CAPÍTULO II • Sombra de la muerte •


Desde el día en que Madam Fiora fue encarcelada, el burdel, por primera vez desde su creación se había mantenido con las puertas cerradas.

Las trabajadoras, que vivían dentro, aún no lograban comprender porque se la habían llevado. El día del funeral de los padres de Eleonor, cuando estaban regresando, vieron a lo lejos como los guardias reales se llevaban a quien prácticamente se volvió una madre para ellas, pero ni siquiera las dejaron acercarse para preguntar si necesitaba algo, y aquella actitud poco empática por parte de los guardias se había repetido cada vez que iban a visitarla.

No les daban motivos claros, se negaban a darles una explicación y lo único que tenían para darse una vaga idea del porque, eran los chismes del pueblo que únicamente tenían el objetivo de desprestigiarla.

Sabían que Fiora era una mujer de carácter fuerte con quien debías elegir cuidadosamente tus palabras a no ser que te quisieras ganar su desprecio. Pero no era alguien mala, la vida la había enseñado a endurecer su carácter por todo lo que tuvo que pasar desde una edad tan temprana.

Y pese a ser una noble, ella jamás las menospreció y siempre fue amable y cortés. Era una Hanoun que siempre estaba pendiente de las carencias y necesidades de las demás.

Esa tarde se encontraban reunidas en el salón comunal, donde normalmente ellas, Fiora y Elinor convivían y realizaban algunas celebraciones.

—Me gustaría ir e intentarlo nuevamente —dijo Dinet mientras tamborileaba sus garras sobre la mesa.
—Ni aunque vayamos todas juntas nos dejan entrar —le respondió su compañera mientras sujetaba con delicadeza su mano—. Lo mejor que podemos hacer es esperar.
—¿Y si algo malo llega a pasarle a Madam? —preguntó, las demás agacharon la mirada— Me preocupa demasiado que ni siquiera nos expliquen porque está en la cárcel.
—La justicia es el lujo de unos pocos —respondió otra desde la esquina contraría mientras bajaba el libro— Si la misma guardia real fue por ella, significa que alguien del palacio mandó a aprisionarla.
—¿Crees que la culpen de la muerte de los padres de Elinor? —preguntó una de cabello castaño mientras se giraba en dirección a Dinet.
—¿Habrá sido la hermana de Elinor quien mandó a aprisionarla? —preguntó otra de cabello negro.
—¿Cómo podrían asumir que Madam hizo tal atrocidad? —cuestionó la líder de todas mientras se cruzaba de brazos.
—Ya te lo dije, Dinet, si los mismos guardias de los Wolfgang vinieron hasta acá, es porque claramente Eleonor tuvo algo que ver.
—La verdad yo desconfiaría más de Elinor —respondió una híbrida de cabello rubio que hasta el momento se había mantenido callada—. ¿No les resulta extraño que haya desaparecido? Es demasiada coincidencia que sus padres hayan muerto y ella se haya echo humo. Madam Fiora jamás hubiera podido matar a alguien, pero de Elinor no sabemos nada, ni siquiera sabemos cómo fue que llegó acá.

Luego de escuchar a la muchacha las demás se mantuvieron calladas y comenzaron a observarse unas a las otras con preocupación. La idea no era tan descabellada del todo. Habían convivido con Elinor, pero la Hanoun era un verdadero misterio para ellas y era la única de la que podrían dudar.

