Capítulo 8

EL VAPOR ASCENDÍA del chocolate caliente y se arremolinaba frente a mí, misteriosamente hipnotizante. Mis dedos bailaban a través del vapor y se disipaba, sin embargo seguía ascendiendo. No importaba cuántas veces lo disipara, siempre volvía, y lo haría repetidamente hasta que se enfriase. De alguna manera, lo comparé con la gente que se venía abajo todos los días de su vida y aun así se levantaban una y otra vez hasta el día en que sus corazones parasen. Cuando se enfriasen.

Algo estaba mal conmigo.

Después de la disputa en el parque, había sido un desastre. Lágrimas, mocos, llanto, toda la fea combinación. Cuando Harry había logrado calmarme, le dije que no podía regresar a esa casa. Obviamente no era bienvenida. Dijo que me acercaría para coger algo de ropa y me llevaría a donde necesitara ir. No tenía ningún sitio donde ir. No le importó—me ofreció la habitación libre de su apartamento. Sería una molestia, le recordé. En respuesta me dio una mirada que podría definir como lástima y dijo que necesitaba dejar de ser tan ridícula.

Las palabras de Justin habrían sido crueles. Pero viniendo de Harry, me dio una ola de serenidad. Quizás no era tan molesta como pensaba, o quizás estaba acostumbrado a lidiar con la molestia. Aparentemente había soportado demasiado cuando estuvo con su acosadora ex. Quizás no era diferente a ella, o quizás era demasiado diferente. No sé qué preferiría ser.

A la vez que divagaba, Harry se quedó en el coche mientras yo cogía algo de ropa para un par de noches. Tarde o temprano encontraría otro lugar y tendría que regresar por el resto. Era agonizante el pensar que todo había acabado, aunque extrañamente era casi un alivio. Me sentía mal por pensar lo último, aunque sopesé la idea de que esto era solo un sueño. En cualquier momento me despertaría con los brazos de Justin rodeándome.

Sin necesidad de decir que todavía me tenía que despertar. Estaba sentada en la pequeña mesa de Harry donde se suponía que estaba su salón, mirando al tentador chocolate caliente.

"La mayoría de las personas prefiere beberlo mientras esté caliente," dijo Harry cuando pasó por mi lado. "Al menos eso es lo que el nombre sugiere."

Estaba intentando animarme, pero no había surtido efecto. ¿Cómo se supone que podía estar feliz después de acabar con una relación de ocho años en el aniversario de la pareja porque uno de los dos no era suficientemente bueno? Cuando ella intentó con todas sus fuerzas una y otra vez hacerle feliz, hacerle amarla de nuevo. Supongo que no puedes hacer que alguien te ame, pero hubo un tiempo en el que lo nuestro fue real. Tan real como que el fuego es caliente y el hielo es frío, el amor era mutuo.

Apestaba ser la única que había caído al abismo por un simple fallo. Había mucho dolor en sostener el aire de esa manera, demasiado sufrimiento que la persona de arriba no había experimentado. Justin tenía los pies en la tierra y mis dedos estaban resbalándose. No era justo.

Tragué, entonces hablé en voz baja como si hablase para mí misma. "Siempre pensé que se iba a proponer..." Sentí los ojos de Harry sobre mí, pero continué mirando el vapor y pasando mis dedos a través de él. "Cuando salía hasta tarde o se iba temprano por la mañana, siempre esperaba que estuviera comprando un anillo. Quiero decir, ocho años es mucho tiempo como para no proponerse. Es estúpido, lo sé."

"Ocho años," repitió Harry dulcemente. "¿Cómo pudiste aguantar tanto tiempo?"

"No era como es ahora," dije y suspiré. "Siempre solía querer estar a mi lado. Durante los partidos de fútbol, se distraía y fastidiaba todo porque me sonreía. Solía ignorar a sus amigos cuando le llamaban cosas como ''rompe corazones'' y me besaba en frente de ellos. Solía tener nombres de animales para mí...ya sabes, los típicos que escuchas a otras parejas decir, pero son adorables cuando alguien te los dice. Ahora apenas puede decir mi nombre." Mordí el interior de mi mejilla, miré a la mesa. "No sé qué hice mal."

