Capítulo 3. 01/03/2023

Sus días eran simples, sus padres habían muerto hace una semana y no quería saber nada de la vida, únicamente le quedaba su pequeño gato negro, Rashomon. Se había decidido a mudarse en un departamento pequeño, la casa de sus padres, simplemente la dejo de lado, no la rentaba, tampoco la usaba, no le interesaba.

Para su buena suerte, en aquellos pequeños departamentos, dos por piso de hecho, viviendo en el quinto piso, compartía el piso con un joven algo aventurero, no lo había escuchado aun, pero sabia que tenia un perro, escuchaba como ladraba. Un día lo logro ver cuando llegaba a su hogar, era un shiba inu. No le tomo importancia y simplemente entro a su departamento pero en ello, aquel perro también entro – hey tu fuera

El perro únicamente se dignó a sentarse en la sala para esperar, Akutagawa dio media vuelta tocando la puerta del otro chico - ¡hey! ¡hey! -grito molesto. Unos minutos después de tanto tocar, el chico abrió, era lindo, tierno, sus ojos preciosos y estaba enfermo – hey, ¿Qué ocurre?

- Ah... l-lo la-lamento – dijo – estoy irritado ¿Eres mi vecino verdad? Te he visto sacando la basura

- Ah, si... yo Akutagawa

- Un placer... soy Nakajima Atsushi ¿Qué sucede?

- Eem... tu perro

- ¿Byakko? – pregunto y miro a sus espaldas - ¿eh? ¿Byakko? ¿Dónde estás?

- En mi casa...

- No puede ser, en verdad disculpa. Ah... ¿puedo?

- Adelante...

Atsushi se asomó al departamento – Byakko ¿Qué haces aquí? – le regaño. Comenzó a toser recargándose en la puerta – vámonos Byakko – pidió volviendo a toser.

Akutagawa tomo su espalda – ven aquí – dijo jalándolo

- Es-espera

El azabache lo sentó, su perro se sentó sobre sus piernas, el azabache no tardo mucho dándole una pastilla y jugo. – ahora, toma a tu perro y ve a dormir

- Gra-gracias... - tomo aquella pastilla y el jugo. Después tomo a Byakko y ambos se despidieron.

Había sido algo extraño todo pero los días siguientes, veía la puerta del chico abierta aunque nadie entraba o salía, Rashomon comenzó siendo curioso y un día, simplemente no lo encontró. Lo busco un buen rato hasta que Rashomon salió del departo de su vecino, aunque quiso tomarlo, se volvió a meter. Akutagawa toco la puerta – Atsushi – le llamo

- Adelante – le contesto

Su departamento era más simple que el de él, no tenía sala, solo una mesa de centro donde estaba cenando con Byakko de un lado y Rashomon en su cuello – tu gato ha pasado unos días aquí – menciono

- ¿Días?

- Ha venido desde que me enferme – menciono y señalo una caja – le tuve que comprar una caja y arena

- Lo lamento...

- Ah está bien, es divertido – añadió sonriente

- Lo tomaré y

- ¿quieres cenar?

- ¿Qué? No

- Oh, es que es solitario – añadió

Akutagawa suspiro y se sentó - ¿tienes café o té?

- Ambos ¿Cuál?

- Té

Atsushi se levantó, Rashomon seguía en su cuello y Byakko fue a ponerse sobre el azabache – oye, tu perro...

- Byakko, no seas descortés – pidió al perro quien se bajó de Akutagawa, pero dejo una pata sobre de él

- Que listo – añadió Akutagawa

Sus días comenzaron a ser rutinarios de esa forma, Akutagawa llegaba del trabajo a recoger a Rashomon, cenaba y tomaba algo de té con Atsushi. con los días, la rutina, y los animales, pudo saber que Atsushi era un artistas callejero, pasaba sus mañanas y tardes vendiendo su arte y regresaba tarde al departamento. Trabaja también en una cafetería, aunque de ello no hablaba tanto. Akutagawa era un oficinista, algo donde no tenía que convivir con mucha gente, a decir verdad, su puesto era excelente y el ascender en ese mismo nivel era esencial para él, mejor paga, menos gente con la que tratar y así era feliz.

Pasaron la primavera juntos, el verano y el otoño. Conocieron desde sus alergias, sus calores de verano, sus gustos por helado, su fascinación por las calabazas, las películas de terror en octubre, las lunas preciosas de otoño, y los próximos fríos que atraían varias gripes. Pero también conocieron sus miedos, pesares y vivencias.

