Ciento trece
Noelia corrió por la calle hasta alcanzar a Evangelina, y la tomó del brazo para voltearla.
—¡Eva! —la llamó, visiblemente consternada.
—¡¿Que hacés?! ¡Me estás lastimando, soltame!
Franco intervino tomando a Evangelina por los hombros, y alejándola de Noelia.
—Decime ya qué viste. Lo que sea tiene una explicación, yo le vendo cosméticos a su madre...
—Y evidentemente juntos hacen la prueba de resistencia de los labiales —la cortó.
Tanto Franco como Noelia quedaron en silencio, Evangelina sacó su teléfono y reprodujo el video que grabó dentro del auto, en el momento en que llegaron a La Plata. Franco conducía despacio por la rotonda de entrada a la ciudad, al bajar de la autopista, y Evangelina filmaba a Ismael junto al letrero de bienvenida a la ciudad. Justo detrás de ese cartel, cuando ella hizo zoom para mostrarlo a detalle, se veía claramente una pareja robándose besos como dos adolescentes.
Y Noelia vestía igual que en ese momento.
Evangelina sacó una captura al video, y al hacer zoom su rostro estaba más que claro.
—A todo lo que te dijo Franco, le sumo este video. Entonces, resumiendo, te la voy a dejar barata: hagamos de cuenta que nunca discutimos en Navidad. No me jodas, no hables ni opines de mí o de Franco, y tu pequeño secreto queda guardado, ¿sí? Aunque me dé pena por el pelotudo de mi primo, porque sí te quiere de verdad.
—Hecho. Me voy, porque Martín se va a preocupar.
—Saluditos —dijo Evangelina de manera irónica, y luego suspiró ruidosamente.
Franco todavía seguía pasmado por lo que acababa de pasar. Veía a Noelia alejarse a pasos cortos y apresurados, y a Evangelina con el pecho inflado de orgullo.
—Mierda, te estás juntando demasiado conmigo y con Bruno.
—Se lo merecía. Siempre me odió por tener un marido famoso, y ahora está peor porque no solo sos famoso, sino que encima sos millonario. Igual le voy a contar a Martín, pero no ahora, no es momento de sumar otro quilombo. Volvamos, que ya perdimos bastante tiempo y se van a preocupar. Además se hizo súper tarde y todavía tenemos que volver a capital. No nos va a quedar tiempo para las masitas.
—¿Qué tiene? Mañana no vamos a la oficina, tenemos algo mucho más importante que hacer. La cita con la inmobiliaria, ¿te acordás?
—Mi amor, tengo un montón de trabajo atrasado —protestó—. No puedo creer que el CEO sea tan irresponsable.
—Okey, hacemos lo siguiente. Apenas encontremos nuestro departamento, si sobra tiempo te vas a la oficina, y yo me voy con Daniel a instalar su setup. Quiero que me extrañes un poquito, así el reencuentro sabe mejor.
Sellaron el pacto con un beso en plena calle y volvieron a paso lento a la casa. En el tiempo que quedó, Evangelina aprovechó para blanquear que estaba viviendo temporalmente con Franco y Bruno, porque Daniel había vuelto al departamento luego de que lo despidieran por su culpa. Y ante la pequeña incomodidad de Mauricio, Franco se apresuró a explicar que sería temporal, y que ya estaban buscando un departamento.
Pero lo que más le sorprendió al hombre, fue que Franco le pidiera la mano de su hija.
—Estoy tan, pero tan enamorado de Evangelina, que quiero hacer todo bien, en orden. Apenas salga su divorcio me quiero casar con ella, si usted me lo permite, por supuesto. A cambio, le regalo el nieto.
—Conociendo a mi hija, aunque te diga que no, vas a ser mi yerno igual. Así que, ¿para qué les voy a poner trabas? —Todos rieron por la gracia de Mauricio al hablar—. Además ya me encariñé con los tres, mientras no se separen ellos...
—Nos vamos a casar pronto —informó Bruno—. Y por supuesto, están invitados.
—Entonces... Dense un besito, así me voy acostumbrando —pidió Mauricio, para sorpresa de todos—. Chiquito, eh, tampoco la pavada.
—¡Ay, papá! —protestó Evangelina.
—Evi, entendé que tu papá es de otra generación —explicó Franco con dulzura—, deberías aplaudir su voluntad de adaptación y acompañarlo a su ritmo.
Ismael se sentía incómodo, pero Bruno lo hizo fácil, acarició su rostro y dejó un pequeño beso, que Franco y Evangelina celebraron. Luego de un rato, las parejas abandonaron el hogar de nacimiento de Evangelina, con la promesa de volver a reunirse en Lanús para que los consuegros pudieran conocerse. Y habían comido tantas cosas ricas en la visita, que ninguno tenía apetito al llegar a Puerto Madero, y se despidieron hasta el día siguiente en el living del departamento.
Apenas Franco cerró la puerta de su habitación, puso música a un volumen aceptable para tapar todo lo que planeaba hacer en su baño privado, y así optimizar los tiempos para poder descansar apenas sus cuerpos toquen el colchón, una vez que ambos saciaran toda esa falta de demostración de amor que tuvieron durante todo el día.
