Capitulo 16.

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SuperNova.
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Narrador Pov.


El pelinegro mira el vaso de cristal con un líquido marrón amarillento en su interior con un montón de cubitos de hielo que flotan en su interior. Lo tomo con una mano y se llevó el vaso a los labios, tomando el contenido del vaso de un solo tragó. Frunció el ceño al sentir ese conocido ardor doloroso en su garganta. Entonces sintió como alguien tomo el asiento a su costado, miro de reojo a la persona a su lado y soltó un profundo suspiro de derrota.

— ¿Otra vez tú?— Murmuro por lo bajo. Hizo una señal al bartender para que le sirviera otro trago—Empiezo a pensar que quieres matarme.

Las personas en el bar ignoraban su presencia y aspecto demacrado. Con las botas llenas de tierra y sangre.

Ignorantes a la presencia de un dios.

— Lo has hecho bien hasta ahora, tus manos están manchadas por sangre de tu propia gente.—Dijo en un tono burlón, tratando de provocarlo—¿No te sientes…? ¿Culpable?— Pregunto.

Ares lucia como el tipo de sujetos que frecuentan los bares de carretera, con un aspecto tosco, fornido y barba de candado, vistiendo una chaqueta de cuero y pantalones jeans rasgados.

Parecía un motociclista. Gánster.

Mire la espada de Hierro Estigio atada en mi cadera, en su funda, con la hoja llena de sangre seca, tierra y suciedad.

¿Cuántas almas había encerrado en esa espada? A veces creía escuchar el sonido de las almas en pena gritando.

Preguntándome por qué las mate.

Ares solo quería jugar con mi mente, hacerme enojar y perder los estribos, su sola presencia era irritante. Como si te ardiera la sangre dentro de las venas por empezar una pelea.

— No siento nada.— Admite —Solo quiero cruzar la frontera y llegar a América del Norte.— El cantinero dejó el vaso lleno frente al hijo de Hades—¿Dejarás que pasé?— Le cuestiona.

Durante las últimas semanas había estado intentando saliendo de Europa, pero no lo lograba. Cada que se subía a un auto este dejaba de funcionar, lo que lo obligó a hacer el viaje a pie.

Los pueblos por los que pasaban actuaban extraño, la primera alarma fueron las calles vacías, la forma en la que las personas parecían asomarse por sus ventanas para vigilarlo. Con cada paso que daba para atravesar el pedazo de tierra, los habitantes del mismo parecían inquietarse más.

No querían dejarlo pasar.

No le permitían abandonar el pueblo.

Incluso si necesitaban usar la fuerza para impedírselo, pero lo hacían.

Estaban poseídos.

Poseídos por el dios de la guerra.

— Te estoy poniendo a prueba.— Toma el vaso del pelinegro y menea la sustancia dentro del cristal.—Verás yo solía tener una hermana…— Dice en un tono ligero—Una hermana con la que no peleaba o competía, cuidaba de mis hijos como si fueran suyos y me apoyaba en las batallas. Una gran estratega. Con una mente audaz.— Le explica con voz áspera.— Entenderás mi sentir, solías tener una hermana —Ares se bebió el contenido del vaso — Estaba furioso, cuando volví de una batalla y me dijeron que mi hermana había saltado de la torre más alta de su castillo, que su hijo, mi sobrino y el próximo rey ha sido secuestrado, partido en pedazos por el carnicero y luego repartido entre sus súbditos.— Ares apretó los dientes, molesto.

El vaso de cristal estalló en su mano.

—¿Dónde estaba el hombre que juro protegerla? Quería matarlo con mis propias manos… — Su voz se suavizó— Lo habían emboscado en el canal de la seda. Él había ido para buscar un “presente” en honor al nacimiento de su hija.—Explico con indiferencia.

Una mujer muerta. Un niño muerto.

— ¿Y la niña?— Pregunto Nico con la mirada perdida en las botellas.

— Cuando mi hermana se enteró de la muerte de su querido amante cayó en una terrible pena y mi sobrina nació tiempo después — Dice—Muerta.

Algo dentro del pecho de Nico se estremeció y un nudo se ató en su garganta. Después de lo que había hecho, una simple historia y trágica no debería conmoverlo, ¿Verdad?