—No la estoy culpando... ¿Sí? —respondió casi de inmediato al ver como Dinet la observaba.
—Les recuerdo algo —Dinet alzó la voz sobre el cuchicheo del resto y ellas inmediatamente se quedaron calladas—. Elinor nunca ha salido del burdel, por alguna extraña razón le tiene miedo al exterior, y TODAS, somos testigos de eso. Si no estaba encerrada en su alcoba, estaba en la de Madam o con nosotras conviviendo. Es una de nosotras —sentenció—. Si aún no aparece es porque posiblemente Fiora le dijo que escape, ella no está registrada en las actas de nacimiento, si la veían, posiblemente la hubieran culpado de inmediato.
—¿No estuvo registrada en las actas? —preguntó la que había lanzado el comentario malicioso— Pero si Eleonor fue registrada lo normal es que ella también ¿No?
—Elinor es un misterio para todas, lo único que puedo decirles, es esto. Es la única cosa que Fiora alguna vez compartió conmigo, no puedo darles otro tipo de explicación.
—Siendo ese el caso ¿No sería la que más motivos tendría para asesinar a sus padres? —preguntó la rubia— Digo, después de escuchar lo que acaba de decir Dinet me surgen más dudas.
—Pues yo creo que sus padres la vendieron —contestó una de cabello castaño.
—¿La vendieron? —preguntó otra de cabello blanco.
—Sí, por alguna extraña razón sus padres solo se quedaron con Eleonor.
—¡Suficiente! —Dinet golpeó la mesa con fuerza y todas ser callaron—. Piensen un poco ¿Qué sentido tendría que Elinor lo hubiera hecho? Aquí dentro se encontraba segura, ¿Cómo cometería un acto tan estúpido como ese? Estaría exponiéndose, y la paz en la cual vivía, se esfumaría.
—Solo estamos dando nuestro punto de vista —le respondió una al sentirse ofendida.
—Pues antes de hablar muérdanse la lengua —les dijo con dureza y no pudieron evitar agachar la mirada levemente—. Conozco a esa niña desde que vino, y ella, a diferencia de su hermana, es una Hanoun buena.
—¿Entonces pudo haber sido Eleonor la asesina? —preguntó otra que hasta el momento se había quedado callada.
—¿Con que fin lo haría? —la de cabello castaño bufó—. Sus padres estuvieron en su matrimonio, no tendría lógica que ella lo hubiera hecho, se veía que llevaban buena relación.

De pronto, aquella conversación se vio interrumpida por un sonido en particular que venía de la parte superior.

Las híbridas se miraron con preocupación mientras oían unos golpeteos sobre la madera. Juntas se levantaron de sus sillas y en grupo, comenzaron a subir peldaño por peldaño los viejos escalones del burdel, y luego pegaron sus orejas a los muros porque el ruido parecía provenir del interior.

—Viene del cuarto de Madam —dijo Dinet mientras emprendía la carrera a la habitación.

Al abrir la puerta las bisagras rechinaron, los golpeteos cesaron momentáneamente, pero en cuanto ellas dejaron de hacer ruido, nuevamente volvieron a empezar. Dinet fue la primera en acercarse al ropero, pegó una de sus orejas, y se dio cuenta de que alguien estaba tocando la superficie desde la parte trasera.

Dinet se posicionó al lado izquierdo y movió el ropero por su cuenta, en cuanto lo hizo el olor a polvo proveniente de lo que sea que hubiera dentro llegó a su nariz y provocó que estornudara. Las demás simplemente la observaban desde la puerta, y cuanto ella quitó el objeto del medio el cuerpo de Elinor cayó al suelo con fuerza.

En ese momento las demás se acercaron con prisa y la acomodaron en el suelo, Elinor traía la respiración entrecortada y tocía con fuerza debido a la aparente falta de aire. Su cuerpo estaba cubierto de lodo y tierra y su cuello estaba perlado en sudor.

—¡Elinor! —gritó Dinet mientras se agachaba a su altura, la pelinegra, quien estaba recuperando la respiración comenzó a sentarse con algo de ayuda— ¿Qué pasó? —le preguntó— ¿Cómo entraste allí?
—Fiora... me ayudó —dijo luego de inhalar una considerable bocanada de aire—. Ese día que vinieron por ella, me ayudó a escapar.
—¿Y porque no huiste? —una híbrida de cabello blanco se encontraba algo escéptica a sus palabras— ¿Qué te obligo a regresar?
—¿A dónde iría? —los ojos de Elinor se aguaron y la híbrida se sintió algo avergonzada—. No tengo a nadie a quien acudir, pese a que Fiora me dijo que escape y no regrese, no sabía qué hacer. Todo este tiempo me la he pasado escondida allí afuera, muriéndome de frío y hambre.
—Tranquila —Dinet la apegó a su pecho y acarició su cabeza con delicadeza—. Ya estas a salvo, volviste a tu hogar.

