Ciento ocho
Mientras Evangelina juntaba sus pertenencias con la ayuda de Franco, Daniel había quitado la música y recorría el departamento con andar altanero en busca de cambios, pero todo estaba tal como él lo había dejado al partir. Desconocía que esa sensación de triunfo iba a durar poco.
Al otro lado de la pared, la cabeza de Franco no paraba ni un minuto, algo no le cerraba mientras doblaba cuidadosamente la ropa de Evangelina dentro de la maleta. Si llevaban separados menos de un mes, y él había alquilado un departamento, ¿por qué no se quedó allí hasta completar el mes?
Tenía la confirmación de la chica de Twitter, le había enviado un video ingresando al perfil de Daniel y luego a los chats para constatar la veracidad de los mensajes, pero no se los mostró a Evangelina para no mellar más su dañada autoestima. Estaba claro que coqueteaba con otras mujeres, haciendo alarde de su carrera como periodista laureado. Fue entonces cuando surgió otra interrogante, ¿y si tenía otra mujer y ésta lo dejó luego del escándalo?
Entró a su perfil de Instagram, estaba seguro de que en esos días había publicado una foto en un departamento. Observó bien los detalles, porque la fotografía tenía el efecto de foco que difuminaba el fondo, y luego entró al perfil de Laura, la presentadora del clima que Evangelina mencionaba en sus inseguridades. Tuvo que bajar un poco para encontrar en un post el mismo fondo de la última foto de Daniel.
—Mi amor, ¿qué pasa? —Evangelina se preocupó al ver el rostro de Franco.
No quería responder, era la confirmación de todas sus sospechas y temía que su autoestima volviera a descender si se confirmaba lo que acababa de ver.
—No sé si es bueno que veas esto, Evi.
—¿Hay algo que pueda hacerme más mierda de lo que ya estoy? —suspiró frustrada—. Franco, sos lo único que tengo, no quiero que me ocultes nada, la confianza tiene que ser siempre la base de nuestra relación. Lo que sea, lo afrontamos juntos.
Franco se acercó, y le mostró lo que había descubierto, marcándole las coincidencias en ambas fotos, y luego, comenzó a explicarle su punto.
—No me cerraba que volviera si había alquilado un departamento, una persona normal al menos se queda a cumplir el mes pago. Pero él apareció hoy, justamente después del escándalo y de toda la opinión pública tratándolo de violento. Si yo fuera su amante, lo último que querría es seguir con él. Mirá la fecha de esta foto: veinte de diciembre, el día que se fue.
Evangelina clavó su mirada en Franco, procesando cada una de sus palabras. Y de repente, salió hecha una furia hasta el living, en donde Daniel miraba la televisión sentado en el sillón. Se paró frente a él, y le dio vuelta la cara de una cachetada que retumbó en todo el departamento.
—¡¿Qué mierda te pasa, psiquiátrica?!
—¡¿Yo soy la psiquiátrica?! Al final, la que estaba en lo cierto era yo, y siempre me lo negaste. Por eso estabas tan perseguido con Franco, ¿no? Porque el ladrón cree que todos son de su condición.
—¿De qué mierda hablás, Evangelina? —amenazó poniéndose de pie, y cuando se acercó a Evangelina, Franco se interpuso.
—De esto —explicó Franco, colocando su teléfono frente a Daniel con la foto de Laura—. ¿Te suena familiar? Te refresco la memoria.
Inmediatamente, buscó su perfil y le enseño la foto que él había publicado.
—El mismo mueble, la misma decoración. Difuminar la foto no te sirvió de nada, es evidente en dónde estuviste todas estas semanas. ¿Qué pasó, papu? ¿Laurita te echó cuando se enteró que no sos el marido perfecto sino un violento y machista de mierda? ¿O será que no quiere verse involucrada con vos después de que todo el mundo te odia?
—Lo peor de todo es que esa foto es del veinte de diciembre, el día que me dejaste, que te apareciste acá sin las valijas. Recién ahora entiendo en dónde las habías dejado, no fue con tu hermana, fue con Laura.
Daniel empalideció, no tenía nada que objetar. Aprovechó el momento en el que Franco fue a responder el timbre, porque Ismael y Bruno habían llegado, para atacar con la misma artillería.
—¿Y vos? ¿Hace cuánto estás metida en la cama de este fisura? Al menos yo me enredé con una mujer fina y delicada, en cambio vos te estás prostituyendo con el soberbio éste por no quedarte sola y sin guita. ¿Te creés que a tu padre le va a gustar que su hija ande con un alcohólico todo perforado? Vestirse con marcas exclusivas no le va a ocultar lo fisura y grasa.
Franco escuchó el momento preciso en el que trató a Evangelina de prostituta, y no pudo contenerse. Volvió a tomarlo de la camisa, pero Ismael impidió que le pegara la trompada de su vida.
