Capítulo 41

“¡Ya estoy harta! —Gritaba a la vez que presionaba con fuerza las teclas de su laptop —no sé quién seas, ni cómo te metiste en mi computadora —escribía en una nota en su escritorio —y la verdad no me interesa. Has lo que quieras con tus chismes de porquería, maldita y sucia zorraaaa —terminaba de escribir y por un momento se sintió tan feliz —eso es ya estoy hasta la coronilla. Si todo ha de saberse que se sepa”

            No terminó de respirar contenta cuando una nueva nota se formaba ahí en su pantalla.

            “No quiero estresarte, tampoco pienso hacer nada contra ti, es solo curiosidad. ¿Qué escondes Elisa Lubensky? Debo decir que estoy interesada en tu amiga Amy nada más. Por cierto soy Scarlett la amiga de Liam, acúsame de Hacker si así lo deseas”

            “Ahg a mala hora Liam se hizo amigo de esa loca —Elisa se rascaba la cabeza y estaba decidida a tomar su celular y llamar a Liam para que calmara a su y que amiga, pero la palabra Hacker no se borraba de su mente —de seguro sus talentos y su blog me ayuden mucho”

            Ya con una nueva idea en mente escribía otra nota, una que llamó mucho la atención de Scarlett “Bueno a falta de emociones en mi vida bien podría trabajar con la pesada de Elisa”.

           

            Era un día especial para Ian, aunque no es que lo celebrara como cuando era un niño. A medida que uno crece cumplir años sea hace menos emocionante. Ese día pocos se había acordado de él. Todo en los medios sociales era hablar sobre cómo fue lanzado al suelo y como gritaba ese “Te amo Vanessa” cada vez que lo veía se sentía avergonzado, aunque a la vez no le molestaba que todos supieran lo que sentía su corazón. Se suponía que como nuevo empresario debía ir a trabajar, pero pese a lo molesto que se pusiera su padre decidió que no iría a ningún lado. Solo el mensaje de una persona le hacía falta, solo un regalo era el que esperaba con ansías. En otros años Vanessa habría estado esperando desde algún lugar en áfrica a llegar a las 12 am en la hora de Chicago para ser la primera en desearle un feliz cumpleaños, habría arreglado todo desde allá para que sin importar el costo Ian recibiera su regalo a primera hora de la mañana. Como pago ella nunca recibió un mensaje de agradecimiento, quizás tan solo supo por el correo que sus regalos fueron recibidos. Pero como siempre Ian leía su extenso mensaje de cumpleaños con una sonrisa en la boca y era el niño más feliz abriendo su regalo, a veces rápidamente y otras de forma lenta para que perdurará más la emoción. Siempre los regalos iban a aquel closet en su cuarto, en donde los aglomeraba y los veneraba. Los regalos variaban desde colonias, ropas, zapatos, y cualquier cosa de África, relojes, videos juegos, películas. Vanessa siempre sabía ingeniárselas y gracias a ella él poseía una buena colección de relojes Rolex.

            Pero para cada cumpleaños de Vanessa, Ian se sentaba en la computadora y comenzaba a escribir un mail, tecleaba varias palabras que a la final terminaba borrando, incluso compraba un regalo que nunca terminaba enviando y que acababa aglomerado en alguna parte de su closet. La vez que su mamá se metió en su closet para sacar uno de esos regalos y dárselo a una amiga, porque no tenía tiempo para comprar nada más, Ian se puso tan furioso que su mamá termino desistiendo y saliendo despavorida de su cuarto, algunas veces pensó si su hijo no era Gay y jugaba con esas cosas en las noches. Ideas que no la dejaban dormir año tras año.

            Ahora Ian se bañaba, tomaba unos jeans y una franela negra, se ponía sus relucientes lentes de negros y salía a buscar a la única persona con la que siempre soñó pasar su cumpleaños. Vería a Vanessa costara lo que costara.

            Vanessa se sentía más que miserable, se quedó despierta toda la noche esperando que el reloj marcara las 12 am, con una gran sonrisa en su rostro comenzó a escribir su mail, uno largo diciendo lo mucho que lo quería, cuando aquella alarma le decía que eran las 12:00 su dedo sin remedio se dirigía a la tecla “Enter” pero entonces volvió en sí.