Akutagawa quedo sorprendido cuando supo que Atsushi era heredero de una cadena de cafeterías pero que su padre no apoyaba su arte, aun así, por su madre manejaba una de las sucursales.

Atsushi quedo sorprendido cuando supo que Akutagawa había perdido a sus padres en un accidente automovilístico, por lo que no lograba subirse a ninguno auto desde entonces o volver a su casa.

Akutagawa tuvo una semana de vacaciones completo por la navidad, mientras que Atsushi no pudo descansar, menos por la temporada alta de venta de café. Aquella semana, el azabache preparaba la cena para ambos día con día, hasta que un día, decidió buscarlo. Con la excusa de sacar a pasear a Byakko y a Rashomon fue a buscarlo.

Estaba atendiendo clientes con una gran sonrisa, el uniforme bien puesto y el gorro navideño, sonrió solo de verlo, se veía totalmente adorable. Entonces decidido por un café pero justo al entrar Atsushi cambiaba turno con un castaño y sin poder verse, el menor entro a tras tienda, no importa podía verlo en algún momento. – bienvenido – dijo el castaño - ¿en qué puedo... ¿te conozco? – añadió

Akutagawa lo miro extraño – no, no que yo sepa

Aquel castaño lo miro sumamente sorprendido, tapo su boca – t-tu, tú no puedes estar aquí – menciono haciendo al azabache enojar

- ¿Qué estás diciendo?

- Tu... eh ah ¿Qué un café?

- Si pero

- Te lo serviré es gratis, pero tienes que irte

- ¿Qué? ¿Por qué?

El castaño dio media vuelta sirviendo rápidamente un café, se veía apurado, el azabache le miro mal y entonces, el menor salió – Dazai-san, estaba pensando en hacer un nuevo sabor para las chicas y – miro al castaño - ¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara?

Ah si, su cara era de total frustración. – hey – le llamo el azabache y el albino lo supo, su cara se puso totalmente roja al verlo

- ¿qu-que haces aquí?

- Vine por un café, paseaba a Rashomon y Byakko cuando vi el café

- Ah... si... - miro a Dazai con desesperación – si-sírvele el café, yo pago

- Ah si, claro

- ¿Qué pasa aquí? ¿Por qué no puedo estar aquí? – cuestiono molesto

- Ah, no es nada – dijo nervioso Atsushi – solo que, vamos a platicar sobre cafés y eso

- Si, si eso...

Akutagawa miro alrededor, Atsushi no podía evitar ver el menú nervioso, así como otras esquinas, el azabache discretamente miro aquello "el azabache" se llamaba un café negro. En una esquina del café pudo ver una de sus pinturas, era un retrato. Dazai sirvió el café – listo, puedes irte. Esta pagado

- Ah, si... - tomo el café – te veo en unas horas Jinko

- S-si

El azabache se retiró no sin antes mirar la otra esquina de reojo, había otro retrato de él. Sorbió el café yendo a casa, podía entender un poco mejor la situación.

Una vez que Atsushi llego al departamento, respiro agitado y se acercó – escucha Ryu, lo que paso hoy...

Lo miro fijo y serio - ¿te gusto?

- Ah, yo...

- Te gusto, eso es lo que tienes. No saldré contigo, lo sabes

- L-lo sé

- Entonces ¿Por qué me pintas?

- Ah, yo...

- No pienso hacerlo, no pienso estar con nadie en mi vida, estar con alguien es igual a perder a alguien – se quejó – ya perdí todo lo que valía

- Entiendo...

- Pedí a Domicio, toma tu caja de almuerzo y ve a casa

- Si, claro

Atsushi tomo la caja, dejo el dinero sobre la mesa y se fue con Byakko. El azabache sabia aquello, era su primera navidad solo y no, no quería saber de nadie, lo mismo paso en año nuevo, la soledad lo invadía pero no era frustrante, pudo ver a Rashomon maullar debajo de la puerta de Atsushi pero su puerta nunca se abrió, aquello era normal debía suponer. – solo espero que no esté enfermo – murmuro – Rashomon, vuelve a casa – pidió.

No vio a Byakko o a Atsushi en un largo tiempo, todo enero para ser precisos, y se topó con ellos un día en la calle, Byakko le movió la colita y nada más, Atsushi se inclinó y siguió su camino. Su pecho había dolido.

