Capítulo 44
"Operación fuego" era el nombre apropiado para este loco plan que me envolvía, espero que funcione. Mientras que Mauricio terminaba de dar las últimas indicaciones, me observa a los ojos con detenimiento — ¿Estás listo?— asiento con seguridad pero he de confesar que me andaba haciendo de los nervios y no estoy siendo metafórico. Si el plan falla nuestras vidas están acabadas, no puedo equivocarme, necesito recuperar a mi hermana, ella me necesita y yo también. De que vale la libertad si no se tiene algún motivo para vivirla y mi motivo era mi hermana.
Después de la jornada del día, esperé hasta que caiga la noche, conmigo cargaba un saco de dinamita, las que pudimos ahorrar en el trabajo. Hoy no era un día cualquiera, es el cumpleaños del alcaide, muchos guardias para no decir todos fueron invitados, eso significa que la vigilancia estaba más débil, solo los nuevos eran los que continuaban la jornada de la noche, no tenía la experiencia suficiente como los centinelas que bebían en aquella celebración, era la oportunidad perfecta.
Me deslizo sobre las paredes de los barracones mientras la luz de la torre pasaba su marcha, si era una noche cualquiera las dos torres estaban encendida pero hoy solo una está de turno. Aprovecho y corro en medio de las gradas, recostándome en la pared del comedor como sombra de poste en pleno atardecer, desde su ventana salía la luz del festejo, era las algarabías de los soldados cantando una canción que solo ellos entendían, mientras iban bebiendo Whisky, vino y Vodka más la cantidad de mangares que se extendía de extremo a extremo sobre la larga mesa vestida de blanco, era una celebración para no olvidar— ¡Vamos a cantarle cumpleaños!—exclama un hombre ya pasado de tragos levantando una botella que derramaba espuma, los demás tomaron su iniciativa he iniciaron el canto, ya eran las 12 de la noche, el nuevo día. Mientras coreaban corrí sin vacilar directo a la planta eléctrica.
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Mientras tanto, Mauricio se asomaba en plena oscuridad nocturna por la ventanilla del barracón, buscando sigilosamente por los laterales del marco, ve a un guardia que patrullaba cerca bajo la luz de la luna, lo curioso es que andaba solo, si fuera una noche cualquiera estaría acompañado. Pero eso no le era suficiente, sigue revisando cada esquina de su traje, hasta que vio el brillo de lo que andaba buscando, las llaves—Perfecto—musita.
Se despega de la ventanilla y ve a todos sus hombres despiertos y erguidos al lado de sus camas esperando la orden—Bien—exhala excitado—Ya saben el plan ¡Hagan que sea realista!— todos asienten y ahora un hombre grande se le acerca, lo mira de frente y el solo alcanza ver sus hombros, le extiende un puñetazo en toda la quijada hasta tumbarlo al suelo, el de un salto se levanta y se lanza sobre su cintura hasta que ambos caen en un bulto de golpes y patadas. Los demás gritaban en porra— Pelea... pelea... PEGALE DURO— aclamaban unos y otros como si fueran colegiales.
Aquel escandalo alerta al guardia que andaba de paso, se levanta la bragueta pues andaba aprovechando de su soledad para orinar en una esquina oscura— ¡DIABLOS!— se altera salpicando lo que no puedo terminar en su pantalón, recoge su arma y va enseguida. Abre la puerta y ve una rueda de hombres cuyo centro era la contienda. Entra a ver qué pasaba, la pelea se estaba volviendo más intensa, aquel soldado veía el encuentro sin hacer nada, solo masticando una goma de mascar, ahora levantando una sonrisa, al parecer lo estaba disfrutando—Vamos a ver que tanto aguantan esas maricas—dice con una voz ronca y los que estaban alrededor levantan un puño de celebración—SIIIIIIIIIIIIIIII...—exclaman con mucha emoción.
Mientras Mauricio era golpeado una y otra vez observa a uno de sus hombres dándole una señala a través de su mirada, aquel se acerca a la puerta y en silencio cierra de ella. Era todo un espectáculo para el guardia, estaba sorprendido—Vaya, esa gallinaza sí que sabe pegar—aplaude con una sonrisa. Ahora para sorpresa de todos se escucha una fuerte explosión y en cuestión de segundos se apaga la luz, aquel guardia voltea a ver que ocurrió en profunda oscuridad pero siente que alguien agarraba de su brazo y otro sujetaba el cañón de su arma, vuelve ver quiénes eran y pues ve la silueta que enmarcaba la luz de la luna y reconoce que se trataba de los hombres que se estaban golpeando, ambos sonríen y le extiende un puñetazo en medio de la mandíbula tan fuerte que lo desmayan, derramando sangre de su nariz—No aguantaste nada Marica—sonríe Mauricio con los labios rojos.
—UN INCENDIO— alguien gritó, se dirige a la ventana y observa que los patrulleros corrían directo a ver el desastre que se envolvía—Bien—exclama girando hacían un lado—ES NUESTRA OPORTUNIDAD— grita abriendo la puerta y todos le siguen atrás.