"¿Qué te hace pensar que eres la única que ha hecho las cosas mal?"

"¡No es ningún secreto que todo es culpa mía!"

"¿Por hacer qué, Delilah?" La dureza en la voz de Harry me hizo alzar la mirada. "¿Ganar peso? Eso no es hacer las cosas mal."

"Bueno, no estoy de acuerdo."

Sacudió su cabeza. "No, Justin no está de acuerdo. Y te ha metido esa idea en tu cabeza. No tienes por qué hacerle caso nunca más, Delilah. Nunca tuviste que hacerlo."

Mantuve la mirada. "No me ha lavado el cerebro, si eso es lo que quieres decir. Sé que lo has dicho antes, pero estás equivocado."

"El hecho de que tienes que defenderle después de lo que te ha hecho es suficiente."

"No le estoy defendiendo." Pero incluso aunque lo he dicho, mi mente detectó una mentira. Nunca había querido admitirlo, sin embargo mi hábito por defenderle había sido constante.

Y Harry leyó mis pensamientos. "¿Alguna vez te ha defendido?"

Esto trajo lágrimas a mis ojos de nuevo. Todas las cosas de las que me estaba dando cuenta dolían demasiado. Odiaba llorar. Intenté desesperadamente no dejar ni una sola gota derramarse. Froté mis ojos, parpadeé varias veces, acaricié mis mejillas intentando lo mejor que pude reprimirlas.

"Lloro demasiado," dije casi en un suspiro, frustrada por el temblor de mi voz.

En respuesta, Harry se fue un momento y regresó con una caja de pañuelos poniéndola frente a mí. "Tienes derecho a llorar, Delilah."

No es la primera vez que me lo recuerda.

De hecho, ha tenido que recordarme un par de cosas: el peso no importaba, las lágrimas no importaban, la felicidad y la tristeza eran parte de la vida. Debería perder peso por mi propio interés, no por el de otra persona. Debería ser amable porque la amabilidad es un regalo. No soy una mierda. No hice nada malo. Solo soy una persona con sentimientos y estoy permitida a expresarlos sin sentirme mal por ello.

Me ha ayudado a tener más seguridad, pero, ¿qué le he dado a cambio a parte de mentiras?

Soy una horrible persona.

Tenía mis brazos alrededor de su cuello antes de que pudiera procesarlo, mi cara enterrada en su hombro con las lágrimas mojando su camiseta. Me seguía sintiendo cada vez más horrible. Solo era agua y se secaría, pero no merecía llorar, ¿no? Harry especialmente no se merecía tener mis lágrimas en él. Había hecho intento tras intento, pero yo seguía alejándole. ¿Por qué?

"Soy una terrible persona. Lo siento, Harry. No puedo evitarlo. Un minuto pienso que sé lo que estoy haciendo y entonces todo se viene abajo y—espera, ¿por qué te estás riendo?" me alejé, mis ojos se entrecerraron. ¿Estaba riéndose de mí? No le culparía. Quizás el haber confiado en él había sido una mala idea.

Pasó sus dedos por mis mejillas deshaciéndose de las lágrimas. "Es divertido," dijo, "que pienses que de hecho tienes algo por lo que disculparte. Quizás no llores demasiado, sino que ciertamente te disculpas demasiado."

Le miré boquiabierta, sin saber qué decir.

Soltó un suspiro pero no de irritación. Todavía tenía una sonrisa débil en sus labios. "Crecí con una hermana mayor. Siempre estaba yendo y viniendo con un chico por lo que parecía ser años. Venía un día a casa diciendo que le odiaba, pero al día siguiente se iba con él a ver una peli."

"¿Me estás diciendo que soy como cualquier otra chica manejada al antojo masculino?"