Llego hasta su hogar, pero algo faltaba, si, lo sabía, ese algo. Fue al parque a dar la vuelta con Rashomon, pero no encontró al menor haciendo arte o vendiendo su arte. Fue a la cafetería, pero aquel mismo castaño rechazo el hecho de que estuviera allí. El menú había cambiado y las pinturas ya no estaban. Claro ¿Quién conservaría algo así?

Fue al departamento viendo que la puerta estaba ligeramente abierta, se asomó un momento, Byakko estaba recostado en el pasillo hacia la puerta - ¿Byakko? – cuestiono, el perro lloro unos instantes y el azabache abrió la puerta de par en par, Byakko no tenía agua o comida, y Atsushi estaba sobre una de sus pinturas. Lo levanto preocupado, y palmeo su rostro – está bien. Byakko, todo está bien – dijo.

Llevo al perro y al chico a su departamento, recostó a Atsushi sobre su cama y a Byakko le dio de comer y de beber. Ambos estaban bien pero no habían comido bien. Con una hora, Atsushi se levantó de golpe, pero al sentirse mareado volvió a caer – ¿do-donde estoy? – cuestiono confundido

- Mi departamento – menciono

- ¿Ryunosuke?

- Siempre terminamos igual he – menciono

Ayudo a Atsushi a levantarse y una vez que comió, el menor reacciono – ah, la pintura

- No toque nada – dijo preocupado

Atsushi fue a su departamento, el azabache, curioso, lo siguió. Atsushi revisaba la pintura cuando pudo verlo, la habitación de Atsushi estaba llena de cuadros de él, y aquel en especial, era un campo de lavandas con él y otras tres siluetas. - ¿Qué haces? – cuestiono sorprendido.

Atsushi se sorprendió – aún no está listo

- Pero... ¿Qué es? – cuestiono

- El año pasado... un hombre me contacto en el parque – menciono – Ryu... tengo algo que confesarte

- ¿qu-que dices?

- El año pasado, un hombre me contacto en el parque, dijo que saldría de viaje con su familia y que la próxima semana su hijo mayor cumpliría años, me pago el cuadro, me dio las fotografías de todos y me pidió que fuese perfecto...

- No lo digas...

- Esa noche me enteré de que fallecieron y vi de mal gusto terminar el cuadro

- Jinko...

Atsushi se levantó preocupado no podía mirar al azabache – yo... decidí terminarlo para dárselo al cumpleañero la próxima semana...

Akutagawa no pudo evitarlo, se soltó a llorar. Aquella noche Akutagawa soltó lo que cargo por todo un largo año, Atsushi estuvo con el en todo momento. Después de ello, el azabache se rechazaba a alejarse de Atsushi argumentando que no sabía alimentarse. Así que lo vio, lo vio todo el tiempo hacer el cuadro, fijarse en los rostros de sus padres, de su hermana, detallando cada facción y color.

Era 1 de Marzo, Atsushi había terminado el cuadro y el azabache lo abrazo – feliz cumpleaños Ryu...

- Gracias Jinko... - menciono besando su cabeza – se dónde se verá bien

- ¿en tu sala?

- Algo así... ¿me acompañas?

- Ah, claro. Lo envolveré para que no se dañe.

- Si, gracias.

Akutagawa y Atsushi fueron en el metro, avanzaron unas cuantas líneas y después entraron en unos suburbios, llegaron a una casa abandonada de dos pisos, un hermoso pero descuidado jardín con la maleza alta y las balla de retención dañada - ¿me acompañas hoy? Quiero... limpiarla

Atsushi sonrió – sí, limpiemos

Les tomo toda la mañana y media tarde, el atardecer llegaba junto con la pizza, el cuadro estaba en medio de la sala que ahora olía a limpio, Atsushi supo aquello cuando limpiaba el jardín, ellos tenían plantadas flores de lavanda, y el azabache menciono que le encantaban.

Akutagawa abrazo a Atsushi aquel día – Atsushi, promete que jamás te iras

- Mientras pueda quedarme, me quedaré Ryu

- Lamento, haberte rechazado

- Esta bien, no pasa nada

- Esperemos a mañana

- ¿eh? ¿Qué? ¿Por qué o qué?

- Quiero pedirte que seas mi novio, pero no el día de mi cumpleaños

Atsushi se quedos sorprendido, pero igual comenzó a reír de ello. Akutagawa se sonrojo, pero el menor solo tomo sus mejillas mientras cantaba un alegre "Feliz cumpleaños a ti". Las noches eran destinadas a nuevos comienzo. 


...

¡Gracias por leer!

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