            “¡Qué te pasa! —Sacudía su cabeza y alarmada alejaba su mano de aquella tecla —Vanessa estas mal, muy mal ¿Qué ibas a hacer? —no podía admitir el colapso que de pronto le había dado —volviste a ser la loca que le enviaba regalos y mensajes y que siempre se quedaba esperando una respuesta, la que refrescaba su correo minuto a minuto esperando que te dijera un simple gracias, la que se consolaba diciéndose “pobre Ian tal vez no le llegó nada, debe estar ocupado, él es tan lindo” pero siempre quedaba ese vacío en tu estómago, siempre aunque no lo demostraras quedabas triste y enferma, porque simplemente él no pensaba en ti, y aunque siempre te dejaras llevar por tu locura, sabías que él no te quería, pero era mejor estar loca, era mejor no vivir la realidad y pensar que eras todo para él. Ya se acabó Vanessa, no puedes volver a la misma situación ¡Reacciona!”

            Con decisión seleccionó todo aquel escrito y lo borró. Miró el regalo a su lado y no se atrevió a quitarle la envoltura. Alguien más cumplía años ese día, ese amigo que siempre estaba en segundo lugar. Pensando un poco cambió el remitente de su mensaje y comenzó a escribir un lindo y largo mensaje para el único que se merecía su cariño, Maikel Loubstwell.

           

—¿Aún conservas tus oscuros poderes? —le escribía Ian a Elisa.

—Creo que sí, espero que sí. Mira que los necesito ahora más que nunca —respondía para continuar con su conversación secreta con Scarlett —¿Por qué?

—Porque necesito que me ayudes enana.

—Ajá. Ve al grano bailarina.

—Ayúdame a ver a Vanessa. 

—Oh que lindo!!!!!! Seré la Cupido, no lo puedo creer!!!! Claro que te ayudo. Déjame averiguar dónde está y algo nos idearemos.

—Que sea rápido. Te espero en el café de siempre.

—Oki. Idea un buen discurso, nada tan bobo como Vanessa eres una princesa, mira que esas cosas dan nauseas. Bueno nos vemos. 

            Elisa no demoró en preguntarle a Scarlett la ubicación de Vanessa, ella era la stalker oficial de Vanessa así que la seguía a todos lados. Sin mencionar que Scarlett tenía su buen regalo para el amor de su vida Maikel Loubstwell.

—Hola enamorado amigo —Elisa sonriendo lo sorprendía detrás hundiendo sus dedos en el  estómago de Ian.

—¡Elisa! Eso duele —Se la quitaba de encima para sobar su abdomen.

—Vanessa no te quiere Ian porque eres peor que una florecita. Maikel Loubstwell escala montañas sujetándose con un solo dedo. Pesca atunes, casa venados, enciende fuego con dos piedras, salva damiselas, trata con mafiosos, traficantes y terroristas. Y tú te pones a llorar porque hundí mis dedos en tu estómago.

—No lloré. Ahora deja toda tu estupidez y dime ¿Dónde está Vanessa? Si es que lo sabes.

—Lo sé, pero antes debes prometer que me harás un gran favor cuando yo te lo pida.

—Elisa de verdad quitarte la virginidad es una de las cosas que está en mi lista de pesadillas.

—Idiota quien dice que aún soy virgen. No crees que Chace y yo hemos pasado mucho, mucho tiempo juntos —decía con picardía.

—Nah, eso solo en tus sueños. Sé que te imaginas a Chace en aquellas situaciones, pero por favor Elisa no le ganas a la rubia zorra.  

—¡Tenías que sacarla a relucir! Ya ven, vamos a buscar a Vanessa. Sé dónde está y sé cómo crear una distracción. Está con Maikel Loubstwell quien cumple años hoy y bueno andando.

            El escondite de Vanessa Smith era una lujosa mansión a las afueras de Chicago, perteneciente no a la familia de Vanessa sino a la de Maikel, quienes al parecer ya lo habían perdonado.