Aunque no era un simple cuento.

Era su historia. O al menos lo fue.

— ¿Por qué me dices esto?— Pregunta Nico, evitando mirarlo a los ojos para no caer en sus provocaciones.

No podía soportar otra pelea de bar. No después de la última.

— Lo que mató al amante de mi hermana fue un monstruo.— Ares tomo las llaves de su motocicleta del mostrador y se levantó del banco.—Espero que logres cruzar la frontera, pero si no lo haces… Sabré que nunca estuviste a su altura.— Dice antes de largarse del bar a paso ligero.

En cuento el dios de la guerra salió por la puerta del bar de mala muerte un rugido hizo estremecer las paredes del local y la pelea de bar inicio.


— Sabes cuándo dijiste “Hagamos senderismo, será romántico” No me esperaba esto.— Tantea Alex.

— Que ¿Te duelen las piernas?— Le cuestiona Magnus alzando la rama de un árbol para que Alex pasara debajo de él.— Apenas llevamos 20 minutos

— Pudimos— Alex rodó los ojos.—No lo sé, ir a un bosque normal y darnos unos besos frente a una cascada.—Le indica.— En su lugar estamos aquí, con el trasero congelado.— Bufa.

— Este bosque es adorable y está lleno de cosas que pueden matarnos.— Dice Magnus como si eso fuera bueno.

— ¿Y eso es bueno?— Le cuestiona Alex con cierta incredulidad.

Magnus hace una mueca.

— ¿No…?— Murmura.

El rubio se lanzó contra Alex en el momento exacto que un árbol entero fue lanzado en su dirección. Ambos semidioses rodaron por la nieve, y al levantarse pudieron darse cuenta de lo oscuro que se veía el cielo. Como si un huracán se hubiera manifestado de la nada. Lo que significa que un gigante de hielo estaba haciendo de las suyas y debían huir de allí.

A lo lejos podían escuchar un sonido metálico y sordo. Como si algún idiota estuviera tratando de poner un clavo en el cielo, lo que significaba que Thor debía estar peleándose con un gigante o tratando de ligárselo. Ambas cosas eran igual de malas para las personas que se encontraban en la periferia.

Es decir, ellos dos.

— Hay que irnos de aquí en silencio.— Susurro Magnus ayudando a Alex a ponerse de pie mientras los truenos y relámpagos se hacían más constantes.

Una ráfaga de viento tan fuerte los choco y los obligó a cubrir su rostro con sus brazos para que evitar que les entraran cosas en los ojos. Los árboles crujían y se agitaban, si la brisa fuera un poco más fuerte lograría sacar los árboles del suelo y arrastrarlos.

Magnus tomó la mano de Alex y lo jaló hacia él para empezar a escapar de la zona cero. Ambos iban de pino en pino, tratando aferrándose a sus únicos puntos de apoyo para no ser arrestados por el fuerte tornado.

El viento se detuvo de golpe y un peso muerto cayó en la suave nieve justo al costado de ambos semidioses.

Unas botas militares chocaron contra la nieve y caminaron hacia el martillo de Thor, una mano delgada y pálida se envolvió alrededor del mango. Tenía las uñas pintadas torpemente de azul y morado. Y de un tirón alzó el arma y la apoyo en su hombro como si nada.

Estupefactos los semidioses la vieron tomar aquella arma como un bate de béisbol, alzar una pierna por encima de la rodilla y prepararse para batear.

La joven exhaló vaho.

No vieron el golpe, fue demasiado rápido, pero escucharon el sonido del metal chocando contra algo hueco.

Y como una masa irregular chocaba contra los pinos dejando un barrido sin árboles. Dejando un camino de pura destrucción y electricidad.

En la lejanía, lograron ver un destello rojo. Lo que habían usado de pelota.

Era el dios del trueno. Thor.

La chica deja caer el martillo al suelo y toma una bocanada de aire. Tenía la ropa echa jirones, el cabello plateado despeinado y le sangraba la nariz. Se giró hacia ellos, mirándolos con unos orbes azules eléctricos, destellando.

Magnus cubrió a Alex con su cuerpo de forma instintiva, tenso.

