CINCO.
Lilith
Sigo agarrada de la mano de Zenithar mientras avanzamos hacia el puente de mando. Observo mi alrededor, absorbiendo cada detalle de la nave. Este lugar es alucinante.
La nave me recuerda a todas las películas y series de ciencia ficción sobre el espacio y naves espaciales que he visto. Está ligeramente oscuro. Las paredes, el techo y el suelo son de un color gris plata. Hay paneles de todo tipo en las paredes, con gráficos con escritura alienígena que parpadean.
El suelo de metal corrugado bajo mis pies emite un ligero calor reconfortante, lo que es bueno, ya que estoy descalza. Aunque el pasillo es estrecho y no hay ventanas, el aire es fresco y limpio, un alivio después de estar atrapada en la otra nave espacial respirando aire sucio durante días.
—Zenithar. Sé que no he sido amable y justa contigo, pero debes comprender mi situación. —Me muevo para quedar frente a él.
—Claro que lo entiendo, Lilith. Has pasado por mucho.
—Gracias por entender —digo, y siento un poco de alivio—. Esto es ...demasiado para procesar.
—Lo sé —asiente él—, pero estás a salvo ahora. Te ayudaré en todo lo que pueda.
—Entonces, ¿puedes responder qué es exactamente este «vínculo de compañeros» que mencionas?
—Es una conexión profunda entre dos seres —explica Zenithar, mirándome intensamente—. No te preocupes, es algo que iremos descubriendo juntos.
—¿Y qué esperas de mí? —pregunto, aún desconfiada.
—Solo que seas tú misma —responde con voz suave—. No hay expectativas, solo quiero que estés bien.
Me doy vuelta y caminamos hacia el puente de mando. Sigo asimilando cada detalle de la nave y de Zenithar. Todo es tan diferente a lo que conocía y a lo que creía que sabía del universo. La idea de estar conectada a un alienígena me resulta irreal, pero hay algo en su mirada y en su voz que me consuela. No puedo evitar sentirme atraída por él. A pesar de mi confusión y miedo, una parte de mí está ansiosa por descubrir más sobre Zenithar y este nuevo mundo.
Al llegar al puente de mando, la magnitud de la tecnología frente a mí me deja sin aliento. Dos estaciones de control ocupan el espacio, cada una más impresionante que la otra. Una con tres sillas de gran tamaño junto a un panel lleno de botones y gráficos alienígenas, y la otra elevada con una sola silla rodeada de paneles llenos de controles y monitores. Frente a ellas, una ventana gigante con una vista alucinante del espacio exterior.
Zenithar toca un botón y se comunica con sus compañeros.
—Capitán en el puente. ¿Dónde demonios están? inquiere con una nota de impaciencia en su voz. —Su frustración me hace sonreír mientras lo miro. —Es un intercomunicador —me explica con una sonrisa—, pero parece que mi tripulación tiene cosas más importantes en mente en este momento.
Mientras esperamos, me acerco a la ventana y me encuentro con una vista espectacular. Una galaxia se extiende ante nosotros con millones de estrellas y un planeta cercano que brilla con colores dorados y marrones, y junto al él hay una enorme construcción flotando que parece estar hecha de acero y metal.
—Estamos cerca de la estación espacial Nova —comenta, y señala la enorme construcción que flota en el espacio—. Esperamos a que despertaras para hacer nuestra parada aquí.
Asiento impresionada por la vista y la información.
—Es una estación espacial segura para humanos y otras especies bajo el tratado de especies C3 de la Federación Estelar —añade.
—Entiendo. ¿Y por qué estamos bajando allí? — desvío mi atención de la ventana y la poso Zenithar.
—Necesitamos reabastecernos de suministros, incluyendo comida y ropa para todos, y eso te incluye a ti —responde, y le da un golpecito tierno a mi nariz.
—Um, ¿crees que puedo bajar con tu camisa? —me contemplo con incertidumbre.
Zenithar me estudia con intensidad antes de responder. Su mirada recorre cada centímetro de mi cuerpo. Luego me sujeta de la cintura y me acerca a él.