—Es una gran y linda mansión equipada con una seguridad de estilo militar —decía Elisa estacionando el auto a cierta distancia.

—Perfecto. Maikel tiene secuestrada a Vanessa, ¿cómo su familia deja que él haga eso? ¿Cómo dejan que vivan juntos? ¿Por qué viven juntos? ¿Ya serán novios? —Ian hablaba con desesperación.

—Cálmate girasol —Elisa con fastidio se llevaba las manos a la cabeza como si las palabras de Ian le dieran Jaqueca y es que en efecto no haber dormido nada le estaba pasando factura —pareces una nena, de verdad que drama. Scarlett la amiga de Liam vendrá a darle un regalo a Maikel, la tipa es una loca de remate algo bueno se ideará y mientras ella causa una distracción yo pediré hablar con Vanessa, te esconderás en alguna parte de mi auto por el alboroto los de seguridad tal vez no lo revisen tanto y pasaremos. No se supone que Vanessa me tranque las puertas en la cara, creo que a pesar de todo somos amigas.

—Ok y donde está la genial amiga de Liam.

—Ya debe estar por llegar —Elisa miraba su reloj.

            No terminó de alzar la vista cuando se comenzó a escuchar los fuertes gritos de chicas acercándose. Ian y Elisa podían ver como de la elevada carretera comenzaban a bajar tal vez ciento de chicas con pancartas y globos.

—¡Eso sí es una distracción! —exhaló Elisa al ver toda esa concentración de chicas.

            “Maikel hoy es tu cumpleaños y te lo celebramos” Cantaban las chicas al unísono, a la vez que los guardias de seguridad se comunicaban unos a otros. Eso era algo que no se esperaban.    

—Qué asco, de verdad ese imbécil tiene tantas fans —decía Ian con desprecio.

—Su club de fans es grande, yo me uní también una vez. Pero no me mires así, mira que todavía cada mes de mi cuenta se va una pequeña fortuna para su fundación.

—Ay Elisa, Ay Elisa. Más te vale que le quites tu apoyo o perderás mi amistad.

—Lo sé, lo sé. Ahora entra al auto que es nuestra oportunidad.

            Las chicas llegaban felices a las puertas de aquella mansión. Pedían a gritos que Maikel saliera a recibir sus regalos y entre ellas se encontraba Scarlett. No le había costado mucho reunir a las chicas, su blog era más que conocido precisamente porque nadie sabía que ella era la administradora, pero en fin ahora estaba ahí un tanto escondida y con su mega tabla haciendo estragos. Logró hacer conexión con la red interna y de pronto ya tenía el manejo de algunas cámaras de seguridad.

            Elisa llegaba tocando corneta intentando que aquellas chicas locas se alejaran de su camino. Pero tenía a todas esas mujeres casi que restregando sus siliconados senos encima de su auto “¡Perras quítense de mi camino!”  Gritaba, se sentía como Tom Cruise en la Guerra de los Mundos.    

—Vengo a ver a Vanessa —bajaba la ventanilla de su auto para gritarle al vigilante —¿Qué es todo este circo? —preguntaba molesta.

—La señorita Smith no está recibiendo visitas, lo siento señorita —intentaba decir amable aunque aquellas chicas lo empujaban.

—Soy Elisa Lubensky tarado, claro que querrá verme, ella es la madrina de mi boda y me importa un comino que sus piernas parezcan gelatina tiene responsabilidades. Abre rápido esa maldita puerta.

—Lo siento señorita pero ordenes son órdenes.

—A menos que quieras que te despidan abrirás la puerta. A parte de ser la mejor amiga de Vanessa son la inversionista número uno de tu querido jefe, el dinero con el que te paga proviene de mí, así que ¡abre la maldita puerta!

            El pobre hombre se debatía entre los gritos de aquellas locas fans y los de Elisa, aturdido y sin tener señal para llamar abrió la puerta, en donde Elisa no perdió tiempo para quemar sus cauchos y arrancar a toda velocidad, alguien dijo algo de “por favor necesitamos revisar el carro” pero poco le importó. Además que varias chicas se había coleado y ahora los vigilantes las perseguían por el campus.