— Tú — La joven alzó la mano y señaló a Magnus, seguro un gigante de hielo que había decidió tomar la forma de un adolescente. — El chico rubio, te pareces mucho a alguien que conozco. Annabeth— Exclama, y su voz sonó extrañamente relajada.— ¿Saben cómo salir de este sitio?

Alex exhaló el aire que contenía en sus pulmones y cayó arrodillado.

Media ahora después estaban viendo al mismo gigante de hielo fingiendo ser una chica humana normal.

Magnus y Alex la observaban, mudos y cautelosos, mientras ella ahogaba su plato lleno de panqueques con frutas con cantidad insana de miel. Les dijo que se llama “Raiden” ¿Qué clase de nombre era ese? Ninguno de los dos le creía, pero tampoco la cuestionaron, por qué tenían un poco de miedo de que los matará o se volviera loca.

— Perseguí a ese maldito ciervo con astas doradas por el Darién y luego 7 estados más en gringolandia. — Dice la joven, frustrada. Toma una porción grande de su comida y la mete entera en su boca.—Estaba frustrada así que patee unas piedritas en el bosque—Le explica entre bocados — y de la nada ¡Boom!— Destellos eléctricos salen de sus dedos y la luz fluctúa, haciendo que Magnus y Alex dieran un salto en sus asientos.—¡Estoy en una especie de realidad alternativa donde no hay nada más que nieve y bosque!— Bufa—¡Y un gordo tetón pelirrojo quiere pelear conmigo! ¡Qué fastidio!

— Eso explica mucho…— Tantea Magnus alejando su plato de la chica plateada, por precaución.

—¿En serio eres mestiza? ¿Cómo es que eres tan fuerte?— Le cuestiona Alex totalmente confundida.

— Mmm… Quien sabe.—Dice Raiden alzando los hombros con indiferencia— Desde hace poco tengo mucha más energía, es como una explosión.— Les explica con tranquilidad y seriedad.

— ¿Estás drogada?— Le cuestionó Alex y Magnus le dio un codazo.

— No, no que yo sé.— Respondió mientras devoraba su plato.

— ¿Entonces tienes problemas psiquiátricos?— Le cuestiona.

— Probablemente.— Murmuro Raiden alzando una ceja.

— Comes mucho— Opina Magnus cuando la ve pidiendo otro plato—¿Tienes dinero o solo hay polvo de hadas en tu bolsillo?— Pregunta.

Raiden lo mira ofendido.

— Eres bastante prepotente para ser un vagabundo.— Bufa, mete su mano en el bolsillo de su pantalón y luego deja caer el contenido en la mesa—Y sí, tengo dinero.— Brama, altanera.

Magnus alza una ceja.

— Eso es un chicle.— Le indica.

— Perdón, bolsillo equivocado.— Busca en su otro bolsillo y saca una tarjeta de crédito negra. Sin límites.

— ¿Eres rica?

— No.— La mesera le trae un batido de oreo —Pero estoy apadrinada por un dios. El dios de las riquezas.

— ¿Un Sugar Daddy?

— No— Sisea asqueada—¿Acaso no conoces la odisea? Atenea apadrina a Odiseo, y a casi todos los héroes. Pues es algo así.— Intenta ejemplificar.

— Entonces era su Sugar mommy.—Asegura Alex con obviedad.

Raiden parpadea.

— Es el papá de mi ex de otra vida.

— Alex y yo ya nos vamos.— Exclamó Magnus tomando a su novio.

— ¿Qué? ¿Tan rápido?— Se quejó Raiden sonando muy desilusionada y triste.— Hace rato que no hablo con humanos, ¿Por qué no se quedan un rato más?— Pregunta — Les pagaré el almuerzo.— Ofrece abochornada.

Alex puso su mano en el hombro de su novio y lo obligó a sentarse.

— Nos quedamos.


Raiden Stormborn Pov.

Me escapó del festín de los dioses, harta de las miradas venenosas de la diosa Hera, la insistencia de mi padre a entablar conversación conmigo y los consejos no requeridos del antiguo hacedor de los 12 trabajos. Los dioses, espíritus y sátiros están concentrados en el salón del palacio principal, todos disfrutando de la fiesta. Dejando así el resto de la ciudad olímpica vacía. Así que es fácil para mí escabullirme e ir de un lado al otro, fisgoneando a mis anchas por los hermosos castillos de concepto abierto de los dioses.

