Capítulo 43

Una sombra grande y más profunda que la noche, era un gigante, sus ojos incandescentes, brillaban como un faro en una noche de neblina. Antes de ser minero Piedra era un cazador, su presa favorita eran los patos y los zorros, presumía de una buena puntería, de diez disparo solo nueve herían los blancos, era todo un Billy the Kid montañés. Se dedicó a la minería porque le veía más queso a la tostada en tan poco tiempo, le encantaba aprovecharse de la gente, buscar una oportunidad usando a los más débiles o los menos inteligentes, sabía muy bien seducir las necesidades de los hambrientos, prometiéndoles falsas ganancias para que luego terminen muriendo en un accidente meramente provocado por este hombre. Se reconoce que es muy inteligente, la astucia es su herramienta favorita, su labia es su virtud más cotizada "Las palabras con buena sazón convence hasta el más sabio" era su lema.

Pero este hombre no llevaba una buena vida, siempre se salía con las suya pero algo le hacía pagar por sus pecados, después de una racha de éxito venia la racha de los problemas, siempre provocado por él. Pensaba que nadie era más listo que él pero habían zorros mucho más astutos de lo que imaginaba, tenía cierta fama y una reputación incuestionable pero a precio de enemigos. Siempre había alguien con ganas de eliminarlo hasta que un día fue traicionado.

Sam Bigotes quería verlo morir, estuvo a punto de mandarlo a la otra vida, le habían pagado buen dinero para liquidarlo, el negocio de las minas se había convertido en una mafia y las zonas donde el merodeaba ya fueron escogidos por peces más poderosos.

Para no seguir arriesgando su vida vuelve a su viejo oficio de la caza, su amigo Percas, un hombre sin rumbo y sin pasado, se mantiene a su lado pues piensa que estando con él logrará lo que ha deseado: dinero, mujeres y fama.

Se volvieron cazadores de animales exóticos, hay personas que pagan buen dinero por la piel de animales raros y el precio aumenta cuando están protegidos, gente del gobierno de Rusnta ofrecieron buena papa por la piel de ciertos animales, la de los monos era el precio más alto de la lista, se trataban de animales tan raros como un mosquito alvino.

Por semana estaban buscando esas raras criaturas, cuestionando su existencia por estos rincones del mundo pero estaban equivocados, escucharon que en unas montañas al norte cerca del campo de prisionero del Gulag, se oía aullidos de monos en lo más alto de los arboles pero la zona estaba estrictamente protegida por el gobierno, eso significa una cosa, triplicar el precio.

Piedra presumía de no ser supersticioso, que la creencia en espíritus o en un Dios que todo lo ve para luego juzgarte, son creencias para los pobres ignorantes que viven una vida atadas al control de un ser que ni los ve ni los escucha. Siguió su rumbo ignorando las advertencias de los campesinos, cuando por fin pisó el terreno donde yacía la leyenda, escucha los gritos de unos hombres, jóvenes curiosos que huían de un grupo de animales salvajes, el supuesto monstruo según creía Piedra pero algo los sorprendió, el rugido inenarrable de una bestia que caminaban por el bosque, de la impresión Percas huye lejos y Piedra comienza a escuchar los murmullos del bosque, algo le señalaba que aquel lugar estaba encantado, en lo más fondo sabe que este bosque tiene más vida que su propio corazón que se hallaba forrado de tabaco pero es tan terco que ignora la advertencia de su conciencia, siempre lo ha hecho.

Ahora era el momento de la verdad, aquella bestia que protagonizaba la leyenda, estaba al frente cubriéndolo con su mirada y el rugido que tambaleaba sus rodillas. Estaba pensándolo, su índice que se apoyaba sobre el gatillo que temblaba como una maraca, no podía disparar, su mano se congeló, el miedo que trataba en encerrarlo logro abrir la reja y ascender a su cabeza, sus ojos se abren más que la boca de un sombrero y de un gemido de terror huye lejos.