            “Al parecer Vanessa está en el tercer patio trasero” Fue el mensaje que le llegó a Elisa. Estacionó su auto donde pudo y comenzaron a caminar alrededor de la casa buscando el patio trasero. Era una gran casa así que darle la vuelta les llevó su tiempo.  

—No puedo creer que esté haciendo esto —decía Elisa ya cansada —Ésta casa no tiene fin y ¿Quién tiene tercer patio trasero? ¿Qué es eso?

—No tengo idea. Continua araña —le daba un empujón.

—¡Oh! ¡Oh! —Exhalaba quedándose quieta mientras observaba aquel enorme perro negro que la observaba con atención —Hola mugroso petróleo.

—Avanza —volvía a empujarla —no nos hará nada, ya nos habría mordido si esa era su intención.

—Entonces ve tu adelante —molesta intentaba ponerse detrás de él, pero Ian la sujetaba de los brazos usándola como escudo —Oye suéltame. ¿Qué clase de hombre eres? Lo digo Vanessa no te querrá porque eres un cobarde.

—¡Cállate pequeña mutante! —le gritaba a la vez que comenzaba a caminar aun sujetando a Elisa delante de él.

—No que te pasa, suéltame Ian, te digo que me sueltes. Vamos directo al perro. ¡Suéltame animal! —no terminó de gritar cuando aquel enorme perro ladró y un Ian asustado lanzaba a Elisa encima del perro, para luego él marcar la milla.

            Ian corrió y corrió pensando que aquel animal aún lo perseguía, se lanzó sobre una cerca de árboles atravesándola y cayendo de improvisto a los pies de Vanessa, quien asustada había gritado y ahora no podía creer lo que veía.

—¡Tú! ¿Qué haces aquí? —expresaba con un poco de frialdad.

—Vanessa tenemos que hablar —se levantaba de forma rápida y tomando aire.

—No hay nada de qué hablar Ian. Puede ser que te sientas solo, pero solo déjame en paz y Por Dios que bien se sintió decir eso —sonreía con su mano en su pecho.

—No, tienes que escucharme —se arrodillaba frente a su silla —yo te amo Vanessa y no es nostalgia, simplemente siempre lo he hecho, si dejas que te cuente como pasó todo, entonces tú…

—No quiero oírte, no quiero entenderte. Porque una vez tú me hiciste creer que me querías y luego fui la loca de todo Chicago, las cosas que me hicieron todos ustedes no tienen nombre, así que por favor ya por fin me liberé de ti, solo déjame seguir con mi vida te lo ruego.  

            Elisa caía encima de aquel perro que sin demora hundió sus grandes colmillos en su brazo derecho. Tanta era la tensión y el susto que Elisa no los sintió, lo único que quería era ponerse de pie y correr de ahí. Logró zafarse un poco, pero al gatear el perro la mordió en la pierna. Al principio intentaba ser amigable con el perro, le decía “Soy tu amiga lindo, soy tu amiga” pero luego ya solo podía gritarle “¡suéltame animal!” “¡Ayúdenme!”.

            Alguien de pronto con sus gritos llegaba a quitarle el perro de encima. “¡Batman!” gritaba ese alguien, que solo podía saber por la voz que era un hombre. El perro eufórico poco caso le hacía a su amo, pero finalmente abrazándolo fuertemente liberó a Elisa.  

—¡Oh! ¡Mira lo que te hizo! —decía hincado al lado de ella, inspeccionando su brazo.

—No solo lo miro, lo siento —se quejaba intentando ponerse de pie o aunque sea sentarse.

—Lo siento mucho Batman nunca ha hecho eso ¿Qué haces aquí? —ahora comenzaba a tocar su pierna y por alguna razón no le gustaba tanta tocadera.

—Tu perro casi me mata Loubstwell y me preguntas ¿qué hago aquí? —actuaba como loca lo que menos quería decir es que se metió a la mala para hacer que Ian entrara —debería demandarte y mandar a matar a ese perro que es claramente una amenaza. Toda ella era un desastre, estaba llena de rasguños y las mordidas de su brazo y su pierna no eran las únicas aunque sí las más grandes.