—No creo que sea una buena idea. Debería haber buscado más ropa —admite, y se acerca más a mí.
—Sabes, me siento realmente afortunada de que tú y tus compañeros nos hayan encontrado —confieso, y lo miro a los ojos.
—¿De verdad lo crees?
—Sí, de verdad. Podríamos haber terminado en un lugar horrible, peor en el que estábamos, pero gracias a ti y a tus compañeros estamos a salvo.
—Nosotros también nos sentimos afortunados de haberlas encontrado —aprieta mi cintura suavemente.
—Pero, sabes, no es necesario que aprietes tanto. —Rio—. No me voy a escapar.
Suelta una risa suave y afloja su agarre. —Lo siento.
Nos quedamos allí, Reímos y bromeamos, hasta que la puerta se abre y entran los compañeros de Zenithar. Nos encuentran abrazados y riendo, y aunque me siento un poco avergonzada, también me siento cómoda con Zenithar a mi lado. Me presenta a su tripulación. Los saludo con una sonrisa, tratando de ocultar mi nerviosismo.
—Bien, ya estamos presentados. Preparen todo para nuestra llegada a la estación —ordena Zenithar con calma.
La tripulación asiente y se retira del puente, dejándonos solos. Suspiro aliviada y le doy las gracias a Zenithar, quien me mira con preocupación.
—Estás segura conmigo y con mi tripulación —me asegura, y me abraza.
—Lo sé. Solo necesito un poco de tiempo para acostumbrarme —contesto, y siento una sensación de alivio.
—Por supuesto, cariño. Tómate todo el tiempo que necesites. No quiero que tengas miedo —me reconforta.
—No es miedo, solo que nunca he sido muy sociable. En mi planeta, no era buena compañía. Créeme, no era muy querida. Y siempre me ha costado hablar con gente nueva. Además, el recuerdo de la otra nave aún me atormenta —confieso, y siento un nudo en la garganta.
Zenithar me abraza con más fuerza. Empiezo a creer que realmente estoy segura aquí, con él. Su abrazo me reconforta. Por fin siento que he encontrado mi lugar en este vasto universo. La sensación de felicidad es tan abrumadora que quiero llorar un poquito.
Zenithar
Estoy furioso, no con mi compañera, claro, sino con los humanos que no apreciaron a mi pareja el tiempo que vivió en la tierra y con los malditos Zyrgonts, que la mantuvieron cautiva en horribles condiciones por tanto tiempo. Me enfurece que la hayan lastimado. Mi hermosa Lilith se ve tan pequeña embutida en mi camisa. La cubre desde los hombros hasta sus hermosos muslos. Descansa en mi silla de capitán, ya que quería seguir viendo la galaxia Nubis, donde se encuentra la estación espacial Nova, cerca del planeta minero Ferrumara.
Ella es una luchadora. Solo necesita un poco de tiempo para sentirse segura de que este es su lugar, aquí, conmigo. Haré todo lo que esté a mi alcance para asegurarme de que sea feliz. Sus sonrisas son mi energía, mi motivación para seguir adelante. Me muero por abrazarla, por protegerla, pero sé que aún no es el momento adecuado. Tengo que contenerme, apretar mis puños para no acariciarla.
—Vamos —le digo a mi compañera—. Busquemos algo de comer y luego nos vamos.
—Y un cambio de ropa.
—Por supuesto, cariño
Entramos al comedor de la nave, donde solo tenemos barras de proteína disponibles. Le sirvo unas a mi compañera y me disculpo por la falta de variedad.
—Perdón por las barras. Por eso es que debemos bajar a reabastecernos. —Me rasco la cabeza.
