Capítulo 31
Mi madre no esperó para atacarme con preguntas apenas puse un pie dentro de la casa. Estuvo observándonos todo el rato desde la sala escondida detrás de las cortinas. Me dio un gran susto cuando salió detrás de ellas.
Hicimos café y en el mesón de la cocina le conté lo que sucedió en la cita.
Me preguntó cómo me sentía y honestamente le dije que bien, había sido una tarde agradable y bonita, me gustó la compañía del rizado, me gustó haber compartido con él y me gustaría volver a tener otra salida como esa.
—Tranquila mi amor lo estás haciendo muy bien.
Tamborileo mis dedos sobre la taza y después la llevo hacia mis labios, bebo lentamente una pequeña cantidad de café.
—¿Te gusta? —alzo la vista hacia su rostro sin decir una palabra, sintiendo como mi cara se contrae ante la pregunta.
-Los silencios hablan más que mil palabras -me ruborizo plenamente y me escudo detrás de la taza de café, en un intento tonto de evitar lo obvio -. Pero a ti no hay necesidad de preguntar, ese muchacho te gusta desde hace mucho tiempo, solo que no lo has querido admitir.
—El hecho no es si lo estoy o no — puntualizo —. El hecho si él está siendo verdaderamente honesto conmigo.
—Claro que lo es mi amor —dice con una sonrisa entusiasta —. Solo date cuenta todas las cosas que está haciendo por ti.
Aun me cuesta aceptar que un chico como él guste de mí y este haciendo de todo para obtener mi confianza.
—Todavía no lo asimilo—confieso honestamente
Ella sonríe.
—Con el tiempo lo harás.
****
En mi habitación estuve meditando todo lo que he vivido al lado del inepto. Todas las cosas que ha venido haciendo. No es la primera vez que me defiende de alguien y no sé cómo sentirme al respecto, nadie me ha defendido de esa manera.
Recuerdo su comportamiento con la mención de Rubens. ¿Realmente estaba asustado? es gracioso que me haya pedido que no me enamorara de nadie más.
¿Será cierto todo lo que me está pasando?
¿Será verdad que un chico como él guste alguien como yo?
Tengo que pensar muy bien antes de dar ese importante paso. Debo asegurarme que sus intenciones son sinceras y buenas para no llevarme otra terrible decepción.
Él me ha jurado que no soy una apuesta desde el primer día y sinceramente deseo que sean ciertas sus palabras porque si esto llega a ser otra mentira, creo que no aguantaría.
Como habíamos concretado hoy en la tarde exactamente a las once de la noche desbloqueé el número del inepto del WhatsApp e inmediatamente mi casilla de mensajes se llenó de sus stickers cuando le avisé
Ya cumplí ahora tu cuéntame ¿Por qué te llaman Nemo?
Inepto: Promesa es promesa mi linda Ángel, pero después que te cuente no te vayas reír de mi.
No prometo nada. Cuenta o si no te bloqueo.
Inepto: Noooo por favor. Bien te voy a decir cálmate mi pequeño saltamontes.
Bueno.
Inepto: ¿Te puedo llamar?
Trago a fondo nerviosa y me llevo una mano el pecho, siento un vacío en el estómago.
Dios, no he oído aún su voz y como me pone.
Bueno.
Mordí mi labio inferior viendo cómo repicaba y miro al techo de mi habitación, respiro hondo y con los ojos apretados contesto.
—Hola.
—Te voy a contar espero no te rías.
—C-cuenta.
—Cuando era niño en varias ocasiones me les perdí a mis padres —comienza y adapto una mejor posición para escucharlo, mi corazón seguía a mil.
—Una vez me quedé dormido dentro de la cesta de la ropa sucia y nadie se dio cuenta, pasaron horas buscándome por toda la casa, llamaron a los vecinos y recorrieron todo el barrio buscándome -pausa y mi mente hace una idea, sonrío— .Mi hermana por alguna razón fue al cuarto de lavado y me encontró allí, bien dormido y con la caja de oreo envuelta en mis brazos.
Se ríe divertido.
—Pobre de tu familia.
—Y otra vez fue en una tienda de video juegos —continua—.Entré y nadie se dio cuenta, me buscaron por todos lados, cerraron el centro comercial, llamaron a seguridad, me llamaron por las bocinas y como yo estaba tan entretenido no escuché que me llamaron.
Hago una negación
- El dueño de la tienda avisó que yo estaba allí y vinieron a buscarme. Casi los mato a los tres -suspira-Y desde ese entonces mi madre me llama Nemo. Buscando a Jack-suelta la carcajada -. He cumplido, así no me bloquees.
Rio.
—Que linda historia y que mal susto le hiciste pasar a tus papas ¿eh? —carcajea, dios mío su risa —. Gracias por contármela.
—¿Ya te vas a dormir? —pregunta cuando bostezo.