Elinor lloró un rato sobre el hombro de Dinet. Las demás se observaban unas a las otras con algo de incredulidad, no era que Elinor les desagradara, pero que ella hubiera posiblemente sido la causante del encarcelamiento de Madam Fiora, ya la volvía una persona no grata.

En cuanto Elinor se calmó lo suficiente decidieron bajar nuevamente a la sala común para que ella pudiera contarles que fue lo que pasó ese día. Aguardaron a que todas estuvieran sentadas, y una vez que Elinor ya se veía más calmada, la de cabello blanco decidió comenzar con las preguntas.

—¿Qué pasó ese día?
—Ya te lo dije, Fiora me ayudó a escapar porque vinieron los guardias.
—Esa parte la sabemos —recalcó con obviedad—. Lo que nadie nos dice hasta ahora es porque Fiora ha ido a la cárcel.
—Fue acusada de asesinado... por mi culpa —ella hipó—. Escuché poco desde el otro lado del ropero, pero aparentemente la estaban culpando por la muerte de mis padres.
—¿Por qué lo harían?
—Cuando... era niña, mis padres me vendieron a Fiora porque necesitaban dinero... esto sólo lo sabíamos Eleonor, mis padres y yo, pero los guardias por alguna extraña razón lo descubrieron. Fiora ya tenía una acusación por homicidio... es por eso que esta vez se la llevaron sin esperar a que pudiera defenderse.
—¿De qué estás hablando?
—Lo q ue dice Elinor es verdad —respondió Dinet mientras removía su cabello—. Esto pasó hace mucho y no tengo más detalles del porqué, pero aparentemente Madam asesinó a un noble que tenía unos gustos completamente depravados y horrorosos.
—¿Sabías esto y nunca lo comentaste? —preguntó la de cabello rubio.
—No podía, Kali, era la vida privada de Madam, si ella nunca se los dijo, a mi no me correspondía decirlo.
—Ella tiene razón. Kali, Reila —dijo la de cabello castaño—. Si Madam nunca lo dijo es porque formaba parte de su pasado, y todas las personas tenemos derecho a tener privacidad.
—Sé que todos merecemos privacidad, pero... mierda. Teniendo esto en mente hubieras podido abordar el problema de otra forma, ese día todas nos fuimos y la dejamos sola.
—¿Y quién hubiera podido anticipar que la guardia aprovecharía ese momento? —preguntó Dinet—. Incluso, aunque hubiéramos estado aquí, quien sabe que pudieron habernos hecho.
—Es mi culpa... —Elinor habló desde el extremo y sujetó sus brazos con fuerza mientras todas la observaban—. La guardia debió de preguntarle a mi hermana si no sospechaba de nadie... y ella debió de dar el nombre de Fiora.
—¿Y porque no dio el tuyo?
—Mi hermana no sabe que sigo viva... asume que morí hace tiempo, es por eso que jamás salí de estas paredes.
—Deja de hostigarla tanto Reila —exclamó Dinet ante la avalancha de preguntas—. Estando todas juntas otra vez encontraremos una solución. Lo importante es mantener unidas tal y cómo Fiora nos enseñó. Elinor —la nombrada la observó—¿Me ayudas a preparar algunas infusiones? Debes tener frío.
—Sí, claro... —le respondió ella de forma tímida.

Con tal de impedir que las demás siguieran bombardeando de preguntas a Elinor, Dinet decidió sacarla lo más rápido de allí.

