Para el vampiro, que había vivido en la oscuridad durante mucho tiempo, y tras cargar entre sus brazos al joven pereciendo lentamente, era como cargar al sol mismo; aunque increíblemente sin sentir quemarse.

Era la primera vez, en milenios de existencia, que Baji no recurría a sus instintos de hambre. Sorprendentemente, relamía sus labios sin necesidad de chupar la piel, limpiaba los colmillos sin necesidad de morder, cargaba entre sus brazos a alguien sin ser su víctima.

Por primera vez, el congelado corazón inmortal latió de nuevo.

—Sería una lástima que perdiese mi color favorito...

Acomodó en su regazo el agonizante cuerpo del soldado que perdía a cada segundo su pulso cardíaco. El pelinegro paseó las manos, rasguñando con las uñas largas, la piel blanquecina del humano, levemente retorciéndose al tacto cercano a las entrañas de su pecho.

Si lo dejase morir, las orbes verdes perderían su brillo, por mucho que las arrancase de las cuencas oculares, y ese no era su objetivo, sino conservarlas.

Keisuke quería mirar, por el resto de su existencia, el brillo de las esmeraldas iluminando su andar oscuro en las penumbras eternas.

Así que tomó la iniciativa de realizar ese ritual que alguna vez aborreció aplicar, por considerarlo innecesario.

La inmortalidad de su alma le traía ventajas inhumanas, como el no depender de las necesidades básicas —fuera de alimentarse de sangre— y la reconstrucción efímera de su cuerpo ante cualquier herida. Una sanación tan veloz como la potencia de sus extremedidades, la agudización de sus sentidos y la fuerza de sus golpes.

Respiró con cierta ansiedad sobre el cuello del soldado, quien se retorció todavía estando consciente. Baji interpretó su aura como la de un humano indefenso y con miedo, todos le temían a lo desconocido.

Pero había algo diferente en su mirada, era como un incentivo de entender que el vampiro le tenía otros planes preparados.

Keisuke sonrió, el chico parecía ser más listo de lo que esperaba.

—Te ofrecieron como recompensa para mí, dejarte morir no es la opción ¿sabes? —indagó con una risa maliciosa mientras acariciaba el cuello del humano —asi que, —lo obligó a mirarlo, al ayudarle a alzar el rostro tomándole del mentón, el soldado comenzaba a mirar borroso, más podía ver las fervientes orbes rojas —¿cuál es tu nombre, humano?

Baji volvió a jugar con su "comida" otro rato, dejándolo desangrarse. Lo reacomodó entre sus brazos, aunque curiosamente lo hizo delicadamente, evitando formar ese quejumbroso dolor agónico en el soldado que volvió a toser más despacio, parpadeando con pesadez.

El vampiró rozó con sus dedos los labios del rubio chico, lo suficiente como para limpiar la sangre fresca que escurría de ellos. Velozmente relamió sus dedos, sintiendo la electrizante atracción de hambre.

—Chi-Chifu... yu...

Baji sonrió. Conocer el nombre de su nuevo esclavo era todo lo que requería para iniciar el fastidioso ritual, aunque ello le permitiría conservar a sus preciosas gemas verdes.

Levantó un poco más al soldado, quien gimió adolorido y lo miró sorprendido al tenerlo prácticamente de frente.

—Vive un poco mas para mí, y quédate conmigo. —sentenció como una amenaza ligera —¡mírame por más tiempo, por muchos años mas! —proclamó en una exigencia mientras lo miraba con fervor, Chifuyu también lo miró.

Si un vampiro lamía la herida de un mortal, y trasfundía parte de su saliva —mas no sangre — sanaría las heridas velozmente de cualquier humano.

Así que Baji no solo encajó con fuerza los colmillos en la fría piel del cuello del humano, también lamió la herida con sus colmillos en ella, infundiendo parte de su saliva inmortal para compartir la eficacia de regeneración en el humano.

Chifuyu se retorció y gritó adolorido, claro, nadie dijo que sería indoloro.

Rascó, con las pocas fuerzas que le quedaban, la tierra; formando puños de la misma con desesperación; en un aguante al dolor que comenzó a cansarlo, al punto de comenzar a adormercerlo, perdiendo la conciencia en una abrumante neblina negra que lo abrazaba.

El pelinegro se levantó en cuanto sintió el cuerpo relajado del rubio en sus brazos, y cargándolo consigo, volvió a beber de su exquisíta sangre, dejando escurrir la herida de su cuello.

Un suspiro pesado fue emitido por el humano, quien se dejó vencer finalmente en la anestesia del doloroso ritual de un vampiro poseyéndolo, volviéndolo suyo.

—Mientras no bebas mi sangre, seguirás conservando esas gemas preciosas...

Existían muchos rituales para convertir a las presas en prisioneros, mascotas, esclavos, y también, compañeros de la inmortalidad.

Pero Baji debía esperar, el delicado cuerpo del humano inconsciente en sus brazos, era todo un enigma, claramente le había encantado con solo mirarle, y no es como que su cuerpo le fuera imperfecto, al contrario, la atracción al mismo comenzaba a darle ese bombeo de sangre que no debía existir.

Chifuyu, un joven guerrero de los reinos contiguos al reino devastado por la injusticia, había caído en las manos de un vampiro, un ser inmortal que lo atesoraría para su propio beneficio.

No es como que el humano pudiera escaparse, pero tampoco chistaba de su nueva prisión; después de todo, la injusticia también había sido mercedaria de su infierno viviente.

Probablemente era mejor ser el alimento continuo del ser de orbes carmesí, que del rey corrupto que lo mató hace tiempo.

Ante un mundo de injusticia y penumbras, hubo dos seres que compartían el mismo territorio, con la eternidad como premio, y comenzaron a compartir más que sangre y saliva.

El castigo arribó a las caricias, a los abrazos y esos toques efímeros en la piel desnuda pecadora.

Ambos volvieron a amar de una forma distinta. Chifuyu por sentir el amor renacer después del infierno, y Baji al sentir el palpitante cosquilleo en el pecho por la belleza de un sol de gemas verdes.

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¡Ahhh, ¿pero que he escrito?! 🤭❤️ díganme que este tipo de temáticas les gustan, porque a mi me encantan jaja.

El tema de vampiros es algo que me fascina, pero quería probar una perspectiva diferente 🤭, y para ello, Baji fue mi personaje, ojalá lo haya adaptado bien 🥺.

Este escrito forma parte del segundo regalo atrasado de mi vida preciosa 🥹💕🎉  GabyJaeger , te doy este escrito como regalo por tu cumple, esperando que te guste esta dinámica y el resultado final ❤️.

Claramente no puedo dejar atrás a mi amada esposa 🥹🛐❤️ temari05nara_ , hoy me metí con otro tema y shipp nueva, siento que amplío mi escritura pero siempre serás la jueza de mis escritos 🥹✨.

Gracias a todos por leer, comentar y apoyar. Espero recuperarme pronto en los días de atraso, saludos ✨.

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