—Puedes demandarme, pero nadie te dijo que te metieras a propiedad privada —Maikel sonreía un poco.

—¡Te ríes! Esto no es para nada divertido, me duele.

—Lo sé —sacaba su pañuelo para limpiar un poco la cara de Elisa —te llevaré adentro —sin preguntar pasaba sus manos debajo de las piernas de Elisa y de su espalda.

—¡Hey! Déjame. Puedo caminar —protestaba mientras la cargaba.

—En verdad eres tan rara como todo el mundo dice. Te llevaré adentro necesitas ayuda —tomaba el camino por el que Ian se había perdido, y por más que Elisa quería matarlo tampoco quería que Maikel lo viera.

—El camino es por allá —se apresuraba a señalar con su mano.

—Créeme cuando te digo que conozco mi casa —sonreía y Elisa no podía dejar de pensar “por qué éste imbécil es tan lindo” incluso haciéndose la loca y que agarrándose de él lograba tocas esos perfectos músculos de su abdomen “Oh papi. Vanessa es más suertuda. Hasta yo me quedaría con él en vez de con el bueno para nada de Ian”.

—Pero igual vayamos por allá, me siento más cómoda devolviéndome por donde llegué. Es que me duele a morir.

—Cuando estemos dentro podré ponerte un calmante.

            No había remedio continuo por el único camino que quería seguir y ahí enfrente de ellos estaba un Ian que besaba a Vanessa forzándola, ella protestaba e intentaba quitárselo. De inmediato un enfurecido Maikel soltaba a Elisa, quien caía con todo su peso en el suelo sobre su brazo, y corría a quitar a Ian.  

—Cuando entenderás que Vanessa no es para ti —lanzándolo en el suelo muy cerca de donde Elisa se encontraba revolcándose, le gritaba.

—Cuando entenderás tú que ella me ama.

            Incorporándose se lanzaba sobre Maikel  en una batalla de golpes. Vanessa gritaba que pararan, incluso se levantó para intentar separarlos pero era inútil. En su pelea el pie de Ian se enredó con el de Elisa y cayó sobre ella trayéndose a Maikel con él. Elisa gritaba, pateaba, mordía para que se alejaran, pero ahí estaban matándose encima de ella, hasta que un golpe asestó en la mordida de su brazo y ya no hubo poder que detuviera su ira.

—¡Aghhhh! —gritó como desquiciada y movida por la adrenalina mordió el brazo de Ian hundiendo sus dientes tan fuerte como podía y encajó sus uñas en el cuero cabelludo de Maikel, jalando sus cabellos hasta el punto de casi arrancar una buena sección. Ambos comenzaron a quejarse —¡Ya basta! Me estoy medio muriendo si quieren matarse háganlo pero no encima míooooo —con las fuerzas que le quedaba se salía de entre esos dos para ponerse en pie. Y tú Vanessa por qué quieres tapar el sol con un dedo. Ian es un idiota, cobarde, que te usa de escudo y no sirve para nada —lo miraba con odio —pero ese fue el tonto del que te enamoraste y él te ama y solo si escucharas dejarías de sufrir porque no importa cuántas veces te digas “yo no lo amo” eso no cambiará lo que sientes. Y no está bien que ilusiones a Maikel con algo que sabes no tiene futuro, porque para bien o para mal amas a Ian.

—Elisa discúlpame si no puedo recibir los concejos de alguien que se esmera en no admitir sus sentimientos. Me dices todo eso de repetirme “yo no lo amo” porque sé que eso haces día a día.

—Claro que no —indignada Elisa protestaba y las heridas ardían.