Ambas se alejaron del salón común y llegaron a la pequeña y rústica cocina. Si bien todavía seguía preocupada por Fiora, el que Elinor se encontrara aparentemente sana y salvo le devolvía algo de tranquilidad a su alma.

—Perdón si te hicieron sentir incómoda —le dijo mientras colocaba la tetera de metal sobre la cocina de leños—. Es solo que, desde lo que pasó con Madam, están algo paranoicas. Yo si te puedo asegurar de que estoy muy feliz de que hayas regresado a casa, Elinor.
—Gracias —respondió ella de forma tímida—. Créeme que no fue fácil, el camino subterráneo es un laberinto, sentí que era la primera vez que caminaba por allí.
—No sabía que teníamos pasajes, aunque era de esperarse, este lugar es muy antiguo.
—¿Quieres que preparé la infusión? Tú podrías preparar algo para comer, me muero de hambre.
—¿Segura? —Elinor asintió— Está bien, creo que por aquí aún tenemos unas galletas que hice ayer.

Dinet comenzó a buscar entre los frascos, y luego de mover varios, por fin encontró el recipiente de las galletas, Elinor, por su parte, se encontraba preparando la infusión. Mientras Elinor se preocupaba por buscar las plantas para la infusión, Dinet tomó uno de los platos de la vajilla que recientemente les habían regalado y sirvió un gran puñado de estas allí.

Para cuando terminó y volteó a ver a Elinor, ella ya se encontraba sirviendo el líquido en las tazas de marfil que ella había dejado sobre la mesa.

—No sé si preparé la infusión correctamente —confesó la pelinegra—. Quizás me excedí con el uso de las hierbas ¿Podrías probarla?
—Creo que ya es tiempo de que aprendas a hervir y cocinar, Fiora no estará por un tiempo.
—Tienes razón —ella rio—, si es que no sabe bien, prometo hacerlo mejor la próxima vez.

Dinet tomó la taza por el haza y la alzó hasta su nariz, se dejó envolver por el aroma que emanaba. La infusión poseía un olor en particular, levemente dulce y mentolado. Hasta ese momento no había percibido ese aroma en particular en todas las hierbas que tenían en su dispensa.

Elinor se cruzó de brazos mientras le sonreía, Dinet le devolvió el gesto, luego, colocó la taza sobre sus labios y comenzó a beber del contenido que tenía dentro. Tan solo dio algunos sorbos pequeños, pero cuando terminó un suspiro de satisfacción escapó de sus labios.

—¿De dónde sacaste estas hierbas?
—¿De dónde? Pues de la pila de aquí —Elinor señaló una esquina donde había varias plantas separadas y catalogadas por nombre.
—Que raro, quizás el hierbero se equivocó en darme las plantas cuando fui de compras.
—¿Sabe mal?
—Por el contrario, sabe demasiado bien, quiero volverlas a comprar en cuanto se acaben, ya luego me dirás cual pila usaste para guardas algunas hojas.
—Desde luego.
—Vaya—dijo sorprendida—. Con esta pequeña cantidad, siento que mi cuerpo se ha relajado.
—¿Entonces, lo hice bien? —le preguntó mientras sonreía con satisfacción.
—Sí, está bien preparado. Felicidades.
—Gracias —dijo Elinor mientras le sonria ampliamente—. Me alegra oír eso.

Luego de que terminaron de servir las demás tazas las colocaron sobre una bandeja y se dirigieron nuevamente hasta el punto donde todas estaban reunidas. Dinet fue colocando las tazas al frente de cada una, quienes, al sentir el aroma de la infusión, ni siquiera esperaron a que las demás estuvieran sentadas para dar un sorbo.

Todas sonreían amenamente mientras conversaban disfrutando de aquel momento tan agradable, o al menos, todas menos Elinor, que no se había servido nada, y tan solo tomaba algunas galletas de manera desinteresada mientras veía como el resto terminaba el líquido de sus tazas.