—Tengo que madrugar.
—Quédate un ratito más, adoro oír tu voz.
—Voy a dormir, es hora que tú también.
—¿Soñarás conmigo?
—Ajá.
—Yo si soñaré contigo —sonrío inevitable— . Los dos en la playa, corriendo, cómo dios nos trajo al mundo, besándonos, haciendo hijos....
—Buenas noches pervertido, asqueroso.
Carcajea.
—Buenas noches antipática malpensada.
—Adiós.
—Hasta mañana Ángel, descansa.
—Tu igual.
***
Después de salir de la nutricionista mamá me llevó a la Universidad, no tuve tiempo de ver las ultimas clases, las que perdí, así que Florencia me hizo el gran favor de prestarme sus apuntes, lo cual agradezco enormemente, sigo pensando en lo mal que me comportado con ella y me quiero golpear.
Unas manos cubren mis ojos y nublan mi vista haciendo sobresaltar sobre mi sitio, el olor único de su loción impregna mis fosas nasales y no tardo mucho en reconocer quien había tapado mi vista.
—¿Adivina quién soy? —cambia la voz para que no reconozca, pero es evidente que es él, nada con el olor de su perfume.
—Nemo —se ríe muy cerca de mi oreja, hasta hacerme estremecer un poco.
Dios mío.
—Qué alegría verte por aquí —subo la vista y me encuentro con sus enigmáticos ojos verdes.
Los bordes de sus labios se alzan y estrecha su mano en mi dirección. Sonrío y con la vista puesta en nuestras manos, respondo al saludo.
—Florencia le prestó un pendrive a un chico de aquí y me pidió que la acompañara —explico.
—¿Qué te dijo la nutricionista? —pregunta.
—Me dijo que estaba bien y que tenía que seguir haciendo la dieta —digo orgullosa.
—Pensé que venias a verme —hace un puchero y toma distancia.
—No.
—Pero algún día lo harás.
—Ajá.
—¡Oye!
Rio.
—¿Me visitaras algún día?
—Ya terminé mi última clase.
—Responde maleducada.
Viro los ojos.
—Si, tal vez— respondo malgeniada—-. Pero no es seguro.
Sonríe satisfecho.
—A mí todavía me falta una materia—manifiesta fatigado —. Me voy contigo, la clase de hoy no es tan importante.
—Si quieres graduarte tienes que asistir a tus clases —le aconsejo-. Así que no faltes.
—Quería pasear contigo.
—-En otra ocasión.
—¿Me lo prometes?
—¿Y tú me prometes asistir a todas las clases por muy aburridas que sean?
—Así me muera de aburrimiento lo haré— sonrío—. Por ti.
—No, no, no lo hagas por mí —lo corrijo—. Hazlo por ti, por tu familia personas que son importantes en tu vida.
—Tu eres importante para mi vida desde el primer día que te vi —dio un paso hacia adelante y se inclina hacia mi cara paralizando cada metro de mi sistema.
Unas manos bien arregladas lo alejan a pocos centímetros de mis labios.
—Esther —reclama adolorido,
—Oh, Hola, Cari ¿Cómo estás?
—Ho-hola —saludo apenada.
—Este idiota casi mete la pata hasta el fondo —miro confundida a los dos—Él nos contó todo y lo estamos ayudando a ser paciente-sentí recorrer cada célula de mi cuerpo con su confesión —. Pero parece que no entiende que es la paciencia.
— Le iba a dar un beso en la frente —Esther ríe sarcástica.
—¿Cómo estas Cari? ¿Y eso que estas por aquí?
—E-estoy acompañando a Florencia -explico.
Florencia se integra.
-Buenas tardes -saluda amigable y le presento a Esther, ellas se saludan y nos despedimos de los dos haciendo un ademan con la mano, no hablamos mucho porque ellos tenían que irse a su siguiente clase.
Salimos de la facultad de audiovisuales y tomamos el mismo taxi hacia nuestro barrio, antes de tomar rumbo hacia mi hogar, Florencia me prestó su grabadora, me quedé sin palabras y me dijo que había grabado la clase para mí.
La abrazo y ella ríe en mi hombro, me sentía apenada y atenta al mismo tiempo, dios mío eso había sido tan bonito, hace mucho que no experimentaba que alguien se preocupara por mí.
La invité a mi casa como muestra de agradecimiento, la nutricionista me dio permiso de comer azúcar y para festejar un poco, después de días de tortura, decidí hacer brazo gitano.
Pasamos una tarde entre amigas, vaya es extraño volver a mencionar esa palabra, pero eso es lo que ella ha sido para mí una amiga de verdad. Cuando mis padres llegaron no dude en presentarla, la invitamos a cenar.
Mamá estaba feliz y mi padre extrañado, también pero muy feliz.
Días después...