—¡A Mauricio lo llevé yo a River, imbécil! —Franco gritaba desaforado sobre el hombro de Ismael, mientras intentaba zafarse del agarre—. Recorrió todo el estadio conmigo y el presidente del club, conoció a los jugadores, se sacó fotos, y se llevó una camiseta firmada por todo el puto plantel. Porque si era por su yerno periodista deportivo, todavía estaría esperando a que le lleve un mísero autógrafo firmado en alguna servilleta de mierda.
Evangelina se paró frente a Franco, boquiabierta. Lo conocía demasiado, no había una gota de mentira en sus palabras.
—¿De verdad hiciste eso?
Franco dejó de forcejear, clavó sus ojos en los de ella y asintió con la cabeza.
—Somos el nuevo sponsor de River. Tu nombre va a estar en las mangas de los jugadores: Eva, el producto que hiciste. Quería que tu nombre estuviera en la camiseta de tu equipo de fútbol. Y me llevé a tu papá el día que firmamos el contrato, ese lunes que desparecí. La reunión con River que les dije antes de irme, ¿te acordás?
Evangelina comenzó a llorar de la emoción, luego, le dedicó una mirada de odio a Daniel.
—No te das una idea de lo que me arrepiento de no haberte gorreado con él —siseó enfurecida.
Y como una respuesta divina, en ese momento sonó el celular de Franco. Era una nota de voz que primero escuchó al oído, y no tardó mucho en comenzar a reír con malicia. Al finalizar, subió el volumen de su teléfono al máximo y reprodujo el audio.
—Che, pelotudito —llamó a Daniel de manera despectiva—, me acaba de caer un mensaje de tu suegro. Ah, no, cierto que ahora es mi suegro.
Franco presionó play, y todos pusieron atención al celular que sostenía ligeramente elevado con el brazo extendido.
—Hola, hijo. Espero no molestarte a esta hora, sé que sos un hombre ocupado. Vi las noticias y quería saber si ya estás bien, sobre todo ahora que sos mi yerno. Gloria me dio la noticia, ella es la que mira los chimentos. ¿Qué decirte? Se me cae la cara de vergüenza con mi hija, todos estos años perdidos a su lado por idolatrar a un poco hombre que ahora lo tratan de violento en todos lados.
»La buena madera se huele, hijo. Estoy feliz de que mi hija te haya elegido, y sé que vos sí serás el hijo varón que nunca tuve. No te molesto mas, me respondés cuando puedas, no importa la hora. Los esperamos el domingo, Gloria te espera con los ravioles que tanto te gustan. Y si querés venir con tu hermano y tu cuñado, bienvenidos serán, me gustaría conocerlos. Solo avisanos para poner dos platos más en la mesa.
La cara de Daniel era un poema, incentivada por todo lo que gesticuló burlonamente Franco en lo que duró el audio. Detrás de él, Evangelina lloraba por las palabras de su padre, abrazada a Bruno.
—Parece que prefiere al yerno fisura —acotó Ismael con malicia, y Franco contuvo una risa exageradamente.
—Lo hiciste mierda, bro —completó Bruno, todavía abrazado a Evangelina—. Ya está en el piso, no hay manera de humillarlo más. Terminemos la mudanza de Evita, así lo dejamos para que pueda llorar en soledad.
Franco le indicó a Bruno con una seña imperceptible que se llevara a Evangelina, y su hermano accedió. Cuando se quedó a solas con Daniel e Ismael, que lo vigilaba para que no perdiera los estribos, sacó su teléfono y buscó el mensaje de Twitter con el video del chat de Instagram.
—Sabés que me quedó un tiro más en el cargador, pero esto no se lo dije a Evi para no hacerla mierda. Fue Laura, esta chica... —Colocó el teléfono frente a su rostro—. ¿Y cuántas más? Ella te dijo que no, ¿pero las que te dijeron que sí y la juegan de calladas?
—Ojalá Evangelina se hubiera comportado conmigo así como lo hace con vos, la historia hubiera sido distinta. En mi vida la vi tan sexy como la tenías vos ahora, la remerita de Lanús anudada, esa carita de insaciable, tocándose para vos... Es una versión de ella completamente desconocida para mí.
—¿En serio vas a jugar esa carta? ¿La del infiel que justifica su fechoría con la falta de atención en la cama?
—Es más complejo. ¿Podemos hablar a solas? De hombre a hombre, en son de paz.
Franco se echó una mirada con Ismael, quien le hizo una seña con la cabeza incitándolo a aceptar la propuesta.
—Okey. Pero una boludez más que me digas, y te reinicio la cara a trompadas. Se los digo a ambos, vos no me frenes —lo apuntó a Ismael—, y vos bancatelá.
Daniel salió al balcón y Franco lo siguió. Ismael cerró las cortinas para darles privacidad, y fue con Bruno y Evangelina a colaborar con la mudanza. Había leído en la actitud corporal de Daniel que buscaba una tregua.
Y no se equivocaba.
Arrancamos en modo UCR picó, todo podrido, pero hay tregua... Bandera blanca por parte de Daniel... 🏳👀
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