—¿Por qué no te serviste nada? —le preguntó Reila, y todas la observaron.
—Es verdad, Elinor —le dijo Dinet—. Pensé que te habías servido una tú también.
—No puedo tomar eso —ella sonrío de una forma un tanto escalofriante mientras sus ojos brillaban con fuerza—. Yo, a diferencia de ustedes, necesito estar despierta para lo que voy a hacer.

Y tan pronto como ella terminó de hablar, fue como si activara un interruptor.

Dinet fue la primera en caer desmayada, su cabeza golpeó contra el suelo y retumbó en los pasillos del burdel. Las demás, al ver que la única que se mantenía quieta era Elinor, se pusieron de pie de inmediato, pero poco a poco cada una fue cayendo al suelo inconsciente, menos Reila, quien gateaba para alejarse lo más que podía de la peligrosa Hanoun.

En cuanto escuchó como Elinor se ponía de pie el pánico comenzó a crecer dentro de su cuerpo, pero por más que buscaba no quedarse formida, tan solo estaba prolongando lo inevitable. De un momento a otro comenzó a cabecear sin poder hacer nada para evitarlo.

—Maldita... bastarda —masculló con dificultad—. ¿Qué nos diste?
—Adormidera —le respondió Elinor de manera calmada mientras se agachaba a su altura— ¿Tiene un sabor delicioso, no lo crees?
—Te... pudrirás en la cárcel, algún día.
—No querida —ella sonrío con gozo mientras sacaba una navaja de su vestido—. La que se pudrirá, pero en la tierra, será otra.

Y tras decir esto, ella pasó la navaja de manera profunda sobre el cuello de la híbrida, inmediatamente un enorme chorro de sangre salió disparado hacia el frente. Reila comenzó a convulsionar y luego cayó al suelo, con las pocas fuerzas de las que aún disponía, sujetó su cuello tratando de parar el sangrado, pero todo fue en vano. El cuerpo inerte de ella terminó en el suelo mientras la sangre seguía saliendo a borbotones formando un charco a su alrededor.

—Durante la noche... los monstros vendrán.

La pelinegra comenzó a caminar en medio de los cuerpos dormidos, y uno a uno, fue degollándolos mientras cantaba una canción de cuna bastante aterradora y particular, una canción, que cuando era niña, inventó para poder ayudar a dormir a su hermana.

—Cuidaré tus sueños... con mi vida —en cuanto hubo una considerable cantidad de sangre acumulada en la punta, su lengua pasó por la navaja y se deleitó con el sabor ferroso—. No trates de huir, porque te encontraran... sólo déjate llevar... por mi melodía y mi cantar.

Poco a poco la vida de todas las flores del jardín de Fiora se fue apagando, siendo Dinet la única que Elinor dejó con vida. La pelinegra una vez que estuvo delante de ella la observó con detenimiento de forma neutral.

La sujetó del cabello y lo arrastró hasta la entrada, luego volvió a tomar la navaja y realizó algunos cortes no demasiado profundos en sus brazos y su rostro. Necesitaba que se viera lastimada, pero no quería que muriera desangrada.

Luego de hacer esto retrocedió y abrió las puertas de los cuartos, tomó las botellas de alcohol que reposaban sobre las repisas y fue estrellándolas sobre el suelo que tenía una alfombra. Repitió esto por todos lados, y únicamente guardó una botella para bañar a las híbridas con alcohol.

—Vuela conmigo... algún lugar, juntas por siempre, debemos estar.

Mientras seguía con su canción, comenzó a lanzar cerillos encendidos, rápidamente, el fuego comenzó a crecer llevándose consigo las cortinas, los muebles de madera, y el cuerpo de las híbridas.

—Y si una cae, la otra también caerá... y si una muere, ambas morirán...

Tomó un cerillo de la cocina, caminó a la entrada de las habitaciones, y tiró la mecha encendida mientras nuevamente se dirigía al pasadizo detrás del ropero.

