Capítulo 28


En aquel día Alexandra se hallaba sola en su camerino, digiriendo la terrible deshonra que prolifero su padre, se escuchaban algunos murmullos detrás de la puerta, no había que ser un experto en psicología para notar que andaba llorando, paso de largo y percibo que no estaba el señor Santiago, al parecer se fue a un bar a beber un rato, según me dijo el barrendero que lo vio salir hace una hora, quizás a ver si el alcohol podía apaciguar el intenso dolor que guardaba por dentro.

Mientras deambulaba por los pasillos oscuros y triste que desentrañaba el viejo teatro, escucho por detrás de algunas puertas, a algunos de los actores que se afligían por el futuro que les aguardaba, muchos decían que no sabían que hacer pues el teatro es su vida, su razón de ser, su refugio y felicidad. No comprendía por qué tal aflicción como si lo perdieran todo, como si la esperanza fuese un mito para ellos, estaban resignados a perderlo después de los cinco días, seguía sin entender por la simple razón de que hay muchos otros lugares donde pudieran trabajar o ¿Acaso el oficio de la actuación es un trabajo que requiere más que solo fingir una realidad como si fuera parte de sus vidas? Según he escuchado que en este pueblo, al ser actor en teatro es más por amor al arte que a la remuneración, solo los más ricos son aquellos con reconocimiento mundial mientras que los demás solo se esconden detrás de sus personajes.

Seguía caminando y de repente veo a Roble levantar la pata sobre la rueda de un vestidor movible — ¡Roble No!— señalé con mi mayor tono pero no me hizo caso, descargó y huyó de mí entremetiéndose por debajo de todos esos percheros, fui tras él por el mismo camino, atravesando disfraces y disfraces más algunas utilerías viejas, desprendía un aroma a pintura fresca más el de la tela vieja que rosaban mi nariz, solo veían la luz del exterior una vez en su existencia, me sentía dentro de un closet , por fin pude ver una luz que trapazaba una tela fina como si viera el final de un túnel y cuando absorbo una bocanada de aire libre, para mi sorpresa veo a Marcus sentado en un rincón con un libro en la mano y varias fotos arrojadas en el suelo, recibiendo la luz de una vieja lámpara de gas y le acompañaba el pequeño Roble disfrutando de sus caricias en la oreja.

Enseguida cuando estaba a punto de guardar esa foto, se le resbala el libro desprendiendo varias de ellas y la que tenía entre sus dedos se desliza hacia mis pies, enseguida veo por el brillo de la lámpara que esa imagen contemplaba a un niño disfrazado de lobo y una niña con un velo rojo intenso sobre su cabeza, ambos andaban sonriendo de oreja a oreja y al medio se hallaba el señor Santiago mucho más joven. Cuando estuve a punto de coger aquella foto escucho— ¿Qué haces aquí renacuajo? ¡Lárgate!—me señala con una mirada de desprecio pero el brillo de la luz sobre sus ojos revelaban que los tenia vidriosos, recojo la imagen y aquellos niños me era muy familiares como si los hubiese visto hace unos días —Esa ni.niña ¿Es Alexandra?— digo mientras se la voy entregando, Marcus la recoge de forma rápida y brusca —Ooohh... eres todo un observador— alega con sarcasmo — ¡Quien más sería!— exclama guardando la imagen —Y el niño ju.ju.junto a ella—dije— ¿E.eres tú?

Marcus aparta su semblante de mí y se queda callado por unos segundos volviendo a contemplar la imagen con pesar — ¿Ella es tu.tu.tu herma.mana?— inquirí pidiendo respuesta —Prima— por fin habla —Es mi prima— voltea a verme de reojo —Oh eso es lo que ella cree—aparta su mirada.

No comprendía lo que decía, la verdad de todo este misterio hasta que se estira y se rasca detrás de la cabeza con fastidio y flojera —Mira pequeño tartamudo— gira en verme de nuevo —Es una historia larga y no ando de humor para contárselo a un piojoso como tú— me señala con desprecio. Bajo los hombros y asiento rendido, a punto de marcharme escucho —Pero si te interesa saber... solo siéntate y ¡cállate la boca! No quiero escuchar cómo te enredas con las palabras ¿Esta claro?— se pone las dos manos sobre la cintura y asiento más animado.

—Bien...— se sienta en el suelo, aumentándole la intensidad de la lámpara que cada vez se hacía más débil y el pequeño Roble pone su cabeza sobre sus piernas y el vuelve a acariciarle la oreja...