Ahora aquella bestia negra y penetrante que parecía un tronco con cuernos y garras, se estaba desmoronando, su cabeza es levantada con los brazos de la bestia y es colocada sobre el suelo, unos pequeños pies pisan la tierra, era Mabel quitándose la cabeza pálida de ojos negros con una boca negra pintada con oleo hasta ver que el cuerpo alto y recto con forma de tronco del monstruo, se dobla sobre sí mismo y de él se libera por la parte de atrás, la cabeza del viejo montañés sintiendo el velo de la niebla—¡Lo logramos!—sonríe Mabel levantando la enorme cabeza—Si— asiente el señor con un gesto placentero.

De la nada se escucha un disparo tan repentino como los gritos de un fantasma, Mabel se sorprende y ve que su amigo se contrae al suelo, de su brazo corría sangre hasta derramarse de sus dedos, levanta la mirada y ve a Percas apuntándolos con su pistola, con una mirada tan punzante como el filo de un cuchillo de caza—Piedra tenía razón—dice enojado—Este hombre se ha burlado del pueblo—le señala con el cañón de su arma que desprendía humo directo a la cabeza—Noooooo...—intercede Mabel en el medio como si fuera un escudo—Te volviste loca ¡huye!—ordena el montañés que andaba arrodillado en el suelo esperando ser liquidado—¡NO!—menea la cabeza la niña decida a no abandonar su puesto—¡Sal de allí niña loca!—exclama el tirador con mucha impaciencia—¿O quiere ser la siguiente?

— ¡Entonces dispara!— ataca LA VALIENTE Mabel con sus palabras decidida a sacrificar su vida por un hombre que conoció hace dos día, para cualquiera le sería estúpido la decisión que tomó más sin embargo ella lo ve desde una óptica muy distinta, aquella niña caprichosa he impaciente que había atormentado a Cody por su inmadurez, ahora sufre una especie de metamorfosis, no sé si sea correcto la palabra sufrir en esta ocasión, más bien una trasformación hacia una actitud valiente y llena de sacrificio, aquella actitud que está floreciendo a causa de las espinas que le han puyado en el trascurso de su viaje, quizás la rápida madurez es a consecuencia de los golpes de la vida. Aquel hombre se queda congelado, su dedo comienza a pulsear con el gatillo, trastabillando en la idea de cumplir su amenaza, no estaba cómodo con lo que iba hacer—Ese hombre es un criminal—dice con la voz temblorosa—¡Tiene que morir!—un rayo rompe el cielo y comienza a caer la lluvia—No es un criminal ¡Ustedes sí!—señala la inquebrantable pequeña con una mirada tan certera como la mira de una pistola—Contare hasta cinco y si no corres ¡Adiós!—se mantiene en su posición—Uno...—Esperanza corre—dice aquel hombre con impaciencia—Dos...— ¿Por qué lo haces?—Tres...—Niña ¡Estoy acabado! Ya me descubrieron ¡Ya no tengo más salida! Solo quiero rendirme y morir de una vez—intenta empujarla pero Mabel se resiste— ¡Déjame!—dice—Cuatro...— ¡Vas a morir! ¿Dime porque quiere hacerlo?—Porque—declara—No podemos huir de aquellos que nos hace sufrir. La verdadera fuerza no se mide por el tamaño de nuestros músculos si no por la voluntad que tenemos al enfrentar los problemas sin rendirse —aquel hombre queda boca abierta tan sobrecogido como si escuchara las palabras de un sabio dentro del cuerpo de una pequeña—Y Cinco...—Mabel cierra los ojos hasta que escucha el disparo "BAAAANNNGGG" pero no siente nada, ¿Acaso la muerte fue tan rápido que paso de largo el dolor de la última estocada? revisa su cuerpo y sigue intacta, sube la mirada y ve como Roble mordió su brazo haciendo que el disparo caiga en un árbol—¡Roble!— se emociona la niña.