Sí, está mal entrar en la casa de alguien sin preguntar. Pero ellos me utilizan de entretenimiento, así que no creo que tengan la moral para quejarse de mí echando un vistazo.

Y mientras haga los doce trabajos, soy intocable para los demás dioses. Así que tampoco pueden castigarme.

El rey de los dioses está demasiado feliz presumiendo mis "heroicas" con los demás dioses. Así que estoy aquí, obligada a sentarme a su lado.

— Una semidiosa entrando sin invitación a la casa de un dios.— Una voz masculina hace que mi sangre se congele, escucho el débil movimiento del agua y me giró en su dirección.— Esto no me había pasado desde el tiempo de oro de la antigua Grecia.

Estoy temblando, no sé si de la vergüenza por ser atrapada, fisgoneando en los castillos...

O por qué atrapé a alguien que estaba dándose un baño.

— Perdóneme.— Hago una reverencia exagerada. Mi voz tiembla.

— No pedí que te disculparas...—El hombro se recuesta levemente del filo de la bañera. Una bañera, pero es tan grande como una piscina.—Es bueno verte de nuevo.—Susurra apenas.

Había estado evitado mirarlo por educación, pero sus palabras llaman mi atención y busco su rostro.

La habitación hecha de mármol y oro, tiene una iluminación tenue, solo hay unas pocas velas aromáticas y apenas puedo ver un torso masculino fuerte emerger del agua lechosa. Bueno, es un hombre, eso es obvio, pectorales y abdomen marcados, su piel posee un tono bronceado dorado, se ve suave y cremosa. Mechones de su cabello se pegan en su nuca, es marrón claro y se ve sano y brilloso. La lujosa bañera (piscina) que incluso tiene una fuente, una fuente, tiene vista a un enorme balcón abierto con todas las estrellas más hermosa en su rango de visión.

Algunas cortinas transparentes se mecen con el suave viento, lo que no tiene sentido por qué la fuerza del viento a esta altura sería enorme.

Supongo que el Olimpo no obedece a las leyes de la física. Magia.

—Incluso en esta bochornosa situación. Hija de Zeus-—Su voz aterciopelada llama mi atención de nuevo, sacudo mi cabeza y desvío la mirada al darme cuenta de que lo estuve viendo fijamente durante mucho tiempo.—¿Buscas un lugar tranquilo donde beber?—Pregunta.

—Yo, no...—Me relamo los labios, nerviosa y desvío la mirada.—¿Quién eres?—Pregunto confundida.

Me habla como si me conociera, pero estoy segura de que nunca me había topado con él. De verdad, nunca.

—Me conoces, fui yo quien maldijo tu alma.—Me responde con simpleza

Un escalofrío me recorre la espalda, retrocedo torpemente y la botella de hidromiel en mis manos se cae.

El alcohol de los dioses me salpica las piernas y se desparrama en el suelo.

—¿Eros?— Algo dentro de mí se estremece y sacude. Es raro, pero mi respiración se acelera y mi corazón parece estallar en mi pecho.— No.— Ahogó una carcajada tensa.— Tu no, no eres esa persona.— Balbuceó.

— ¿Conoces a los dioses primordiales?—El sonido del agua cuando se mueve llena mis oídos.Sus alas se extienden tras su espalda de forma magnífica..—Mucho antes que el Rey Zeus, y antes que su padre Cronos...—No soy capaz de ver su rostro, está bien oculto entre las sombras de la enorme sala.

— Gea, Tártaro, Eros...— Mi boca se cierra cuando lo comprendo.

— Caos.— Completa con altanería.— Es cierto, no fui yo quien maldijo tu alma, pero en el fondo lo sabes quien fué.— Murmura con cierta malicia.

Contengo la respiración.

—Repetiré mi pregunta; ¿Buscas un lugar tranquilo dónde beber?

Escuchó a mi corazón retumbar en mis oídos tan fuerte como tambores.