— ¡AGUA BUSQUEN AGUA!— ordena el alcaide que se hallaba sin poder creerlo mientras salía a ver como su planta eléctrica era consumida por el fuego. En medio del desastre estaba Cody corriendo pegado en las paredes muy deprisa pero de forma sorpresiva alguien abre la puerta y se tropieza con él pero este estaba tan exaltado en buscar el agua que no le prestó la más mínima atención, una buena señal que intuyó el muchacho. De forma lenta camina en medio de las gradas y se da cuenta que cada hombre que le rosaba no se detenían al verlo, era como si fuera invisible ¿Acaso la oscuridad le está abriendo el camino? O ¿Es la desesperación en detener un desastre antes de que las pérdidas sean mayores? O ¿Ambas cosas? Sea lo que sea, de lo que andaba seguro es que era su oportunidad de escape.
Con toda confianza corre a campo abierto pero sin darse cuenta el Alcaide que se hallaba en shock sin hacer nada, esperando a que sus hombres apaguen el fuego, se da cuenta que un adolescente estaba deambulando por las gradas—Un momento—masculla, observa que se dirige a los barracones y lo sigue.
Mauricio abre las puertas de los barracones —Salgan, ¡DEPRISA!—dice y en medio de una sombra oscura aparece el muchacho— ¡Cody!— exclama de la impresión agarrando con firmezas sus hombros— ¡Vi.viste la explosión!— advierte el jovencito con un brillo en sus ojos—Estuvo excelente, lo has hecho muy bien—dice frotando su palma sobre su cabeza hasta ponerle su gorro—¡El plan está fu.funcionando!— aclama el muchacho con emoción pero de repente Mauricio ve sobre sus hombros la silueta de un hombre que le parecía muy familiar tanto que le vino un amargo recuerdo, su primer día en el Gulag, por un momento le clava la mirada hasta que el brillo del fuego aclara las sombras de su rostro—No—murmura con un amarga expresión en el rostro—¿Qué.que sucede?— inquiere Cody sin entender—Aún No, sígueme—parte y en plena corrida se escuchan los gritos del alcaide—¡SE ESTAN ESCAPANDO!— de su cintura desabrocha una pistola y extiende el primer tiro hasta tumbar a un hombre—¡GUARDIAS!—gritas detrás de ellos mientras los persigue.
Mauricio y Cody aprovechan la confusión y se pierden en la profunda oscuridad hasta que el alcaide los despistas de vista, se devuelve de donde vino a buscar refuerzos. A una esquina tan oscura como la boca de una cueva andaba Mauricio alterado— ¡Diablos y maldita sea!— se golpea la frente con la pared de madera el indignado hombre— ¿Cómo te vio?—le da de un puñetazo a la pared— ¡Es.es.es mi culpa!— se lamenta el joven apartando su rostro—En vez de.de seguir el.el plan quise co.co.cortar camino, lo siento—Mauricio no dice más nada, solo se escuchan su respiración frenética—Está bien—advierte con más calma—Todo cometemos errores pero no hay tiempo para lamentarnos ¿Esta claro?— el asiente—Bien ¡sigamos!— ahora corren rumbo al almacén.
Mientras se apresuraban escuchan varias detonaciones tan cerca que oían el silbidos de las balas rosar sus oídos, Mauricio empuja a Cody y ambos caen al suelo—No te levantes— dice y más balas pasan por encima de ellos hiriendo a más hombres. De repente se escucha otra explosión y era el fuego que se estaba consumiendo un trasformador extendiéndose por todos los cables hasta llegar a la torre de operaciones —Señor—grita alguien—La estación se incendia—señala y los disparos cesan.
—Ahora si ¡CORRE!— se levanta Mauricio y tan aprisa como pudiese llegan al almacén. Adentro los esperaban los pocos que sobrevivieron, Cody saca de su saco la dinamita que faltaba y Mauricio enciende la mecha posándola encima del tubo— ¡Cúbranse!—grita buscando donde esconderse hasta que se escucha la explosión que abrió más el hueco como al tubo esparciendo todo el polvo de escombros.
— ¡Excelente!—se asoma con detenimiento y Cody de un impulso decisivo es el primero en bajar—Esta oscuro, muy oscuro—advierte el muchacho sin muchas ganas de seguir adelante— ¿Que esperabas? ¿Un riel y un carro minero? ¡MUEVETE!—exhala Mauricio muy impaciente, tropezando con el talón de sus zapatos. Aquel lugar no olía bien como si hubiera un pescado después de un día de sol ardiente acompañado por el cuchicheo de las ratas, además unas que otras cucarachas caminaban entre sus piernas, sorprendidas por la llegada de unos gigantes. Cody con todas las fuerzas de sus codos y rodillas se sigue arrastrando como una lagartija.