Hace muchos años, mi padre era un hombre alcohólico que maltrataba mucho a mi madre como a mi pequeña hermana, un día vino tan molesto que agarro un cuchillo y nos amenazó con asesinarnos, quiso comenzar con mi hermana, lo tenía entre sus brazos hasta que mi madre intervino y luchó contra él, ella estaba herida, mi mamá entre gritos y golpes me ordenó a que hullera con ella bien lejos, quería detener a mi padre, salvar a mi pobre madre que solo recibía sus maltratos pero mi hermana perdía sangre y eso fue lo que hice, la saque de la casa y corrí a buscar ayuda hasta que fue demasiado tarde, murió en mis brazos.

Tiempo después fui llevado a un orfanato, veía la miseria mismas que se plagaba en cada uno de sus rincones como a sus cucarachas, muchos niños estaban flacos, sucios, maltratados y muy poco cuidados mientras que otros andaban reluciente de pie a cabeza, al parecer tenían preferencia con ciertas razas, pues eran más fáciles que ciertos pequeños que cumpliesen con algunas características físicas fueran adoptados más rápidos pero otros que no compartían esa condiciones ventajosas morían enfermos o desaparecían de forma espontánea sin explicación, en cuanto a mí era uno de los privilegiados pero hubo una pequeña bebé que llamo mi atención, me recordaba mucho a mi hermana, andaba muy enferma y quise cuidarla, me estaba encariñando mucho con ella hasta que un día vino una pareja que quería llevársela.

Ese día no fue fácil para mí, sentía como si la volviera a perder de nuevo, me dijeron que no fuera a verla y que aceptara su partida pues era natural que una pequeña como ella la fuesen adoptar más rápido, pero en su cuna vi que no le llevaron su frazada favorita, cuando la fui a buscar me di cuenta que ya estaban abandonando el orfanato. Decidido, agarré una bicicleta y fui tras ellos, pedaleé y pedaleé como si mis pies no conocieran el descanso, lo único en que pensaba era entregarle la frazada y decirle el último adiós.

Cuando llego a la pieza de sus nuevos padres descubro que aquel lugar no era un sitio tan agradable como para cuidar de una pequeña, era un jardín seco como si fuera desértico con varias botellas arrojadas en cada rincón y bolsas de basura de un hedor tan fétido que ni podía pasarle de lado, además veía que las paredes de esa vieja casa estaba manchada con todo menos de pintura, cuanto más me acercaba sentía un olor a orine de borracho y las moscas tropezaban sobre mi frente, mientras busco una ventana por fin advierto lo que hay en su interior, vi algo que nunca me lo habré imaginado y jamás lo voy a olvidar.

Niños arrojados en el suelo cortados, otros amarrados, desmembrados parte por parte como viste de carnicería y con el estómago abierto, bebes de menos de dos años guindados de los pies y colgando uno al lado del otro golpeteando sus cabezas, muchos estaban muertos pero algunos languidecían de lágrimas sin tener energías para seguir llorando y más al fondo habían otros, eran niños, encerrado en una jaula esperando su fatal destino, pero no gritaban o forcejeaban las rejas, más bien andaban atontados como si estuvieran drogados, aquella escena me paralizo un fuerte frio en el corazón, caí en un profundo choque de terror ¿Cómo en este mundo puede haber seres humanos que lleguen a estos niveles de crueldad?

Estaba tratando de recuperarme y buscar la manera de salvar a la pequeña, gracias a Dios que escuche a algunos de esos psicópatas decir que harían el juego del bebé en soga mañana temprano pues no le quedaban cartuchos para tomar sus fotografías. Esperé a que se hiciera de noche y cuando se fueron a dormir entré y pude salvar a la pequeña, enseguida corrí afuera y mientras me estaba subiendo a mi bicicleta sentí que las luces de esa casa se escondieron y me marche enseguida. Cuando por fin llego al orfanato le digo a la directora que los que adoptaron a la bebé son unos asesinos y debía llamar con urgencia a la policía pero ella hizo caso omiso a mi advertencia, más bien se molestó por haberla desobedecido, que debí haberme quedado y nunca haberlos seguidos, ahora como castigo tenía que irme con ellos.