Aquel perro llego en mejor momento, Percas estaba decidido finalizar su cometido, aquel hombre que se esperaría cierto grado de humanidad se esfumo como la lengua de una vela después de un soplo de brisa. Roble le sigue hiriendo el brazo donde sostenía la pistola, este lo suelta y se retuerce cubriendo su brazo herido. Mabel cae sobre él y lo abraza, es la segunda vez que ese perro cumple su promesa, aquel animal tan protector y fiel, digno del amor que siente la niña. El montañés le advierte a la pequeña que deben marcharse pues se escuchaban las pisadas de un grupo de personas aproximándose a su dirección, al parecer Piedra viene en su búsqueda — ¡Corre!—señala el hombre—Ve al norte y escóndete—añade—Pero...—se detiene ella— ¿A dónde vas?

—Ha enfrentar mis problemas—gira su mirada al bosque— mi familia depende de eso—declara decidido, esperando la llegadas de esos hombres. Roble muerde parte de la prenda de Mabel señalando que deben marcharse pero la niña sigue trastabillando en obedecer esa orden— ¿Qué ESPERAS? ¡COREEEEE!—exclama y ella parte tan veloz como pudiese.

Mientras corría, escucha varias detonaciones, ella se detiene horrorizada—NOOOO...—voltea— ¡Señor Monstruo!— exclama con ardor pero ninguna respuesta, intentando volver pero Roble muerde parte de su falda y en ese forcejeo ella cae al suelo—Roble ¡Suéltame!—dice pero el perro sigue insistiendo. De la nada se escuchan varias pisadas venían de otra dirección y el perro la jala con más fuerza, ella se levanta y lo sigue. Se escuchan disparos, tan cerca que sentía que rozaban su cabello pero corre, el perro no se detiene y la niña se tropieza con una rama, Roble se devuelve y la empuja, Mabel se vuelve a poner de pie y corren.

Se oían más pisadas, venían de otra dirección, desde el camino que estaban siguiendo, Roble comienza a gruñir esperando la llegada y una sombra aparece de la nada, de ella se da a conocer un hombre con un uniforme gris pero estaba tan aterrado que no se dio la molestia de mirarlos, algo estaba pasando, Mabel se sorprende y Roble levanta los oídos como una antena. De un brinco despega corriendo, ladrándole a la brisa — ¿A dónde vas?—grita la niña y va en su persecución, el perro estaba lejos, solo se oían sus ladridos, el sonidos de las pisadas y los murmullos desconocidos habían cesado pero Mabel seguía adelante, concentrada en seguir el rastro de ladrido de su perro. Una extensa neblina cubría en remolinos la fría noche pero la luz de la luna mantenía un hilo de claridad en las zonas más despejadas, Mabel se tropieza con varias matas, ramas y troncos pero eso no la detiene— ¡ROBLE!—grita y sigue corriendo, los ladridos del perro estaban perdiendo fuerza, al parecer estaba lejos. Mabel se estaba asustando y sus piernas ya no aguantaban más la fuerte exigencia que le pedía, pero para su mala suerte o un inhóspito circunstancial cae de una colina, rodando abajo como si fuera una roca hasta que se tropieza con algo, ese algo profirió un gemido incluso respiraba, ella con el dolor de sus golpes intenta levantarse, aquel cuerpo se mantenía en el suelo, estaba tosiendo mientras se sobaba el costado, ella sabiendo el peligro que corre decide agarrar una piedra, las más grande que pudo alcanzar, con aquella roca en mano se acerca furtivamente a la persona que trataba de volver en sí y en el momento en que le iba acertar ese golpe se da cuenta que aquella persona le era tan familiar como su rostro en un espejo.

La niña suelta la roca y queda tan sorprendida que por un momento parecía una muñeca pálida, sus labios temblaban, no podía creer lo que estaba viendo ¿Acaso era él? O ¿Era obra de una alucinación después de varios golpes? Pero se veía tan real que sentía el sonido de su respiración caliente mezclándose con la neblina fría

— ¿Cody?


Continuará...

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