Jugaba charadas en el campus de mi facultad con el intenso del inepto, tenía que leer, pero él insistió que jugáramos para relajarme, estaba demasiado tensa y nerviosa, dentro de poco tengo prueba y siento que no se nada.
—Eres una chica inteligente y yo sé que vas a pasar esa prueba —hice una mueca insegura —. Oh vamos Ángel, todos estos días te la has pasado leyendo y casi no me prestas atención.
—No vengas.
—¿Cómo me dices eso? Hieres mis sentimientos —dramatiza—. Lo que más amo es estar aquí contigo, aunque sea oyéndote leer.
—¿Y no te aburre? -inquiero.
—¿Y por qué debería?
—Pensé que lo era.
—No eres aburrida, eres alguien interesante y me la paso bien a tu lado.
Parpadeo sorprendida.
—Ayúdame un poco por favor y luego jugamos.
—¿Y cómo quieres que te ayude? —pregunta.
—Voy a interpretar lo que dice allí.
—Esta bien —se coloca cómodamente sobre el césped y deja el teléfono a un lado. Tomo un respiro y comienzo, el inepto agacha la cabeza —. Espera— suelto el aire retenido y lo miro obstinada.
—¿Todo esto es estudiado tal como está aquí?
— No —llevo un mechón hacia atrás—. Todo eso es un resumen de mis propias palabras y solo quiero saber si lo estoy diciendo bien, si se entiende lo que dice.
—Ah, perfecto.
—Bueno —froto mis manos sudorosas y comienzo a hablar.
Luego de presentar mi examen que estuvo bastante difícil me dirigí a los baños de las mujeres, estuve conteniendo los esfínteres a causa de los nervios que al entregar mi examen volé hacia los baños.
Salgo de ellos después de esperar como cinco minutos, había una fila de chicas de primer año queriendo entrar. Recorrí el largo y frío pasillo que me conduce hacia salida de mi facultad. Mi cuerpo brinca asustado y llevo una mano al pecho. Un grupito de jóvenes pasó por mi lado y se me quedaron viendo cuando pegué el salto.
Al final del pasillo se encontraba Jack Grey recargado sobre una de las columnas del pasillo. Su cabeza miraba hacia un punto ciego, parecía distraído. Frunzo las cejas extrañada al verlo llevarse un cigarrillo hasta los labios, no me había percatado del humo que lo rodeaba hasta que lo vi una bocanada grande, me acerco sigilosa memorizado el día que hablamos en la heladería.
Me acerco sin hacer ruido, abanicando con las manos todo el humo que me envolvió. Aguanto la respiración y cuando levanto la mano para tocar su hombro, gira su cuello en mi dirección y sus orbes se expanden. En cuestión de segundos lanza hacia la nada el pedazo de cigarrillo que le quedaba.
—¿Cómo te fue?
—Supongo que bien —lo observo detenidamente, sintiendo como el aire limpio llega a mis pulmones —. ¿No eras alérgico al humo? Fumar es fatal para ti.
Hace una mueca moviendo la cabeza de lado a lado.
—Te juro que desde que te dije que no lo iba a hacer, no he vuelto a fumar y sé que soy alérgico a esta mierda-se apresura a explicar —. Sólo estoy tenso ¿Me puedes acompañar a traer joe's? Necesito comprar algunas cosas que faltan.
—¿Por qué estas tenso? —lo miro intrigada.
Sus manos viajan hacia su cabello y bota aire mientras niega con la cabeza.
—Tener toda la responsabilidad de la casa me pone tenso y más cuando hay cuentas que pagar —lo miro con pesar, debe ser duro tener que lidiar con todo eso, pero no puede calmar sus ansiedades con cigarrillos debe haber una manera que él pueda calmar todo ese estrés —. ¿Me acompañarás?
Asisto sin vacilar y seguidamente me quita el bolso, insta que tome la punta de la cinta métrica y se aleja para tomar distancia.
—No fumes —aconsejo y sube la vista en mi dirección —. Si quieres calmar tu ansiedad, toma un té o da una vuelta en carro, pero no fumes porque mientras calmas tu ansiedad estas cavando tu tumba.
—No-no es tan fácil Ángel.
—Entiendo—me mira fijamente —.Es lo que me pasa con la comida, pero yo pongo todo mi empeño y créeme que, si se tiene control, no es fácil, pero si se puede.
—Lo intentaré.
Sonrío y miro hacia otro lado cuando seguía su mirada clavada sobre mí.
Me adelanto unos pasos.
—¿Podemos ir por un helado o unas malteadas antes de ir al supermercado?
—Mejor unas malteadas —respondo por encima de mi hombro.
— Perfecto vamos.
—Gracias por preocuparte por mí.
—Para esos son los amigos ¿no?
—Tú sabes muy bien que yo quiero ser más que eso.
Sonrío mirando hacia abajo.
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