"Claro que no. No soy sexista, Delilah," bromeó y yo incluso me las apañé para sonreír. "Solo estoy diciendo que nadie sabe lo que está haciendo. Claramente no considero haber tenido una loca ex acosándome."

"Deberías haber leído las señales, ¿sabes?"

"Oh, no me leas la mente."

Me encogí de hombros. "Sólo lo digo."

Posó un mechón de mi pelo tras mi oreja. "Bueno, solo digo que te entiendo. Has estado con Justin durante mucho tiempo, lo comprendo. Y definitivamente no creo que seas una horrible persona."

"No me gustas a veces."

Frunció el ceño.

Lo solté antes de pensarlo. "Eres demasiado perfecto."

Sus cejas dejaron de estar fruncidas y las movió. "Bueno, gracias por darte cuenta. Debo decir que lo hago lo mejor que puedo."

Le empujé del hombro. "Para ya. No pretendía decirlo como si estuviera loquita por ti o algo. Es solo que...es difícil creer que hay gente buena como tú, supongo. A veces parece que no queda generosidad en este mundo."

"Razón de más por lo que ser generoso," dijo Harry.

"Bueno, puedes seguir siendo generoso que yo voy a seguir estancada en mi burbuja de soledad. Hay menos dolor en una burbuja."

"A menos que alguien la explote con un alfiler. Entonces te ves expuesta."

"Genial, gracias Don Optimista."

"Siempre fui un fan de *The Killers. Un poco. Quiero decir, solo me sabía esa canción. ¿Eso cuenta como fan?"

"Uno un tanto pésimo."

"Lo pillo."

Me callé un momento. "Eres bueno distrayendo a la gente, también. ¿Tienes algo malo?"

Frunció sus labios como si lo estuviera pensando. "Soy malo cocinando."

"¿Puedes prepararte un sándwich decente?"

"Se considera 'decente' si es comestible, ¿cierto?"

"Así no es como va esto, Harry."

"No dijiste 'excelente', dijiste 'decente'."

"Quizás deberías ir a clases de cocina."

"¿Tú sabes cocinar?"

Sonreí. "Mi padre es chef y mi madre tiene una pastelería. ¿Tú qué crees?"

Sus ojos se abrieron en asombro. "¿Tienes genes de pastelera y aún no me has hecho un pastel?"

"Nunca dijiste que querías un pastel," dije.

"Bueno, tú tampoco has preguntado," discutió.

"Bueno, si significa tanto para ti te haré uno ahora."

Sonrió, haciendo notar sus hoyuelos y mi corazón se abrumó por alguna razón. Miró al reloj. "Son cerca de las once de la noche."

Tomé aire pesadamente. "De todas formas no voy a poder dormir."

Me dio una mirada de preocupación, pero distraer a la gente del dolor era lo que mejor se le daba. Siguió sonriendo, lo que me mantuvo feliz para cocinar en vez de morir. "No tengo ingredientes aquí para eso. ¿Te importa que hagamos un pequeño viaje al supermercado?"

"Pensé que nunca me lo dirías."

Cogimos el coche de Harry, aunque el mío pillaba de camino. Él no quería que condujera bajo ningún concepto, pero no podía dejar mi coche en el parque. Me tomó mucho tiempo convencerle de que me encontraba bien para conducir. Fue divertido. Cogió mis llaves tan pronto como aparqué. Dijo que estaba nervioso por si me daba un bajón y me hería por descarriarme. Al principio pensé que estaba bromeándome, pero era evidente que simplemente desconfiaba.

"Conducir bajo la influencia de un montón de emociones es peligroso," dijo.

"Conducir en general es peligroso," le recordé.

"Aun así," murmuró. "No tomemos oportunidades innecesarias, ¿de acuerdo?"

Y eso fue el fin de la conversación.

Ahora estaba adentrándose en el parking vacío del supermercado, que afortunadamente estaba abierto hasta las tres de la madrugada. Un cajero cansado murmuró una bienvenida, música suave sonaba a través de los altavoces. Harry cogió una cesta y me siguió mientras buscaba el pasillo correcto. Una vez que lo encontré, me giré hacia él.