En cuanto los pobladores se percataron del humo proveniente del burdel las campas comenzaron a sonar, y al igual que ocurrió en el asesinato de los padres de las gemelas, todos los híbridos de los nobles fueron obligados a ayudar a la guardia real.

Z E F E R

Una vyla de emergencia llegó desde el pueblo dando aviso del incendio del burdel de Madam Fiora. Jaft y yo subimos inmediatamente al carruaje y fuimos a ver que es lo que había originado el siniestro.

En cuanto llegamos, los guardias estaban arrastrando un cuerpo desde la entrada que era el último lugar que estaba siendo consumido por el fuego. Reconocí a la híbrida de inmediato, era una de las trabajadoras más antiguas que tenía Fiora en el burdel. Uno de los doctores se acercó y comenzó a hacerle respiración boca a boca, aparentemente no poseía heridas de gravedad, pero sus brazos sangraban y tenían algunas quemaduras, a esto se le sumaba el hecho de que estaba presentando dificultades para respirar.

—¿Dónde están las demás? —le pregunté a uno de los guardias que se encontraba libre.
—No lo sabemos, mi señor. Ella es la única que se encontraba cerca a la entrada, no podemos ir más allá a causa del fuego.
—¡Traigan agua! —gritó uno de los híbridos mientras el letrero de la entrada caía consumido por el fuego.

Aproveché la situación para coger uno de los baldes y mojar su cabeza, poco a poco había comenzado a reaccionar, pero inmediatamente comenzó a retorcerse producto del dolor que sentía.

—¡Tráiganme una camilla! —grité, captando la atención de todos quienes me miraban escépticos— ¿Qué están esperando? ¡Háganlo ahora!

Las personas que se encontraban cerca de nosotros comenzaron a correr y trajeron consigo lo que solicité. En cuanto el guardia regresó me ayudó a depositarla en la parte superior, ella se retorcía así que el curandero tuvo que sujetar sus brazos conforme nosotros íbamos avanzo rápidamente hacia el consultorio.

—Yo me quedaré y ayudaré con el fuego —me dijo Jaft desde una cierta distancia.
—Te veo luego en el consultorio —asentí, y luego continué con mi camino.

En cuanto entramos a la pequeña cabaña la ayudante del curandero nos recibió y nos guio de inmediato a una de las habitaciones, al llegar pusimos con cuidado a la híbrida sobre la camilla, el curandero me dijo que la sujetara en lo que iba a desinfectarse las manos así que les hice caso.

Ella lloraba, lo único que pude hacer en ese momento era acariciar su cabeza para tratar de tranquilizarla. Quería ayudarla, verla tan mal herida me recordaba a aquella vez que Clematis estuvo herida en Demarrer.

—Tranquila, estarás bien —le dije mientras sonreía levemente, ella analizaba el entorno donde se encontraba—. Ahora te atenderán, aguanta un poco más.
—Ayu... Ayudenlas —masculló de forma pausada mientras trataba de respirar—. Esta... Están adentro, por favo... por favor, salven a mis hermanas.
—Las van a ayudar —mentí—. Ahora tenemos que curarte.
—F... Fue ella...
—¿Sabes que te hizo esto?
—S... Sí

Ella comenzó a llorar de manera descontrolada mientras se mordía su labio. Era obvio que mucho más allá del dolor físico, la herida que llevaba dentro de su corazón era mucho más profunda y letal.

—¿Quién fue? Puedo ayudarte si me lo dices, no dejaré que esto quede impune.
—El... Elinor, fue Elinor... es mala... igual que su... su gemela.
—¿Elinor? ¿Elinor que?
—E... Elinor Wolfgang... La gemela de la esp... esposa del amo Jaft.

Ella continuó retorciéndose sobre la camilla, yo no pude decir nada más después de eso. La habitación comenzó a darme vueltas. Por alguna extraña razón comencé a sentirme extremadamente mal.

Ahora las cosas calzaban, la persona que conocí hace años, y de la que me enamoré, no fue Eleonor.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top