En el comedor, tenemos unas cajas apiladas con artículos que ya no usamos. Busco entre ellas un overol de mi infancia, aunque creo que le quedará grande a Lilith. Aun así, es mejor que mi camisa. Cuando lo encuentro, Lilith ya se ha comido las barras de proteína y bebe un poco de agua. Le entrego el overol y le señalo un baño para que pueda cambiarse. Cuando sale, noto que mi overol más pequeño le queda grande. Sus pechos están asomándose por la tela, que le queda algo apretada en esa parte. Suelto un gemido al verla. Mierda, tengo que controlarme, pues no quiero asustarla. Lilith parece emocionada por su nuevo overol. Sonríe y me mira esperanzada.
—¿Tienes algo que pueda usar de cinturón? —pregunta con un brillo de esperanza en los ojos.
—Creo que sí. —Me giro hacia las cajas para buscar entre ellas, tratando de mantener mi atención en la tarea y no en la belleza de su cuerpo y sus pechos.
—¿Crees que podré encontrar zapatos?
—Sí. En la estación espacial hay un bazar que vende todo tipo de vestuario y calzado para distintas especies. Ahí podremos encontrar algo. —intento transmitirle confianza.
—¡Guau, eso es sorprendente! —exclama, sorprendida por la noticia.
—¿Qué cosa? —cuestiono intrigado por su reacción.
—Que tengan vestuario para diferentes especies.
—Mmm, supongo que es difícil de entender considerando que la tierra nunca ha tenido contacto con otros planetas, pero el universo está lleno de diferentes especies, todas muy distintas entre sí —trato de aclarar sus dudas.
—¡Increíble!, aunque es algo inquietante.
—No tienes de qué preocuparte, yo estaré siempre a tu lado cuando bajemos al mercado de la estación. ¿Lista?
—¡Sí, lista! ¡Vamos! —responde con determinación y entusiasmo.
Nos reunimos todos los que vamos a bajar para comprar en la compuerta principal de mi nave. Descendemos hacia la estación Nova y atracamos la nave en el muelle, cerca del mercado central.
—Son todas tan grandes —comenta Lilith a mi lado, y mira con los ojos muy abiertos a todas las naves atracadas en el muelle.
—Sí, son impresionantes. — Juntos observamos las enormes naves que llenan el muelle.
—¿A dónde tenemos que ir ahora? —Me contempla con curiosidad.
—Vamos por aquí para el registro. Después podremos explorar el mercado central y encontrar lo que necesitamos. —Señalo una estructura cercana.
Luego de registrarnos, comenzamos a caminar por los muchos pasillos de la estación espacial. Hoy está abarrotada de gente. Noto que Isabel y Lilith atraen miradas de interés. Mi compañera comienza a ponerse nerviosa.
Informo a mi tripulación que voy a acompañar a Isabel y Lilith a buscar vestuarios para todas las humanas y después nos iremos directamente a la nave. Isabel y Lilith me agradecen, expresando su incomodidad con tanta gente y su deseo de regresar pronto. Vortek no me mira muy bien, y puedo notar su descontento. Entiendo lo que debe sentir, pero su compañera parece asustada. Decidimos que es mejor regresar pronto a la nave, donde nos esperan Arkanor, Liz y Maddie, quienes eligieron no acompañarnos al mercado de la estación espacial.
—Vortek, ve con Krylok a buscar alimentos y suministros para la bahía médica —ordeno, tratando de calmar la tensión en el ambiente.
—Bien —contesta con evidente enojo. Se acerca a Isabel, le susurra algo al oído y le da un beso en la frente antes de partir.
—¿Todo está bien? —le pregunto a Lilith, ya que observo su preocupación.
—Sí, solo estoy un poco abrumada por toda esta gente. —Mira a su alrededor e intenta ocultar sus nervios.
—No te preocupes, estaremos bien. Estoy aquí para protegerte. —La abrazo por los hombros, para reconfortarla.
—Gracias. —Sonríe.
Llevo a las dos mujeres a comprar ropa al mercado principal de la estación. Seguimos por los pasillos. El aire se siente algo denso, pues es reciclado. Puedo ver que las dos mujeres están un poco incómodas pero muy sorprendidas por todo lo que ven. En general, la estación está limpia y ordenada, pero con la presencia de muchas especies y razas de diferentes lados del universo, lo que la hace algo ruidosa.