Se me corta la respiración antes de poder responder, no sé si confiar en él o siquiera seguir hablándole. Este tipo o una versión primordial de él, fue el quien me ató a otra alma. Además, es un dios, un dios con mucho poder. No existen historias en que estos no sean algo agresivos con las mujeres.

Pero pienso en el festín al que fui invitada, y creo que me arriesgaré.

Al menos puedo obtener información de el. Aunque en realmente no estoy muy seguro de querer saber más de mi antigua vida o vida pasada.

—¿Por qué no está con el resto de dioses? En la fiesta.— Pregunto antes de tomar otro trago de hidromiel.

Extraño conversar con alguien. Por meses he estado sola en el bosque con la única compañía de las ninfas, y en su mayoría son bastante tímidas.

Jugueteo con la copa en mis manos.

Han pasado mucho tiempo desde la última vez que me senté con alguien a beber, quizás estoy muy sola.

—¿Las fiestas de unión familiar?— Noto que echa la cabeza hacia atrás, pero no puedo verlo. Solo veo como sus músculos se contraen.—Resultan ser angustiosas y aburridas. Supongo que opinas lo mismo si estás aquí.— Suena tan propio, tan elegante.

—No es lo mío.—Admito, mis labios se posan sobre la pequeña taza.

Eros también está bebiendo o eso debo suponer por sus movimientos.

—¿Por qué estás aquí? ¿No preferirías hablar con alguien de tu edad?

Admitir que tengo una morbosa curiosidad por este dios no es la mejor idea para mí, incluso estando ebria.

—No hay nadie de mi edad en el Olimpo.—Me burló un poco.—Debo ser más joven que todos los amantes que has tenido.— Teorizo, pues como su madre debo suponer que ama.

Ama a muchas personas a la vez

Eros tarda en responder, pero al final decide cambiar de tema.

—Escuché que tu pareja destinada te rechazo.— Habla y me tenso por la mención del suceso, algo duele en mi interior. Escucho al dios Eros suspirar profundamente e incluso eso resulta sexual y atractivo.—Claro, el vínculo no se romperá por completo, pero... Renunciar a un amor milenario por un romance adolescente es—El dios suelta una carcajada y toma un gran trago de hidromiel.—Es curioso.

—No me interesa hablar de ello.— Murmuro con falda indiferencia.

Eros se queda callado por unos segundos, lo siento analizarme.

—Sabes, esta es la primera vez que coinciden en lugar y tiempo.—Me explica con suavidad, su voz es tan sensual y masculina que me hace volar la mente. Creo que solo sigo aquí por la curiosidad de ver qué tan hermoso es su rostro— El dios que acepto tu petición, solo dijo que los haría nacer una y otra vez hasta que cumplieran su destino, en la misma línea temporal... Nunca que estarían juntos. — Su voz es propia y educada —Esta es la primera vez en cientos y cientos de años que realmente tienen las condiciones perfectas para estar juntos, y mira lo que pasa...— Escucho a Eros beber.—Mi quería Alyssa debe estar tan decepcionada.— Suspira.

Hay algo en su voz, pero no distingo si es fastidio o molestia, quizás las dos.

Algo me dice que mi yo pasada nunca tuvo oportunidad con este dios, que realmente nunca planeo dejar que volviera a estar con su amado.

Y no sé cómo sentirme con eso.

—No tengo nada que decir sobre ello, ya pasó. Él es feliz y yo estoy haciendo los doce trabajos. Y quizás sobreviva.— Exclamó antes de tomar un gran trago del dulce hidromiel. Burlarme de misma y mi situación es lo único que me mantiene en pie ahora.—Es un punto para mí.— Celebro.

Siento la mirada de Eros quemarme el rostro y aunque no puedo ver sus ojos sé que me está mirando fijamente.

Hay una extraña tensión en el aire.

—¿No amas con locura a su alma?

Una risa amarga escapa de mis labios.

—¿Del niño?— Me burló antes de dar un trago profundo al alcohol.

Espero no haber sonado amargada. Molesta. Celosa. Y muerta de dolor.

—Alyssa amaba con tal —Lo interrumpo de golpe, olvidando que es un dios y debo ser respetuosa.

— Alyssa es Alyssa.—Respiro hondo.— Yo soy yo.— Exclamó con firmeza.