—Déjame hablar. Solo te digo que irse por el chico malo nunca es una buena opción. Creo que de haberme quedado siempre enamorada de Alex y nada más mi vida habría sido mejor, así que piénsalo Elisa, porque tú y yo sabemos quién no lo vale —la cara de Elisa era un poema, estaba desconcertada y por primera vez no supo que decir —por otro lado gracias por haberme enviado a África y haber conocido a Maikel, él sabe lo que siento por él, entre nosotros no hay mentiras y Ian ya olvídate de todo, ahora estás así porque es tu cumpleaños y te sientes solo, pero solo olvídate de mí como lo has hecho todos estos años.

—¿Es tu cumpleaños? —Elisa no podía creer que lo hubiera olvidado.

—Ahora ya váyanse porque solo quiero estar sola.

—No, Vanessa —Ian intentó seguirla pero ya unos guardias lo detenían y tomaban a Elisa también.

—Tendrá que acompañarnos —decía uno de los fuertes vigilantes.

—Esperen. Llevenselo a él a la salida, pero ella necesita cuidados —Maikel se acercaba a Elisa.

—No te preocupes Loubstwell puedo caminar, no soy ninguna debilucha —hablaba prepotente. Aun así Maikel la detuvo.

—Elisa solo quería decirte que deberías pensar muy bien a manos de quien va tu fortuna. No debería caer en manos peligrosas —le dijo al oído para luego alejarse rápidamente.

            Qué había sido eso, pensaba Elisa. Caminó cojeando el resto del camino sin quitarse esas palabras de la cabeza “¿por qué a Maikel le preocupa tu fortuna? Tal vez debería investigar más de la mocho de fortuna esa” Al salir unas patrullas de policía se llevaban a las fans de Maikel que no habían podido escapar.  Elisa esperaba que Scarlett no hubiera sido tan tonta como para dejarse agarrar.

—Maneja imbécil y llévame a un hospital —a punto de echar fuego le lanzaba las llaves del auto.

—¿Qué te pasó?

—Solo un perro de mí mismo tamaño intentó comerme.  ¿Te parece poco? Te digo Ian que me las vas a pagar ¿cómo se te ocurrió lanzarme encima de ese animal?

            Chace y Alex llegaban al mismo tiempo al hospital, ambos se bajaban al mismo tiempo del ascensor, se observaron por un instante y continuaron hasta el cuarto de Elisa.

—No se supone que estés aquí —masculló Chace aún caminando junto a Alex por el pasillo.

—¿Por qué? Merezco estar aquí antes que tú —Alex hablaba con recelo sin disminuir el paso.

—Soy su prometido ¿Lo recuerdas? —sus hombros se rozaban y estaban dándose leves empujones, como si el pasillo fuera muy estrecho.

—Claro se me olvidaba. Solo que nunca te presentarás a la boda, entonces qué más te da.

—Hasta entonces solo disimula. Y quien sabe tal vez y sí llegue a mi boda.

            Alex detuvo el paso de inmediato ante aquello, miraba a Chace buscando alguna explicación, él solo sonrío y abrió la puerta de la habitación de Elisa. Ian que estaba de pie cerca de la puerta se reviró para saludar a Chace quien muy amablemente y sonriendo le dio un golpe en la cara.

—¿Qué fue eso? —Ian tomándose la nariz se quejaba —¿Qué te ocurre man? Alex Chace me… —no terminó de hablar cuando otro golpe de Alex le reviraba el rostro.

—¡Que bien! —Celebraba Elisa —por fin tengo quien me defienda. Auch —se quejaba ante aquella enfermera que inyectaba aquella cosa alrededor de su ombligo.

            Chace se acercó a ella y Alex por respeto a la enfermera se mantuvo a la distancia. Chace de forma cariñosa le tomaba la mano, incluso la besaba y acariciaba los cabellos de Elisa. Ella misma se sentía incomoda, pero estando la enfermera ahí era normal que estuvieran fingiendo. En otra ocasión habría comenzado a actuar como niña mimada y empezado a decir cosas como “Mi bebé me duele mucho, mucho. ¿Me cuidarás?” o habría puesto a Chace a hacer cosas cursis y vergonzosas, pero ahora solo podía ver a Alex allá atrás y prefería hablar de lo mucho que dolían las heridas y aquellas inyecciones en su ombligo.

