EXTRA SINIESTRA Y ROGER
...que vivía junto a su padre y hermana menor en una bonita ciudad cerca de la gran capital.
Y un día, ella...
- ¡No! ¡No! Espera... - Me detiene Siniestra. - ¡Corten! ¡Corten! ¡Y corten! Así no va... - Me mira feo.
- ¿Qué? - También la miro feo, acomodo mi lentes y me cruzo de brazos, dejando en pausa mi escritura.
Y Siniestra me señala la pantalla.
- ¿Qué, es eso del... - Me hace comillas con sus dedos en alto. - ..."Había una vez, una bella y tranquila chica?"
Su rostro está como el suéter que usa, un bonito rojo.
- ¿No sos bella? - Le pregunto sin comprender.
Y me da la razón con ese gesto muy propio de ella, de tirar su pelo siempre impecable hacia atrás de uno de sus hombros, pera luego mirarme con obviedad.
- El tranquila, no va... - Me explica.
- ¿No lo eres?
- Solo con mi adorada hermana y me hago un cargamento de ella, cuando el asno de mi cuñado se manda una burrada... - Me especifica y me eleva un dedo en alto. - ...que no quita que lo adore, también. - Me aclara y sonrío.
Y la miro sirviéndome un mate, para luego indicando el teclado.
- ¿A tu modo?
Y Siniestra golpea sus manos entre sí.
Sonriente.
- Como yo lo contaría, por favor... - Me pide y afirmo, volviendo al teclado.
Y también, sonrío.
Ok, Karla.
A tu manera, entonces :)
SINIESTRA
Antes que ingrese a su aula y tras un besito en su mejilla, acomodo por última vez el moño que yo misma confeccioné en una de las trenzas de lado de mi hermanita.
Es más pequeña que yo y la adoro por sobre todas las cosas.
Se podría decir que me tomé la atribución y desde que nuestra mamá falleció quedando solo nosotras con papá, en cumplir el papel y no solo de la mayor con apenas 15 años, muy sobreprotectora.
También, el maternal.
Soy una especie de mamá gallina con mi hermanita Vangelis y puedo desatar sin la necesidad de ningún arma, una tercera o cuarta guerra mundial, si mi radar inquisidor me pone en alerta ante un peligro a su persona.
Por eso.
Miro a todos sus compañeritos hombres de golpe y a través de la puerta abierta ya en el aula, que al notar mi presencia y sin sonrsita para ellos y hasta con un gesto de mi dedo atravesando la graganta, me miran con gesto de pánico por mi sutil amenaza.
Vuelvo a sonreír dulcemente hacia Vangelis.
- Ve, cariño... - Le digo, alisando el cuello de su vestido con ternura y verificando con mucho orgullo como saltarina y alegre con su mochilita de perritos, entra sobre el timbre de comienzo de clases muy feliz.
Relajo mis hombros, volteando y caminando a mi sector.
El secundario y en el proceso, mi turno de acomodar mejor la falda a cuadros de mi uniforme como camisa blanca.
Cuando llego, el corredor está lleno de estudiantes.
Algunas compañeras, tanto años menores como mayores me saludan mientras paso y devuelvo la misma, alegre y sonriente.
Por tres años consecutivos, soy la presidenta del consejo estudiantil del instituto secundario.
Y por tal, con una gestión agradable, siendo responsable, ayudando ante las necesidades de mis pares con vocación y cariño, pero con carácter.
Me respetan y quieren.
Su votaciones pasadas y haciéndome la ganadora absoluta los años pasados y hasta aniquilando mis rivales de años superiores lo avalan.
El sonido de mis zapatitos se detienen al ser el turno de nuestro timbre de ingreso.
Pero en vez de hacerlo cada cual en sus respetivas aulas, todos y entre risas con mis amigas como resto, vamos hacia las dobles puertas al bajar las escaleras de lo que es el pabellón de deporte.
Un gran predio cerrado, coronado de palcos y centro, coronando la cancha de básquet de nuestro equipo oficial.
No hay partido, solo una pequeña ceremonia para decirlo de alguna manera, por lo que me tiene emocionada llegando a esta época.
La cuarta postulación para la presidencia estudiantil.
- Dicen que Leticia Liberston, se bajó de su candidatura... - Me susurra una de mis amigas que rodea uno de mis brazos.
- Está cansada que la derrotes... - Me murmura otra amiga que tengo del otro lado, mientras bajamos los escalones como los demás estudiantes en dirección a la primer fila de los asientos, donde ya se puede ver algunos profesores sentados delante nuestro y a metros de los palcos, como el director verificando la altura del pie con su micrófono en su frente.
- La cosa es, que escuché... - Vuelve a hablar la primera en voz muy baja para que solo nosotras escuchemos. - ...que Robert, dicen que también lo hizo. - Su comentario y ya tomando asiento, hace que la mire curiosa.
¿Por qué?
Ya que es mi gran oponente.
Robert Boutlé de 5to año, ganó dos candidaturas y por más que yo, luego le gané en las siguientes.
Nuestras competencia, fue feroz en la campaña.
No corrió sangre ni trampas como salto en la yugular, pero los dos nos conciderábamos, dignos rivales uno por el otro.
Estábamos muy orgullosos.
Y por eso mis hombros caen, mirándolas.
- Si no tengo retador... - Formulo.
- ...quiere decir que vas a convertirte y por primera vez en el colegio, en una presidenta reelecta por cuarta vez, Karla! - Festejan mis amigas.
Y sonrío festiva con ellas.
Me gusta la competencia y ganar.
Pero, saber que tendré en la historia estudiantil del instituto, semejante reconocimiento, imposible que no se me hinche el pecho de satisfacción.
Y más.
En solo pensar, cuando llegue a casa para contarle a papá y a mi hermanita.
El bullicio de todos nosotros va mermando a medida que el director comienza a hablar y sí, lo que mis amigas me informaron, él lo avala.
Mirando hacia mi dirección, dice en su micrófono que estamos en época de campaña.
Me acomodo mejor y expectante sobre mi asiento.
La fecha de término de la misma.
Acomodo mi corbata, porque supongo que pronto a decir mi nombre y llamarme.
Y por último.
No lo puedo creer.
Que definitivamente, no tengo opositor y si acepto seguir con la gestión, mientras me invita a ponerme de pie y camine hacia él, bajo los aplausos de todo el colegio.
Cosa que lo hago muy feliz como victoriosa, agradeciendo los aplausos de todos.
Pero, cuando estoy frente al micrófono y reconociendo al director que sí, acepto.
¿Eh?
Una mano se levanta en un costado de toda la multitud estudiantil de los palcos.
Cual a notarse ese gesto por alguien, poco a poco disminuyen los aplausos por curiosidad.
Tanto ellos, como profesores, director y yo misma.
Y miramos silenciosos a ese sector, donde el estudiante habló.
Y al verlo que se pone de pie como si nada y aún, con esa mano en alto, frunzo mi ceño.
- ¿Todavía, hay tiempo de postularse? - Pregunta, demasiado relajado para mi gusto y con esa calma absoluta que me exapera en toda esa mole de cuerpo que tiene.
Mirada agua.
Y media sonrisa de mierda.
Pero muy decidido lo dice, mirando al director como a mí.
Y yo, achino mis ojos.
Porque resulta ser.
Carajo.
El alemán...
Pronto la segunda parte y final de su extra con muchas risas, emotiva y como algo con azúcar los unió.
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