Eros se queda callado unos segundos y luego responde;

—Supongo que es cierto...

El ambiente se torna tan tenso que apenas puedo respirar y ni siquiera el alcohol en mi sangre puede hacer que lo ignore. Me pongo de pie, sin olvidar la botella de hidromiel que me regaló Eros luego de que la mía se cayera y el dulce contenido se perdiera.

—Gracias por la charla.

Hago otra reverencia exagerada y decido ponerme en marcha.

—Solías ser la mujer más hermosa de toda Grecia.— Mis pies se detienen.— La hija favorita de Zeus. Y cuando tú ofreciste tu corazón, tu vida, por una oportunidad para estar con él... Solo pude pensar que era un desperdicio.

Me giró hacia él, haciendo una mueca de extrañeza. Y no sé cómo tomar su comentario, ¿Dice que soy hermosa o que solía ser hermosa? No entiendo.

— Basta de una vez ¡¿Por qué sigues hablando como si un dios primordial y tu fueran la misma cosa?!— Chillo teniendo otro arrebato frente a el.

No responde de inmediato, pero no siento que este molesto. En realidad, casi parece que se toma el tiempo para admirarme en silencio.

—En ese tiempo hubiera hecho lo que sea por ti. Te abría dado todo... Pero estabas destrozada, nunca volverías a amar. No como yo quería.—Explica y mi corazón se contrae en mi pecho.— Una nueva oportunidad para ti, sería otra oportunidad para mí.

No comprendo lo que dice. No sé si por qué estoy algo ebria, o por qué suena que un Dios griego se enamoró de mí, o de mi alma, o Alyssa.

— ¿Aun con la maldición de que amaría el alma de otro hombre?

—Solo si te encontrabas con él.— Explica con solemnidad.—Mientras no te encontrarás con él, podías ser de cualquier. Tu podías ser mía.

Trago saliva, y no puedo evitar alzar las cejas. Mi expresión debe ser muy chistosa, por qué estoy perpleja.

Y confundida.

Eros se mueve, el sonido del chapoteo del agua me alerta de que es así.

Empieza a salir de las penumbras hacia la tenue luz de las velas y mi corazón se acelera con anticipación.

Todo mi cuerpo se eriza y se agita al sentir su presencia acercándose, su aura es tan abrumadora que siento mi corazón detenerse, puedo escuchar el eco de mi respiración agitada en mis oídos, mezclandose con el tamborileo de mi corazón ansioso y excitado.

Jadeo cuando la luz dorada de las velas baña el rostro de Eros.

¡Maldición! ¡Es ardiente! ¡Cómo...!

¡El hombre más jodidamente hermoso que he visto en mi vida!

Los rasgos es su rostro son tan marcados y definidos, masculinos, pero tan suavemente dibujados que parece haber sido tallado por las manos de la más talentosa artista.

Arrastra sus alas detrás de él, estás parecen impermeables al agua por qué permanecen en la superficie.

No encuentro defectos en ese rostro, desde su nariz alta, la forma de sus ojos rasgados como de depredador o sirena, sus labios rosados en forma de corazón y cejas oscuras que le daban una mirada pesada y dura ¡Por los dioses! ¡Sus cejas son tan perfectas!

Maldición, el conjunto de cuerpo perfecto, marcando cada surco, hace que mis piernas se divorcien sin la necesidad de firmar papeles, joder, ya me puse romántica. Estoy mal.

Mis mejillas arden y mis ojos suben al techo con rapidez. Eros está desnudo, muy desnudo. Y mientras se acerca al extremo de la enorme bañera puedo ver cada vez más piel. Evitó mirarlo, ahora está parado frente a mí, sigue dentro de la bañera y... me veo muy tentada a mirar ¡Es el dios del deseo sexual por dios! Cualquiera sentiría sana curiosidad de ver qué tal está.

—Fuiste reina por un corto tiempo, Raiden.—Su voz ronca y masculina suena como un ronroneo, me quema.—Pero juro por la Laguna Estigia, que cada vez que te encontraba en otro tiempo, te hacía sentir como una.

Maldición estoy temblando.