            Al irse la enfermera Alex no dejó de comerse a Ian por haber lanzado a Elisa encima de aquel perro.

—¿Qué tenías en la cabeza para hacer algo así? Ni Chace con lo animal que es lo habría hecho —gritaba Alex.

—Gracias por lo de animal amigo, pero Alex tiene razón ¿qué te pasa? Elisa tiene que ir mañana a presentar su prueba final y tú haces que se la coma un perro.

            Los insultos hacia Ian continuaban y él no tenía forma de excusarse.

—¡Ya déjenlo! —Decía Elisa quien ya había sido dada de alta —es su cumpleaños y el pobre fue despreciado por Vanessa, golpeado por Maikel y por todos ustedes. Yo te perdono, y ya con esto pagué el haber enviado a Vanessa a aquel lugar perdido de la mano de Dios.   

            La discusión acabó y con aquella ropa rasgada y con las heridas doliéndole Elisa y todos los cuatro se dirigían a la casa de ella. Elisa pidió una torta para cantarle cumpleaños a Ian, pero él no quería saber nada de celebración. El rostro de Vanessa no se borraba de su mente y aquel beso que le había dado solo demostraba que en efecto ella ya había dejado de quererlo. Se sintió miserable, solo quería derrumbarse.

            Elisa tenía que estudiar y de pronto los cuatro la estaban ayudando, le hacían preguntas, incluso inventaban canciones para que se aprendiera todo de forma más rápida. Así llegó la noche y debido a las medicinas y a no haber dormido nada la noche anterior Elisa cayó rendida, de pronto estaba dormida encima del escritorio. Alex y Chace se miraron para ver quien la cargaría a la cama, pero fue Liam el que los quito del medio y la cargó.

—Es mi prima yo debo cuidarla —señaló.

            Y no bastando con eso la arropó, apagó la luz y los sacó a todos de su habitación.

—En serio hermanos tienen que hablar —susurraba pasándoles por un lado.

—No hay nada que hablar. Chace ama a Amy —intervino Alex.

—Alex tiene razón. Elisa es toda tuya, pero ¿en serio crees que te aceptará?

—¿Por qué no? —decía ya molesto.

—Como dijiste una vez ella es incapaz de amar. Fueron tus palabras Alex.

            El paso de una sirvienta hizo que se callaran. Ian y Liam se miraban unos a otros como diciéndose “¿qué hacemos ahora con estos dos?” decidieron despedirse todos, tomar cada quien su rumbo. Aunque unos metros más adelante, Ian y Liam se volvieron a encontrar. Ian no quería pasar su cumpleaños en su casa pensando en Vanessa y llorando con la almohada y por su parte Liam estaba más que dispuesto a tomarse unos tragos y andar con chicas lindas en una noche loca. Era viernes y era inadmisible que no se divirtieran.

            Aunque la noche sería más loca de lo común, despertando alguien en el lugar menos pensado. Al día siguiente Elisa no solo tendría que lidiar contra el dolor, unos feos y aguados agujeros en su piel, un examen final para el que no estaba preparada y alguien que iría a arrancarle los cabellos. Tal vez ese día Elisa no debió salir de la cama nunca.

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Chicas!!!! saben que no soy de las que se demore demasiado pero estas semanas estuve más que deprimida, no saben me hundí en la depresión por unas cosas que me pasaron y no hacía más que llorar como magdalena. En fin no tenía cabeza para escribir ni una línea, me la pasé como enferma y bueno ahora estoy mucho mejor, ya de nuevo con mi Elisa en mi cabeza, haciendo estragos ahí jaja. Mil disculpas por la demora y espero que me entiendan, si alguna vez han estado decaídas me entenderán. Espero que el capi les haya gustado y pienso subir más seguido, porque el 30 de éste mes tengo un compromiso con una de ustedes y para que el capi cursi quede ese día deberé apurarme jaja. Mil gracias por leer y por llevar Envenenado de Ti a las 17000 lecturas. Mil gracias. Saben que sus comentarios siempre me alegran, así que ahora que estoy medio malita que me comenten me alegraría mucho, mucho. Besotes lindas :)

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