Una Astralx se acerca a Lilith ofreciéndole algunos accesorios. Ella se estremece al ponerse nerviosa, así que la abrazo por los hombros para darle seguridad.
—Es una Astralx, una especie del planeta Astralux —explico—. En su planeta realizan estos accesorios con lumínia, que es un mineral que solo existe en este lugar. De noche puedes ver su verdadera belleza, ya que brillan en la oscuridad.
Las dos chicas se asombran, miran los accesorios y eligen varios, que yo compro con gusto. Me encanta ver feliz a mi pareja, mi Lilith.
—¿Qué te parece este? —pregunta Lilith, y me muestra un collar brillante.
—Te queda hermoso —respondo con una sonrisa.
—¡Este collar es increíble! —exclama Isabel, y examina los accesorios—. ¿Puedo probarlo?
—¡Claro que sí! —contesta la Astralx con entusiasmo, y le ofrece el collar.
—¿Quieres ver más accesorios? — le cuestiona Lilith, emocionada, a Isabel.
—¡Sí, por supuesto! —replica, con una amplia sonrisa.
Luego de comprar varios accesorios, seguimos avanzando y llegamos a la tienda de un viejo conocido, Etherion. Él trabaja para la Federación Estelar y se encarga de vender ropa y accesorios para refugiados. Sé que aquí podré encontrar prendas para las pequeñas humanas. Isabel y Lilith están encantadas al entrar en la tienda, emocionadas por la variedad de ropa y zapatos a su medida. Se llevan varios overoles, vestidos tunica y botas. También escogen algo para Liz y Maddie. Le pido a Etherion que empaque todo y después salimos de la tienda.
Al salir, nos topamos con un malhumorado Vortek, quien me gruñe un poco mientras me informa que todo está en la nave. Asimismo, menciona que Krylok decidió ir a descansar. Pobre, tuvo que soportar a este idiota gruñón.
Nos dirigimos a la nave rápidamente Lilith se ve muy cansada. Una vez de vuelta en la nave, Isabel y Lilith se juntan con las otras chicas y reparten todo lo que compraron. Lilith se me acerca.
—Gracias —dice con una sonrisa—, y no solo por la ropa. Estoy feliz de poder entender a las chicas. Este traductor es genial.
Mi pareja es hermosa. Siento tanto amor y deseo solo con mirarla. Ya quiero que me acepte como su compañero y que sea completamente mía.
Veo a Lilith mecer los pies como una niña en la silla demasiado grande para ella. Ha sido un día largo; tiene el rostro hundido por el cansancio. Mientras la miro, se frota los pies. ¡Mierda!, aquí estoy, planeando cómo pasar mi tiempo seduciéndola para hacerla mía, mientras que ella está cansada, incómoda y dolorida por caminar sin zapatos. Soy un imbécil.
—Regreso en un minuto —le informo.
—¿A dónde vas?
Claramente, no quiere quedarse sola.
—Regresaré en un momento, cariño —le prometo—. No te abandonaré.
Quizá no me crea del todo aún, pero lo hará en su momento. Tomará tiempo, pero se dará cuenta de que hablo en serio. Destrozaría mil naves para llegar a ella si estuviera en peligro.
Cuando regreso, traigo un tarro de crema cicatrizante y paños húmedos para sus doloridos pies.
—Te ayudaré a calmar el dolor en tus pies. —Le muestro el tarro de crema.
Lilith me mira con la cabeza ladeada. Su expresión pasa del miedo al asombro y luego a la felicidad. Me ofrece sus pequeños piececitos, y yo comienzo con mi trabajo de hacer feliz a mi pareja.
—¿Te duele mucho? —Aplico la crema en sus pies.
—No tanto como antes gracias a ti.
—De nada. Estoy aquí para cuidarte —le digo con una sonrisa.
—Eres muy considerado. —Me mira con ternura.
—Bueno, es lo menos que puedo hacer por ti —contesto, y me siento feliz por complacer a mi pareja.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top