Descubrí que aquellos psicópatas pagaban una enorme suma de dinero por llevarse a algunos niños que no desearan y así los libraría de aquella carga beneficiando de forma económica el orfanato, eso explica porque algunos desaparecían como fantasmas, el bebé que cargaba valía mucho dinero y debía devolverla. Enseguida me fui corriendo con la pequeña antes de que alguien me atrapara, me monté en mi bicicleta y me fui directo a la ciudad, pero no era suficiente, nos andaban persiguiendo, cuando llego a la ciudad buscaba por donde sea a un oficial pero no había ninguno, de repente siento las luces del vehículo posados sobre mí y corro a un callejón, desgraciadamente el camino se me estaba cerrando y escuchaba los pasos de mis perseguidores muy cerca de mí pero vi una puerta al lado de un conteiner de basura, no estaba cerrada sino entre abierta, sin pensarlo dos veces me adentro y cierro la puerta ante de que me atajaran, enseguida veo en una habitación al señor Santiago escribiendo con papel y tinta varias páginas, el siente nuestra presencia y pregunta ¿Quiénes somos? Le conté lo que pude expirar con mis nervios a millón y le suplique que no me entregaran.

A los pocos minutos escuchamos a unos hombres preguntando por nosotros, el señor Santiago de reojo me observa detrás de la oscuridad del telón con la bebé en mis brazos, voltea a verlos y dice con voz tranquila y natural —No he visto a ningún niño

—Está seguro— insisten los hombres—Si— asiente—No pierdan su tiempo acá pues si estuvieran aquí ya lo hubiese sabido —aquellos sujetos mas no podían hacer y aceptaron su respuesta y se marcharon.

A los días, la policía fue al orfanato y con pruebas en mano más mi testimonio, la cerraron y fueron arrestados todas las empleadas envueltas ante tal acuerdo de maldad y todos esos niños que no tenían a donde ir fueron adoptados por el señor Santiago.

—Cómo puedes imaginar Cody si eres inteligente para que te hubieses dado cuenta que todos los actores que trabajan para el señor Santiago son esos niños y niñas que tuvieron a punto de perder sus vidas, es por eso que el gran Telón Azul es todo lo que tenemos como la bondad del señor Santiago. ¿Ahora entiendes?

—Si—asiento—Pe.pero ¿Alexandra po.por fin lo supo?

Suspira profundamente y continua—El Señor Santiago y yo hicimos un acuerdo, nunca contarle sobre eso, hacer como que esas páginas de su pasado nunca fueron escritas. Preferimos decirle que él es su padre y yo su primo, además él se encariño mucho con ella pues le recuerda a su pequeña, la que perdió en un horrible accidente y para él es como si la hubiese vuelto a recuperar, por eso la ama tanto.

—Wow nunca imagine que.que.que su pasado fuera muy fu.fu.fuerte, ahora entiendo po.porque eres amargado

— ¡NO SOY AMARGADO RENACUAJO!—cierra los puños— Solo que ustedes no me conocen bien, así que ¡CALLATE! Antes de que decida patearte—ahora Recoge el resto de las fotografías que seguían en el suelo.

— ¿Y qué.que haremos a.ahora?

— ¡YO QUE SÉ!— chita con la lengua y suspira, mientras guardaba las imágenes que quedaban en el libro, observo una foto antigua, era la más vieja de todas las que andaba regadas por el suelo, parecía que no formara parte de ella si no otro tipo de recuerdos mucho más viejas que las demás, no se entendía aquella imagen pero si se podía lograr leer aquel escrito que con la tinta desteñida y chorreada que envejecía en el papel inscribía estas palabras "Nunca abandones tu sueños mi querido Alejandro"

— ¿Qui.quién es Alejandro?— inquirí recogiendo la imagen, Marcus por unos segundos no me presta atención hasta que se percató escuchar ese nombre, de un golpe cierra el libro que desechaba polvo y el hedor a encierro—No hay nadie que se llame Alejandro—dice— salvo por alguien muy particular— me mira como si una aparición se revelara ante sus ojos, quería saber quién era y le pedí que me contara y nunca me esperé que aquel personaje pudiese cambiar el destino del Gran Telón Azul...


Continuará...

Buenas noches mis apreciados lectores, que todavía siguen valorando esta aventura, sin más nada que agregar vamos a lo siguiente. Ahora vimos el fuerte pasado de Marcus y su relación con Alexandra, eso explica la intensa preocupación que ellos sienten al perder el teatro, es como perder sus mismas vidas pero ahora surge una interrogante ¿Quién es ese Alejandro? ¿Qué relación tiene con el teatro? ¿Seguirá vivo? Y la más importante ¿Cómo ayudará en salvarlos de la deuda? Lo sabrán en el siguiente capítulo. Saludos ^^

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