—No veo na.nada—sigue diciendo—No importa, solo sigue adelante es el único camino que debes seguir—declara el hombre. Desde la superficie se escuchan los disparos y el sonido de varios pies encima de ellos—Descubrieron el túnel—grita un hombres desde el principio del hueco, varios gritos de desesperación le acompañaban y poco a poco son silenciados por el sonido de los disparos— ¡CODY MUEVETE!—empuja Mauricio muy alterado. Aquel muchacho se acelera pero le dolía mucho los codos—No te detengas—sigue presionando, se hallaba muy nervioso— ¿Cuánto cre.crees que falte?—No lo sé, pero no es muy lejos—se sigue arrastrando— solo debemos pasar el muro y pronto nos acercaremos a un río donde desagua—Ya ve.ve.veo algo de.de luz— Pues muévete rápido.
Cuando salen a la superficie se arrojan a un río no muy profundo, inhalando todo el oxígenos bueno como si no hubiesen respirado por un largo rato—Lo logramos—sonríe Mauricio viendo el cielo estrellado y la fría brisa rosar su cabello— ¡LO LOGRAMOS!— se coloca sus palmas sobre sus oídos— ¡CODY LO LOGRAMOS!—grita y levanta las manos— WUUUUJOOOO ¡LIBERTAAAAAD!—aquel muchacho se hallaba sonriente volviendo a probar el dulce sabor de ser libre pero de repente se escucha un disparo a lo lejos y el silbido chillante le sopló por los oídos tan cerca que se lanza al suelo, enseguida ve que atrás se aproximaban los ladridos de unos perros acompañados por las luces danzantes de las linternas—Oh No— masculla el muchacho y se queda frío cuando ve a su compañero de rodilla sobre el agua que se teñía de rojo—¡Mauricio!—corre hasta sostenerlo entre su pecho—Cody—convalece el hombre cuyo labios se estaba manchando con su propia sangre—Te.te po.po.pondrás bien—dice el jovencito tratando de mantenerse tranquilo sabiendo en el fondo que no sobrevivirá, pone su brazo derecho sobre su hombro, cuyo movimiento le causa mucho dolor al pobre hombre—HAAAAAAA... Cody detente ¡Basta!— le agarra la prenda del cuello con el pulso temblante—Por favor déjame aquí—insiste —No—menea la cabeza—No te.te.te dejaré—niega con una mirada vidriosa— ¡Escúchame!—le agarra su hombro izquierdo con la fuerza que le quedaba—Te acuerdas de lo que dije ¡¿Te acuerdas?!—Asiente con lamento, haciendo un esfuerzo de no romper en lágrimas— ¿Qué dije?—suspira el pobre Mauricio cada vez mas débil—Que.que es me.mejor morir intentándolo que.que.que morir sin jamás ha.ha.haberlo intentado—convalece el pobre muchacho con varias lagrimas rosando sus mejillas hasta papar las de Mauricio—Bien, eso era todo—le palmea el hombro intentando de calmar la situación, deja tumbar su cuerpo sobre la tierra húmeda—mi consuelo es saber que morí luchando por mi libertad—sujeta con la fuerza que le queda el hombro derecho de Cody— Ahora ve y lucha por vivir la tuya ¡Ahora CORRE!—señala—CORRE QUE ALGUIEN ESPERA POR TI y Cody nunca olvides mis palabras ¿Esta claro?
—Si
—Bien—sonríe hasta dejar caer su mirada
El muchacho con todas sus fuerzas siguió adelante, escuchando como un rayo rompe el cielo con el sonido de las balas penetrando los troncos. Cada vez el bosque era más espeso he intimidante, la lluvia comenzaba a caer, la neblina se estaba levantando y el frío asediaba el débil cuerpo del joven, los ladridos de sus perseguidores era cada vez más clara. Sus piernas pedían descansar, no aguantaban más el exigente trajín de esa noche pero eso no lo detenía, debía salvar su vida, no para sí mismo sino por quien necesita de él, eso era lo que le atravesaba la mente, la promesa que le hizo a su madre y el consejo de su abuelo, luchar hasta el final.
Pero enseguida un tercer ladrido llama su atención, busca otro camino y la neblina se volvió más espesa hasta enmarcar un cuadro lúgubre de siluetas con garras de árboles hasta perderse en la blancura penumbrosa, un extraño murmullo rosa sus oídos, era como si alguien le dijera que siga adelante, si fuera otro momento le causaría una sensación de miedo pero en este caso prefirió escucharlo como si fuera las palabras de una conciencia. El extraño ladrido de origen desconocido se oía más cerca, acelera sus pasos pero de forma inesperada algo cae sobre él y ambos se golpean con el tronco de un árbol. Se soba la cabeza más el costado por donde sufrió el golpe y observa la Figuera negra que envolvía la neblina, responsable de ese inesperado choque. Parece que cargaba algo en la mano, lo suficiente como para intuir que es para causar daño, pensando que era un soldado, alcanza una piedra y la esconde detrás de su espalda pero en el momento de acertarle el piedrazo se da cuenta que era una niña, poco a poco la neblina revela su rostro y sus miradas se chocan, no era cualquier pequeña se trataba de Esperanza...
Continuará...
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