"¿Qué tipo de pastel quieres?"

Se encogió de hombros. "Me gustan todos. ¿Cuál te gusta a ti?"

Fruncí el ceño. "No estamos aquí por mí. No quiero pastel."

"¿Quieres algo más?"

Harry no era nada más que un estúpido. Sabía perfectamente que no había estado comiendo y no me iba a dejar seguir con ello. Así que para satisfacer sus preocupaciones, le dije que cogería algunas manzanas. Eso no le satisfizo. Si hizo algo fue totalmente lo contrario.

"Tienes que comer, amor," dijo en voz baja, sus ojos no transmitían diversión alguna como hasta hace poco.

Le miré afligida. "Yo como."

"La única cosa que te he visto comer las últimas semanas han sido las patatas fritas que compartí contigo. E incluso solo fueron unas pocas."

"Quizás no tengo hambre."

Harry suspiró molesto, pero no parecía enfadado conmigo. Dejó el tema por el resto de tiempo que estuvimos en el supermercado, se centró en querer un pastel de vainilla con chocolate helado. Cogí como cuatro manzanas para probar y asegurarle que estaba bien, pero a penas las miró. Pagó cuando llegamos a la caja. No me molesté en discutirle. Nunca ganaba ese tipo de cosas contra él. Nunca ganaba demasiado en referencia a él, realmente.

Era demasiado inteligente y demasiado amable.

El camino a casa fue silencioso. Llegamos a su apartamento y la única conversación que tuvimos fue cuando le pregunté dónde estaban los boles y los utensilios de cocina. Se puso de puntillas para alcanzar un armario y observó, mordiendo su labio inferior. Lo hacía a menudo cuando se debatía sobre qué decir. Estaba empezando a fijarme en los pequeños detalles como ese. Cuando estaba frustrado o inquieto, se pasaba la mano por su pelo. Cuando estaba preocupado o no sabía qué decir, se mordía el labio o el interior de la mejilla. Cuando estaba incómodo, jugaba con el anillo de su dedo.

Paré un momento. ¿De verdad le he estado observando tanto sin darme cuenta? ¿Cuántas cosas más me he dado cuenta sobre él? ¿Era algo malo?

Enterrando esos pensamientos irrelevantes en el fondo de mi cabeza, me centré en la mantequilla que estaba batiendo. Solía gustarme meter el dedo en la mezcla para probarla. Quería hacerlo, sin embargo parte de mí sabía que era algo ridículo que añorar. No necesitaba esto en mi sistema. Me destrozaría.

Pareciendo haber tomado una decisión, Harry se bajó de la encimera y se acercó para hacer justo lo que yo había decidido no hacer. Pasó el dedo por la superficie de la mezcla y la probó, entrecerrando los ojos como si estuviera pensando en serio sobre su crítica.

"Estoy intentando encontrar algo que no me guste y así poder picarte, pero simplemente no puedo." Hundió su dedo en el bol de nuevo. "Has excedido mis expectaciones. Tus genes de pastelera son estupendos."

Rodé mis ojos mientras intentaba reprimir una sonrisa. "Tu aprobación significa mucho para mí. ¿Cómo hubiera podido vivir si lo hubieses odiado?"

Pegué un manotazo en su mano que pretendía ir a por más, señalando a la mezcla como intentando regañarle. "Necesito la mayoría de esto para poder hornear un pastel, ¿sabes?"

Alzó las manos en rendición. "Sí, señora," dijo con una risa y volvió a sentarse en la encimera.

Cuando metí el pastel en el horno, eran las doce menos cuarto. Me apoyé en el lado contrario de la encimera donde estaba Harry y crucé los brazos sobre mi pecho. Debería hacer calor con el horno, pero estaba un poco fría. No me importaba. Me gustaba el frío. Una de mis metas en la vida era ver la nieve, ya que nunca la había visto. La gente que vive en ella siempre me dice que soy afortunada por no experimentarlo, pero me gustaría decidir eso por mí misma.