Los esperaba un duro lunes.
La primera discusión del día fue cuando Evangelina intentó vestir aquel traje gris para la reunión con la inmobiliaria, sabía que visitarían departamentos dentro de la torre Alvear, y quería lucir elegante y sofisticada. Pero Franco volvió a exigir a su Evangelina de La Escondida, alegando que sus estirados vecinos debían acostumbrarse, así como se acostumbraron a verlo a él deambular entre tanto lujo vestido de joggins.
Las dos opciones más claras que tenían era un dos ambientes, en los primeros pisos de la torre, o el de tres ambientes, un poco mas arriba. Sin embargo, todo era demasiado para Evangelina.
—Sigo pensando que es una locura que me alquiles algo acá —expresó en un momento en que el agente inmobiliario los dejó a solas, en el departamento más grande—. ¿Por qué no vamos a ver departamentos normales como cualquier hijo de vecino?
—Quiero tenerte cerca, Evi. Esperé mucho para tenerte, dame el gusto, ¿sí? Ya sé que para vos es una locura de guita, pero para mí es un vuelto. Podríamos tener avión privado, una colección de autos de lujo, casas en todas partes del mundo como cualquier magnate... Y sin embargo, cada uno tiene su auto, yo ando en un 208, y a duras penas me compré el departamento de Uruguay. ¿Te parece que somos excéntricos si solamente gastamos en lo que realmente necesitamos? Y esto lo necesitamos, Evi —enfatizó.
Evangelina se mordió el labio y bajó la cabeza. Era cierto lo que decía, podía ser un magnate loco de poder, y sin embargo era más sencillo que Daniel.
—¿Y entonces? ¿A vos cuál te gusta más? —preguntó, levantando la cabeza.
—Este más grande, siempre pienso en el momento en que seamos tres. Mientras tanto, la habitación sobrante puede ser un estudio, un depósito, o lo que quieras.
—Es demasiado para mí sola, de solo pensar en el momento de limpiar ya me da un ataque de nervios —rio.
—Lo más probable es que lo haga Estelita.
—De ninguna manera —expresó determinante—, no pienso sobrecargar de trabajo a esa pobre señora, suficiente con tu palacio en la punta de la torre. Lo voy a hacer yo, y me vas a ayudar.
—¿Entonces es un sí?
—Nunca pude decirte que no —deslizó con una sonrisa.
Evangelina miró a su alrededor, y comenzó a pensar cómo llenaría tanto espacio mientras caminaba mirando su nuevo hogar, hasta que Franco la abrazó por la cintura.
—Gracias por completar mi vida y hacerme tan feliz —susurró en su oído.
Evangelina se giró para quedar frente a Franco, y se colgó de su cuello mientras él todavía estaba abrazado a su cintura.
—Gracias a vos por salvarme siempre.
Se besaron hasta que sintieron la presencia del agente inmobiliario cerca de ellos. Franco confirmó la elección, y solo quedaba cerrar la operación.
—¿Al final te vas a la oficina?
—Sí, quiero terminar hoy con los paquetes, así después nos queda más tiempo para llenar este departamento.
—¿Querés almorzar antes de irte?
—No, por eso me voy ahora, así alcanzo a los chicos antes de que salgan a comprar comida. Ocupate de esto y de lo de Daniel, me gusta eso de extrañarte. ¿Nos vemos a la noche?
Se despidieron allí, en su nuevo departamento, y cada uno siguió con lo que tenía planeado para el día.
Franco cargó todo lo que había comprado el sábado en el baúl de su auto, y le avisó a Daniel que iba para su casa. En lo único que había invertido el periodista fue en un escritorio para colocar la computadora que Franco armó frente a sus ojos, con una destreza impresionante para Daniel. Una vez que todo estuvo instalado y probado, Franco colocó un contrato sobre la mesa para que Daniel leyera y firmara.
—¿Y esto?
—Formalidades. Vas a publicitar nuestra marca, entonces el departamento de legales armó este acuerdo con los puntos que tenés que cumplir, lo que podés decir y no, el detalle del producto que vas a publicitar... Leélo con calma mientras termino de configurar la máquina.
Daniel tomó el documento y revisó cuidadosamente cada punto, y uno en particular llamó su atención.
—Acá dice que no puedo hablar de ustedes dos, solamente del producto y la empresa.
—Bueno, sí... Ese punto lo pusieron por todo lo que pasó últimamente.
—Entonces, ¿no estaría incumpliendo el contrato si estás en mi primera transmisión?
—Revisá la fecha de vigencia.
—La semana que viene —confirmó, luego de encontrar el punto.
—Exacto. Además, todavía no tenés las gráficas con la marca para el canal, así que aprovechá esta semana para aprender a manejar Twitch y el stream deck.
—¿El qué? —soltó, entre risas confundidas.