Giró lentamente mi rostro hacia él, intentando no bajar demasiado la mirada. Tú puedes, solo míralo a los ojos. Mira sus ojos. Fue mala idea.

Los ojos de Eros son tan intensos, me miran de una forma en la que parecen leerme mi alma y saber cuáles son mis más profundos deseos. Sus ojos son violetas, púrpuras, tan brillantes que me pierdo en ellos con facilidad.

Nunca había visto unos ojos tan hermosos como los suyos.

Y maldición, me mira como si quisiera darme una acomodada de matriz.

Mi cuerpo ya parece querer derretirse y él no ha hecho nada. Me arde la piel, como si me estuviera quemando.

Incluso puedo sentir el calor que emanan mis mejillas.

—¿Irás a perseguirlo? ¿Vas a pelear por ese "niño"?— Me cuestióna.

Niego con la cabeza. No puedo hablar, hay un nudo en mi garganta.

— ¿Qué es lo que necesitas?

Respiró profundo, tratando de calmar mi acelerado corazón.

—¿Sabes cuál es mi nombre?—Le pregunto, cambiando de tema.

—En esta vida. Raiden castillo.

Bueno, se sabe mi nombre. En este momento, para mi cerebro ebrio, eso es más que suficiente.

— ¿Qué necesitas? Raiden.—Me vuelve a preguntar.— ¿Necesitas a alguien que te acompañe? ¿Cómo ese chiquillo hijo de Atenea?— Dice.

—¡No...! ¡No puedo poner en peligro a alguien más!—Susurro sin aliento.—No necesito a nadie. Estaré sola.

¿Por qué estoy diciéndole esto? Nisiquiera debería hablar con el.

Pienso en Akira y lo cerca que estuvo de perderlo todo. Y se que no puedo seguir involucrando a más personas.

Debo estar sola.

Aunque eso me mate.

— ¿Estarás sola?— Pregunta con incredulidad —¿Durante los años que te tome completar los 12 trabajos?

Exhaló con fuerza, rigida.

— ¿Enserio quieres estar sola?

Por fin miro sus ojos violetas.

— No.— Admito.

Eros extiende su mano hacia mí, incitándome a tomarla.

—¿Q-Qué? ¿Quieres que me sumerja contigo en las aguas del deseo o algo?— Pregunto con voz entre cortada, nerviosa hasta la médula.

— Solo si tú también lo deseas.—Me da la razón sin vergüenza.

Giró mi rostro al otro lado, buscando una señal que me haga saber que está es una muy mala idea, pero solo una tonta rechazaría una oportunidad así.

Me vuelvo a girar hacia él, más calmada, dudo por un momento, pero al final tomo su mano sin quitar la vista de sus ojos violetas.

Él me guía suave y lentamente, su mano es cálida. Mis pies se hunden en el agua de apariencia lechosa y llena de pétalos de rosas, poco a poco el nivel sube hasta llevar a mi pecho.

Es entonces cuando noto lo profunda que realmente es esta bañera.

Y mientras nos dirigimos al centro, el agua sigue subiendo y subiendo.

Me detengo cuando el agua fresca y tibia me cubre los hombros. Él se gira para quedar frente a mí y se hunde en el agua, su mano me da un suave tirón y me hundo con él obedientemente.

Siento sus manos grandes y cálidas, recorrer mi cuerpo y guiarlo para que mis piernas se envolvieran alrededor de su cintura, para luego subir hasta mis mejillas. Se inclina sobre mí y se endereza poco a poco arrastrándome con el hasta salir del agua. El agua cae de nuestros cuerpos mezclándose con el sonido de la propia cascada qué alimenta la lujosa bañera de oro.

Sus labios se mezclan con los míos lentamente y llenos de hambre. Mis brazos se envuelven alrededor de sus hombros y mis piernas lo atraen aún más hacia mi cuerpo. Fundiéndonos en un momento apasionado.

Hola chicas y chicos.

Espero que les haya gustado el capítulo, dejen muchos comentarios para saber si les está gustando.

Ya estuvo de capitulos tristes, se vienen los capítulos llenos de celos y coito.

Por cierto, Raiden es bien ojo alegre ¿De quien lo abra sacado?

Memes del capítulo:


Bye bye.

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