"No has comido tu manzana todavía," remarcó Harry.

Miré sobre la mesa donde las había dejado. "Lo haré."

"Vale, ven conmigo."

"¿Qué?"

Se puso de pie y agarró mi mano en respuesta. Tambaleé detrás suyo en confusión mientras me guiaba al baño. Me puso frente al espejo, pero aparté la mirada. ¿Qué estaba haciendo? No quería verme. Odiaba la manera en la que me veo. Él lo sabía. ¿Cómo podía hacerme esto sabiendo lo mucho que me dolía?

Harry estaba en la puerta cuando quise salir. Le empujé un poco con esperanzas de que pillara lo que pretendía decirle. Me miró fijamente con los ojos llenos de empatía. Quería gritar. "Muévete, por favor." Pero siguió mirándome. Le empujé un poco más fuerte y alcé mi voz. "¡Harry, muévete!"

"Gírate, Delilah."

"No quiero. Quiero que te apartes de mi camino, así que muévete."

Ladeó su cabeza y alzó la mirada hacia el techo, pareciendo captar que no iba a cooperar. Volvió a mirarme y dijo. "¿Sabes cuánto peso pierde una persona sin haber comido un día?"

"Te dije que he estado comiendo."

"De 0'5 kilos a 1 kilo," dijo ignorándome. "¿Sabes cuánto peso es eso después de cuatro semanas?"

Me quedé callada.

"Has perdido 21 kilos, Delilah."

"No es suficiente."

Sacudió su cabeza. "Es demasiado. La media que una persona debería perder es al menos la mitad de eso si sigue una vida saludable, a veces ni siquiera llega a la mitad. La cosa empeora porque has estado haciendo ejercicio con poca comida siendo digerida. No solo estás perdiendo grasa, sino que estás perdiendo músculo también. Si sigues así, tu cuerpo se va a deteriorar y eso es algo por lo que asustarse."

Le miré, asegurándome de que captara lo decidida que estaba. "Necesito perder peso. Cuando como, gano todo lo que he perdido. Es más fácil no...comer. Además, no te creo. No es posible que haya perdido tanto. Ni siquiera lo parece."

Harry me agarró de los hombros y me giró para enfrentarme al espejo. "No puedes estar diciendo en serio que no ves ni una sola diferencia."

Presioné mis labios mientras mis ojos echaban un vistazo a mi apariencia. No podía ver la diferencia. Se lo dije, pero esa no era la respuesta que esperaba.

"No lo pienses como si fueras tú la del espejo," dijo, con sus labios cerca de mi oreja. "Imagina que es una chica cualquiera de la calle. ¿Cómo la describirías?"

Cerré mis ojos y esperé un momento antes de volver a abrirlos. Tomé una bocanada de aire rápida cuando me miré. "Cansada," dije inmediatamente. "Parece cansada. Como una persona que ha estado enferma por largo tiempo."

"Seguirá viéndose cada vez más cansada," suspiró. "No llevará mucho tiempo hasta que sus mejillas se hundan y sus costillas se hagan notorias."

Mis ojos se humedecieron. "¿Qué debería hacer ella?"

"Debería aceptar el hecho de que necesita ayuda para evitar que empeore."

Tragué el nudo de mi garganta. "¿Y si ella no quiere?"

Harry me giró para enfrentarme a él, sus ojos se movían de un lado a otro mientras me miraba. "Piensa en ti por una vez, Delilah. Si no lo haces, vas a llegar al punto en el que será muy duro recuperarse. No dejes que llegue a tanto, por favor."

El temporizador del horno sonó.

Volví a la realidad y le empujé para salir, como si no hubiéramos tenido nunca esa conversación. "Parece que tu pastel está terminado."

☆☆☆☆

*Dice que es fan de The Killers porque Delilah ha dicho el título de una canción : Don Sabelotodo (Mr. Brightside)

Novela original escrita en inglés por juliaxwrites

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All the love, A.


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