—Esto. —Franco le señaló la pequeña consola con botones—. Pensá que acá estás solo, no hay productor, director, camarógrafos, y con esto vas a manejar todas esas cosas que le dan magia a la transmisión. Te voy a mostrar, si me acuerdo la contraseña de mi canal.
Franco configuró rápidamente algunas cosas en el stream deck, instaló un juego simple desde la tienda de aplicaciones, y finalmente comenzó la transmisión en su viejo canal de Twitch, aquel que solía usar años atrás para jugar sin interactuar con la audiencia, solo para que le soplaran ayudas en el chat.
Y Daniel estaba sorprendido cuando el chat empezó a volar.
Franco jugaba una partida de bingo, y cada tanto presionaba los botones sin mirar la consola. Los efectos en la transmisión eran inmediatos, desde zócalos con los mensajes del chat, hasta transiciones entre la cámara y la pantalla de la computadora. Y el mensaje que más se repetía entre los destacados era el mismo.
Ese es Daniel Grimaldi????
Qué carajos!!! El actual y el ex juntos!!!
De qué me perdí?
Qué clase de multiverso es este???
Y si en realidad son trieja???
—Tranquilos, pronto van a entender —aclaró, sin mirar directo a cámara—. Que juego de mierda —refunfuñó, y luego cerró la aplicación—. Amigos, esto era simplemente una prueba, no pensé que todos estarían ahí, del otro lado.
Y en ese momento, el chat viró por completo.
OMG!!! Su voz!!!
Hasta que al fin habla, siempre pensé que era mudo.
Tiene que ser Bruno, chat. Sino no se explica.
De jugar GTA a Bingo Blitz... O es Bruno o Franco se devaluó.
Paren todo!!! Alguien puede pensar en ese vozarrón que tiene??? Me empapé, hermanas!!!
Y es sonrisa, por Dios... Franco, nos vas a matar a todas.
Efectivamente, Franco leía el chat incrédulo y con una sonrisa de boca abierta, jamás pensó que sus seguidores seguirían allí, pero evidentemente la notificación del canal activo atrajo a esas más de diez mil personas que lo miraban jugar en las noches, cuando Chanchi iba camino a convertirse en un unicornio.
—Me tengo que ir, amigos, pero pronto nos veremos. Tal vez una de estas noches prendemos y seguimos jugando GTA en casa, como en los viejos tiempos. Los quiero.
Franco tiró un beso a la cámara y cortó la transmisión, se giró con la silla y miró a Daniel, que todavía no entendía lo que acababa de pasar.
—Esto es básicamente lo que tenés que hacer, solo que en tu caso vas a hablar a la cámara, quizás mostrar algún resumen deportivo, o lo que quieras. Tu productor es él —indicó, apoyando la mano en el stream deck—, y vos decidís los tiempos. Querés estar una, dos, tres horas... El tiempo es tuyo. Ganate al público, y cuando menos te lo esperes te van a volver a buscar para la televisión.
—Voy a hacer una cuenta de prueba para ponerme a jugar con todo esto, es la mejor forma de aprender, sin quemar la cuenta que utilizaré. Y si me surge alguna duda te escribo.
—Cuando quieras.
Daniel despidió a Franco deshecho en agradecimientos hasta el viernes a la tarde, fecha en que harían la primer transmisión. Pero antes de que se fuera, la pregunta era inevitable.
—¿Y Eva? ¿Cómo está?
—Bien, en mi departamento hasta que nos entreguen el nuevo. Lo compré esta mañana y es mi regalo de compromiso, sé que cuando se entere que no lo alquilé me va a matar. Pero como nos vamos a casar apenas se divorcien, necesitamos nuestro espacio.
La cara de Daniel se transformó en dolor, pero no podía objetar nada, era consciente de que había hecho todo mal, y esas eran las consecuencias de su error. Solo le quedaba una cosa por hacer.
—Ahora me toca a mí decirte esto: la veo derramando una sola lágrima por tu culpa, y te desfiguro la cara a trompadas, ¿entendiste?
Franco se abalanzó sobre él y le dio un gran abrazo antes de irse. Y por más que intentó ir a comprar algunas cosas para su nueva residencia con Evangelina, ya no tenía tiempo de equipar el departamento antes de que ella volviera de trabajar.
Hizo una escala en Galería Jardín, se compró su propio stream deck, y volvió a su departamento decidido a matar el tiempo hasta que llegara Evangelina.
—¿Me extrañaron? ¿Listos para jugar un juego de verdad? Prepárense porque ahora sí vamos a interactuar.
Dato random: En multimedia dejé una canción de Suena Supernova, una banda lanusense que me encanta. Ahora bien. Yo me inspiré en el look del cantante para el flequillo de Franco. En el video la canción de este capítulo no se nota mucho porque tiene el pelo más largo, pero en este video sí se aprecia. Y como a veces me costaba describir el look de Franco, acá les dejo una muestra de cómo sería su peinado.
A pesar de que en mi cabeza Franco no se parece a Leo Linares más que por el flequillo, adelante si quieren imaginarlo(s) como él.
(En plural, porque no se me olviden de Bruno. 😛)
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